Nuestra vida
cristiana es una continua lucha. Debemos pasar por muchos peligros y pruebas.
Nuestra amistad con Dios tiene que ser probada y purificada. La anterior
petición pedía perdón por todas las infidelidades al amor de Dios en el pasado
y en el presente. Ahora pedimos que Dios no permita la caída, la traición en el
futuro.
Nuestra obediencia de fe debe
ser acrisolada. Por esto Dios permite que todos sus elegidos pasen por momentos
de muy dura prueba. En la anáfora núm. uno se menciona a Abraham como
"Padre de nuestra fe". En lugar de Eva, que cayó por su culpa en la
tentación que Dios había permitido, María prestó como segunda Eva, la
inquebrantable y total obediencia a Dios desde el inicio hasta el fin de su
vida. "Dios es fiel y no permitirá que seáis tentados sobre vuestras
fuerzas, sino que junto a la tentación preparará la salida, para que podáis
sobrellevarla"
¿Cuál es entonces el peligro de
las tentaciones? ¿Porqué dice el Señor: "Velad y orad, para que no caigáis
en tentación? Los mismos apóstoles dormidos en el Huerto de los Olivos, nos dan
la respuesta. Con sinceridad después de la última cena habían expresado de
varias maneras su deseo de fidelidad. Ahora, cuando el Señor necesitaba más su
presencia, lo dejaron solo. Se quedaron dormidos y después huyeron. De verdad:
"El espíritu está pronto, pero la carne es débil"
Tentación
no sólo es prueba, sino que incluye el peligro de la caída y de la traición. El
mismo Jueves Santo, en el banquete sagrado nos dice la escritura, mencionando a
Judas: "Tras el bocado entró en el Satanás". Esta caída total no vino
de golpe. Se preparó por la misma culpa de Judas, que ya desde la
multiplicación de los panes era de aquellos que perdieron la fe, que se escandalizaron
de Jesús, porque no correspondía a la imagen del Mesías, que ellos mismos se
habían fabricado. La debilidad de la carne tiene muchas variedades. El apóstol San Juan
habla de la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la
jactancia de las riquezas.
El Documento de Puebla habla de los
ídolos del poder, del placer y de las riquezas.
Quienes se entregan a esta
idolatría caen necesariamente. "Los que quieren enriquecerse caen en la
tentación, en el lazo y en muchas codicias insensatas y perniciosas que hunden
a los hombres en la ruina y en la perdición"
Católicos valientes con un
corazón indiviso, que saben resistir a las tentaciones del secularismo, de la
manipulación masiva, a la fascinación de las diversiones, no surgen de hoya
mañana. Surgen de hogares católicos, donde los padres de familia dan ejemplo de
austeridad y abnegación por amor de Cristo, donde se educa a los hijos a la
lucha cristiana, a la "vida en el espíritu" como dice San Pablo.
Si falta este espíritu, surgen
sólo unos flojos, que caerán en las primeras grandes tentaciones de la vida.
Los que nunca tomaron decisiones... sobre ellos deciden otros.
Una tentación peligrosa es la
entrega a la desesperación y hasta al suicidio. La total desconfianza de Dios,
de su amor misericordioso. Judas cayó en esta trampa mortal.
Si uno, durante muchos años de
vida, oyó sólo la voz del seductor: "Para ti todo está permitido", el
día que despierta de su maldad fácilmente oye otra voz, que le dice ahora:
"Para ti ya no hay ¡perdón". Una profunda mirada a la Cruz del Señor,
un beso a esa señal siempre eficaz de misericordia, un solo grito sincero:
"¡Jesús, misericordia!" salva de esta desesperación.
¿Cuáles son los remedios que el
Señor nos regaló para no caer en la tentación?
Por propio esfuerzo nadie vence
las tentaciones graves de la vida. Cristo "compartió en todo, nuestra
condición humana, menos en el pecado" Por nosotros los hombres y por
nuestra salvación aceptó también las tentaciones del diablo. No sólo en el desierto,
no sólo en el Huerto de los Olivos sino hasta en su agonía se oye
la voz del tentador, que quiere desviar a Cristo de la voluntad del Padre:
"Baja ahora de la cruz para que veamos y creamos"
En previsión de su victoria en la Cruz
el Señor dijo: "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo". El
mismo que quiso provocar la caída de Cristo y quiere influir en nuestras
caídas, cayó para siempre. Sobre los que son de Cristo Jesús, ya no tiene
dominio. Por la victoria de Cristo el poder del diablo es relativo y por poco
tiempo.
Quien es fiel a Cristo y a la
Iglesia se reviste de las armas de Dios y puede resistir a las asechanzas del
diablo. La confesión sacramental es un "tomar las armas de Dios",
pero también en cada Santa Misa, somos fortalecidos por Jesús, nuestro sumo
Sacerdote compasivo, quien "con lo que padeció experimentó la obediencia;
y llegado a la perfección, se convirtió en causa de salvación eterna para todos
los que obedecen".
La tentación puede tener su
hora especial, su momento, su día. Ninguno tiene certeza de ser fiel hasta la
muerte y recibir la corona de la vida. Debemos vigilar mucho y huir de las
ocasiones de pecado, como dice San Pablo al joven Timoteo: "Tú, hombre de
Dios, huye de estas cosas". Para San Agustín, el diablo es como un perro
encadenado. Puede morder sólo a quien se acerca con premeditación, a quien
busca la ocasión de pecado. Quienes en contra de su voluntad son tentados
tienen la promesa: "¡Feliz el hombre que soporta la prueba! Superada la
prueba, recibirá la corona de la vida que ha prometido el Señor a los que
aman".
"Estad en vela, pues,
orando en todo tiempo, para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está
para venir". Esta oración "en todo tiempo" debe dirigirse en
forma especial a María Santísima. Un verdadero siervo de María no perecerá en
las tentaciones. "Con su amor materno cuida a los hermanos de su Hijo, que
peregrinan y se debaten entre peligros y angustias y luchan contra el pecado
hasta que sean llevados a la patria feliz".
Tentaciones que amenazan a los
jóvenes.
Ser
verdaderamente libres no significa de modo alguno hacer todo aquello que
me gusta o tengo ganas de hacer. La libertad contiene en sí el criterio de la
verdad, la disciplina de la verdad. Ser verdaderamente libres significa usar la
propia libertad para lo que es un bien verdadero. Continuando, pues, hay que
decir que ser verdaderamente libres significa ser hombres de conciencia recta,
ser responsable, ser un hombre "para los demás"...
...Quiero
aludir a la tentación del criticismo exasperado que pretende discutir y revisar
todo; o del escepticismo respecto de los valores tradicionales de donde fácil
mente se puede desembocar en una especie de cinismo desaprensivo cuando se
trata de afrontar los problemas del trabajo, de la carrera o del mismo
matrimonio. Y ¿cómo callar ante la tentación que representa el difundirse
-sobre todo en los países más prósperos- de un mercado de la diversión que
aparta de un compromiso serio en la vida y educa a la pasividad, al egoísmo y
al aislamiento? Os amenaza. Amadísimos jóvenes, el mal uso de las técnicas
publicitarias. que estimula la inclinación natural a eludir el esfuerzo,
prometiendo la satisfacción inmediata de todo deseo. Mientras que el
consumismo, unido a ellas, sugiere que el hombre busque realizar a sí mismo
sobre todo en el disfrute de los bienes materiales.
Algunos
de vosotros podéis sentiros tentados a huir de vuestra responsabilidad; en
lo:;' ilusorios mundos del alcohol y de la droga en efímeras relaciones
sexuales sin compromiso matrimonial o familiar, en la indiferencia, el cinismo
y hasta la violencia. Estad alerta contra el fraude de un mundo que quiere
explotar o dirigir mal vuestra energía y ansiosa búsqueda de felicidad y
orientación.