viernes, 14 de septiembre de 2018

MARÍA PISTOLAS




Con el apodo de María Pistolas se conoció a una maestra revolucionaria que nació en la Ciudad de México en el año de 1884 en el seno de una familia modesta, cuyo nombre fue María Arias Bernal. Junto con otras maestras fundó la Escuela Vocacional Corregidor de Querétaro, con el fin de proporcionar a las mujeres una manera de solventar su escasez económica, enseñándoles algún tipo de oficio como el de cocinera o costurera, entre otros.
Poco después de fundar la escuela en 1910, de la que fuera directora, aunque por poco tiempo, se unió al movimiento maderista, y participó activamente en la campaña de alfabetización y fue la secretaria de la esposa de Madero, doña Sara Pérez.
Cuando el presidente Francisco I. Madero fue víctima del golpe de estado fraguado por Victoriano Huerta, el chacal, María Pistolas acudió ante éste, a fin de rogarle que le perdonase la vida al presidente, por supuesto inútilmente. A raíz de su asesinato, fundó el Club Femenil Lealtad y todos los domingos María organizaba mítines frente a la tumba del ex presidente en apoyo a su causa, a la vez que se encargaba de mantener en buen estado la famosa tumba para que no fuese dañada por los esbirros de Victoriano Huerta. En estas reuniones dominicales se recitaban poemas y se llevaban a cabo discursos. María luchó escarnecidamente por la causa maderista acompañada de otras mujeres de sus mismas ideas como Julia Nava y Eulalia Guzmán.
En el año de 1913, fue arrestada por tratar de detener al hijo del Huerta, quien trataba de destruir la tumba de su héroe. Poco después, cuando Álvaro Obregón entró triunfalmente en  la Ciudad de México en 1214, se interesó por saber quién había tenido el valor de haber mantenido la tumba de Madero en tan perfecto estado; cuando se enteró que lo había hecho la maestra María Arias Bernal, acudió en un acto oficial y, postrado ante la tumba, que se encontraba en el Panteón Francés de la Piedad, sacó su pistola y dijo: – ¡Esta arma que ha servido para defender la causa del pueblo, la entregó a esta valerosa mujer aquí en México, mi pistola sólo puede ser confiada en las manos de las mujeres revolucionarias!
Después de este hecho, en homenaje a una mujer revolucionaria, la heroica maestra fue objeto de burlas en los periódicos y en las carpas de la época, en donde se burlaron de la luchadora maderista y la empezaron a llamar María Pistolas.
María murió muy joven, pues a los treinta y nueve años dejó de existir para formar parte de las leyendas históricas de nuestro país.


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