En la
Biblia existe una referencia explícita a la Gran Pirámide que merece ser
mencionada. El profeta Isaías nos dice: “En esa época habrá un altar para el Señor en el medio de Egipto y un
monumento para el Señor en el borde de Egipto. Este será un signo y un testigo
para el Señor Todopoderoso en la tierra de Egipto. Cuando la gente le ruegue al
Señor por ayuda, él enviará a alguien para salvarlos y defenderlos. Él los
rescatará de aquellos que les hacen daño”.
La
referencia a un “altar” y un “monumento” en el “medio” y en el “borde” respectiva y simultáneamente, es la clave que identifica a
la Gran Pirámide de Giza o de Keops como el único candidato que cumple con
todos los requisitos. En efecto, la Gran Pirámide de Giza está en “el centro y en el borde de Egipto”. Recordemos que el Egipto antiguo estaba dividido en dos.
La gran
pirámide está localizada en el borde entre el Alto, el sur y el Bajo, el delta
Egipto. Al mismo tiempo está en el centro del cuadrante natural formado por la
curvatura regular formada por el delta del Nilo y que se mantiene desde la
Antigüedad. Santiago Martínez Concha escribió un interesante libro, “La conexión atlante”, en que me he basado para escribir este artículo. Su autor
plantea la existencia de una realidad paralela a la que conocemos. Este libro
hará pensar a algunos sobre el devenir de la historia del mundo y de la raza
humana.
El
misterioso capítulo 6 del Génesis, escrito en la versión antigua de la Biblia
de Jerusalén, o en otra de las versiones clásicas de la misma, referente
a los Nefilim, despertó el interés de Santiago Martínez. Durante muchos años,
las verdades allí expuestas de manera muy simple le llevaron a investigar y a
descubrir lo que ha sido uno de los secretos más largos y mejor guardados de la
humanidad. Develar el secreto allí escondido durante siglos y entender la
trascendencia del mismo es el propósito principal del libro de Santiago
Martínez. Heródoto habla de que el tiempo empleado en construir la
pirámide fue de treinta años y se emplearon grupos de 100 000 hombres en turnos
de tres meses.
Investigaciones
más recientes, comprueban que el tiempo empleado en construir la Gran Pirámide,
aunque solo sea la parte que conocemos por encima de la superficie del terreno,
es de sólo 20 años. ¿En qué se emplearon los otros 10 años?. Heródoto en
relación con este punto afirma que diez años fue el período inicial para el
diseño de planos y para la preparación de la ejecución.
Lo más
probable es que exista todo un complejo sistema subterráneo de comunicación
inter-piramidal, incluyendo la esfinge, y que parte de este período inicial se
hubiera empleado en la construcción de estos túneles y salas subterráneas.
El caso
de Teotihuacán, en México, demuestra la existencia de túneles subterráneos que
interconectan diferentes lugares y se dirigen varios kilómetros en dirección al
sur. Heródoto se refiere al faraón Keops como “arrogante hacia los dioses”, ya que se dedicó
a cerrar los templos, a desterrar sus imágenes y a obligar a los
sacerdotes a trabajar en las canteras.
Esto
podría representar que el faraón se consideraba a sí mismo dios y no quiso
tener ninguna competencia con el culto a otros dioses; o bien que el faraón
estuvo influenciado durante algún tiempo por otra religión distinta a la suya.
En este caso, lo más probable es que haya sido el culto a Yahvé, introducido
por los hyksos. Las religiones humanas y el origen de las figuras como Zeus,
Osiris, Isis, el Minotauro y otros seres mitológicos se sitúan en el marco de
la Historia de la Tierra.
En la
Antigua Sumer, en Babilonia, Asiria, Egipto o Grecia, aparecen en escena
múltiples dioses. Entonces, de pronto, y en la Biblia, aparece un nuevo y
poderoso dios llamado Yahvé, que nadie sabe de dónde ha salido. Se cree que
probablemente Yahvé es en realidad el dios sumerio Enlil. Y se cree que su
hermano, el dios sumerio Enki, creó a los seres humanos a partir de su propio
ADN. Esto explicaría que su gran rival Enlil, supuestamente Yahvé nos
considerase una abominación y decidiera castigarnos. Después de 30 años, Keops
reintrodujo el culto politeísta prevaleciente en el antiguo Egipto. Heródoto
realizó una exhaustiva entrevista a un sacerdote egipcio en relación con la
construcción de la Gran Pirámide y afirmó que un extranjero de importancia
había llegado a Egipto por la época del reinado de Keops.
Los
mismos egipcios le atribuyen el diseño y los secretos del edificio a ese
extranjero misterioso. De nuevo aquí se suscita un enigma muy interesante.
¿Qué clase de extranjero era para llamar la atención de Keops, el faraón dios?
Los argumentos, los conocimientos y la carta de presentación de ese extranjero
tuvieron un formidable efecto en el faraón, al punto de hacerle combatir sus
antiguas creencias y llevarlo, supuestamente, a la construcción de la Gran
Pirámide. Los pastores-reyes más conocidos que cumplen con todos los requisitos
y se supone fueron escogidos por Yahvé mismo para guiar a su pueblo en épocas
próximas a la 4ª dinastía, en que reinó Keops, 2680-2565 a. C. fueron Job,
Melquizedek, Abraham y José, anteriores a Moisés. ¿Quién de ellos sería este
misterioso extranjero constructor de la gran pirámide?
Abraham
parece haber vivido alrededor del período entre 2000 y 1500 a. C., lo cual lo
descalificaría cronológicamente. Sin embargo, la cronología en este caso es
susceptible de estar equivocada, no sólo en lo que se refiere a Abraham, sino
incluso a la construcción de la Gran Pirámide. El relato bíblico nos habla que
su madre fue Tera, una de las descendientes de Sem, hijo de Noé.
También
conocemos que nació en la ciudad caldea de Ur y que se casó con su media
hermana Saráis, a quien Yahvé le cambió el nombre por el de Sarah o Sara. Son
curiosas las raíces comunes que existen entre Sahara, Saráis, Sarah y Sara.
Recordemos que la mujer de Abraham era estéril y que el Sahara es un desierto o
tierra estéril.
De Ur,
Abraham partió con su sobrino Lot y su familia para Haran. Después de recibir
la promesa divina que lo convertiría en una “gran nación”, emigró con su esposa a Canaán, en donde vivió
como un nómada. Una gran hambruna lo llevó a Egipto y allí, por temor de ser
llevado a la muerte, decidió presentar a su esposa como su hermana ante el
soberano, quien decidió tomarla por esposa. Un ángel visitó entonces en sueños
al rey prohibiéndole tocar a Sara.
Como
consecuencia de este episodio, Abraham fue compensado con bienes y dinero y
expulsado de Egipto. De vuelta a Canaán, Abraham se peleó con Lot y su tribu y
ambos tomaron caminos separados. Lot permaneció cerca de Sodoma y Abraham
continuó con su vida de nómada. Posteriormente rescató a Lot del cautiverio del
rey de Elam, Kedorlaomer, y fue bendecido por el sacerdote Melquizedek, rey de
Salem.
Es en
esta época que Yahvé le promete a Abraham un hijo de su esposa Saráis y le
repite sus antiguas promesas. El pacto con Yahvé es renovado con el rito de la
circuncisión y es en este momento que Yahvé le cambia el nombre a Abram por
Abraham y a Saráis por Sara, repitiéndole su promesa a Sara de que tendría un
hijo y utilizando la visita de los ángeles como medio para informarle. Kedorlaomer
fue rey de la antigua Elam. Había extendido su poder hacia el oeste, hasta
llegar a la frontera de Egipto, antes de que Abrahán entrase en la Tierra
Prometida en 1943 a.C. Después de doce años de servidumbre, cinco reyes
próximos al extremo meridional del mar Muerto se rebelaron contra su gobernante
supremo del Este. En el año decimocuarto, Kedorlaomer y tres aliados —Amrafel
de Sinar, Arioc de Elasar y Tidal de Goyim— se encaminaron hacia el oeste para
sofocar la rebelión. Empezando en el norte y dirigiéndose hacia el sur, fueron
derrotando a las ciudades a lo largo de las rutas comerciales al este del
Jordán y al sur del mar Muerto, en el territorio que más tarde ocuparon los
amalequitas.
Después
de esto, no les resultó difícil poner en fuga a los cinco reyes que eran el
núcleo de la insurrección. Entre los cautivos de Kedorlaomer se hallaba Lot, el
sobrino de Abrahán, que vivía en aquellas inmediaciones. Cuando Abrahán se
enteró, salió rápidamente en persecución con 318 siervos suyos armados. En Dan
sorprendieron a las fuerzas enemigas, que eran considerablemente superiores, y
las persiguieron con éxito hasta Hobá, al norte de Damasco, después de lo cual
rescataron a Lot y sus posesiones. El nombre de Kedorlaomer no se ha
encontrado en inscripciones de listas de antiguos gobernantes de Elam, pero se
reconoce como nombre elamita. Kudur, una posible variación de Kedor, aparece en
muchos nombres compuestos, y Lagamar, que tiene un parecido con laomer, una
deidad elamita. Cuando Yahvé le informó a Abraham de sus intenciones de
destruir a Sodoma y Gomorra debido a la maldad de sus habitantes, Abraham
negocia con Yahvé y le pregunta que si finalmente diera con diez hombres justos
podría con ello calmar su santa ira a lo que Yahvé decide complacerlo. Al no
encontrarlos, Yahvé envía dos ángeles exterminadores, los cuales toman figura
humana y le advierten a Lot que salga al amanecer de Sodoma. Los habitantes de
la ciudad, en un intento de maldad pretenden abusar sexualmente de los ángeles
huéspedes de Lot pero estos terminan defendiéndose, cegando a sus intimidadores
con un gran resplandor.
Al
amanecer, Yahvé envía fuego del cielo y deja a Sodoma y Gomorra convertidas en
una espesa humareda que puede divisarse desde lejos y a la esposa de Lot
convertida en estatua de sal por desobedecer las advertencias de no mirar hacia
atrás y querer contemplar la ira de Yahvé. En otras palabras, la necia mujer de
Lot quedó petrificada o tal vez carbonizada, convertida en roca salada debido
al alto grado de concentración de sal en la atmósfera, causada por el calor.
Melquisedec es el Rey de paz, Rey de justicia o Rey del Mundo, según el
significado hebreo del vocablo Melquisedec que nos explica Rene Guenon. En el
Antiguo Testamento es un notable sumo sacerdote, profeta y líder que vivió
después del diluvio y durante los tiempos de Abraham. Es considerado señor de
la Paz y la Justicia. Según relata el Génesis: “y Melquisedec, rey de Salem, sacando pan y vino, como era sacerdote
del Dios Altísimo, bendijo a Abram, diciendo: -Bendito Abram del Dios Altísimo,
el dueño de cielos y tierra. Y bendito el Dios Altísimo, que ha puesto a tus
enemigos en tus manos. Y le dio Abram el diezmo de todo“. Los Santos Padres de la Iglesia, la tradición judía y el
Salmo 76, identifican a la ciudad de Salem con Jerusalén.
En el
relato, este sacerdote-rey hace una breve aparición siendo sacerdote de Dios y
rey de Jerusalén, lugar donde en el futuro Dios tomará morada. Como sacerdote,
anterior a la institución del sacerdocio levítico, es quien recibe el diezmo
debido a Dios. Como sacerdote-rey es una prefiguración del mismo Jesús que,
además de ser Profeta, también es Sacerdote y Rey. Con la presentación del pan
y el vino marca lo que después será el sacerdocio instituido por Cristo y que sustituirá
al sacerdocio levítico. Melquisedec es el sacerdote receptor del primer diezmo
registrado en la Biblia, entregado por Abraham, y el primer sacerdote-rey.
Melquisédec es el título del primer escrito del códice IX de Nag Hammadi. Es un
texto copto que presenta notables lagunas, escrito originalmente en griego,
probablemente en Egipto durante el siglo III. El texto refleja una mezcla de
las costumbres judías, cristianas y gnósticas. Su presentación de Melquisedec
es un buen ejemplo de ello: no es sólo el anciano “Sacerdote de Dios Altísimo” como en el Antiguo Testamento, sino que también aparece
como “sumo sacerdote” y guerrero “sagrado“.
Melquisedec
se presenta tan eterno como su sacerdocio. Ha estado en el mundo desde el
principio del tiempo y se quedará hasta el final. Es el primer peldaño en la
escala que ascienden las almas iluminadas. La narración bíblica de la
destrucción de Sodoma y Gomorra puede también interpretarse como un evento
utilizado por Yahvé para castigar a este pueblo. Tal vez una explosión
nuclear. El sitio donde se encontraban Sodoma y Gomorra está ocupado hoy
día por el mar Muerto, con alto contenido salino y por debajo del nivel del
mar, como si el efecto de un gigantesco impacto hubiera causado no solamente un
hundimiento del terreno sino provocado también una explosión parecida a la de
una bomba termonuclear. Si uno se sumerge en las aguas, el alto contenido de
salinidad obliga a salir a la superficie. A la muerte de Sara, Abraham se casó
con Katura, de quien tuvo 6 hijos. Y cuando murió a la edad de 175 años fue
enterrado en la cueva de Macpela, en Hebrón.
La
tradición musulmana afirma que el gran domo de la Roca, con su cúpula dorada,
fue el sitio desde donde Abraham pensó sacrificar a su hijo Isaac y desde donde
el profeta Mahoma ascendió al cielo. La orden que Abraham recibe directamente
de Yahvé está relatada en el Génesis: “Y luego la palabra de Jehová fue a él diciendo: No te heredará éste,
sino el que saldrá de tus entrañas será el que te herede. Y lo sacó fuera, y
dijo: Mira ahora a los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y
le dijo: Así será tu simiente. Y creyó a Jehová, y se lo contó por justicia“. En otras palabras, la orden recibida era para observar el
cielo y contar sus estrellas visibles. Esto haría de Abraham uno de los
primeros astrónomos y astrólogos. Por otra parte el sabio egipcio Hermes-Tot,
de quien se dice que fue contemporáneo y maestro de Abraham, hace de este
patriarca un posible candidato para construir un monumento a Yahvé, diseñado por
él, en tierra egipcia. Hermes Trismegisto es el nombre griego de un personaje
mítico que se asoció a un sincretismo del dios egipcio Dyehuty, Tot en griego y
el dios heleno Hermes, o bien al Abraham bíblico. Hermes Trismegisto significa
en griego ‘Hermes, el tres veces grande’.
Hermes
Trismegisto es mencionado primordialmente en la literatura ocultista como un
sabio egipcio, equivalente al dios Tot, también egipcio, que creó la alquimia y
desarrolló un sistema de creencias metafísicas que hoy es conocido como
hermetismo. Para algunos pensadores medievales, Hermes Trismegisto fue un
profeta pagano que anunció el advenimiento del cristianismo. Se le han
atribuido estudios de alquimia, como la Tabla de Esmeralda, que fue traducida del latín al inglés por Isaac Newton, y
de filosofía, como el Corpus Hermeticum. No obstante, debido a la carencia de evidencias
concluyentes sobre su existencia, el personaje histórico se ha ido construyendo
ficticiamente desde la Edad Media hasta la actualidad, sobre todo a partir del
resurgimiento del esoterismo. Según las creencias egipcias, los dioses
habían gobernado en el Antiguo Egipto antes que los faraones, civilizándolos
con sus enseñanzas. En ellas, el dios egipcio Tot era el dios de la sabiduría y
el patrón de los magos. También era el guardián y escribiente de los registros
que contenían el conocimiento de los dioses. Clemente de Alejandría estimaba
que los egipcios poseían cuarenta y dos escritos sagrados, que contenían todas
las enseñanzas que poseían los sacerdotes egipcios. Más tarde, varias de las
características de Tot se asociarían al Hermes de la mitología helenística,
incluyendo la autoría de los «cuarenta
y dos textos».
Este
sincretismo no fue practicado por los griegos, sino que en el primer o segundo
siglo de la era cristiana, se le comenzó a llamar a esta fusión «Hermes Trismegisto», probablemente por cristianos que tenían noticia de los
textos egipcios. No obstante, en algún momento la ambigua noción de divinidad
se transformó en la de un personaje histórico de los tiempos iniciales de la
civilización occidental, al cual además se le atribuyeron otros escritos
filosóficos. El egiptólogo alemán Siegfried Morenz, en su obra Religión de Egipto, ha sugerido que: «La referencia a la autoría de Tot se basa en la antigua tradición, y la
cifra de cuarenta y dos probablemente se debe al número de nomos de Egipto, y,
por tanto, pretende transmitir el concepto de integridad».
Platón,
en Timeo y Critias comentó que en el templo de la diosa Neit en Sais, había
salas que contenían registros históricos secretos de sus doctrinas que tenían
una antigüedad de 9000 años. A la identificación entre Tot y Hermes en la
figura de Hermes Trismegisto ha de añadirse otra posterior, de carácter
esotérico, por la cual Hermes Trismegisto es también Abraham, el patriarca
hebreo, que habría comenzado dos tradiciones: una solar y pública, recogida en
el Antiguo Testamento y otra privada, trasmitida de maestro a discípulo,
accesible solo vía el Corpus Hermeticum.
La
llamada «literatura hermética» es en cierto modo, un conjunto de papiros que contenían
hechizos y procedimientos de inducción mágica. Por ejemplo, en el diálogo
llamado de Asclepio, el dios griego de la medicina, se describe el arte de
atrapar las almas de los demonios en estatuas, con la ayuda de hierbas, piedras
preciosas y aromas, de tal modo que la estatua pudiera hablar y profetizar.
Asclepio es el último tratado del Códice VI de Nag Hammadi, pueblo situado en
la ribera del río Nilo, en Egipto, y se trata de un fragmento copto del
manuscrito del Asclepio. Estos fragmentos de Nag Hammadi son la versión copta
de los capítulos 21-29 del Discurso
Perfecto, en que se trata del sexo, misterio divino, de los dioses
terrenales, del carácter divino del hombre, del hombre artífice de dioses, de
la Profecía: muerte y regeneración del cosmos, de la muerte y la inmortalidad:
juicio de las almas. En la versión copta se trata de un diálogo entre Hermes
Trismegisto y su discípulo Asclepio, que empieza con una comparación
asombrosamente explícita de las relaciones sexuales y con la iniciación en los
misterios sagrados. Esta asociación está también presente en el Discurso sobre la Ogdóaday la Eneada, pero
es presentada mucho más explícitamente. Sigue una discusión sobre el origen y
la naturaleza de humanidad, donde los seres humanos son sorprendentemente
considerados seres superiores a los dioses, porque son menos limitados, ya que
su inmortalidad es adquirida a través del aprendizaje y el conocimiento.
Sigue lo
que parece ser una defensa de adoración a ídolos. Después, Egipto es exaltado
como imagen del cielo, pero son pronosticadas noticias graves. En un pasaje
hermoso y conmovedor, Hermes llora cuando se anuncia la destrucción del mundo.
Sin embargo, la regeneración del mundo vendrá, o incluso está ya en curso en un
sentido misterioso. El texto termina con una descripción del destino post
mortem del alma. Al dejar el cuerpo, asciende hasta ser recibido por un gran
espíritu. Si ha sido bueno, le es permitido continuar su ascenso, pero si no,
es recluido en la región entre tierra y cielo y castigado cruelmente.
Cabe
preguntarse por qué fue incluido este fragmento aquí. El énfasis que los textos
herméticos pusieron sobre el ascetismo, su enfoque sobre conocimientos
revelados, y su contenido escatológico, son características compartidas con
muchos otros textos de Nag Hammadi, y razones para hacerlos atractivos a las
personas que compilaron la colección. En otros papiros, existen varias recetas
para la construcción de un determinado tipo de imágenes y detalladas
explicaciones acerca de cómo animarlas y dotarlas de alma, ahuecándolas para
poder introducir en ellas un nombre grabado en una hoja de oro, momento esencial
del proceso. La primera publicación moderna de Las Definiciones Herméticas,
conservada en 6 manuscritos de Armenia copiados entre el siglo XIII y el XVI,
fue en 1956, pero atrajo poca atención. La lengua original de este texto habría
sido griega, de finales de siglo VI. Las Definiciones Herméticas son, como el nombre indica, una serie de
definiciones y discusiones breves de los conceptos y entidades, incluyendo la
naturaleza de Dios, el alma, el hombre, el intelecto, etcétera.
En su
estructura, hace mucho uso de las preguntas retóricas, que son respondidas
luego por fórmulas dogmáticas. Las ideas son desarrolladas no a través de la
dialéctica como, por ejemplo, en la tradición platónica, sino por la asociación
y la evolución de palabras clave o imágenes. La recopilación literaria
hermética estaba estructurada alrededor de la conexión y la interpretación de
oraciones individuales, y ciertos conceptos fundamentales.
Estas
oraciones llegaron a ser la sabiduría más temprana y constituyeron la base para
toda futura especulación hermética. Las doctrinas imaginarias y teológicas, o
filosóficas específicas, son secundarias y surgen de las costumbres
especulativas sobre estas oraciones. Pero estas oraciones quedan arraigadas en
toda obra posterior. No obstante, no se queda ahí la literatura atribuida a
esta figura mitológica. Los escritos herméticos, en general, dan cuenta de un
determinado enfoque acerca de las leyes del universo.
En el
manuscrito de Asclepio se nos habla constantemente de Dios, a quien se llama “El Todo Bueno“,
para describirnos las leyes del Universo. Por ejemplo, en el pasaje número
veinte del manuscrito de Asclepio, Dios es expresado como la inconcebible
Unidad que constituye el Universo. Una unidad, cuya característica esencial es
que posee naturaleza masculina y femenina al mismo tiempo. Esta característica
se la otorgará Dios a su vez, por reflejo, a todas sus criaturas. En el
manuscrito de Asclepio, como decíamos, la figura de Dios no tiene la
consideración de quien ha hecho todas las cosas, sino que Dios mismo “es” todas las
cosas. Todos los seres vivos, todo lo material e inmaterial, son para Hermes
partes que actúan dentro de Dios. Pero sólo los humanos somos un reflejo exacto
de Dios, el Todo Bueno.
También
nos habla Hermes del Tiempo. De acuerdo con el manuscrito de Asclepio, “el Mundo es el receptáculo del Tiempo, que
mantiene la vida en su correr y agitar. El Tiempo por su lado respeta el Orden.
Y el Orden y el Tiempo provocan, por transformación, la renovación de todas las
cosas que hay en el Mundo“. Recordemos que
en esta obra, el propio Hermes aparece como un personaje que dialoga con
Asclepio, y que la conversación se sitúa en el antiguo Egipto. Como curiosidad,
añadiremos que, en el manuscrito de Asclepio, Hermes habla de dioses que
están en la Tierra. Al preguntarle Asclepio a Hermes dónde están tales dioses,
Hermes le responde que en una montaña de Libia y acto seguido le cambia el
tema. Esos dioses se irán finalmente, y dejarán a la humanidad desasistida.
Entre los
tratados atribuidos a Hermes Trismegisto destaca, tal como hemos dicho, el Corpus Hermeticum. Se le atribuye
también la redacción de la Tabla de Esmeralda, que fue considerado por los alquimistas el libro
fundacional de la alquimia. Otras de sus obras más destacadas serían el Poimandres, el Kybalión, en
el que se expresan de forma sintética las leyes del Universo, ciertos libros de
poemas y el «Libro de los
muertos», por haberse encontrado ejemplares de él dentro
de los sarcófagos de algunos destacados egipcios. La presentación de Abraham o
de la persona por él escogida, hecha a través de Hermes-Tot, hubiera sido
suficientemente importante como para que el faraón le hubiese prestado toda su
atención. Abraham, a los 86 años y antes de su matrimonio con Sara, había tenido
un hijo de nombre Ismael con su esclava egipcia Hagar. Cuando Sara cumplió 100
años fue cuando concibió a su segundo hijo, Isaac, de tal manera que existía
una relación estrecha con Egipto.
Desde
entonces se considera a Abraham como el padre común de los árabes y los judíos,
así como padre de las religiones monoteístas. El conocimiento del cielo pasó de
padres a hijos y permitió que el pueblo israelita se convirtiera, desde la
Antigüedad, en un pueblo astronómico por excelencia. La historia de Jacob, el usurpador,
por haberle quitado la primogenitura a su hermano Esaú, nieto de Abraham, y de
su hijo José, vinculan de nuevo a los patriarcas con Egipto. José,
después de haber sido vendido por sus hermanos y de haber logrado descifrar los
sueños del faraón sobre las siete vacas gordas y las siete flacas, significando
los años de abundancia y de sequía, logra convertirse en el hombre más
importante de Egipto y salvar al pueblo egipcio del hambre. Después de la
reconciliación con sus hermanos, José regresa con su padre, Jacob, y éste se
mueve con toda su familia y se establece en Goshen, en el antiguo Egipto. Allí
permanecen sus descendientes hasta la época en que Moisés saca a todos los
israelitas, tal como se cuenta en el Éxodo, y carga con los huesos de José por
el desierto hasta enterrarlos en Sequem. Lo que recuerdan los hebreos y
está escrito en el Antiguo Testamento en relación con las siete plagas de
Egipto, está narrado en el papiro Ipuwer que se encuentra en el Museo de
Berlín, con una óptica diferente.
El papiro
Ipuwer fue traducido por A.H. Gardiner en 1909 y describe una serie de
catástrofes y plagas que azotaron Egipto, tales como hambre, sequía, fuga de
esclavos que se llevan las riquezas de los egipcios, y muerte en todas partes
de la tierra de Egipto. La similitud entre varios pasajes del éxodo
bíblico y el papiro Ipuwer son tan sorprendentes, que algunos eruditos, como
Immanuel Velikovsky, la muestran como fuente egipcia del relato bíblico. El
papiro de Leiden es un texto que registra las denominadas “admoniciones de Ipuwer”, copiado por escribanos de la XIX Dinastía, pero que se
remonta, en su redacción original, a un periodo que va desde el Reino
Antiguo hasta el Reino Medio. Se podría remontar a tiempos de la VI
Dinastía, Imperio Antiguo, aunque otros como Gardiner sitúan su contexto en
tiempos de la XII, Dinastía Imperio Medio. Su principal característica es que
narra grandes desastres en la tierra de Egipto similares a las diez plagas de
Egipto. Asimismo, el orden secuencial de algunas de las plagas en el papiro
coincide con el descrito en la Biblia. El mérito de esta comparación entre
ambos documentos se debe a Immanuel Velikovsky y su descubrimiento está
magistralmente narrado en su libro Mundos en colisión. Según la opinión de Velikovsky, la catástrofe cósmica
utilizada por Yahvé para sacar al pueblo escogido de la dominación egipcia fue
causada por el paso de un cometa con las consecuencias que conocemos, aunque no
podemos despreciar una posible intervención extraterrestre.
Los
egipcios relatan cómo un tipo de polvo llovió del cielo primera plaga, tiñendo
las aguas de rojo y descomponiéndolas rápidamente. Ese polvo rojo que pudrió
las aguas, dándoles ese color de sangre era visto por los hebreos con los ojos
de la fe y en forma diferente. La historia judía no habla de ningún polvo rojo,
y simplemente cuenta cómo las aguas se convirtieron en sangre. Por su parte,
los egipcios cuentan cómo era necesario abrir huecos con las manos en las
orillas del Nilo, a fin de poder beber agua sin ese contaminante, posiblemente
traído por la cola del cuerpo celeste.
Las
siguientes siete plagas debidas fueron: las ranas, los mosquitos, los tábanos,
la muerte del ganado, las úlceras, la granizada, las langostas y los tres días
de espesas tinieblas que cubrieron a Egipto. No todos los fenómenos o
advertencias de Moisés al faraón pueden interpretarse como fenómenos cósmicos.
Algunas
requirieron de la intervención directa de Yahvé, como el relacionado con la
muerte de todos los primogénitos de Egipto la noche de la Pascua. Sin embargo,
la destrucción de los ejércitos del faraón en el mar Rojo, cuando Yahvé dividió
las aguas para que el pueblo hebreo pudiese cruzarlo caminando, con sus carros
y ganado, solo es explicable si consideramos la intervención de naves
extraterrestres.
Podemos
recordar la columna de nube de que habla la Biblia, parecida a un tornado
gigante, la cual puede haber sido causado por dichas supuestas naves
extraterrestres. La coincidencia con el momento necesitado por los judíos para
cruzar el mar Rojo es demasiado extraordinaria para dejársela al azar, y es
esta una de las características de convertir este hecho en uno de los más
grandes misterios del Antiguo Testamento. Actualmente la Gran Pirámide está en
el centro del Egipto actual, cerca de la ciudad de El Cairo. Al mismo tiempo,
la Gran Pirámide separa las zonas bañadas por el Nilo, con pastos, y donde
comienza el desierto. La palabra Giza significa borde. El Nilo baña una
estrecha franja de tierra y el desierto localizado más allá de esta franja no
era considerado parte del país. Es en este punto donde la Gran Pirámide de Giza
fue construida, cumpliendo de esta manera con la profecía de Isaías antes
indicada.
Por otra
parte la referencia más común ofrecida como prueba de la existencia de la Gran
Pirámide en la Biblia se encuentra en Deuteronomio, y es luego reafirmada en el
Nuevo Testamento, en Mateo, y por san Pablo, en Corintios.
La Gran
Pirámide es el “pilar” a que el texto hace referencia y es a
su vez un altar en el sentido de que es un testigo del Señor. El sentido de
altar-testigo y no de altar-sacrificio es usado varias veces en la Biblia como
por ejemplo en Josué: “En
consecuencia afirmamos que debemos prepararnos para construir un altar, no para
sacrificios sino que sea un testigo entre Tú y nosotros y todas las
generaciones por venir”. La
ciencia de la gematría se encarga de encontrar un significado al valor numérico
de las palabras. En el idioma hebreo, y lo mismo sucede con el alfabeto caldeo,
cada letra tiene un valor numérico particular, de tal manera que el valor
numérico de una palabra equivale a la suma del valor numérico de todas sus
letras. La Gran Pirámide abarca una superficie de 5,26 hectáreas
aproximadamente. Su altura es de 148 metros y el lado de su base mide 232,9
metros. Pesa aproximadamente seis millones de toneladas y una de sus piedras
llega a pesar unas 880 toneladas. Los secretos proféticos de la Gran Pirámide y
del conjunto de la meseta de Giza, continúan en el proceso de ser descubiertos.
El código bíblico descifrado por el Dr. Eli Ripps, jefe de criptografía de la
Mossad, servicio de inteligencia israelí, tiene al mundo sorprendido por su exactitud
y por las posibilidades de combinación que sólo pueden ser leídas mediante un
sofisticado programa y con la ayuda de un potente computador. Las pruebas
matemáticas de la universidad de MIT demuestran su exactitud. Lo mismo puede
decirse de la Gran Pirámide, la cual no es otra cosa que una monumental “Biblia en piedra” que nos habla en un lenguaje matemático y geométrico en
donde, entre otras cosas, la cronografía o eventos que han sucedido y han de
suceder están consignados en las medidas y el diseño de la pirámide.
Es como
si Yahvé u otra civilización, inspirada por él, hubieran querido dejarnos un
legado imborrable. El Círculo de Henoc, la “pulgada” y el “codo” son las unidades de medida de la Pirámide. El Círculo de Henoc es un polígono de lados infinitos y por lo tanto
es símbolo de la eternidad. El profeta Henoc o Enoch es uno de los dos testigos
a que se refiere la Biblia y que fue arrebatado al cielo, tal vez abducido por
una nave extraterrestre. El otro caso conocido es el de Elías, que fue raptado
por una extraña nave descrita en las Sagradas Escrituras. Henoc y Elías son los
dos testigos a que se refiere el Apocalipsis, los cuales habrán de venir a dar
testimonio de la verdad contra la maldad del mundo y contra el Anticristo,
pudiendo condenar a la Tierra con toda clase de plagas y calamidades cuando lo
estimen necesario.
Al final
de su mensaje, serán asesinados por las tropas del Anticristo y sus cuerpos
serán vistos durante tres días, supuestamente en la plaza de San Pedro, en
Roma, por toda la humanidad Roma será la sede del Anticristo por un
tiempo, quien seguramente utilizará la televisión para mostrar su triunfo sobre
los cuerpos sin vida de los “dos
testigos”. Por otro lado, Egipto aparece aquí asociado a
Roma. Al final de los tres días resucitarán y subirán al cielo para permanecer
siempre en presencia de Yahvé. De acuerdo con el relato bíblico, Henoc fue
raptado o abducido a los 365 años de edad y llevado a la supuesta eternidad.
El Círculo de Henoc se forma en la primera antecámara de la pirámide
y sus medidas son 365,25 pulgadas. Si el número de Henoc se aproxima al número
de días que tiene un año, también es posible que la medida quiera expresar esa
longitud de tiempo. Sin embargo, este no parece ser el consenso entre los
entendidos.
La
palabra inch, pulgada en inglés seguramente se deriva del nombre “Enoch” Henoc,
siendo esta medida la base para el sistema de medidas anglosajón. En otras
palabras estamos ante una palabra de origen antediluviano, durante la época de
Noé. Parece ser una medida en honor al profeta Henoc. Si Henoc es uno de los
dos testigos antes de la segunda venida de Cristo, entonces nos encontramos con
una cronografía del Apocalipsis que no difiere a la de las “setenta semanas” contada por el profeta Daniel o por el apóstol Juan.
Si
tomamos cada pulgada como si fuera un año, nos encontramos ante un universo
profético sorprendente, en donde las relaciones espacio-tiempo cobran una
dinámica y una vida propia. Por otra parte, el codo es usado por el mismo Jesús
cuando habla en el Sermón de la Montaña, según Mateo: “¿Quién de ustedes puede añadirle con pensarlo, un codo a su estatura?”. El codo es una medida tan antigua como la Biblia misma. Ya
Noé la usó para construir el arca. Por otra parte en el Apocalipsis está mencionada
como una medida utilizada por los mismos ángeles cuando dice: “Y él entonces midió el muro, ciento cuarenta
y cuatro codos, de acuerdo a la medida de un hombre, o sea del ángel”. El codo es una medida más científica y racional que el
metro. El radio de la Tierra es de 10 millones de codos, mientras que un cuarto
del cuadrante de la superficie terrestre, tomado desde el Polo Norte hasta el
ecuador, equivale a 10 millones de metros. Para todos estos cálculos se utiliza
el “codo sagrado”, que equivale a 25 pulgadas, a diferencia del codo moderno
de 18 pulgadas o del codo real de 20 pulgadas usado también por los antiguos
egipcios.
La Gran
Pirámide se apoya sobre cuatro piedras angulares y la quinta piedra angular coronaba
la cúspide, siendo ella la cúspide misma una pirámide perfecta y la
continuación de las líneas del edificio. Fue necesaria una gran preparación
para la colocación de la piedra angular. Una de las piedras angulares previstas
debió tener algún problema y fue rechazada por los arquitectos en primera
instancia, pero luego fue vuelta a colocar. La Biblia hace una mención especial
cuando el rey David habla proféticamente refiriéndose a Jesús, simbolizado por
la piedra angular: “la piedra
que rechazaron los arquitectos es ahora la piedra angular”. El mismo Jesús y los profetas del Antiguo Testamento
utilizaron este símbolo. Isaías profetizando acerca del Cristo dijo: “La preciosa piedra del ángulo”. Zacarías, hablando de la colocación de esta piedra en la
cima del edificio terminado, en medio de grandes gozos, dijo: “Y él ciertamente sacará la piedra de remate.
Habrá gritos a ella: ¡Qué encantadora¡ ¡Qué encantadora!”. Sin duda hubo gran gozo entre los constructores cuando la
piedra fue colocada, terminándose así la empresa más grandiosa jamás acometida.
En Job se
encuentra el gozo que tuvo lugar cuando la piedra del ángulo fue puesta como la
piedra de la coronación, hablando primero de las otras cuatro piedras angulares
de la base: “¿En qué han sido
hundidos sus pedestales con encajaduras, o quién colocó su piedra angular,
cuando las estrellas de la mañana gozosamente clamaron a una, y todos los hijos
de Yahvé empezaron a gritar en aplauso?”.
Israel rechazó aceptar a Cristo como su piedra de la cúspide; por eso fue
privada de formar la casa especial de Yahvé. Durante los años en los que el
curso de los trabajos de construcción progresaba, esta piedra principal angular
fue “roca de escándalo”.
La forma
de la pirámide representa la perfección y la plenitud, y nos habla en símbolos
del plan de Yahvé. Por otra parte, el Apocalipsis hace una clara referencia al
final o cúspide de los tiempos, en donde ya no habrá sino un solo pastor y un
solo rebaño y se establecerá la Jerusalén celeste sobre la Tierra. Es la piedra
angular de la cúspide que dirige su eje hacia el Sol del mediodía y su
distancia entre la cima y la base nos da la distancia media al Sol desde la
Tierra. Parece poco probable que la Gran Pirámide de Keops o de Kufú se hubiera
construido para guardar un sarcófago vacío, cuyos tesoros jamás fueron
encontrados o mencionados en ninguna de las crónicas egipcias, judías o
romanas. Si en realidad guardó o no el cuerpo embalsamado del faraón no lo
sabemos con certeza, aunque no es probable.
Del
aspecto físico de Keops es poco lo que conocemos a no ser por una pequeña
estatuilla de marfil de no más de dos pulgadas, que reposa en el Museo de El
Cairo. En ella podemos apreciar al faraón sentado en su trono y podemos ver en
su rostro una expresión dura y fría. Hombre de nariz aguileña parecido a Ramsés
II. El nombre de Keops, o de Kufú, solía despertar terror y rechazo entre su
pueblo. Su hermano Kefrén construyó la segunda pirámide, que aunque no es tan
fina ni tan alta como la primera no deja de ser sorprendente. Es asombrosa la
relación de las tres pirámides con la Constelación de Orión. Kefrén resultó ser
tan déspota como su hermano Kufú. En cambio el faraón Mikerinos o Menkaura,
hijo de Kufú, fue amado por su pueblo, habiendo permitido el culto a otros
dioses con la apertura de los templos, los cuales habían sido desterrados por
su padre, extrañamente seguidor de un culto monoteísta por algún tiempo.
Menkaura es también recordado por ser un juez justo y amable. Su pirámide se
levanta sólo 218 pies del suelo y es la menor del conjunto, habiendo construido
también tres pequeñas pirámides adicionales para albergar a miembros de su
familia. Debemos al historiador Heródoto los nombres de Keops, Kefrén y
Mikerinos. La historia nos cuenta como Menkaura sufrió un golpe devastador con
la muerte de su hija. La expresión de dolor y melancolía aún puede verse en la
estatua que muestra el rostro de este faraón, el menos apuesto de los tres.
El cuerpo
de su hija fue colocado en una urna de madera, recubierto con oro y llevado al
templo de Sais, en el delta del Nilo. Nunca fue sepultado y allí recibía
incienso día y noche en esta urna, que representaba a la diosa Isis. Fue en ese
templo, en donde siglos después, el bisabuelo de Platón junto con Solón, obtuvo
de los sacerdotes la información sobre la historia del hundimiento de la
Atlántida. La historia de la enigmática esfinge de Giza, que parece ser un
enorme león hecho, continúa siendo un misterio. Los turcos le volaron la nariz
con una bala de cañón en una práctica de tiro, y no sabemos a quién representa.
De manufactura posterior a la gran pirámide y con 60 pies de altura aparece
como guardiana de todo el conjunto de Giza.