miércoles, 30 de abril de 2014

¿GUSTAS UNA CERVEZA?



La palabra “Cerveza” proviene del celtolatino cerevisina. Se trata de una bebida alcohólica fabricada con granos de cebada o de algunos otros cereales, cuyo almidón debe fermentarse en agua con levadura Saccharomyces Cerevisiae, Saccharomyces Pastorianus, a la que se puede agregar lúpulo u otras clases de plantas para aromatizarla.

Los primeros pueblos en fabricar cerveza fueron los elamitas actual sureste de Irán, los sumerios antigua Mesopotamia y los egipcios, hace 3500 años a.C., según evidencias arqueológicas provenientes de Godim Tepe en Elam, hoy Irán.

A México, la cerveza llegó en el año de 1544. Dos años antes, en la Ciudad de Nájera, España, el emperador Carlos V, por medio de Cédula Real, otorgó al sevillano Alonso de Herrera el permiso para fabricar cerveza y montar una cervecería, con duración de veinte años, en la capital de la Nueva España. La Cédula estipulaba que además se le permitía fabricar aceite de naveta, jabón y rubia. De lo que ganase el fabricante debía entregar un tercio al Tesoro Real de la Corona. Ni tardo ni perezoso, Alonso de Herrera llegó a estas tierras indianas y dio comienzo a su tarea. De Flandes trajo maestros cerveceros, aparejos, calderas, y demás utensilios necesarios para la fabricación de cerveza. La Corona había convenido que el empresario correría con los gastos relativos a los trabajadores que llevase consigo. A cambio de las condiciones anteriores, Herrera contaba con la absoluta exclusividad para producir y vender los productos antes mencionados, y con la exención de pago del almojarifazgo en lo que transportara a España, y de llevar, libres de derechos, a doscientos esclavos de Portugal, Cabo Verde o Guinea, los cuales se encargarían de la mano de obra.

Fundó una caldera en la Ciudad de México, pero según le comentaba al emperador, podrían llegar a ser cien calderas productivas, por lo extenso del territorio y por el continuo aumento de la población. Para montar su taberna, que luego serían varias, se le concedió un corregimiento en la comarca de la Ciudad de México.

Tan bien le iba en el negocio a Alonso de Herrera que con frecuencia enviaba a Carlos I de España y V de Alemania, suntuosos regalos. Por su parte, el virrey de la Nueva España, don Antonio de Mendoza, bebía continuamente la cerveza que le obsequiaba el cervecero hispano. Además, como el vino escaseaba, los colonos consumían buena cantidad de cerveza en sus comidas y aun fuera de ellas. Debemos mencionar que el virrey estaba encargado por orden del rey de España de vigilar la producción de cerveza, para comprobar que se trataba de un buen negocio, y de estar al pendiente de los manejos de Alonso. Así las cosas, Mendoza nombró el 11 de diciembre de 1543, a Hernando de Pavía como inspector de la producción de cerveza, y de vigilar que el pago a la Corona se efectuase con regularidad y honestidad.

En aquel entonces, la arroba alrededor de 16,133 litros de cerveza costaba ocho reales, precio bastante elevado en ese momento, a causa de la escasez de trigo y cebada que  se vivía; pero Alonso Herrera pensaba bajar el precio en cuanto la situación se compusiese. La cerveza la fabricaba Alonso Herrera en una hacienda llamada El Portal, para ser vendida en la Ciudad de México. Las ventas de cerveza se llevaban a cabo en los mercados, plazas, y en la taberna que él había montado. La producción de cerveza sufría altibajos, e incluso llegó a detenerse la producción entre 1544 y 1549, cuando algunos de los maestros cerveceros decidieron regresar a Flandes, y otros optaron por trabajar en las minas de México para hacer buen dinero. Sin embargo, a partir de 1549 la producción aumentó: al fabricarse 1,158 arrobas entre el 28 de enero y el 25 de octubre de 1549 –una media de 128,6 arrobas por mes-  y llegarse a 4,192 arrobas entre la última fecha y el 8 de mayo de 1552, que sitúa la media mensual en aproximadamente 246,5 arrobas, según constata Emilio Luque Azcona.

La cerveza siguió produciéndose en México. Hacia 1813, el señor Tuallion empezó a producir una cerveza que pronto se popularizó. Se llamaba Del Hospicio de los Pobres, porque se fabricaba en un antiguo edificio que había sido una institución de caridad localizada en las calles de Revillagigedo. En 1825, Notley sacó a la venta una cerveza elaborada con jengibre inglés, recomendada para los viajes a clima cálido, ya que se decía ser muy eficaz contra las fiebres y los malestares producidos por el sol. En 1845, el suizo Bernhard Bolgard montó una fábrica llamada La Pila Seca, la cual producía una cerveza elaborada con malta de cebada mexicana y piloncillo, que sirvió de base a los cerveceros de México de finales del siglo XIX, hasta que se empezó a fabricar en la Cervecería Toluca y México del suizo Agustín Marendaz, una cerveza tipo lager. La primera cerveza de este tipo, la elaboró el alsaciano Emil Dercher en su fábrica llamada La Cruz Blanca, en 1898. Posteriormente, empezaron a abrirse cervecerías fuera de la Ciudad de México, como por ejemplo en Guadalajara. En 1882, un señor de apellido Graf, sacó a la venta la cerveza Toluca Lager, elaborada en la Cervecería Toluca y México que había comprado a Marendaz.

A finales del siglo XIX, en 1891, se fundó la Cervecería Cuauhtémoc en Monterrey, Nuevo León, a cargo de Isaac Garza. Para 1894, surgieron cuatro pequeñas cervecerías en Orizaba, Veracruz, conocidas como La Santa Elena, La Mexicana, La Azteca, y La Inglesa. Posteriormente, nacieron la Cervecería Sonora y la Cervecería del Pacífico, en 1896 y 1900, respectivamente.

Desde entonces, la cerveza ha sido para los mexicanos una de sus bebidas predilectas y de mayor consumo en el país.

LIBERATE



En nuestra vida, quizás, sin darnos cuenta, podemos estar atados, aunque no existan cuerdas que amarren nuestros pies y manos.


Pensamientos equívocos, a los que nos aferramos, Creencias sin fundamento en las que a veces nos basamos.


Objetos materiales, recuerdos del ayer, amores del pasado, Temores, depresiones, sentimientos cruzados.


Creer que no podemos, sin haberlo intentado, depender de personas que tenemos a nuestro lado.


Limitamos nuestros sueños, porque nos sentimos esclavos, muchas veces sin darnos cuenta, estamos amarrados.


Situaciones, condiciones, épocas, tentaciones, La moda, los avances, los medios de comunicaciones.


Convertimos en necesidad, los lujos y la vanidad, Hasta distorsionamos la definición del amor y la amistad.


Perdemos la libertad de reír, llorar, y opinar, porque nos esclaviza la opinión de los demás.


Nos ata la violencia, el resentimiento y el dolor, queremos las cosas fáciles, tener poder, inspirar temor.


Por eso no existe paz en muchos corazones de la humanidad, se encuentran atados, dependen hasta de su propia mentalidad.


Muchas veces no sabemos porque no podemos la felicidad experimentar; quizás porque no hemos descubierto, que primero nos debemos desatar.


Y cuando logramos romper las cadenas físicas y mentales que no nos dejan avanzar, podemos llegar a ser realmente libres, para poder a otros liberar.

LAS MOMIAS DE GUANAJUATO



Guanajuato es una ciudad con muchos atractivos para el viajero, por su fisonomía que es única, por su historia que es maravillosa, por su abolengo cultural que la coloca en un sitio de privilegio en el país y más allá de sus fronteras; por sus manifestaciones artísticas a través de su teatro universitario, su Orquesta Sinfónica y su Estudiantina.

Sí, así es en efecto pero las cosas raras siempre serán motivo de singular atracción.

La gran mayoría de turistas, los que por primera vez vienen a Guanajuato, han recibido de los anteriores, de manera especial, dos recomendaciones: el Callejón del Beso y que vean las Momias.

La momificación se debe, sin que sea esta una opinión científica, a la ventilación especial, es decir, a la altura más bien que al terreno pues lo mismo ocurre en las gavetas que en el suelo.

Con toda seguridad que el fenómeno tiene lugar desde que fueron exhumados del Panteón Municipal, al termino del tiempo reglamentario, los primeros cadáveres.

Ese término es de cinco años, pero la momificación debe consumarse antes.

El dato de mayor importancia para nuestra población es la circunstancia de la gran mortandad que hubo y porque varios de los cuerpos, por temor a que se propagara más la peste eran inhumados casi en seguida de que se declaraban muertos.

Así sucedía que en algunos casos se les sepultaba cuando en realidad todavía no expiraban, de modo que al volver de aquel estado cataléptico, ya en la tumba, morían finalmente por desesperación, por angustia o por asfixia. De ahí esa mueca de dolor que hay en algunas momias.

Esto fue cuando la peste del cólera morbus que registró en nuestra población allá por 1833. Aun no existía el panteón actual, que es donde se verificó la momificación.

Tal era la cantidad de muertos, que fue necesario abrir panteones complementarios en las de la Compañía San Francisco, San Diego, Santa Belén, San Roque, San Sebastián. Esta es una de las más antiguas.

A partir de 1861, fecha en que se inauguró el Panteón Municipal siendo Gobernador del Estado del General Francisco Pacheco, datan las primeras momificaciones. El primer cadáver momificado que se exhibió correspondió al doctor francés Remigio Leroy, en 1965, que aún existe.

Desde hace muchos años las momias se exhiben al público en una cripta que se halla justamente debajo del lugar donde se registra este hecho curioso. En una galería que hay al fondo se ofrece el macabro espectáculo, formando las momias una doble fila como 15 metros de fondo y acertadamente detrás de una vidriera.

Por todo lo anteriormente expuesto en forma tan llana, el público debe desechar, por inciertas, todas esas leyendas baratas que cuenta la gente.

martes, 29 de abril de 2014

TZACAPONTZIZA, UNA BELLA TOTONACA



La vainilla, Ixtlilxóchitl, “flor negra”, es un género de orquídeas que produce un fruto saborizante muy exquisito. Sumamente apreciada en la época prehispánica en toda Mesoamérica, los mexicas y los mayas la empleaban para preparar el xocólatl, bebida destinada a los nobles y guerreros, hecha con chocolate, en una de sus tantas variedades. La vainilla la producían los totonacos de las zonas costeras de Veracruz, y la enviaban hasta el Altiplano, para ser consumida por los mexicas. A los totonacos se debe la leyenda que nos cuenta su origen.

Los abuelos nos relatan que hace mucho tiempo existió una bella princesa llamada Tzacapontziza, Estrella de la Mañana, de largos cabellos negros, lacios, y lustrosos; sus rasgados ojos expresaban dulzura y malicia; era tan atractiva que los jóvenes nobles la perseguían a todas horas. Zkata-Oxga, Venado Joven, y príncipe también, era uno de esos enamorados; tan enamorado estaba que un día decidió raptarla, aún cuando contaba con el beneplácito de la noble doncella. Huyeron de sus respectivos hogares, y trataron de esconderse lo mejor que pudieron. Sin embargo, el padre de la princesa había dado órdenes de que se la buscase por doquier, hasta encontrarla. Después de mucho batallar, los sacerdotes de la diosa de las cosechas Tonoacayohua, acompañados de guerreros, los encontraron, los apresaron, y los decapitaron como había sido ordenado por el padre de  Tzacopontziza. Poco tiempo después de morir, el príncipe Zkata-Oxga reencarnó en un fuerte, alto y bello arbusto. A  su vez, la desdichada princesa se convirtió en una liana de maravillosas orquídeas que se enredaba con amor y dulzura en el príncipe-arbusto. Se amaban tanto que, aun después de la muerte se mantuvieron juntos. Desde entonces, los totonacos llaman a la vainilla caxixanath, dulce nombre que significa “Flor casada”, o más brevemente, xanath.

Agregan los ancestros que Xanath era tan bondadosa que después de muerta quiso ayudar a los indios totonacos: decidió que su cuerpo-flor sería curativo. Así pues, la vainilla es un muy buen estimulante del sistema nervioso, cura la histeria, la melancolía, y la depresión, además del reumatismo, y las lesiones musculares. Asimismo, se emplea como infusión, aceite esencial, y tintura.




LA DAMA DE SAN LUIS POTOSÍ



Se cuentan muchas historias. Cosas que pasan en las calles viejas  y en el panteón viejo de San Luis Potosí.   Sobre todo  la leyenda de la dama del taxi. A decir verdad se le conoce de diferentes formas a esta leyenda.

Cuenta la leyenda que una madrugada a un taxista le hizo la parada una mujer justo afuera del panteón del Saucito el panteón mas viejo de San Luis.  Al taxista se le hizo raro que a esas horas estuviera una mujer sola y por esos rumbos, así que la subió.

Ella le pidió que la llevara a los templos: San Miguelito, San Sebastián, Tlaxcala y otros más. Ella se detenía afuera de la iglesia como rezando. Y terminando el recorrido, le pidió que la llevara otra vez a donde la había subido. Al taxista se le hizo muy raro, pero así lo hizo. Ya estando fuera del panteón,  ella le dio una medalla de oro y una dirección diciéndole que fuera a cobrar por el recorrido a la persona que le abriera.

Ya de mañana el taxista, así lo hizo, toco a la puerta lo atendieron, el explicó que una mujer  le había pedido ese recorrido por las iglesias, después le dio la dirección y la medalla, diciéndole que con esa medalla ellos sabrían de quien se trataba y que pagaría.  Pero la persona que lo atendió le dijo que no podía ser posible pues ella ya había muerto.

Nunca se ha podido saber si esta historia fue del todo real, pues el taxista mencionado, después de eso cayó enfermo y murió al poco tiempo. Pero de que es una historia muy sonada sobre todo entre los taxista lo es y la verdad que pasar por el panteón en las madrugadas es para poder creer tanto esa como otras historias más que se cuentan.



lunes, 28 de abril de 2014

TU Y LOS DIOSES EN MONTE ALBÁN



Sé que, desde los más variados ángulos y circunstancias, escribir hoy de dioses no es sabio para un antropólogo serio. No soy ni lo uno ni lo otro, sólo soy un piloto retirado y sucede que yo, sin decírselo a nadie, hablo casi todos los días con los dioses, sin dejarme de considerar un hombre normal. No lo digo a nadie, naturalmente. Hoy, desde el silencio y tranquilidad de mi hogar, te lo digo a ti, que vas volando entre ángeles.

No, no estoy loco: en el tiempo y espacio de la Grecia Clásica, cualquier ciudadano que se preciase, hablaba varias veces al día con los dioses. Si yo llego hoy a la universidad, por ejemplo, y digo que acabo de hablar con los dioses, o ya no se me hará el menor caso, o se me enviará a un hospital psiquiátrico: “¡Pobre Genovés!”, se dirá.

Algunas personas, hombres o mujeres, tienen “Ángel”: se les quiere, se les aprecia, nos dan confianza de inmediato. Otras, muy, pero muy de vez en cuando, tienen “duende”.


El ángel siempre está ahí. Al duende es necesario propiciarlo.

¿Cómo, cómo llega? Pasando del simplemente estar, al sencillo pero difícil ser-dada las convencionales vidas que vivimos.

Sobre un avión, como tú ahora, se propicia al ser: no hay juntas de consejo o presencias indispensables; no hay bibliotecas que consultar, ni existen tontas distracciones.

Estás, estamos solos con nuestras almas. Sólo nosotros en lo más íntimo y nuestro, aquí arriba, sobre nubes, acercándonos al cielo azul: lo más propicio para que el duende aparezca. Nos ensimismados, queridos dioses. Volamos con vosotros, lo más real que existe en este breve tránsito que llamamos vida.

¿Y si no volamos en avión? ¿Dónde, donde? En Monte Albán, lugar de los dioses. Y no porque así lo denominasen o nombrase famosos arqueólogos, sino porque así es, era antes, muchísimo antes que respetable arqueólogo alguno lo descubriese.

No sé con qué decirlo porque aún no está hecha mi palabra

Eso es Monte Albán: cariñosa, amorosa, sublime real-irreal presencia, en donde sin decir palabra alguna, con mucho misterioso duende, los dioses se comunican con los hombres que hasta allí suben. Encanto.

¿Qué es el misterio? Lo que no se puede expresar ni describir con palabras. Por eso es el misterio.

Presentimiento suave es todo lo que no cabe dentro del lenguaje humano

Todo en Oaxaca es bello. Desde sus habitantes. Hasta los turistas embellecen, por ósmosis, al contagio de la noble ancestral circunstancia en que está envuelta; ante su naturaleza. No obstante, tengo el presentimiento de que, si te olvidas de todo lo que te lleva a Oaxaca y, al bajar del avión subes a Monte Albán, te ensimismas: volarás en la tierra como jamás has volado. Serás Dios, sin petulancia alguna, sin tomarte en serio. Penetrándote de que no es posible vivir como si la belleza no existiera; belleza que se aparece a través de la comunicación con lo imperecedero, con la eternidad, con los dioses; contigo mismo: te habrá llegado el duende.

En Monte Albán te enamorarás más de tu amor, de tus verdaderos amigos, de la palabra, del silencio; de lo que haces y de lo que jamás has hecho; de la razón y de la sinrazón; de la verdad; de lo blanco y de lo negro como de la penumbra.

Tocarás el cielo sin olvidar la tierra. Estarás, con Rubén Darío, en:

Los hermanos hombres
los hermanos bueyes
hermanas estrellas
hermanos gusanos
Entenderás en
un saber no sabiendo
toda ciencia trascendiendo

Serás Tu y los dioses en Monte Albán...

CARTA DE UN ANCIANO



Muy fino amigo:


Principio las líneas de esta carta para agradecerle su visita... ¡Recibimos tan pocas...! pero en fin, no debo quejarme, antes bien, agradezco a Dios por tantos y tantos años de vida que me ha    otorgado.


Cumplí ya seis años en este asilo donde por mi propia voluntad me he confinado.


He conocido en esta larga estancia a muchos viejos y muchas ancianitas y aunque sabemos que nuestra estancia en este mundo es ya corta, eso no ha impedido que hayamos llegado a estimarnos y extrañar a los que se van yendo; el día que hay una defunción se respira aquí un silencio impresionante.


Mi estancia en el mundo exterior era ya insostenible; creo que fue un error el haber invitado a mi hijo y a su familia a vivir en mi casa cuando enviudé...

Pero me apenaba que él, a pesar de pisar ya en los cuarenta, no tenía un ingreso fijo y mis nietos corrían el mismo peligro que él, de quedarse sin estudiar...

Por otra parte, mi nuera se había comportado con respeto hacia mí, por lo que decidí ayudarlos; me decía: "Tal vez sea lo último que haga en mi vida"...

Cuando ellos hubieron tomado posesión de la casa, poco a poco fui perdiendo terreno, les molestaba que yo oyera mis canciones antiguas, e iban hacia mi consola y sin ninguna explicación las cambiaban por canciones modernas que sencillamente no aguanto, pero que ellos preferían...


Poco a poco fueron desapareciendo los retratos de mis padres, de mi esposa, los de los niños de mis hijos, e incluso los míos.


Les molestaba mi incipiente sordera la cual no me impedía oírlos cuchichear que yo era un viejo desaseado y latoso y se lamentaban de que no me muriera pronto...

Me parecieron injustificados los calificativos sobre mi persona, ya que si algo bueno tengo es ser pulcro y no tratar de molestar a nadie.


Mi pensión y el modesto capital que logré acumular me permitían antes de que ellos llegaran, tener la alacena y el refrigerador bien surtidos, pero ya instalados ellos en la casa, apenas y me dejaban algo de comer y eso con malas caras cuando yo consumía lo que había adquirido con mi dinero.



Varios años pasé así y aunque a veces estaba a punto de estallar los disculpaba argumentando que eran parte de mi propia sangre...


No obstante mi sufrimiento, logré que mis nietos obtuvieran un título, pero no logré que fueran, si no agradecidos, siquiera respetuosos conmigo.



En los últimos tiempos habitaba yo el cuarto de servicio, fuera de la casa, lugar que me había destinado mi nuera...


En virtud de que difícilmente podía caminar para ir al banco a cobrar mi pensión o los retiros de dinero que yo necesitaba, les pedía a ellos ya fuera que me acompañaran o les pedía que me cambiaran algún cheque; porque me acompañaban, tenía que pagarles, y de los cheques, me entregaban siempre cantidades menores a las retiradas.


El fracaso personal y la debilidad de carácter de mi hijo convirtieron a aquella familia en un matriarcado.


En una ocasión en que me enfrenté a esa mujer y le reclamé su actitud y su injusticia e incluso la amenacé con lanzarla de la casa en compañía de sus hijos, me respondió que la propietaria de la casa era ella y que el que tenía que largarse era yo... Mi hijo me rogó que no ingresara al asilo y a pesar de que incluso débilmente me defendió ante ella, el estuvo también en peligro de ser lanzado igual que yo de esta morada que yo construí con el trabajo de los mejores años de mi juventud...

Estoy tranquilo; se me trata bien. Me apena y me inquieta únicamente el que yo no pueda proyectar algo para el mañana porque la organización de la institución está a cargo de las autoridades de la misma...


Aquí es uno completamente dependiente y aun cuando la mayoría de los internos somos seniles y nuestro cerebro ya no tiene capacidad de un juicio claro, algunos que como yo, -perdonando un juicio presuntuoso-, tenemos aún la mente lúcida, sufrimos porque nos tratan a todos igual y no se toman en cuenta algunas opiniones sobre modificaciones y mejoras al sistema, que en ocasiones respetuosamente sugerimos.


Ocasionalmente, más por interés que por amor viene a visitarme mi hijo y siempre lo ayudo; sin embargo, he hecho las diligencias necesarias para que el día que el Señor me llame, que creo que ya será pronto, mi modesto capital y mi casa, pasen a poder del fideicomiso que maneja este asilo, donde yo y muchos como yo hemos venido a vivir en paz, a refugiarnos en los últimos días de la vida.

No es una venganza contra mi nuera, es solamente un acto de justicia póstumo; y para mi hijo, que ya comienza a enfilar por el escabroso camino de la vejez, es la enseñanza de que ya es tiempo de que pueda valerse por si mismo y hacerse un hombre de carácter...


Y a usted, que ha tenido la gentileza de leer esta carta, le pido que les dé una ayuda a los ancianos de este asilo que necesitan de ella y que están muy solos en el mundo...

Les paso este caso de la vida real, y... ¡ayuden a los viejitos de los asilos!

Si los más jóvenes nos ponemos a pensar que un día llegaremos al invierno de nuestras vidas y que quizás estemos en una situación parecida a este relato, tal vez esto no pasaría con tanta frecuencia.


Debemos respetar a los ancianos, ya que ellos son un manantial de sabiduría y experiencia...

¡Que Dios los bendiga!

Gracias.

LOS ESPACIOS VERTICALES DEL COSMOS



Mi nombre es Pedro K’in. Nací en Lacanjá Chansayab, en la selva chiapaneca, en donde vivimos los indios hach winik, los lacandones. Tengo ocho años de edad. Todos los días ayudo a mi padre en los trabajos del acahual, donde crece el maíz que nos permite sobrevivir.  Por las tardes, labramos dioses de barro para nuestros rituales y para vender a los turistas que llegan a visitar nuestra aldea. Después del trabajo, cuando el Sol empieza a ponerse, todos los chiquillos vamos con el abuelo más anciano del pueblo, para oírle relatar las historias y los mitos de nuestros antepasados. Ayer, Hatz’k’uh, Rayo de Sol, nos platicó acerca del universo y de los mundos anteriores al actual. Nos dijo que el mundo está constituido por tres espacios verticales: 

En la parte media se encuentra la Tierra, donde vivimos los indios en comunidad para llevar una vida organizada socialmente. Aquí, en la Tierra, nacemos y morimos; aquí, en la Tierra, adoramos a nuestros dioses y les celebramos fiestas y rituales, porque sin ellos no subsistiríamos; aquí, en la Tierra, sembramos nuestro sagrado maíz.

En la parte baja, hacia el oeste, se encuentra el Inframundo, Yalam Lu’um, habitado por el perverso y malvado Kisin, el Dios de la Muerte y de los Terremotos, quien fuera expulsado del Cielo por querer equipararse con el Creador. Cuando Kisin se enoja  patea la ceiba central del universo y se producen terribles temblores. Al Inframundo llegan las almas de los muertos para ser juzgados por Sukunkyum; divinidad que mira fijamente a los ojos de los muertos para saber los pecados que han cometido durante su estancia en la Tierra. Si en los ojos el dios ve que el muerto cometió incesto, mintió, robó o asesinó a alguien, envía el alma a  Kisin para que lo castigue como corresponde. Sukunkyum, cuyo nombre significa Hermano Mayor de Nuestro Señor, aparte de ser uno de los dioses del Inframundo, también es el guardián del Sol. Cuando al atardecer el Sol desciende, débil y torpe, al mundo subterráneo para morir, el Hermano Mayor le alimenta y le proporciona descanso para que pueda volver a resurgir al día siguiente. 

En el Inframundo también reina el dios Menzabak, dios de la lluvia, quien cuida las almas de los muertos y crea las nubes negras que traen la lluvia; por eso se le llama El Hacedor de Polvo, porque las nubes las hace con un polvo negro que entrega a sus ayudantes, los hanakak’uh, los dioses de la casa del agua, quienes con una pluma de guacamaya esparcen el polvo en las nubes, para que se ennegrezcan y brote la lluvia. Los hanakak’uh representan los rumbos sagrados: Bulha'kilutalk'in, “aguas que inundan desde donde viene el Sol”, se encuentra en el este; Ch'ik'ink 'uh, “el dios que se come al Sol”, está en  el oeste; Xamán, vive en el norte; Nohol, en el sur; Tseltsel Xamán, mora en el noreste; y Tseltsel Nohol, en el sureste. Cuando Kisin monta en cólera, insulta a estos responsables de la lluvia y de los truenos; levanta su blanca túnica y les enseña el trasero; todos sabemos que es muy grosero e irrespetuoso. Dice Hatz’k’uh, el narrador, que aparte de los dioses principales, en el Inframundo viven otras deidades menores que cultivan las milpas  para  abastecer de alimento a las deidades.

El abuelo Hatz’k’uh nos contó que muy arriba de la Tierra se encuentra el espacio donde viven los dioses, el Ka’an, el Cielo, como le llaman ustedes los blancos. En este hermoso sitio reina el dios de todos los dioses: K’akoch, el supremo creador del mundo y del Sol, y se encuentra Akyantho’, el dios de los extranjeros y del comercio, a quien debemos la existencia de la medicina, las bebidas alcohólicas, y la enfermedad. Akyantho’ les dio la vida a los hombres blancos; vive al oriente de la selva y está casado, por segunda vez, con una mujer blanca, lo que no le impide mantener relaciones sexuales con la mujer de Hachakyum, su hermano.
Todos los dioses están acompañados de sus esposas, que son como un reflejo de ellos. Llevan el mismo nombre, pero con el prefijo –u na’il antepuesto, como por ejemplo la diosa U Na’il Hachakyum, esposa de Hachakyum, Nuestro Verdadero Señor, creador de los lacandones, y hermano de Sukunkyum. Aclaro que las diosas hembras tienen tanta importancia en nuestra religión como los dioses machos. 

Es importante que mencione que el orden riguroso de estos tres niveles mantiene la armonía del universo, sin la cual toda nuestra existencia se transformaría en un absoluto y total caos. Por cierto que antes de este mundo existieron cuatro. Como los hombres no le rezaban lo suficiente a Hachakyum el dios se enfadó y, en su ira, envió a los Muchachos Rojos a la Tierra para que produjeran un viento fortísimo, así como grandes lluvias que inundaron la selva. Todos los lacandones encontraron la muerte; solamente unos cuantos, a quienes el yerno del dios ayudó a hacer un cayuco, se salvaron junto con algunos animales y plantas. Hachakyum envió un Sol nuevo cuando cesó de llover. Este astro incendió la Tierra, la secó y creó una nueva selva donde los indios se reprodujeron por segunda vez. Sin embargo, los humanos volvieron a fallar en los rezos y en los ritos que le debían hacer al Creador y, en castigo, el dios provocó un eclipse que ocasionó que los monstruos terrestres y los celestiales devoraran a los hombres. Los pocos humanos que sobrevivieron fueron llevados a Yaxchilán, y degollados en los sitios en donde los dioses vivían. El dios Ts’ibatnah,  El que Pinta la Casa, decoró las divinas moradas pintándolas con la sangre de los muertos. Entonces, Hachakyum decidió crear el cuarto Sol, fue entonces cuando las almas de los muertos recibieron la orden de despertar y volver a poblar el mundo. Actualmente vivimos en este cuarto Sol.

Todas las veces que el mundo se destruyó, el  creador, muy enojado, cubría al Sol con su túnica y los jaguares cósmicos bajaban a la selva y devoraban a los hombres. Cuando el dios se calmaba, gracias a algún miembro apaciguador de su familia, todo volvía a la normalidad: las almas de los dioses resucitaban, el dios encerraba  a los jaguares bajo la Tierra, y colocaba un nuevo Sol. Pero un día se producirá el último cataclismo llevado a cabo por el Sol y los jaguares cósmicos; sólo las plegarias a la diosa Luna podrán, tal vez, detener tal destrucción. Pero aún antes de que se produzca dicha destrucción,  los dioses ya no habitan la selva, huyeron de ella; por eso, los hombres viven sin protectores; lo que los ha llevado a aprender a morir solos, a luchar contra las enfermedades, la sequía y las inundaciones, sin el consuelo de la ayuda divina.

domingo, 27 de abril de 2014

LA ESPINITA



Hay quienes llevan enterrada en el alma, una espinita que causa dolor. Cuando se piensa en ella, se pierde la calma y hasta el día cambia de color.


Puede ser algún momento vivido, o tal vez se trate de un amor prohibido o perdido, Quizás sea algo que se ha de añorar, o un ser amado que muy lejos ha
de estar.


A veces una canción hace el corazón estremecer, o pensar en el ayer que jamás ha de volver, y se buscan poemas que logren expresar, lo que esta espinita en el alma ha de causar.


Así suele ser a veces el amor, como una espinita que se clava en el corazón,
Hace doler el alma, y hasta perder la razón.


Quizás parezca contradicción; pero muchos no quieren la espinita arrancar,
Tal vez se convierta en adicción, así es el amor, no se logra explicar.


El ser humano logra sufrir, por aquello que ha sabido amar, Y aunque más tarde se logre feliz vivir, a esa espinita se ha de aferrar.


A pesar del dolor que pueda causar, cuando en ella se ha de pensar, esa espinita no se puede arrancar, porque quizás lleve por nombre ese gran amor, que en lo más hondo se ha de clavar.