Con
el apodo de María Pistolas se conoció a una maestra revolucionaria que nació en
la Ciudad de México en el año de 1884 en el seno de una familia modesta, cuyo
nombre fue María Arias Bernal. Junto con otras maestras fundó la Escuela
Vocacional Corregidor de Querétaro, con el fin de proporcionar a las mujeres
una manera de solventar su escasez económica, enseñándoles algún tipo de oficio
como el de cocinera o costurera, entre otros.
Poco después de fundar la
escuela en 1910, de la que fuera directora, aunque por poco tiempo, se unió al
movimiento maderista, y participó activamente en la campaña de alfabetización y
fue la secretaria de la esposa de Madero, doña Sara Pérez.
Cuando el presidente
Francisco I. Madero fue víctima del golpe de estado fraguado por Victoriano
Huerta, el chacal, María Pistolas acudió ante éste, a fin de rogarle que le
perdonase la vida al presidente, por supuesto inútilmente. A raíz de su
asesinato, fundó el Club Femenil Lealtad y todos los domingos María organizaba
mítines frente a la tumba del ex presidente en apoyo a su causa, a la vez que
se encargaba de mantener en buen estado la famosa tumba para que no fuese
dañada por los esbirros de Victoriano Huerta. En estas reuniones dominicales se
recitaban poemas y se llevaban a cabo discursos. María luchó escarnecidamente
por la causa maderista acompañada de otras mujeres de sus mismas ideas como
Julia Nava y Eulalia Guzmán.
En
el año de 1913, fue arrestada por tratar de detener al hijo del Huerta, quien
trataba de destruir la tumba de su héroe. Poco después, cuando Álvaro Obregón
entró triunfalmente en la Ciudad de México en 1214, se interesó por saber
quién había tenido el valor de haber mantenido la tumba de Madero en tan
perfecto estado; cuando se enteró que lo había hecho la maestra María Arias
Bernal, acudió en un acto oficial y, postrado ante la tumba, que se encontraba
en el Panteón Francés de la Piedad, sacó su pistola y dijo: – ¡Esta arma que ha
servido para defender la causa del pueblo, la entregó a esta valerosa mujer
aquí en México, mi pistola sólo puede ser confiada en las manos de las mujeres
revolucionarias!
Después de este hecho, en
homenaje a una mujer revolucionaria, la heroica maestra fue objeto de burlas en
los periódicos y en las carpas de la época, en donde se burlaron de la
luchadora maderista y la empezaron a llamar María Pistolas.
María murió muy joven, pues
a los treinta y nueve años dejó de existir para formar parte de las leyendas
históricas de nuestro país.
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