Cuentan
que hace muchos años, en Córdova, existió una mujer misteriosa, porque vivía
aislada del trato social y no se conoció su procedencia. Se dice que era huraña
porque su belleza era tanta que cuando salía a la calle, era víctima de
habladurías. Se le conocía también porque usaba hierbas para hacer curaciones
maravillosas y por predecir sucesos naturales, como temblores y hasta por
conjurar tormentas.
Esa
fama empezó a inquietar a los habitantes de Córdova, quienes la empezaron a
acusar de bruja. Todos parecían obsesionados con ella, pero el alcalde
era el principal. Su nombre era Martín de Ocaña, un hombre ya de edad que le
confesó su amor y le ofreció hasta "las perlas de la virgen", con tal
de que ella estuviera con él, pero la mulata no accedió.
Don
Martín, despechado y desairado, la acusó de haberlo hecho tomar un brebaje para
que perdiera la razón. La mulata, a la fuerza, fue llevada a la Fortaleza
de San Juan de Ulúa, donde fue juzgada y castigada a morir quemada en leña
verde frente a todo el pueblo.
Mientras
esperaba su castigo, logró convencer al guardia para que le regalara un gis. Él
no se pudo resistir y se lo consiguió. La mulata empezó a dibujar en las
paredes de su celda un barco con las velas desplegadas que se mecía sobre las
olas del mar.
Era
una obra de arte que dejaba perplejo a cualquiera. Fue entonces cuando la
mulata preguntó: ¿Qué es lo que crees que le hace falta al barco? A lo que el
carcelero le contestó: Andar... En eso ella le dijo: Pues mira como anda... La
mulata dio un salto y se subió al barco, despidiéndose del hombre que la
resguardaba, quien sólo veía lo que sucedía asombrado, el barco se perdió en el
horizonte que ella dibujó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario