En un
poblado tranquilo del Estado de México había una zona que era cubierta por la
neblina durante todo el día y la noche. En medio había un puente que llevaba al
bosque y al que muchos no se atrevían a cruzar por la falta de luz y por los
extraños sucesos que ahí pasaban. Algunos ancianos cuentan que en ese puente
habitan pequeñas criaturas que son las que custodian la entrada del bosque y
que desaparecen a todas las personas que cruzan por ahí. Una persona logró
escapar de este terrible secuestro y me contó esto:
Ignacio solía beber demasiado en las
fiestas, siempre regresaba solo a su casa sin importar la hora. Durante las
fiestas del pueblo comenzó a beber con sus amigos, un día decidió irse a su
casa temprano para evitar preocupar a su familia. Aprovechando que todavía no
se hacía de noche, quiso entrar al bosque para buscar algo de leña y evitar
pasar frío en su casa. A pesar de conocer la historia de ese escalofriante
puente Ignacio únicamente tomó un par de ramas y se dio la vuelta para ir a
casa.
Pero escuchó a una gallina andar entre
las ramas, así que se dio la vuelta, miró que no había nadie más y decidió
capturarla para llevarla a casa. La gallina se detuvo justo a la mitad del
puente, Ignacio caminó ahí pero sintió como si alguien más lo estuviera
guiando, además comenzó a escuchar risas y murmullos que provenían de abajo del
puente. De pronto la gallina se transformó en un pequeño hombrecillo muy
parecido a un duende. Algunos otros hombrecitos lo tomaron de sus piernas e
intentaban jalarlo por debajo del puente
Con
mucho temor, Ignacio comenzó a rezar y el pequeño hombrecito empezó a
retorcerse de dolor, así que Ignacio aprovechó el momento para salir corriendo
y llegar a su casa. Al día siguiente amaneció con sus piernas arañadas y
encontró un largo rastro de sangre que llegaba hasta aquel puente. Se cree que
aún viven debajo del puente estos duendes y que buscan hacer daño a las
personas que se acercan.
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