viernes, 28 de septiembre de 2018

UNA MUJER




El día 11 de febrero de 1931 se suicidó en la catedral de Notre Dame de París, Francia, una mujer de tan solo treinta y un años. Su nombre fue Antonieta, y era hija de doña Matilde Castellanos Haaf y de un arquitecto llamado Antonio Rivas Mercado, a quien se debe nuestro famoso Ángel de la Independencia que se yergue en el Paseo de la Reforma de la Ciudad de México, y a quien apodaban El Oso por lo alto y corpulento.
Antonieta nació en abril de 1900, y era la segunda hija de una familia de la alta burguesía mexicana que la educó comme il faut, bajo los cánones de la época porfiriana. Viajó a París desde muy pequeña y hubiera podido dedicarse profesionalmente a la danza clásica en la Ópera de París, a no ser por la rotunda oposición de su padre. Desde muy joven se dedicó al cuidado de su casa, ya que su madre abandonó el hogar para irse con su amante. Hecho que nunca le perdonó Antonieta. Cuando su madre regresó a México para asistir al funeral de su marido, la hija abandonada le lanzó las siguientes palabras: – ¡Tú no lo necesitaste para hacer tu vida, él no te necesita a ti para morir!
Esta culta y rica mujer hablaba varios idiomas, aparte del español materno, su educación era inmejorable, lo cual le llevó a convertirse en mecenas de varios escritores y pintores de la época, todos ellos de la mejor ralea. Se enamoró de uno de ellos Manuel Rodríguez Lozano, miembro del grupo de los contemporáneos, a quien amó con locura, pero de manera platónica, ya que Rodríguez era homosexual. Se conocieron en el año de 1927.

Esta mujer amante de las artes y la cultura, fundó el famoso Teatro Ulises y un patronato para la Orquesta Sinfónica de México. El Teatro lo dirigía Xavier Villaurrutia y Salvador Novo, y se encontraba situado en la Calle de Mesones del centro de la Ciudad de México. Este teatro se convertiría en un teatro de vanguardia a pesar de su corta existencia.
Antonieta decidió casarse con Albert Edward Blair cuando contaba con diez y ocho años. De este matrimonio nació Donald Antonio, y toda la familia vivía en un rancho en Coahuila. Pero Antonieta no se llevaba bien con su esposo y decidió regresar a la casa de su padre. Los intentos de reconciliación por parte de su marido fueron nulos y acabaron separándose oficialmente, después de una agotadora lucha por conservar la custodia de su hijo.
En 1928, se unió a la campaña de José Vasconcelos para obtener la presidencia de México, y formaron una pareja sentimental que duró tan solo un año, a escondidas de la mujer del candidato, Serafina, quien vivía en los Estados Unidos. Al ser derrotado Vasconcelos, Rivas Mercado se exilió primero en Nueva York y luego en París, lugares en donde ejerció el periodismo.
En su viaje a París se encontró con Vasconcelos. Antonieta, en un intento de regresar con él, le preguntó si en verdad la necesitaba. Él, anteponiendo su ego ante la soledad de la que fuese su amante le contestó: – Ningún alma necesita de otra. Nadie, ni hombre ni mujer necesita más que a Dios; cada uno tiene su destino comprometido con el Creador.
Al día siguiente, por la mañana, en la Catedral de Notre Dame y frente a la imagen de un cristo, Antonieta se dio un balazo en el corazón con la pistola de Vasconcelos que había sustraido. La noticia causó un gran revuelo tanto en París como en México. Su cuerpo fue sepultado en el cementerio de Thiai, situado en el departamento de Val-de-Marne, y al vencer la concesión de la tumba, sus huesos se trasladaron a la fosa común.


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