En esta aventura
de vivir, dispuestos a enfrentar cualquier terreno con tal de no perder el camino, más que
correr y pasar por encima de todos para ser el primero en llegar, es mejor dar
pasos cortos con pisadas
firmes que van haciendo amigos y dejando huellas por los senderos en los
que hemos de pasar.
Como todo viaje, es necesario un equipaje, que no se convierta en carga pesada que nos impida avanzar, nos llene de cansancios y algunas veces hasta de ganas de renunciar, por eso siempre es bueno revisar qué hemos venido cargando y acumulando, para saber que hay que dejar o que nos falta empacar. Es hora de ir liberándonos de toneladas de presiones, complejos, culpas, miedos, heridas, cicatrices y rencores del presente y pasado, que con el paso del tiempo se van acrecentando; sacar de la maleta los pensamientos pesimistas y sentimientos negativos que nos van atando, y despojarnos de paradigmas, falsas creencias, que han hecho que los sueños y la fe se vayan mutilando. Y veremos como se va enderezando nuestro paso, y nos vamos haciendo como el viento más livianos, y que tanto peso que llevábamos sobre nuestras espaldas nos estaba estancando.
Hay que desistir de la pereza, la inconstancia y falta de perseverancia que nos acomoda en el facilismo que realmente no lleva a ningún lado; es mejor alimentarse de valor, fe y tenacidad, sólo así podremos siempre trascender y llegar más allá. Es mejor llenar la valija de sueños y esperanzas, confianza en el Amigazo fiel que sabe guiar y nunca nos va a fallar; incluir en los bolsillos la alegría y la paz interior para los momentos de dificultad, una sonrisa que por muy pequeña que sea siempre ilumina la más profunda oscuridad, la magia del niño interior que tenemos dentro, no la podemos dejar perder porque es la que nos hará sentir siempre que todo por muy difícil que parezca se puede alcanzar… imposible no incluir en nuestra bolsa los recuerdos de todos nuestros seres queridos que a lo largo del camino hemos conocido, y no olvidar llevar el inventario de bendiciones que Dios a diario nos ha de regalar, intentar llenar con ella los vacíos que encontremos dentro del alma, para que no se acumulen en ella la soledad, baja autoestima, depresiones y angustias que nos torturan como piedras en el zapato y nos impiden avanzar…
Como todo viaje, es necesario un equipaje, que no se convierta en carga pesada que nos impida avanzar, nos llene de cansancios y algunas veces hasta de ganas de renunciar, por eso siempre es bueno revisar qué hemos venido cargando y acumulando, para saber que hay que dejar o que nos falta empacar. Es hora de ir liberándonos de toneladas de presiones, complejos, culpas, miedos, heridas, cicatrices y rencores del presente y pasado, que con el paso del tiempo se van acrecentando; sacar de la maleta los pensamientos pesimistas y sentimientos negativos que nos van atando, y despojarnos de paradigmas, falsas creencias, que han hecho que los sueños y la fe se vayan mutilando. Y veremos como se va enderezando nuestro paso, y nos vamos haciendo como el viento más livianos, y que tanto peso que llevábamos sobre nuestras espaldas nos estaba estancando.
Hay que desistir de la pereza, la inconstancia y falta de perseverancia que nos acomoda en el facilismo que realmente no lleva a ningún lado; es mejor alimentarse de valor, fe y tenacidad, sólo así podremos siempre trascender y llegar más allá. Es mejor llenar la valija de sueños y esperanzas, confianza en el Amigazo fiel que sabe guiar y nunca nos va a fallar; incluir en los bolsillos la alegría y la paz interior para los momentos de dificultad, una sonrisa que por muy pequeña que sea siempre ilumina la más profunda oscuridad, la magia del niño interior que tenemos dentro, no la podemos dejar perder porque es la que nos hará sentir siempre que todo por muy difícil que parezca se puede alcanzar… imposible no incluir en nuestra bolsa los recuerdos de todos nuestros seres queridos que a lo largo del camino hemos conocido, y no olvidar llevar el inventario de bendiciones que Dios a diario nos ha de regalar, intentar llenar con ella los vacíos que encontremos dentro del alma, para que no se acumulen en ella la soledad, baja autoestima, depresiones y angustias que nos torturan como piedras en el zapato y nos impiden avanzar…
Y así, revisando
a diario nuestro equipaje, sabremos que es lo ligero y esencial para llevar en este
viaje, y recorremos el camino experimentando que podremos ser feliz aunque
tengamos que reír o llorar,
puesto que la felicidad no es una meta, sino una manera de viajar.
Es el momento de
rebuscar en tu mochila y así puedas detectar, que te falta incluir o de qué te debes liberar,
para que te sientas ligero de
equipaje y seguro al andar, sabiendo que con lo llevas todo es posible y
llegarás a donde anhelas llegar.