En la
avenida Francisco Villareal de Ciudad Juárez se encuentra ubicado el panteón de
los niños. Alrededor de este cementerio ahora hay muchos fraccionamientos que
no tienen una vista muy agradable. Al asomarse por sus ventanas pueden observar
las tumbas de pequeños niños que fueron sepultados desde el año 1900.
Este
panteón tiene muchas tumbas de pequeños niños que murieron por viruela y otras
enfermedades. Las cruces son de madera y únicamente tienen el nombre del niño
fallecido. Durante la noche se pueden escuchar muchas voces de pequeños niños
jugando. Los niños también han tocado a la puerta de muchas de las casas
cercanas. Algunos de los vecinos prefieren mantener cerradas las ventanas y no
abren las puertas.
Hace
algún tiempo, Antonio se dirigió con sus amigos para averiguar más sobre esta
leyenda. Pensó que nada de esto era verdad y que solamente se trataba de un
invento de los vecinos de los fraccionamientos. Al llegar, vio que una pelota
se atravesó en su camino, entonces detuvo su auto para evitar atropellar a los
niños que jugaban con la pelota. Pero para su sorpresa solamente escuchó risas
y gritos pero nunca vio a ningún niño.
Entró al
panteón y escuchó que alguien corría entre los arbustos, de inmediato volvió a
su auto pero no podía abrir la puerta. Cerró los ojos y comenzó a rezar con
mucho miedo. Al abrirlos vio que su auto tenía marcas de tierra en forma de
pequeñas manitas de niños por todos lados. Entonces intentó abrir nuevamente la
puerta de su auto y pudo entrar. Arrancó de inmediato y justo cuando se
encontraba de salida un niño con vestimenta de manta y una pistola se paró
frente a él durante unos segundos mirándolo a los ojos.
Se cree
que fue el espíritu de un niño que murió durante la revolución defendiendo a su
padre. Antonio tuvo que acelerar su auto y salió del lugar, pero mientras
conducía por la carretera tuvo un terrible accidente que le quitó la vida. Lo
único que se encontró dentro de su auto fueron antiguos juguetes de niños.
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