jueves, 31 de mayo de 2018

MIENTRAS HAYA VIDA




Al despertar cada día, y experimentar el latir de tu corazón; eso es señal de vida, aún existe una esperanza...

Y aunque tal vez no puedas contemplar los colores de la mañana, ni los sonidos de la naturaleza, porque tus sentidos físicos no logran percibirlo; trata de descubrir todo lo que con el resto de tu cuerpo puedes sentir; el amor de tus seres queridos, la textura de las cosas que tocas, el aroma de la creación, sentirás que estás vivo, todavía queda una esperanza...

Si logras experimentar cada color, melodía, aroma y textura; pero no puedes moverte, te sientes amarrado, sin poder correr con los niños, ni caminar por la orilla del mar o en medio de un campo; deja tus sueños volar, con ellos puedes llegar aún más lejos de lo que puedes ir al caminar.

Sea cual sea tu situación o limitación; piensa que cada ser tiene cosas que puede hacer y también otros que no, pero nada es imposible, siempre habrá una esperanza de hacer los sueños realidad, si dentro de ti haz de sentir tu corazón latir, y experimentas a cada instante el amor del Amigazo Dios.

Pensamos más en aquello que no tenemos, vivimos renegándole a la vida por ello; pero pocas veces hacemos un inventario de todo lo que poseemos, que sobrepasan nuestras carencias; son los instrumentos y dones que el Amigazo nos confía para poder realizarnos y cumplir el ideal de nuestro existir.

No fuimos creados por error, no somos una equivocación, cada uno de nosotros, tiene en el latir de su corazón, el toque de Dios.

Es más fácil nacer careciendo de algo, y aprender a vivir plenamente sin ello; que teniéndolo, perderlo de un momento a otro; y tratar de seguir sin poseerlo, por ello, hay vivir cada instante, valorando todo lo que poseemos, dándole gracias a Dios por las personas, talentos, capacidades y dones que tenemos; sin apegarnos a nada, pues todo es pasajero, sólo Dios nunca pasa, solo El es eterno, y así, si algún día, por las vueltas del destino, algo de aquello perdemos, no sentirnos vacíos, sino plenos, porque supimos valorarlo en su momento, los disfrutamos, lo compartimos y es hora de devolverlo.

Llenando ese vacío con la Fe y el Amor del Amigazo, eso siempre será nuestro, nunca pasarán, son para toda la eternidad.

Cada día, al sentir el latir del corazón; alaba al Creador, por el don de tu vida; llénate de paz y de alegría de vivir, porque mientras existas, siempre habrá una esperanza para ser realmente feliz.


EL CALLEJÓN DE JESÚS TE AMPARE




Jalapa, cuyo nombre en lengua náhuatl significa “manantial en la arena”, es la capital del estado mexicano de Veracruz. Su nombre oficial es Jalapa-Enríquez. Esta hermosa ciudad se fundó gracias a varias familias de indios totonacas que se asentaron en el sito. A la llegada de los españoles a esta localidad, en 1519, recibieron en santa paz a las huestes de Hernán Cortés, para convertirse en 1521 en tributaria de la corona de España.
La tradición oral de Jalapa cuenta con un sin fin de leyendas, a cuál más de curiosas. De entre ellas relataremos a continuación una que tuvo su origen hace ya muchos siglos, durante la etapa colonial.
A la entonces Villa de Jalapa llegó en cierta ocasión una familia procedente de España. La hija del matrimonio español contaba con diecisiete años de edad, y era considerada como toda una belleza: alta, delgada, rubia, de ojos verdes y sonrisa cautivadora. La familia compró una hermosa casona para instalarse la cual se encontraba situada en un callejón.
Por azares del destino la joven conoció a un estudiante que vivía en Jalapa. Ambos se enamoraron y se hicieron novios. El respondía al nombre de Cosme de Taboada y se trataba de un atractivo y educado joven, apenas un poco mayor que la chica. Como los padres los padres le apreciaban, el joven contaba con el permiso para visitarla a través de las rejas del balcón de la sala. Juntos se pasaban horas platicando de una y mil cosas y jurándose amor eterno.
Así transcurrían las amorosas tardes de los jovencitos. Hasta que, en una ocasión, en un feo día de llovizna ligera, un borracho pasó por la ventana de la casa en donde se encontraba la pareja y vio a los amantes en amorosa plática. Como el ebrio había perdido hacía poco a su esposa a la cual adoraba, al ver la felicidad de los novios se llenó de envidia y rencor.
Mientras el borracho los observaba con odio, los chicos gozaban de su felicidad sin sospechar los sentimientos que había provocado en aquel tipo briago.
Sigilosamente, el borracho se fue acercando a Cosme y sacó una navaja del su cinto. Atacó al joven por la espalda y le provocó multitud de heridas mortales. Al ver lo que sucedía, la bella muchacha grito empavorecida: – ¡Cosme, que Jesús te ampare!
A partir de ese momento, los habitantes de Jalapa empezaron a nombrar al callejón donde se encontraba la casona de la familia española como El Callejón de la Muchacha de Jesús te Ampare o El Callejón de Jesús te Ampare, como hasta la fecha se la conoce.


martes, 29 de mayo de 2018

¿CUAL ES TU MISIÓN?




Intentar descubrir la misión que tenemos en la vida, no es creernos superhéroes que al mundo vamos a salvar; y mucho menos mártires que nacimos para sufrir, porque sienten que Dios lo quiso así.
Hay quienes prefieren no pensar que su vida tiene una misión o que han sido creados para algo específico que va mucho mas allá; optan en ir por el mundo buscando placeres pasajeros, queriendo gozar el momento, pasarla bien y nada más, encontrando en todo ello más necesidades y ansiedades que nunca se logran calmar, dejando vacíos y angustias que se roban las ganas de vivir y les impide ver que hay muchas otras formas de ser feliz y sentir paz.
Vivir no implica ser como veletas que se dejan llevar a donde el viento las arrastre, viviendo simplemente lo que les toca asumir, lamentándose de su suerte, anhelando lo que no les fue concedido, queriendo descubrir en horóscopos y en la suerte su destino, porque se niegan a creer que han sido creados para mucho más.
La vida, tiene su misión y es dejar huellas, más no cicatrices. Las huellas te hacen inmortal, dan vida a otras vidas que buscan en ti, una razón para seguir, continuar, sin tenerse que rendir. Las cicatrices, quedan del dolor, surgen de las heridas que quizás sin darnos cuenta causamos en los demás, por no entender que vivir no es solo pensar en uno mismo, sino también aprender a convivir y lo mejor de cada uno entregar. 
Todos tenemos una misión, para algo hemos sido creados, no somos producto de un error, ni de una aventura, no somos una tragedia, ni un castigo de Dios… somos sus hijos, frutos de su amor; El pensó en cada uno de nosotros, y al darnos el don de la vida, nos dio una misión especial; no somos iguales, El hizo a todas sus criaturas diferentes, porque es un Dios artista y creativo que se goza en la variedad; para El todo lo que ha creado es bello, se complace en ello y coloca en todos sus seres un toque de su perfección, para que así, aunque a veces sintamos que nos rompemos o que fallamos, podamos empezar de nuevo y volverlo a intentar una y otra vez más. 
Nuestra misión consiste en hacer bien lo que tenemos que hacer, aprender a ser felices desde lo que somos, trabajar por aportarle al mundo nuestro granito de arena, para que sea mejor, descubrir nuestra razón de ser en este lugar, hacer que los pasos que demos, aunque sean cortos, vayan despacio o nos hagan a veces tropezar, dejan huellas imborrables en los corazones que en nuestro caminar hemos de encontrar.
Hay quienes mueren sin haber vivido realmente; pues no supieron descubrir su misión; creyeron que vivir era simplemente, ir por el mundo, sin rumbo, sin sueños, sin aprender a descubrir lo que es realmente bello, por ello aquella frase que ha traspasado fronteras: "Sólo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos". 
Es bueno hacer de vez un cuando un pare en el camino y preguntarnos: ¿Cuál es nuestra misión? ¿Por qué o para qué hemos nacido?


lunes, 28 de mayo de 2018

LA ISLA DEL GALLO




En el estado mexicano de Oaxaca, se encuentra la llamada Isla del Gallo que forma parte de la Laguna de San José Manialtepec, que se encuentra en el Municipio de San Pedro Mixtepec. La Laguna dista 18 kilómetros de Puerto Escondido, la famosa ciudad y puerto de la región costera de Oaxaca.
La Laguna de San José Manialtepec es muy especial, pues se caracteriza porque cuenta con agua salada, agua dulce y agua termal.
La Isla del Gallo es pequeña y cuenta con muy pocos habitantes, que ocupan tan sólo cuatro viviendas. De esta isla salen en el día las embarcaciones que llevan a la Laguna de Manialtepec a los turistas interesados en ella. Por las noches, las embarcaciones se adentran en la laguna para mostrar la fosforescencia que se produce en el agua y que parece como si el agua se llenara de escamas de plata.
La conseja popular afirma que la Isla del Gallo se formó porque, hace ya muchos años, un pedazo de estrella cayó del cielo a la Laguna de San José. Entre los primeros habitantes de la isla se encontraba un señor cuyo nombre se ha perdido en los vericuetos del tiempo. Este hombre tenía como mascota a un hermoso gallo. Ni que decir tiene que los dos se querían mucho y nunca se separaban, salvo cuando el señor tenía que ir a cazar cocodrilos, trabajo con el que se sostenía, pues la vida era muy dura en esos lares en aquellos lejanos tiempos.
Cuando el hombre se alejaba de su casa para ir a cazar, el gallo le cantaba para despedirle, y lo mismo hacía cuando llegaba cansado y fatigado de ir a su labor. El hermoso gallo se quedaba solo y pacientemente esperaba hasta que su dueño volvía y le daba su alimento. Así iba pasando la vida de estos dos seres.
En cierta ocasión el señor de los cocodrilos salió a trabajar. Pasó el tiempo, llegó la hora en que debía encontrarse en su casa, pasó, y el hombre no volvió en toda la noche. Así sucedió durante varias tardes. El gallo cantaba llamando a su compañero, que no volvía; hasta que un 24 de diciembre el gallo lanzó su último canto de desesperación y murió de hambre, soledad y tristeza.
Desde ese día, cada 24 de diciembre se escucha en la Isla del Gallo el último canto lastimero del ave que murió esperando, inútilmente a su amo al que tanto había querido.


sábado, 26 de mayo de 2018

NADA ES IGUAL




Hoy nada es igual que ayer, aunque estemos en el mismo lugar; así pareciera que cada día fuera repetido a tal punto que muchas veces no sabemos que decir ni que contar; las mismas personas, el mismo camino, las mismas cosas, la misma rutina que nos va envolviendo y arrastrando, haciéndonos caer en la monotonía, y el tiempo se nos hace algunas veces eterno, otros quizás ni nos alcanzó, apostamos carreras con el reloj, sintiendo como se nos escapa de las manos los pocos instantes en que nos sentimos relajados y acomodados… y le damos prioridad a lo urgente, dejando de lado lo que es realmente esencial; hasta creamos necesidades que nos hacen depender y aferrarnos a lo superficial.

Se dejan de lado los detalles, la sonrisa, el saludo, el recordarle al otro que estamos vivos y que su existir le da a nuestro ser un toque especial; nos pasa desapercibido cada día que se nos regala y el hecho de que somos realmente bendecidos; se pierde la capacidad de asombro, nos cuesta disfrutar, de la luz del sol, el brillo de las estrellas, la hermosura de la luna, el roce de la brisa, el rugir de las hojas, las palabras delicadas, la grandeza del mar; creemos que todo ello hace parte de la cursilería de los artistas, poetas y locos, del cual a veces dicen que todos tenemos un poco.

Perdemos noción del tiempo, no escuchamos ni los latidos del corazón; pasamos de largo sin contemplar el vestido de gala de las flores y los árboles, hasta renegamos si el sol alumbra mucho o si se escondió. Preferimos otras cosas en vez de aprovechar cada instante que podemos compartir con los que amamos, expresando lo que sentimos, disfrutando el estar vivos, siendo agradecidos con todas las bendiciones que a diario y gratuitamente recibimos.

Y en el libro de la vida, parece que cada día que vamos escribiendo lo fotocopiamos, no tenemos nada nuevo que contar; y si revisamos más atrás, encontraremos quizás historias inconclusas, círculos que no pudimos cerrar, hojas arrancadas, de momentos que intentamos olvidar… amores no correspondidos, relaciones truncadas, sentimientos vencidos, sueños dormidos, que nos hacen perder la ilusión, la fe y hasta la paz.

Sólo se nos ha dado un cuaderno para ser escrito, del cual no sabemos cuántas páginas tiene, no las desperdiciemos, ni escribamos en él quejas, lamentos o siempre lo mismo, hagamos derroche de creatividad; no podemos culpar a otros de nada, porque somos los autores de la historia que queremos contar, hagamos que valga la pena de ser leída por aquello que quieren aprender a vivir y vienen caminando detrás; tengamos muy presente que aunque toda historia tiene su final, en la vida, cada final es una nueva oportunidad de comenzar; porque nada es igual.


viernes, 25 de mayo de 2018

LA CAMPANA MARÍA




La Catedral de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción está considerada como Patrimonio de la Humanidad. Su belleza es incuestionable y orgullo de la Ciudad de Puebla de los Ángeles, Se construyó entre los siglos XVI y XVII. Los trabajos se iniciaron en el año de 1575 y dieron término en 1649, cuando fue consagrada como tal. Por su suntuosidad se la considera un verdadero museo de obras de arte religiosas en escultura, orfebrería, pintura, y tapicería.
La catedral que mide 97.67 de largo y 51 metros de ancho se trazó siguiendo la forma de una cruz griega. Destacan en ella sus dos hermosas torres. La denominada Torre Vieja, que se encuentra hacia la parte norte se terminó de construir en el año de 1678, y es la única que tiene campanas, la torre sur carece de ellas. Ambas miden 70 metros de altura. Aunque no fueron construidas en el mismo año.
La torre norteña cuenta con varias campanas: la de San Ignacio de Jesús, la de San Joaquín, la de Santa Bárbara, la de Santa Ana, Ánima Grande, Ánima Chica, El Niño, Santo Óleo y la de María. También se encuentra siete menores o esquilas llamadas: El Venerable Sr. Palafox, Santo Domingo, San Pantaleón, San Pedro, San Miguel, Nuestra Señora de los Dolores y El Santísimo.  
La Campana María es la mayor de ellas y alcanza la ocho toneladas y media. La fundió el 28 de marzo de 1729, el maestro campanero llamado Francisco Márquez ayudado por su hermano Diego. Se trata de una campana mágica que cuenta con una bonita leyenda.
Fue una campana difícil de hacer que requirió de tres (otras fuentes nos hablan de cuatro) intentos previos para fundirla, hasta que se logró hacerlo empleando cobre (80%), plomo (10%) y estaño (10%) y lograr un sonido puro y sonoro. Los religiosos y los constructores estaban seguros de que la dificultad para fundirla se debía a la soberbia de querer obtener una campana tan grande.
Como la campana era tan grande costaba mucho trabajo subirla a la torre correspondiente por las escaleras. Los encargados de la obra y de subir la bella campana estaban sumamente desesperados y tratando de encontrar la manera de subirla tantos metros. Mientras tanto la campana esperaba en el atrio.
Una mañana, muy tempranito, los vigilantes se dieron cuenta de que la campana había desaparecido. Todos se dieron a la tarea de buscarla. Pero no la encontraron. Era imposible que por su tamaño alguien se la hubiese podido llevar.
Al cabo de cierto tiempo, se percataron los habitantes de la ciudad de que la Campana María se encontraba en su sitio en la torre. Era un milagro. Unos ángeles habían intervenido para que pudiese ser subida, pues estaban muy agradecidos ya que al ser fundida la campana se la había puesto la salutación “Ave María Gratia Plena.” Por supuesto que los ángeles no necesitaron de ninguna grúa para poderla subir, simplemente emplearon sus manos y volaron con sus alas hasta la torre donde la colocaron. Los ángeles encargados de dicha tarea carecían de sombra.
Otra versión de la leyenda nos cuenta que el vigilante de la construcción de la catedral y de la campana, mientras cumplía su turno, por la noche soñó que unos ángeles bajaron del cielo y se encargaron de subir la campana. Cuando amaneció, por toda la ciudad se escuchó el repique de la misma.


lunes, 21 de mayo de 2018

CREO




Creo en el tiempo que no es eterno, cuando los segundos se sienten detenerse en los momentos de angustia y dolor que parecen no terminar.

Creo que el sol volverá a brillar y la tormenta tarde que temprano pasará; y un bello arco iris me mostrará el camino que he de tomar.

Creo en el amigo que en algún rincón del mundo hay; ese que sabrá aparecerse para llenar mi soledad.

Creo que el tiempo y la distancia se pueden superar; y que no existen barreras que logren separar, a dos personas que se amen de verdad.

Creo que los sueños, si se lucha por ellos, se pueden realizar; los imposibles no existen, son barreras mentales que los que no creen se han de inventar, para justificar su falta de fe y su mediocridad.

Creo en la humanidad y en la fragilidad que a veces nos hace caer o fallar; por ello sé perdonar, porque más que debilidad, puedo ver la grandeza interior que en cada uno hay.

Creo que aunque soy muy pequeño, si me subo a una silla, el cielo puedo tocar.

Creo en la fantasía, creo en que más allá de las estrellas, mi padre me cuida y siempre me ha de acompañar.

Creo que vendrán tiempos mejores, nada es para siempre, esto también ha de pasar.

Creo que hay un Dios que todo lo hizo bien, por ello me soñó y me creó, así tal y como soy.

Creo en Aquel que me amó tanto que dio su vida por mi para poderme salvar y liberar.

Creo en la Madre del cielo que mis pasos ha de fortalecer y animar.

Creo que se puede ver la vida de mejor forma, simplemente creyendo que hemos sido creados con amor, para alcanzar la felicidad.

Creo en la verdad que surge por sí sola, sin que nadie la imponga diciendo que es su verdad.

Creo que en las manos de Dios todo se puede reconstruir, reparar, renovar; creo que si es necesario se puede volver a comenzar para poder la meta alcanzar.

Creo en la vida, en el color de la naturaleza, en el aire que respiro, en la que belleza que a simple vista no se puede ver; creo en el amor, en la amistad, en la fidelidad.

Creo que aunque no puedo correr, mis sueños me hacen volar y mis pequeños pies, dan pasos cortos con pisadas firmes que dejan huellas que no se podrán borrar.

Pase lo que pase, no dejo de creer; porque en mi FE encuentro la verdadera PAZ.

LA FUNDACIÓN DE PUEBLA




Según el padre Francisco de Florencia, la fundación de Puebla –unos de los actuales estados de la República Mexicana- tuvo un origen mágico-religioso. Esta leyenda de la fundación la difundió el clérigo mencionado en el año de 1647, en su escrito titulado Narración de la maravillosa aparición que hizo el arcángel San Miguel a Diego Lázaro de Francisco.
En dicha narración se consigna que, en cierta ocasión, fray Julián de Garcés, el obispo de la Ciudad de Tlaxcala, tuvo un sueño en las vísperas de la fiesta de San Miguel, sueño en el cual unos ángeles le señalaban el lugar donde debería fundarse una nueva ciudad. Este sitio era sumamente bello, un gran campo con ríos, y lleno de plantas y flores. Los ángeles anunciadores bajaron del cielo y con unos cordones delinearon los límites de lo que sería la nueva ciudad, según afirmó el fraile.
Al despertarse fray Julián lo primero que hizo fue efectuar una misa muy devotamente, y después se dirigió presuroso a ver a los padres franciscanos que se encontraban en la ciudad de Tlaxcala. Entre estos padres había figuras de mucha importancia, entre ellos se encontraba Toribio Paredes de Benavente, además de algunos indígenas pertenecientes a la nobleza aliada a los conquistadores españoles. El religioso, emocionado, en seguida les relató a todos los presentes el sueño que había tenido y les pidió que lo acompañaran a los campos a ver si encontraba el sitio que le habían señalado los maravillosos ángeles de su sueño.
Después de un cierto tiempo de deambular por el campo, fray Julián de Garcés se detuvo y pronunció estas palabras: – ¡Este es el lugar que me mostró el Señor y donde quiere que se le funde la nueva ciudad! Ni que decir tiene que a todos los religiosos les encantó el sitio elegido.
El lugar escogido por los ángeles, según nos informan ciertos documentos antiguos, se trataba de un lugar que anteriormente había sido un asentamiento indígena que llevaba el nombre de Cuetlaxcohuapan, “lugar donde se lavan entrañas”, o “tierra de las serpientes”.
Otro testimonio que consta en un informe del Oidor Juan Salmerón y que envió a la Segunda Audiencia, afirma que el lugar elegido por los ángeles se encontraba a tan sólo una legua de un pueblo indígena llamado Totimehuacan, pueblo antaño importante, que para la época que nos ocupa estaba habitado solamente por sesenta familias, mismas que se mostraron inconformes al arribo los frailes que deseaban fundar Puebla, pero como el pueblo pertenecía a la encomienda de Alonso Galeote, nos les quedó otra más que aguantarse ante el hecho de la fundación. El encomendero quedó como vecino de Puebla y pasó a formar parte del cabildo en el año de 1533.
La primera fundación de la ciudad –porque hubo varias-  se encontraba entre el Cerro de Belén – actual Cerro de Guadalupe- y Totimehuacan, al sureste de la Plaza Mayor de hoy en día. La fecha de su fundación nos remite a dos hipótesis. Unos investigadores afirman que fue el 16 de abril, fecha del día dedicado a Santo Toribio de Astorga, cuya misa la llevó a cabo fray Toribio de Benavente. Para otros estudiosos la fundación fue el 29 de septiembre. El día de San Miguel Arcángel. Sin embargo, las dos posiciones señalan el año de 1531.


jueves, 17 de mayo de 2018

NO ESTAMOS SOLOS




Ubicado en ese punto de la creación, donde más me gusta estar; ahí, frente al inmenso mar, extasiándome de su grandeza y belleza; sentí el tiempo detener, y veía desfilar frente a mí, las maravillas me rodean.

Ante toda esta riqueza de dones y hermosura, y encontrando en cada regalo de Dios, la mayor razón para ser feliz, pensé: ¿Por qué, no puede haber paz en el mundo, si para eso fuimos creados y ubicados en este paraíso terrenal?.

Tenemos tanto para ser feliz, pero existe una gran dificultad: No sabemos compartir. Se nos olvida que no estamos solos en el mundo, que todo esto no es únicamente nuestro, hay otros seres que aquí han de vivir.

Necesitamos unos de otros, una pareja para multiplicarnos, amigos para sobrevivir, personas que con su trabajo, le aporten al mundo, su granito de arena para transformarlo y la paz construir.

Dios todo lo hizo perfecto y le dio a cada una de sus criaturas, lo necesario para ser feliz, somos el reflejo de su amor a la humanidad, cada expresión de vida, es una declaración de amor hacia el universo, de parte de Dios.

El problema está en que se nos olvida que no estamos solos y pensamos más en nosotros mismos que en los demás; no nos conformamos con lo que tenemos, sino que queremos mucho más, somos indiferentes ante los que tienen poco, no nos importa que lo que nos sobra, ellos lo han de necesitar.

A veces creemos que nuestras obras a nadie le han de afectar, eso no es verdad; las cosas buenas que hagamos, le aportan al universo y le dan la oportunidad de avanzar transformarse, para bien de la humanidad. Y nuestros errores, siempre a alguien harán sufrir y llorar. Me imagino todo este universo, sin nadie para compartirlo; si aún estando rodeados de personas y seres, muchos experimentan la soledad; nos necesitamos unos a otros, y eso ninguno lo puede negar.

No estamos solos, siempre hay alguien que nos ha de necesitar; nuestro corazón late, al ritmo del de los demás.

En mi mente revolotea el último Mandato que Jesús nos supo dar: Ámense unos otros, como yo los he amado.



miércoles, 16 de mayo de 2018

JOAQUÍN Y EL ALMA




Joaquín era un muchacho que vivía solo en un pequeño apartamiento en la Ciudad de Durango. Las paredes de su hogar estaban pintadas de un feo color amarillo que no le gustaba para nada, por lo cual decidió cambiarlas por colores más a su gusto. Acudió a unos pintores de brocha gorda del barrio para que se encargasen de la tarea, pero como le cobraban un dineral, decidió hacerlo por su cuenta. Compró todo lo necesario en la tienda de pinturas y se puso manos a la obra el fin de semana.
Pasados tres horas, Joaquín había terminado de pintar la sala y el comedor, y como el trabajo le había cansado bastante, decidió que bien se merecía un descanso, y así poder comer una torta que contribuyera a reponerle sus fuerzas. Así pues, se dirigió a la cocina, se hizo una buena torta de pollo, se preparó un agua de Jamaica y se dirigió al comedor para disfrutar de su tentempié.
Después de comer, Joaquín empezó a sentir mucho sueño y decidió echarse en la cama a dormitar un poco; al fin y al cabo, nada ni nadie le apuraba en su trabajo de pintor en ciernes. Su gatita gris, Matilde, se acostó a su lado para acompañarle, En seguida se quedó dormido. No había pasado mucho tiempo cuando escuchó que de la sala provenían muchos ruidos, y Joaquín pensó que era la gata quien causaba tanto escándalo; salió de la recámara dispuesto a reprender a la gatita, pero vio que ésta maullaba con el lomo curvado y el pelaje erizado, a la vez que espantada volteaba para todos lados.
De repente, el muchacho se fijó que una figura fantasmal se materializaba en medio de la sala, era como un ser luminoso que se dirigía hacia donde él se encontraba. Horrorizado, Joaquín intentó echarse a correr, pero sus piernas no le respondieron, estaban débiles y como clavadas en el suelo. Por fin después de un tiempo que le pareció tremendamente largo, la aparición desapareció.
Sin embargo, al otro día, sábado, volvió a suceder lo mismo. Joaquín estaba medio desquiciado del susto, vivía aterrado y escondido entra las cobijas de su cama. El día domingo, cuando apareció el fantasma, Joaquín pudo verle la cara y se dio cuenta que era don Bartolomé, el vecino que vivía en el siguiente apartamento, frente al suyo. El joven se dirigió hacia el mismo y se percató que la puerta estaba completamente abierta. Fue entonces cuando decidió entra a la casa de don Bartolomé a ver qué sucedía.
En la recámara se dio cuenta de que unos pies asomaban por debajo de la cama y al agacharse vio que pertenecían a su vecino. Al verlo ahí tirado sus primeros pensamientos fueron pensar que el pobre hombre estaba muerto, pues ya no era muy oven. Pero ya observándolo con más detenimiento notó que aún respiraba. En seguida tomó su celular y llamó a una ambulancia para que trasladaran a su vecino a la Cruz Roja de la ciudad.
Cuando los paramédicos se lo llevaron Joaquín empezó a atar cabos y llegó a la conclusión de que ¡el alma de don Bartolomé se había desprendido de su cuerpo para ir a pedirle auxilio al muchacho que vivía enfrente se de casa! Desde entonces, Joaquín nunca dudó de la existencia del alma.


martes, 15 de mayo de 2018

CREACIÓN




Me siento frente al mar, queriendo plasmar en letras mis emociones, Pero es imposible dejar escrita la melodía que producen al volar las alas de los gorriones.

No puedo grabar en el papel, el brillo que deja el sol al tocar mi piel.

Ni mucho menos puedo convertir en palabras, el golpe de las olas al besar una veces fuerte y otras suaves, las rocas.

Quisiera inmortalizar el color blanco que se dibuja en la espuma del mar, y la voz de Dios que se escucha en el murmullo que solo la brisa suave sabe tararear.

Solo puedo contemplarlo, extasiarme y soñar.

Dejarme abrazar por la arena que se me pega a la piel, queriéndome tocar.

Y ante estas maravillas, no hay quien pueda de Dios dudar, Y no existe ningún artista que no se logre inspirar ante la majestuosidad del mar.

Aún no logro escribir todo lo que el mar me hace sentir, Es como detener el tiempo y olvidarme de cualquier cosa que me pueda hacer sufrir.

Es como soñar despierta, es algo más que inmortaliza los más bellos recuerdos.

Es sentirme del universo el ser más frágil y pequeño.

Es descubrir que desde abajo se ve más la grandeza del cielo...


lunes, 14 de mayo de 2018

EL RELOJ DE ORO




En la antigua y hermosa Calle de Plateros de la Ciudad de México, vivía una pareja que se amaba mucho. Él se llamaba Felipe Lorenzana, apuesto joven que tenía como oficio la relojería, razón por la cual llevaba el apodo de El Relojero.  Felipe pecaba de responsable y cuidadoso en su trabajo, lo cual le había proporcionado una buena clientela, que acudía a él cuando lo necesitaba. En su labor le ayudaba su esposa, Diana, también responsable y bien hecha como su marido aparte de ser muy bella.
En cierta ocasión, un comerciante al que se conocía por el nombre de Artemio, acudió a la relojería de Felipe con el fin de que le compusiera un bello reloj de oro, caro y muy especial. Felipe tardó más tiempo del que pensaba en componerlo, lo que permitió a Artemio acudir varias veces al negocio del matrimonio, so pretexto de conocer el avance de El Relojero.
Cuando acudía a la relojería, miraba con lascivia y deseo a Diana, quien se sentía molesta con tales miradas.
Un día, Artemio le dio cita a Felipe en su casa para que le llevase el reloj que por fin ya estaba arreglado. Al saber de la cita Diana le rogó a su marido que no fuese, sino que Artemio acudiese a la relojería, pues tenía un mal presentimiento. Pero Felipe insistió en ir para entregar el famoso reloj en persona y explicarle a su cliente porque se había tardado más de lo debido.
Al día siguiente encontraron el cadáver de Felipe tirado en un barranco lleno de heridas de cuchillo. La policía afirmó que se había tratado de un asalto, pero Diana nunca se lo creyó y estaba segura que Artemio la había dado muerte a su querido esposo.
Una tarde gris, Artemio acudió a la casa de Diana y la solicitó en matrimonio. Propuesta que la joven rechazó rotundamente. Llena de repulsión y desesperanza, la mujer se arrodilló en el altar doméstico y le rogó a Dios que la librara de ese horrendo hombre que la perseguía.
Al otro día, los sirvientes de Artemio encontraron el cuerpo sin vida de Felipe bajo uno de los árboles del jardín del pretendiente. En la mano derecha llevaba el reloj de oro que le entregara a Artemio.
En seguida, Felipe fue sepultado de nuevo. Pero al siguiente día volvió a suceder lo mismo, el cadáver de Felipe estaba bajo el mismo árbol con el reloj en la mano.
Este hecho se produjo durante una semana, al término de la cual, Artemio, horrorizado y terriblemente asustado por las macabras apariciones de su víctima, murió de un fulminante infarto. ¡Por fin Diana se vio libre del molesto y asesino pretendiente!


viernes, 11 de mayo de 2018

NO HAY PEOR CIEGO



Alguna vez, un conferencista mostró una hoja totalmente blanca, con un diminuto punto dibujado en la mitad; y preguntó a todo al auditorio: ¿Qué ven?.. Todos se esforzaron por analizar el papel, algunos hasta se acercaron lo que mas pudieron a él, y así al unísono y en un coro afinado respondieron a una sola voz: ¡Un punto negro! Ninguno logró ver la hoja blanca, todos se detuvieron en lo más mínimo y en lo que parecía ser el único defecto del papel.

Así es la vida, nos quedamos con lo que a simple vista vemos, detallamos los desperfectos de los demás, sus fragilidades, aquello que nos es más fácil criticar o condenar, no vamos más allá de su apariencia, o de lo que otros nos suelen contar; le juzgamos, medimos y valoramos por el concepto erróneo que de él o ella nos formamos, sin darle la oportunidad de mostrar o entregar su valor natural, pisoteando así su dignidad.

Rotulamos al pobre de ladrón, nos convertimos en obstáculo del que tiene visible una limitación, nos burlamos de la discapacidad o de la apariencia que rompe el molde que la humanidad ha estipulado de normalidad; nos creemos poseedores de la verdad, sin saber quizás que en algún lugar existe alguien que tampoco logra ver en nosotros más allá y señala lo que a simple vista cree mirar. Nos cuesta ver lo que realmente tiene valor, y así mismo hay quienes no pueden reconocer lo que hay escondido en nuestro corazón

Qué difícil nos es percibir y experimentar el amor de Dios, descubrirlo en lo más sencillo y pequeño de su creación; contemplarlo en los distintos acontecimientos, sean de alegría o de dolor; por ello hacemos de nuestra oración un muro de lamentos o una lista interminable de petición; y muy pocas veces nos acordamos de dar gracias por todo lo que a diario se nos regala como bendición; hasta a El le juzgamos por lo que consideramos nos ha negado o nos ha mandado; siendo ciegos a todo lo hermoso que gratuitamente por amarnos tanto, nos ha dado. ¡Qué distinto sería el mundo, si aprendiéramos a ver más allá, con los ojos del corazón, así lograríamos descubrir y disfrutar lo que es realmente esencial, aquello que a simple vista no se puede contemplar; todo eso que se niega a ver la ciega humanidad.