En el centro de Chiapas cada noche se
pasea un misterioso y elegante hombre que parece no hablar con nadie. Porta un
enorme sombrero de palma que le tapa el rostro, además de que es muy alto y muy
fornido. Pero este extraño personaje, al que los habitantes le pusieron el
Sombrerón, oculta algo que no muchos están listos para descubrir como cuenta
esta historia.
Alberto
estaba desesperado de no encontrar un trabajo que le gustara, no quería hacer
ningún tipo de esfuerzo físico, pero tampoco se conformaba con poca paga. Tenía
muchas ganas de ser un hombre rico a costa de lo que fuera, así que un día se
encontró con el Sombrerón quien estuvo dispuesto a escucharlo. Durante su
plática, Alberto empezó a tener una extraña sensación en su cuerpo, su piel se
erizaba y parecía que todo su cuerpo se paralizaba de pies a cabeza.
En
cuestión de segundos todo el cuerpo de Alberto estaba inmóvil, no podía hablar
y tampoco correr. Así que el Sombrerón le hizo una propuesta: -“Yo te daré
riquezas a cambio de tu alma.”- Alberto tuvo que aceptar ya que no podía
combatir esa terrible fuerza maligna ante la que estaba presente. Se desmayó
durante varios minutos y al despertar estaba en un sitio alejado de la ciudad.
Cuando
volvió a su casa, tras varias horas de camino, se encontró un cofre lleno de
monedas de oro las cuales no pasó ni una hora para comenzar a gastarlas. Se
compró ropa, muebles y toda clase de bienes materiales. Cada día gastaba muchas
monedas en cosas que ya no necesitaba. Además, parecía que su forma de ser ya
no era la misma, se sentía superior a los demás y los miraba con desprecio.
Hasta que llegó el día en el que tomó
la última moneda de oro que quedaba para gastarla en alcohol. Y en ese momento
apareció el Sombrerón reclamando lo que le pertenecía, pero Alberto insistió en
que no le daría su alma. Así que el Sombrerón le dijo que la única forma de
romper el pacto es entregando la vida de un alma inocente a cambio de la suya.
Alberto
salió a la calle en busca de un niño, cuando lo encontró lo degolló y le
entregó el cuerpo al Sombrerón. Aunque Alberto se salvó del trato, los años que
vivió se volvió loco, vivió en la calle y no quedó nada de sus riquezas. Todos
afirman que el Sombrerón busca a víctimas cada noche para conseguir más almas y
hacerlas penar por la eternidad.
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