Yo elijo levantarme cada día, encontrando en el una nueva
oportuniad para ser feliz; en vez de verlo como uno más, lleno de rutina y
tensiones que solo me permiten mirar un panorama gris. Elijo pensar y
redescubrir los dones y bendiciones que poseo, sintiendo que Dios me ama tanto,
que se goza en mí; en vez de lamentarme y añorar aquello que no tengo, lanzar
quejas y reproches al cielo, pensando que Dios se ha olvidado de mí.
Yo elijo, mirarme en el espejo, encontrar en el lo que soy,
alabar por ello a mi Creador, en vez de querer hallar lo que se supone ven en
mí los demás; así mi autoestima no dependerá de que otros descubran en mí la
belleza para yo intentarme amar y aceptar.
Yo elijo, perdonar y dar siempre otra oportunidad a quien me
ha herido, para experimentar la paz y liberación que ofrece el perdón; en vez
de alimentar odios y sentimientos que me autodestruyen y carcomen el corazón.
Elijo soñar y creer que puedo hacerlos realidad, y no llegar a convertirme en
una veleta sin rumbo fijo, que se deja remolcar hacia donde la gente y las
circunstancias la quieran arrastrar.
Yo elijo vivir tan intensamente cada momento, sea de tristeza
o de felicidad, aprendiendo de ellos, descubriendo que el barro para ser un
vaso nuevo, debe pasar por el fuego y dejarse modelar; en vez de resignarme a
ser vencido por el dolor, o no reír de corazón, por temor a que lo que venga
después sea mucho peor.
Elijo caminar con seguridad, dando un paso a la vez, sabiendo
que si caigo, me puedo levantar, continuar, sin renunciar, ni retroceder; y así
llegar a la meta por mis propios pies… en vez de anhelar que sea fácil el
camino, correr con afán para no sentir que me he perdido; tener miedo de
tropezar, caer, fracasar.
Yo elijo
encontrar en cada persona a alguien a quien lo mejor de mí puedo dar, descubrir
lo que vale sentir que Dios en ella está, en vez de convertirme en el juez que
le quiera condenar el más mínimo error, rechazándola por lo que no tiene o por
sentirme superior.
Elijo ser feliz, sabiendo que ello implica vivir intensamente
el presente para que el pasado no me atormente, ni el futuro me pueda
aterrorizar; quiero dar pasos cortos con pisadas firmes, que dejen huellas
imborrables por donde he de pasar, para que al morir, mi epitafio diga: aunque
ya no esté, no ha muerto, porque supo vivir de verdad.
Renuncio a la frustración, al facilismo, a vivir lamentándome
por lo que no tiene solución o no me tocó, no quiero morir sin haber vivido,
llegar sin haber luchado, reír sin haber llorado; despertar sin haber soñado…
elijo ser feliz porque para eso Dios por amor me ha creado.
¿Y tu que eliges? Nadie lo hace por ti, ni siquiera el mismo
Dios, porque el poder de elegir está en tus manos; eres libre de tomar la
decisión.
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