Porque existen muchas cadenas que nos han de
esclavizar; no son grilletes
y candados que se pueden tocar; son ataduras que inventamos en la mente y el corazón, y que
solo nosotros mismos podemos
cortar.
¿Cómo
podremos ser libertadores de la humanidad, si somos esclavos y tenemos muchas
esclavitudes mentales que no nos dejan encontrar la verdadera paz? ¿Cómo conseguiremos cambiar
y transformar el mundo, si aún nosotros mismos no somos capaces de renovar
nuestro ser y hacer?
Amores
del pasado, que no volverán; su recuerdo se convierte en una sombra, que nos
abraza y no nos quiere soltar; adormecen el corazón, nos roban la libertad de soñar… Es
necesario liberarnos de esos sentimientos que matan las esperanzas de encontrar
un nuevo amor, todos
merecemos otra oportunidad de sentirnos amados y volver amar. Caídas y
tropiezos que nos dejaron heridas; temores que surgen por el dolor de caer
y ver las ilusiones perdidas; miedo de volverlo a intentar, quizás por no querer experimentar
de nuevo el sabor amargo que deja el perder la partida. Mientras no nos
despojemos de esa
sensación
de angustia y desconfianza que queda después de fallar; y desechemos los
pensamientos negativos que vendan nuestros ojos y nos
sumergen
en la oscuridad; tendremos piedras pesadas atadas a nuestra
voluntad
y a las ganas de triunfar, todo se tornará oscuro, qué difícil será
aprender a soñar y sobre todo, lanzarnos a la aventura de conseguir por
sí mismos hacerlos realidad.
Vacíos
del alma, que nos vuelve cautivos de la necesidad de que nos amen y de
aprender amar; tergiversando el concepto profundo de lo que es realmente
el amor y la amistad; aferrándonos a sentimientos enfermizos que atan, destruyen, ahogan, nos
impiden crecer y madurar.
Buscando en personas, cosas y lugares equivocados lo que necesita el
corazón para hallar la paz; y más que lograr satisfacer la ansiedad, sólo
se experimenta más vaciedad. Estas cadenas se hacen tan pesadas que arrastran la
autoestima y hasta las ganas de vivir y continuar, hay muchos prisioneros de sí
mismos, de sus vacíos y
el desamor que han de experimentar; estas cadenas sólo se logran romper,
cuando se intenta calmar esta sed, con aquello que solo Dios nos sabe brindar; llegando a
descubrir lo qué es esencial,
aprendiendo así a ver la vida con nuevos ojos, siendo capaces de reír y llorar en paz.
Palabras
de otros que intentan marcar nuestro caminar, aún nuestro sentir y pensar;
moda que no a todos acomoda, apegos materiales a cosas que realmente no satisfacen ninguna
parvedad, solo nos hacen cautivos de condicionamientos, comentarios,
apariencias, que no nos dejan crecer ni encontrar la verdadera liberación.
Creencias,
teorías, miedos, horóscopos, paradigmas, momentos, personas, que nos amarran las ilusiones,
los sueños, carcomiéndose el deseo de vivir y el valor para luchar; son
cadenas que nos imposibilitan
creer, esperar, seguir adelante, poder llegar. Es hora de romper esas ataduras mentales y
vivir la libertad que nos dejó Aquel que en una cruz murió, para acabar con
las opresiones que se
apoderan de la humanidad. Sólo así podremos ser realmente libres para poder
liberar.
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