Dos
ambiciosos amigos Misael Galán y Gildardo Higinio, decidieron que querían
hacerse ricos y fueron en busca de una mina, que se encontraba por la
cordillera que separa al municipio de Vetagrande de la capital Zacatecana.
Durante
cinco días buscaron, hasta que encontraron una cueva de aspecto extraño, a la
que se acercaron y donde hallaron una roca brillante semienterrada. Lo que les
llamó la atención y se pusieron a escarbar cerca de ella, pues pensaban que era
oro.
Lograron
sacar la roca y se acostaron a descansar. Al día siguiente, los jóvenes fueron
encontrados muertos. El acta de defunción dice que perdieron la vida en una
riña entre ellos mismo. Se cuenta que fue la ambición la que acabó con ellos,
porque al final la piedra no tenía ningún valor.
La gente
cuenta que quien se encuentra con ella, se vuelve agresivo y ataca sin razón
aparente. Y es que la piedra servía para afilar cuchillos, lo que muchos
hicieron, antes de transformarse en seres violentos.
Ante la
caótica situación, se decidió que la roca fuera llevada lejos del alcance
humano, justo en lo alto de un muro posterior de la catedral Zacatecas, debajo
de la campana chica.
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