Una
parte del Códice Florentino relata que alrededor de unos diez antes de la
conquista de Mexico-Tenochtitlan por los invasores españoles acaecida en el año
de 1521, ocurrieron varios sucesos o presagios, que anunciaron el cataclismo
histórico y cultural que habría de ocurrir y afectar no sólo a la cultura del
grupo hegemónico, sino a todas aquéllas que integraban lo que actualmente
llamamos el territorio mexicano, entonces bajo la égida de los mexicas.
Tales
presagios fueron recopilados por el fraile Bernardino de Sahagún en su
estupenda obra Historia general de las cosas de la Nueva España.
El
primero de dichos presagios da cuenta de la aparición de un gran cometa que se
vio hacia la parte oriental de Tenochtitlán. Se trataba de una llama de fuego
resplandeciente que echaba muchas centellas.
Tenía
forma piramidal, pues lo ancho de su base se iba agostando en la parte
superior. Este cometa aparecía después de la media noche y duraba visible hasta
por la mañana, ya que la luz del Sol lo tornaba invisible.
Cuando
aparecía causaba desasosiego entre los indios que le veían, quienes espantados
proferían muchos gritos de miedo, pues creían que era un anuncio de grandes
calamidades por venir.
A decir
del fraile: …a esta tierra apareció en el cielo una cosa maravillosa y
espantosa, y es, que apareció una llama de fuego muy grande y muy
resplandeciente: parecía que estaba tendida en el mismo cielo, era ancha de la
parte de abajo, y de la parte de arriba aguda, como cuando el fuego arde…
El
segundo presagio sucedió en el templo dedicado al dios tutelar Huitzilopochtli,
Colibrí Zurdo, el dios principal del panteón azteca, el cual se incendió de
repente y sin causa aparente.
Las
llamas salían del adoratorio sin que el agua que los sacerdotes le echaban
consiguiera poner fin a fuego tan pertinaz, por el contrario, al contacto con
el líquido las llamas se engrandecían.
El
templo se destruyó: …fue que el capitel de un cu de Vitzilopuchtli, que se
llamaba Totleco, se incendió milagrosamente y se quemó; parecía que las llamas
de fuego salían de dentro de los maderos de las columnas, y muy de presto se
hizo ceniza…
El
tercer presagio tuvo lugar cuando un rayo mudo cayó en el techo de paja del
templo dedicado al dios Xiuhtecutli, el cual se destruyó completamente: …fue
que cayó un rayo sobre el cu… el cual estaba techado con paja, llamábase
Tzumulco: espantáronse de esto porque no llovió sino agua muy menuda, que no
suele caer rayos cuando así llueve, ni hubo tronido, sino que no saben cómo se
incendió.
El
cuarto presagio se dio por medio de un cometa que cruzó de occidente a oriente,
regando grandes fuegos y centellas.
Su cola
era muy larga, al verla los indios gritaron aterrorizados: …fue que de día
haciendo sol cayó una cometa, parecían tres estrellas juntas que corrían a la
par muy encendidas y llevaban muy grandes colas… iban echando centellas de sí:
de que la gente las vio comenzaron a dar gritos…
Repentinamente,
el lago de Tenochtitlán se levantó como si hirviera, pesar de que no soplaba aire
alguno. Una enorme tempestad se formó en la laguna, y las olas furiosas
acabaron con las casas que pudieron.
Este fue
el quinto presagio: …fue que se levantó la mar, o laguna de México con grandes
olas: parecía que hervía, sin hacer aire ninguno, la cual nunca se suele
levantar sin gran viento: llegaron las olas muy lejos y entraron entre las
casas, sacudían en los cimientos de las casas, algunas de estas cayeron: fue
grande espanto de todos por ver que sin aire se habían embravecido de tal
manera el agua.
Pasado
dicho acontecimiento, se escuchó por toda la ciudad la voz de una mujer que al
tiempo que lloraba decía: ¡Oh, hijos míos, ¿a dónde os llevaré?
Este fue
el augurio número seis: …fue que se oyó de noche en el aire una voz de mujer
que decía: ¡Oh, hijos míos, ya nos perdimos, a dónde os llevaré!
Unos
pescadores que se encontraban trabajando, pescaron en su red un pájaro del
tamaño y color de un águila, la cual portaba en medio de la cabeza un espejo.
Llevaron tan extraña ave al Huey Tlatoani Moctezuma, pasado el mediodía,
cuando se encontraba en una sala de su palacio, Moctezuma se fijó en el espejo
redondo y pulido, y vio que llevaba estrellas llamadas mamalhuaztin.
Ante su
vista, el emperador se asustó y dejó de ver el espejo; pero la curiosidad fue
más grande y reincidió; cual no sería su espanto cuando vio reflejado en él a
jinetes armados que galopaban frenéticamente. El miedo del rey no tuvo límites.
Fuera de sí, recurrió a sus astrólogos, sacerdotes y sabios a quienes
preguntó el significado de aquella extraña visión. Pero gente tan sabia se
quedó sin respuesta: nadie supo de qué se trataba. Así se cumplió el presagio
número siete: …tenía esta ave en medio de la cabeza un espejo redondo, donde se
parecía el cielo, y las estrellas, y especialmente los mastelejos (cierta clase
de estrellas) que andan cerca de las cabrillas signo del Toro: como la vio
Moctezuma espantóse, y la segunda vez que miró… vio muchedumbre de gente que
venían todos armados encima de caballos, y luego Moctezuma mandó llamar a los
agoreros y adivinos…
El
último augurio, el octavo, ocurrió cuando aparecieron hombres de dos cabezas.
Se los llevaron a Moctezuma, tan amante de los fenómenos.
Una vez
que fueron vistos por el Tlatoani mayor, los hombres de dos cabezas desaparecieron:
La
octava señal o pronóstico, fue que aparecieron muchas veces monstruos de
cuerpos monstruosos, llevándolos a Moctezuma, y en viéndolos, luego
desaparecían.