martes, 30 de diciembre de 2014

LA TIERRA



Los mayas yucatecos actuales consideran que la superficie de la Tierra, U Yook’ol Kaab’,  es plana; cada una de sus esquinas, las kan tu’uk, simbolizan las posiciones del Sol en los atardeceres y amaneceres de los solsticios de invierno y verano. Los rumbos sagrados del universo están situados en los lados de dicho plano.

El lado que se encuentra situado hacia el Este se llama La-K’in; el del Oeste se conoce como Cik’in; al sur corresponde el Nohol; y al norte se le conoce como Saman. Lak’in Nohol, Sureste, corresponde al amanecer durante el mes de diciembre. En cambio, la salida del Sol en el mes de junio recibe el nombre de Lakk’in Saman. Es claro que se trata de los solsticios, llamados Kóoc U Táan K’i’in, cuyo significado es “cuando el lado del Sol es ancho”

En cambio, durante el equinoccio, cuando el Sol asoma a la mitad del lado llamado Lak’in, se dice que tiene su lado estrecho, Ku Un’utal Ki’in.

El Sol, Jesucristo, de nombre Halal Dios, tiene a los Chaacoob, diosecillos de la lluvia que habitan en una de las esquinas del plano de la Tierra, ya que son cuatro los babahtunoob: Sakbabahtun, de color blanco; Ek’babahtun, negro; K’an Babahtun, amarillo; y Ya’ash Babahtun, amarillo, situados en el noreste, noroeste, suroeste y sureste, respectivamente.

Los Baalamo’oob’, deidades que están encargados de vigilar y proteger a los seres humanos, habitan las esquinas del plano de la Tierra, y en general en las esquinas de los lugares importantes como las milpas, los pueblos, las casas, etc. Se les conoce con los nombres de Ah Kanan, el Protector; Ah K’at, el Enano de Barro; Ah Báalam, el guardián; y Ah Túun, la Piedra.

En Kumuk Lu’um, el centro de la Tierra, habitan los seres humanos, y se cree que es la proyección del centro de la Bóveda Celeste, O Cumuk Ka’an. En esta bóveda está situado un agujero que permite acceder al Cielo el cénit solar.

Dicho agujero es muy importante, pues es a través de él que los rezos y peticiones de los hombres llegan hasta Halal Dios, y por el mismo conducto, Jesucristo envía las curaciones pertinentes que los curanderos emplean para sanar a los enfermos, las cuales son mucho más eficaces cuando las peticiones se hacen al mediodía. Entre el orificio celeste y la Tierra existe una sustancia mágica, la Yiicil Ka’an, que es psicopompe entre las divinidades y los simples mortales.

El Sol y la Luna salen de una enorme cueva, hacen su recorrido y se meten a otra gran cueva, por supuesto llevan a cabo separadamente su recorrido. Las cuevas sagradas reciben el nombre de Áaktun, colocadas una en el Este y otra en el Oeste.

sábado, 27 de diciembre de 2014

IXTLILTON, EL DIOS NEGRITO



El dios Rostro Negrito fue un dios muy querido, patrono de la medicina, los juegos y los festivales. Se cuenta que era muy acertado en lo referente a la curación de los niños, y sorprendente para hacerlos hablar cuando algunos eran renuentes.
Como también era el Señor del Agua Negra, la Tlítatl, que por cierto tenía propiedades curativas, daba su agua tintosa para que los humanos dibujaran con ella sus códices. 
Ixtlilton gustaba de pintarse la cara de color negro, en la cabeza se adornaba con pedernales, y en su pecho llevaba un collar de cuentas de fino cristal.
A la espalda portaba un abanico de plumas en el que aparecía la figura del Sol, que se repetía en los pectorales que llevaba cruzados.
En un mano sostenía un escudo con el símbolo solar, el tonaliochimalli, y en la otra un bastón con la figura de un corazón, el tlachialoni, que le posibilitaba ver el interior de las almas de los humanos.
Cuando algún buen ciudadano de importancia de Tenochtitlán deseaba hacer una fiesta en honor de tan supremo dios, recurría a los sacerdotes de Ixtilton para que lo auxiliaran, pues ellos se encargaban de llevar a la celebración a los danzantes y a los músicos que los acompañarían en sus danzas, uno de ellos se encargaba de personificar al dios y era él quien principiaba y dirigía las danzas.
Su templo, llamado Tlacuilocan, era el lugar donde se le realizaban ceremonias. Para principiar los ritos, se colocaba su imagen en una especie de altar elaborado con maderas decoradas, en el cual se ponían muchos recipientes que contenían agua negra tapados con un comal; dicen los abuelos que esta agua era maravillosa para curar las enfermedades, especialmente las que aquejaban a los niños.
El sacerdote principal se ataviaba con los aderezos del dios Ixtlilton, que de esa guisa se dirigía a la casa del que ofrendaba la fiesta, en medio de danzas, cantos y humo de copal.
Los danzantes llevaban flores en las manos y estaban vestidos con ricos plumajes, ejecutando  bellos pasos al son el teponaztle. Cuando los sacerdotes y comparsas llegaban a la casa del que ofrecía la fiesta, lo primero que hacían era beber y comer, para luego dedicarse de lleno a la danza y al canto en honor a Ixtlilton realizadas en el patio.
Después de haber bailado cierto tiempo, el “dios” se dirigía a la casa, justamente hacia las tinajas que contenían el pulque. En ese momento daba inicio el tlayacaxapotla, como se denominaba la abertura de los recipientes que contenían la sagrada bebida.
Una vez satisfechos, el sacerdote se acercaba a las tinajas que contenían el agua negra sagrada, que habían permanecido cerradas por cuatro días, las abría, y se las ofrecía al dios.
Si por mala suerte al abrirse las tinajas alguna de ellas contenía alguna basura como pelos o pajas, el sacerdote deducía que el anfitrión que ofrecía la fiesta no era un buen hombre, sino adúltero, ladrón o lujurioso y, delante de todos los convidados, el sacerdote desenmascaraba sus vicios y su tendencia a la discordia.
Cuando el sacerdote-dios decidía partir, le obsequiaban mantas llamadas ixquen, cuyo significada era “abertura de la casa”, para que todos se dieran cuenta que el dueño  no era muy honorable.
Al templo de Ixtlilton acudían también los desesperados padres cuyos hijos estaban enfermos. Si podía hacerlo, debían bailar para el dios y pedirle, con bellas palabras, que les devolviese la salud.
Hecho lo cual, el sacerdote les hacía beber del agua sagrada, el Tlilatl, y les reflejaba la cara en una tinaja para saber si su tonalli, su alma, había o no, abandonado al infante.

martes, 23 de diciembre de 2014

DE COMO TITLACAHUAN EMBORRACHO A QUETZALCÓATL



Titlacahuan era un  mago que detestaba a Quetzalcóatl y quería terminar con él, humillarlo y devaluarlo.

Lo odiaba porque en realidad era Huitzilopochtli en una de sus tantas encarnaciones y, como es sabido, los dos dioses siempre estuvieron en pugna.

Un día Titlacahuan decidió acercarse al palacio de la Serpiente Emplumada para hacerle una maldad.

Se transformó en un viejecito chiquito y canoso, se encaminó a la casa y llegado les dijo a los criados que cuidaban la puerta: ¡Quiero ver al gran tlatoani Quetzalcóatl!

Los criados le respondieron que eso era del todo imposible ya que su señor se encontraba bastante enfermo y no se le podía molestar, so pena de enojarlo.

Pero Titlacahuan insistió y no les quedó otra a los esclavos que avisarle a su amo, a quien dijeron que un viejito latoso insistía mucho en verlo personalmente. Entonces, Quetzalcóatl dio orden de que dejasen pasar al nigromante.

Al encontrarse frente al tlatoani, Titlacahuan le dijo: ¡Sé que está muy enfermo, por eso insistí en verlo! Pero aquí traigo una medicina que es magnífica y lo curará de sus malestares!

Quetzalcóatl se alegró, pues como le dijo al viejo se encontraba muy mal, le dolía todo el cuerpo y no podía mover ni las piernas ni las manos.

Titlacahuan le dio a beber la medicina diciéndole que era maravillosa, muy saludable, quien la tomara se emborracharía y sus males se terminarían, a la vez que el corazón se le ablandaría y que ni se acordaría de los males y fatigas que le esperaban en su viaje.

Extrañado Quetzalcóatl le preguntó a que viaje se refería, el nigromante le dijo que tenía que ir a Tullantlaoallan, donde otro viejo lo esperaba para dialogar, que una vez hecho el viaje regresaría sano como un jovenzuelo.

A regañadientes Quetzalcóatl probó la bebida, la encontró sabrosa y refrescante, y al momento se sintió curado.

El viejo malvado le instó para que bebiese más, hasta que la Serpiente Emplumada se emborrachó, lloró y se puso sentimental, pues lo que le había dado Titlacahuan no era otra cosa sino teometl, el “vino blanco de la tierra”, el sabroso pulque.

Así se preparaba la terrible tragedia del exilio de Quetzalcóatl.



sábado, 20 de diciembre de 2014

Y EL MUNDO SE HIZO



Cuentan los ancestros tarahumaras que para que el mundo llegara a ser lo que es actualmente debió pasar por varias etapas formativas que se sucedieron unas a otras, y fueron destruidas por diluvios o por aguas hirvientes.


Antes de la última destrucción del mundo había ríos cuya corriente corría hacia el lugar en donde el Sol se pone. Cuando solamente había arena, los Osos se dieron a la tarea de darle forma a la Tierra.


Anteriormente, había muchas lagunas, pero cuando los hombres se pusieron a bailar el yumari, se formó la Tierra, y las rocas, que antes eran pequeñas y blandas, crecieron y se endurecieron y adquirieron la vida que llevan dentro.


La Tierra era plana y las personas brotaban del suelo para vivir nada más por un año y morir en seguida, no vivían mucho. Otros abuelos cuentan que los hombres bajaron del Cielo y Tata Dios los llevó a las montañas, junto con el maíz y las papas que llevaban en las orejas.


Esas montañas se encontraban en el centro del universo; para llegar a ellas los hombres fueron del noreste al este. Dios pensó en enviarles agua y creó los aguajes, de los cuales hay muchos en los llanos y junto a los arroyos.


Cuando Dios creó al hombre le dio su aliento, y desde entonces se creó el Viento, el Aire, que sale por los agujeros de las tuzas, por las cuevas y por los aguajes donde viven víboras que ayudan a sacar el aire, porque en eso trabajan, sacando el aire, luego regresan a descansar con sus camisas rotas por arrastrarse en el suelo de cerros y planicies.


Cada ojo de agua, río o fuente tiene una víbora que hace que el agua brote en la Tierra, son muy susceptibles y no se debe molestarlas. El símbolo del agua es la espiral cuyo movimiento connota la creación del mundo.


Cuando Dios creó al mundo también hizo el arcoíris que pintó con hermosos colores, para que los hombres pudieran verlo después de la lluvia, pero advirtió que no se le puede señalar con el dedo porque la persona que lo hiciera se enfermaría.


El arcoíris es muy veloz, si algún tarahumara sale corriendo tras él y lo alcanza, se convierte en un buen corredor, y el arcoíris ya no corre más.


En los aguajes viven los witariki, “los que son de mierda”, seres sobrenaturales muy feos pero con mucho dinero invertido en ganado.


Ellos roban el alma de las personas en el sueño y se la coman. En el mundo subterráneo habitan los teré gatíame, comandados por un dios llamado Terégor, “el de la casa de abajo”, patrón del Inframundo, con apariencia de lobo al cual le gusta matar a los seres humanos.


También se le conoce con el nombre de Witura “el que es mierda”, quien detesta a todos los que habitan arriba de su mundo.


Los aguajes son lugares sagrados porque ahí moran las serpientes y los witáriki que como quedó asentado roban y devoran las almas de las personas; para tenerlas contentas y tranquilas cada año se lleva a cabo un ritual que consiste en poner una ofrenda en los manantiales, para que se alimenten junto a su dueño. Se danza a la entrada de los manantiales y se ofrece la comida depositada en una ofrenda; así, el aguaje estará satisfecho y proporcionará agua y salud a los hombres. Si alguien pasa por la noche por un aguaje, debe ofrendarle comida, so pena de perder el alma o de que una rana se duerma en su sexo y le provoqué un fuerte daño: al que se le ha parado una rana en el sexo debe cambiar de género cada mes, y sus características de personalidad también cambiarán, y ya nunca podrán tener hijos.


El mundo está formado por niveles: abajo se encuentran los anos de la Tierra, de los que proviene el gran mar que la rodea. Los anos están  cuidados por unos seres pequeñitos que carecen de ano y se alimentan de los pedos de maíz de los hombres.

lunes, 15 de diciembre de 2014

EL ABUELITO Y EL MAÍZ



Hace mucho tiempo, un ancestro de los indígenas otomíes, el Abuelito, pidió a Dios una semilla para poder sembrarla y proporcionarles alimento a todos los hombres.

Entonces Dios, llamado entre ellos Ojä, le dio varias semillas que la Abuelita, la esposa del Abuelito, se apresuró a guardar en una caja para que no le pasara nada.

El Abuelito para poder sembrar los granos tuvo que limpiar siete colinas. Pero no pudo realizar su tarea porque al querer quemar el terreno, el Fuego, Tsibi, no quemó nada, ya que faltó el auxilio del Viento, Dähí, para darle fuerza, y  a quien no pudo encontrar porque no sabía dónde vivía.

Entonces, el Abuelito encontró a una señora que era la Sirena y le preguntó si sabía dónde vivía el Viento. La respuesta fue que vivía en el cerro, pero que para poder encontrarlo debía emplear carrizos.

El Abuelito tomó varios carrizos y les hizo un agujero en el medio. Cuando el Viento llegó, sopló a través de los agujeros y el Abuelito se dio cuenta de que ahí estaba, había encontrado a Dähí.

Le pidió que lo ayudase a preparar el terreno para sembrar, pero el Viento le respondió que, acompañado de músicos, le chiflara cuatro sones.

Cuando el Viento escuchó los sones, se puso a bailar y… apareció el fuego. Las laderas de las colinas se quemaron, ya que el fuego se esparció por todas ellas, y el terreno quedó listo para sembrar el maíz.

Pasados cuatro días, el Abuelito llamó a doce peones para que lo auxiliaran en su tarea. Llegaron muchos animales, entre ellos el Armadillo, el Coatí, el Jabalí, las Ardillas, y los Tejones.

También llegó el Tlacuache, pero sin morral para guardar las semillas, por lo que el Abuelito le dio uno.

El Armadillo si había llevado su morral, y la Ardilla guardaba las semillas en la boca y así sembraba. Al ver a tantos peones ayudantes, el Abuelito pensó que la comida no sería suficiente para alimentarlos, pero el Viento-Sirena le dijo: - ¡Echa cuatro granos de maíz en agua de nixtamal, y tapa bien la olla! Los granos se  transformaran en veintiocho elotes para hacer las tortillas; pon cuatro en una canasta tapada y ¡se multiplicarán! El primero en comer las tortillas fue el Cuatoche, quien con su acción las multiplicó.

Entonces, el Abuelito invitó a todos los animales a comer, y desde entonces todos acuden a comerse lo sembrado en la milpa produciendo mucho “daño”, aun cuando el maíz nunca se termina por mucho que se lo coman.

DECIDÍ NO CRECER



De niños soñamos con ser grandes, porque nos hicimos a la idea que los que más crecen, tienen más fuerza y poder, y todo lo pueden controlar de acuerdo a esta concepción, en algún momento, quise crecer como todos, para alcanzar las cosas por mí misma, caminar más rápido, tener más agilidad física, ajustarme al mundo que han construido los demás.

Pero en la medida que pasaba el tiempo, vi como ser grande de cuerpo, era como empequeñecer en los sueños, puesto que entre más cómodo y
fáciles se hacían los retos, iban perdiendo importancia, y llegaba el estancamiento.

Crecer físicamente, implicaba muchas veces reprimir los sentimientos, mutilar las ilusiones, derrumbarnos ante pequeñeces, limitarnos por condicionamientos, dejar de lado lo que realmente tiene importancia, porque ser grande significa para muchos, tener éxito, entendido éste como el acumular bienes que nunca se llegan a utilizar, mientras otros de hambre material y espiritual están muriendo.

Los que se sienten grandes, ven demasiado pequeño el cielo, por tanto dudan hasta de Dios, les cuesta aceptar su amor, ya que creen que lo que tienen y lo que son, ha sido simplemente porque han trabajado y luchado por ello, su fe se condiciona, han dejado de creer en el verdadero amor y en lo que puede ser eterno, todo lo razonan y le buscan explicación hasta lo que puede sentir o existir en el corazón.

Esos que mucho se han crecido, no quieren ver hacia abajo, sienten que nada ni nadie les he digno, se muestran inconformes, no disfrutan de lo que realmente tiene valor y que se encuentra escondido en lo más pequeño y sencillo.


Decidí no crecer en mi cuerpo y vanidad, porque nunca quise dejar que muriera mi espíritu de niño, los sueños, la ilusión, los anhelos de construir un mundo mejor, desde lo que soy y todo aquello que en los demás tiene mucho valor…

Decidí no crecer, para experimentar el gozo y la satisfacción que siento cada vez que alcanzo algo por mi propio esfuerzo y con la ayuda de Dios, sin tomar el camino fácil, sin creerme superior o que todo lo puedo, simplemente porque soy yo, y no porque mi fuerza y mis dones vienen del Creador. Decidí no crecer, para así levantar cada día mi mirada y poder darle gracias al Amigazo por lo que tengo y lo que soy ; decidí no crecer, para no sentir que son más pequeños e inferiores, los que están a mi alrededor, sino descubrir la grandeza que hay escondida en su corazón.

Decidí no crecer en mi cuerpo y vanidad, para dejar que creciera sin límites mi espíritu, mi fe, mis ganas de dar siempre de mí lo mejor; decidí no crecer porque desde abajo se ve más la grandeza del cielo; y desde arriba Dios mira hacia abajo y se goza en su inmensa y hermosa creación...

viernes, 12 de diciembre de 2014

SAKÁ



El Saká ha sido por siglos una bebida sagrada de los mayas, pues recordemos que el hombre fue creado a partir de la masa de maíz molido; con maíz amarillo y blanco los dioses formaron su cuerpo y nueve bebidas que le otorgarían fuerza y vigor. Así, hombre y maíz han formado un todo indivisible desde su aparición en la Tierra.

Para fabricar saká -vocablo que viene de la raíz maya sak que significa maíz-, los mayas utilizan el proceso de nixtamalización, consistente en hervir el maíz en agua de cal, sólo hasta la mitad de su cocimiento, y agregarle la sabrosa miel.

Esta bebida tiene como función principal el de ser ofrecida a los dioses del monte, conocidos como los yumil k’axob, “soberanos de los montes boscosos”, durante los procesos de la medición de la milpa, la tumba, la siembra, el deshierbe y la recolección que llevan a cabo los campesinos mayas.

En la ceremonia dedicada a Chaac, Dios de la Lluvia, el saká se coloca en las ofrendas del altar, caanché, dedicadas a la divinidad, para que les conceda a los campesinos una buena cosecha de maíz.

Una vez ofrecida la bebida al dios, todos la saborean durante tres días, lapso que dura la ceremonia.

En los rituales que se efectúan de abril a mayo, los mayas les piden a los dioses de los vientos encabezados por Ik, que les ayuden a lograr una buena cosecha.

Se preparan alimentos sagrados y aparece el saká y el balché, otra bebida ceremonial que se prepara con corteza del árbol llamado balché, agua virgen y miel, porque el árbol simboliza la vida, la sabiduría y la inmortalidad. El balché, a la vez que purifica, produce estados de conciencia alterados.

En el pueblo maya de Polyuc, Quintana Roo, cuando el campesino realiza el brechado –abrir surcos para sembrar-, reza durante quince minutos al dios Chaac y  le ofrece saká.

El mismo ritual se repite cuando la milpa está creciendo y cuando llega el momento de cosechar.

Durante tales rituales, se rocía saká en la tierra, junto con tizne y carbón del horno donde se preparan los alimentos ceremoniales. Se debe tener cuidado de no pisar el saká, porque entonces se podría “agarrar el mal viento”. 

Las mujeres nunca participan en los rituales  deben quedarse en la cocina, ya que si acuden a la milpa y pisan el saká, Chaac se enojaría, lo cual sería fatal para la cosecha y para las mujeres.

En otro pueblo maya del Municipio de Carrillo Puerto, también en Quintana Roo, para propiciar una buena  siembra los campesinos emplean cinco jicaritas llenas de saká.

Mojan una hoja de planta en el líquido y bendicen los cuatro puntos cardinales. En el mes de agosto, cuando es el tiempo de medir el terreno, se hace una ofrenda de saká, que tiene como objetivo alejar a los animales peligrosos y matarlos. En este mismo mes, se lleva a cabo el brechado y se vuelve a ofrendar la sagrada bebida. La tumba se efectúa en octubre, noviembre, diciembre y enero, meses en los cuales se ofrenda el saká, a fin de que los campesinos estén protegidos de las picaduras venenosas, de las cuales las más frecuentes son las mordeduras de víbora.

En marzo y abril tiene lugar la quema, cuando se llevan a cabo rezos y se ofrenda la misma bebida.

Mayo y junio corresponden a los meses de siembra; se coloca la bebida en un determinado lugar de la milpa; transcurrida una hora se quita y se bebe. Para realizar el chapeo -limpiar la tierra de maleza- se ofrece saká para alejar a las víboras del monte.

Llegada la cosecha en septiembre, se reza y se repite muchas veces el nombre del dios Chaac, al tiempo que aparece la bebida sagrada. Para la dobla de octubre y noviembre no se ofrece bebida alguna.

Esta ceremonia del maíz va acompañada de alimentos sagrados, consistentes en tortillas de maíz a las que se agrega saká, elaboradas de trece, diez o nueve capas superpuestas.

Cada capa representa una nube. Una tortilla de capas de masa forma el noh-wah. La tortilla de hasta arriba lleva orificios hechos con el dedo que representan los ojos del dios Chaac.

En cada hoyito se ponen tres gotitas de saká, que se ofrecen a los dioses de la naturaleza y que simbolizan las lágrimas del Dios de la Lluvia.

Los pequeños orificios se tapan con masa de pepita de calabaza, planta cucurbitácea que crece junto al maíz en las milpas, lo cual connota al cielo nublado por su color parduzco. En el centro del noh-wah se dibuja con el dedo en bajorrelieve un crucifijo que se llena de saká y se tapa con masa de pepita.

El saká se emplea con fines rituales en otras celebraciones como la Semana Santa. A esta bebida se la conoce también como el Pozol Sagrado.

jueves, 11 de diciembre de 2014

EL SAGRADO CHICOMOZTOC



En un cierto tiempo que ya nadie puede contar, del que ya nadie puede ahora bien acordarse,  quienes aquí vinieron a sembrar a los abuelos,  a las abuelas,  estos, se dice,  llegaron, vinieron. Por el agua en sus barcas vinieron,  en muchos grupos,  y allí arribaron a la orilla del agua,  a la costa del norte,  y allí donde fueron quedando sus barcas, se llama Panutla. Topiatiztli.

El Lugar de las Siete Cuevas, el sagrado Chicomoztoc, fue fundado por grupos toltecas provenientes de Aztlán, entre los límites de Tamaulipas y Veracruz. Según considera el investigador Jesús Cabral, Chicomoztoc se encontraba ubicado al sur de la zona cultural llamada árido américa, en algún lugar hacia el norte del altiplano central, sitio de origen de los pueblos mexicas, tepanecas, acolhuas, y en general de todos los pueblos nahuas. De donde salieron siete, o trece tribus con sus propias particularidades, pero todas ellas pertenecientes al mundo tolteca, que no hay que confundir con Aztlán que ya existía cuando se fundó Chicomoztoc. Es un hecho que nada sabemos de la cultura de aquellos iniciales grupos que un día poblaron Chicomoztoc.

Según la Crónica Mexicáyotl “era una roca con siete agujeros, cuevas adjuntas en un cerro empinado”, una alta colina elevada con siete cuevas, que para Tim Tucker: nos lleva a la zona arqueológica de Teotihuacán y, después, hacia el sur. La evidencia cartográfica y topográfica apunta hacia un cerro llamado Chiconauhtla, posible ubicación del ancestral Chicomoztoc. 

Para otros investigadores, en el sitio arqueológico de La Quemada, al sur de la ciudad de Zacatecas, en el Municipio de Villanueva, estuvo ubicado el mitológico Chicomoztoc. Algunos estudiosos no han desdeñado la creencia de que Chicomoztoc se encontraba en el Valle de México, en uno de los primeros asentamientos, justamente en Culhuacan, el “lugar de las personas con antepasados”, tan venerado por los mexicas, quienes se llamaban a sí mismos culhuas-mexicas. Tales estudiosos afirman que se encontraba cerca de la hoy ciudad de San Isidro Culhuacan.

El cerro de Culiacán, anteriormente denominado Teoculhuacan Chicomoxtoc Aztlán, ubicado en el estado de Guanajuato, también ha sido objeto de especulación para demostrar que en este sitio se dio origen a las culturas más relevantes de Mesoamérica, convirtiéndose en el famoso Chicomoztoc.

Cerremos nuestra breve reseña con las palabras aparecidas en la revista Nepohualintzin:

En cuanto a Chicomoztoc, cuya grafía latina nos obliga a leer la palabra en castellano con el acento en la última sílaba, en Su Origen el nombre debió pronunciarse como una palabra grave o llana, cambio fonético suficiente para ocultarlo a los españoles, más si se entiende referido no a un sitio específico, sino a un lugar del tiempo: la época de las cavernas, cuyo numeral chicome, siete se aplicaría en el sentido de “innumerable”: las cuevas innumerables en que habitaron los aztecas en los periodos glaciares, cuya evidencia paulatinamente se va revelando a los arqueólogos con el descubrimiento de infinitud de sitios con vestigios de Pinturas Rupestres, de los que tan solo en la Península de Baja California hay más de 600, muy pocos de ellos explorados, verbigracia, la Cueva del Ratón, que hasta nuestros días nadie se ha atrevido a fechar con una antigüedad mayor a los diez mil años, unos tres mil o dos mil años después de la última glaciación. He aquí el misterio de Chicomoztoc. 

lunes, 8 de diciembre de 2014

EL DARDO DE AGUA, AMÍMITL



Dardo de Agua, el dios de los lagos y los pescadores era bueno: protegía a los pescadores y apaciguaba tempestades. Muy adorado en la actual Tlahuac, que hace mucho tiempo era una isla llamada Cuitlahuac perteneciente al lago de Chalco, y en Xochimilco, lugar de chinampas, donde había muchos trabajadores del mar.

Cuando el dios se enojaba porque sus protegidos no le rendían culto como debía ser, no vacilaba en enviarle terribles enfermedades de índole acuosa: gota, gripa, pulmonía…

Cuando llegaba el día de su celebración, los pescadores reunidos cerca del templo entonaban un himno en su honor, dirigidos por los sacerdotes.

Himno muy bello, su teocuícatl, “canto de dioses”, que se acompañaba con música y danzas, y un vestuario sin igual, que decía: Junta tus manos, junta tus manos, en la casa, lleva tus manos a repetir este ritmo, y vuelve a separarlas, vuelve a separarlas en el lugar de las flechas.

Une las manos, une las manos en la casa, por ello, por ello he venido, he venido.  Sí, he venido, trayendo a cuatro conmigo, sí he venido, cuatro están conmigo.  Cuatro nobles, bien selectos, cuatro nobles, bien selectos, sí, cuatro nobles.

Ellos personalmente anteceden su rostro, ellos personalmente anteceden su rostro, ellos personalmente anteceden su rostro.

Otro teocuícatl dedicado a Amímitl, registrado por fray Bernardino de Sahagún, empezaba: Casa donde están conejos: tú vienes a estar en la entrada: yo vengo a estar en la casa de armas. ¡Párate ahí: ven a pararte ahí! Solo, solo, ay, lejos soy enviado. 

Estos cantos se llevaban a cabo en la fiesta a Mixcóatl del mes Quecholli, ya que el dios Amímitl se identificaba con  dicha divinidad, dios de las tempestades, de la guerra, y la cacería.

sábado, 6 de diciembre de 2014

LA PRIMERA ATARAZANA DE MÉXICO




En los inicios del año de 1522, los conquistadores empezaron la edificación de la Ciudad de México sobre los terrenos donde estuviera la antigua ciudad de México-Tenochtitlán.  Después de cierto tiempo de haber dado comienzo la traza de la ciudad, entre 1522 y 1524,  se edificó la legendaria Atarazana, lugar para construir y reparar barcos, que más bien se utilizaba como una verdadera fortaleza que protegía a la ciudad de las posibles sublevaciones de los indios. Se construyó en el antiguo pueblo de La Candelaria de los Patos, cerca de la actual Avenida Circunvalación, espacio circundado por canales que llevaba el nombre de Macuitlapilco, “lugar de la cola de papel”. Ocupó la Atarazana el lugar de lo que anteriormente fuera un adoratorio dedicado a alguno de los dioses mexicas, sin saberse exactamente a cuál. Desde la Plaza Mayor, se llegaba a la Atarazana por la actual calle de Guatemala, antigua calle de Los Bergantines.

La fortaleza estaba construida una parte en tierra firme y otra sobre el agua. Tenía tres puertas lacustres que llevaba a tres galerías interiores. Contaba la Atarazana con una torre llamada Templum ubi orant, y un embarcadero que le sirvió a Hernán Cortés para atracar los famosos trece bergantines que empleó en la toma de Tenochtitlán. Como diría el Capitán: Puse luego por obra, como esta ciudad se ganó, de hacer una fuerza en el agua, a una parte de esta ciudad en que pudiese tener los bergantines seguros, y desde ella ofender a toda la ciudad si en algo se pudiese, y estuviese en mi mano la salida y entrada cada vez que yo quisiese…

Así pues, en caso de alguna rebelión por parte de los indios, los españoles tenían asegurada su escapatoria de la isla en los bergantines. Las piezas de artillería, los instrumentos, y pertrechos de las naves se guardaban dentro de la Atarazana en una bodega localizada en su parte trasera. En el piso de arriba se encontraban las habitaciones de don Francisco de Solís, el alcaide de la fortaleza, y una cárcel casi siempre plena de presos.

Hacia 1535, las aguas del lago empezaron a disminuir, por lo que la Atarazana corría un grave peligro de dañarse y, por supuesto, los bergantines no podían zarpar en esas condiciones. Debido a ello, las autoridades de la Nueva España, encabezadas por el primer virrey don Antonio de Mendoza, pensaron en la posibilidad de trasladarla a la calle de Tacuba. Sin embargo, en 1550 seguía en el mismo lugar muy destruía, deteriorada, y apuntalada para que no se cayese. En tales condiciones el edificio se mantuvo hasta principios del siglo XVII. 

Cabe la triste gloria a la Atarazana el haber sido el primer edificio construido en la capital de la Nueva España: la Ciudad de México, y el haber albergado a los bergantines del capitán Hernán Cortés con los cuales derrotó a los valerosos tenochcas.

LOS SANTOS REYES MAGOS



A estos santos monarcas también los conocemos como los Reyes Magos. Cuando Jesús nació en Belén unos magos, procedentes de Oriente, llegaron hasta su pesebre con el fin de ofrecerle regalos al recién nacido, pues sabían que se trataba del Mesías, el hijo de Dios Padre y Salvador de la Humanidad. Cada uno de los magos en su palacio, situado en la ciudad de Sava en Persia, había visto una estrella que anunciaba el nacimiento del Niño Dios, y había decidido ir a venerarlo a Belén.

Montados en un camello, un elefante y un caballo, según la más conocida tradición, y cargados de un precioso tesoro consistente en varios kilos de piedras preciosas, collares, plumas de avestruz, bálsamos, cofres de áloe, ébano y sándalo, llegaron hasta el humilde pesebre sobre el cual la estrella se detuvo para señalar el recinto sagrado. Tenía tres días de nacido el Niño, cuando recibió las ofrendas y les dio a los reyes a cambio un cofrecito que contenía una piedra, la cual simbolizaba el hecho de que tenían que ser firmes y constantes en su fe. Pero como los magos desconocían su significado, arrojaron la piedra a un pozo; hecho lo anterior, desde una nube bajó una enorme llamarada hasta la piedra. Entonces los magos comprendieron que la piedra era un talismán y tomaron parte del fuego para llevarlo a sus respectivos lares y mantenerlo encendido y utilizarlo en los holocaustos sagrados.

En cuanto a la estrella que se les apareció a los Reyes Magos, un director del observatorio del Vaticano, jesuita irlandés apellidado Treanor, publicó en el Oservatore Romano que la estrella fue la conjunción, demostrada posteriormente por métodos modernos y científicos, de Júpiter y Saturno, bajo el signo de Picis, en el año 7 de la era cristiana. Este fenómeno fue pronosticado y observado por astrónomos babilónicos y persas, por lo que los Reyes Magos la asociaron con el nacimiento del Mesías. En realidad, los Reyes Magos fueron sacerdotes del mazdeísmo, antigua religión persa basada en Ahura Mazda u Ormuz en idioma avéstico, suprema deidad del zoroastrismo, y en el Zend-Avesta, la colección de textos sagrados persas. Constituían una casta muy cerrada de carácter sumamente austero. En Persia, los magos se distinguían por su afición al estudio, pues eran verdaderos astrólogos y teólogos. Sus principales funciones consistían en mantener el fuego sagrado dedicado a los dioses, estudiar el curso de los astros y descifrar el significado de los sueños.

En algunas de las primitivas pinturas cristianas encontradas en las catacumbas romanas, donde se practicaban clandestinamente las primeras ceremonias, aparecen más de tres Reyes Magos: cuatro, seis y hasta doce de ellos dedicados a adorar al Santo Niño. No fue sino hasta el siglo V, cuando el Papa León I decretó que los Magos habían sido tres, posiblemente porque cada uno representaba a una raza de las entonces más relevantes; pues es sabido que Melchor representa la raza aria, Gaspar la semita, y Baltasar la camita o negra. Beda el Venerable, eclesiástico inglés y doctor de la Iglesia, nos relata que Melchor era un anciano de larga y poblada barba; Gaspar, joven, lampiño y rubio, y Baltasar negro y de tupida barba.

En cuanto a sus apelativos no han sido iguales en todos los países. Sabemos que los etíopes los llamaban Ator, Sater y Paratoras; los hebreos los conocían como Magalath, Galhalath y Serakin; los sirios les denominaron Kagpha, Badadilma y Badakharida, y los griegos les pusieron los nombres de Apelicón, Amerín y Damascón. Los nombres con que los conocemos actualmente quedaron consignados, en el siglo VII, en un documento anónimo que se conserva en la Biblioteca Nacional de París.

Cuando los Reyes Magos murieron, se les enterró en Persia en sepulcros de gran lujo y belleza, colocados uno junto a otro. Hasta el siglo XIII los cenotafios, tumbas monumentos conservaron los cuerpos intactos, con sus largas barbas y cabelleras, muy cerca del Cala Atepereistán; o sea, el alcázar de los adoradores del fuego.

En el siglo IV, Santa Elena, madre de Constantino, primer emperador romano convertido al cristianismo, se llevó los restos de los magos de su sepulcro, por considerar que se encontraban en manos de infieles, y los depositó en un inmenso sarcófago de granito que mandó construir en Bizancio, capital antiguo imperio romano de Oriente, Imperio Bizantino.

Pasado medio siglo, un obispo de Milán, San Eustorgio, trasladó de Bizancio a su Diócesis los sagrados cuerpos. Para tal efecto, utilizó un carro tirado por bueyes. Sobre el camino que debía recorrer el santo en su misión, resplandeció la estrella que había brillado y guiado a los Santos Reyes hacia Belén cinco siglos antes. Cuando pasaban por los Balcanes, un lobo hambriento agredió a uno de los bueyes y le dejó imposibilitado para halar. Entonces, el fraile domó al lobo y lo ató a la yunta para que reemplazase al animal de tiro. Al llegar a su destino,  la ciudad de Milán, mandó edificar una hermosa tumba para que los creyentes pudieran visitarle en peregrinación.

Pero estaba escrito que los Reyes no descansasen en paz. En 1162, Federico Barbarroja, emperador de Occidente, en una de sus expediciones a Milán saqueó la regia tumba y su consejero Reinaldo de Dassel, le pidió llevarse los restos. Sin embargo, cuando acudió por ellos, los sacerdotes del templo negaron que ahí estuviesen los tres Reyes Magos, y lo engañaron diciéndole que en esos sarcófagos sólo se encontraban los cadáveres de Dionisio, Rústico y Eleuterio, santos venerados, pero de no mucha importancia. Escéptico, Reinaldo mandó levantar la lápida que los protegía y encontró las tumbas vacías, pues manos piadosas se habían anticipado llevándose los restos a la iglesia de San Gregorio el Palazzo. Reinaldo, indignado, decidió buscarlos arduamente hasta encontrarlos y llevárselos hasta la ciudad de Colonia Agripina, llamada así en honor de las madres de Nerón, hoy en día conocida simplemente como Colonia.

Para poder recibir a todos los peregrinos que año con año acudían a la ciudad a honrar a los Reyes Magos, Federico Barbarroja emprendió la construcción de una gran catedral. En 1248, el arzobispo Conrado de Hostaden colocó la primera piedra de lo que sería la Catedral de San Pedro. Terminada la obra, Maese Nicolás de Verdun elaboró una urna de oro y plata que pesaba 350 kilos, en la que se conservaron las reliquias.

En 1495, Rodrigo Borgia, después convertido en el Papa Alejandro VI, a instancias del duque de Milán Ludovico el Moro, le pidió al arzobispo de Colonia la restitución de los santos despojos que les fueran quitados. Sin embargo, el clérigo se rehusó. Tampoco tuvieron éxito las gestiones del Papa Pío IV, de origen milanés, ni de Gregorio XIII, ni el rey de España Felipe II, quien a la sazón gobernaba el Milanesado. Tiempo después, un cardenal de Milán llamado Ferrari, obtuvo la devolución de una tibia, un húmero y un esternón. Durante la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de los huesos permanecieron en Colonia de donde desaparecieron. Actualmente, nadie sabe dónde se encuentran.

Del tesoro de los Reyes Magos sí tenemos noticias. Se dice que desde el siglo IV se guardan en el monte Athos, cerca se Tracia, en Grecia. En dicho monte existen varios conventos en los que se custodian, además de manuscritos pre medievales y medievales, las joyas de los emperadores bizantinos, fragmentos de la Santa Cruz, y los fabulosos tesoros que recibiera el Niño Dios de parte de los Reyes Magos.

viernes, 5 de diciembre de 2014

EL UNIVERSO DE LOS NAHUAS



Cuentan los abuelos de Chicontepec, Veracruz, que los dioses formaron al universo y a las personas en varias etapas.


En la primera de ellas los hombres fueron hechos de barro. Se alimentaban de tierra y piedras. Pero un día llegaron unas fieras llamadas Tecuanimeh y destruyeron al mundo. Los dioses no desistieron y crearon a unos nuevos seres de papel. Se nutrían de la corteza de los árboles. Pero tampoco vivieron mucho y desaparecieron a causa de huracanes.


Los dioses insistieron en su faena y decidieron crear a los hombres de madera que comían ojite y madera, pero también terminaron mal, pues murieron todos quemados. Los dioses no se daban por vencidos y dieron vida a hombres cuya carne era de tubérculos, los cuales también les servían como nutrimento. Como los tubérculos estaban cosidos, los hombres se comían unos a otros, los dioses decidieron castigarlos y desaparecerlos por medio de terribles inundaciones. Ompacatotiotzih, el dios máximo, ayudado por otras deidades, creo entonces  una pareja con los huesos de los antepasados, pasta de maíz y frijoles, la cual cobró vida gracias al sol, el viento, fuego, y el agua.


El dios quiso hacer la Tierra plana y cuadrada para que los tlamameh la sostuvieran en cada una de sus esquinas, asentados en el piso del Inframundo, donde había vivido la anterior camada de hombres. Estos cargadores hicieron un plano superior para que fuera el Cielo. A cada esquina correspondía un rumbo sagrado, determinado por el movimiento del Sol, las lluvias y la muerte. El Oriente, llamado Inesca Tonath,


El Lugar donde sale el Sol, simbolizaba el color rojo; al Poniente, Ihuetzica Tonatih, El Lugar donde se oculta el Sol, correspondía el color amarillo; el Norte, Inesca Xopanatl, El Lugar donde surge la Lluvia, se representaba con el color blanco; y el Sur, Mihcaohtli, El Camino de los Muertos, era de color negro. A los lados del Cielo y de la Tierra, existen unas paredes que contienen a las aguas del mar, son las Faldas de la Tierra, las Tlalcueitl. 


Desde entonces, el Cielo cuenta con siete capas cuadradas, llamadas Ehecapa, Lugar de los Vientos, donde viven el aire y los vientos buenos y los malos; sigue la capa Ahuechtla, donde se encuentra el rocío; la tercera corresponde a Mixtla, Donde moran las Nubes y el Granizo; después viene Citlalpa, el Lugar de las Estrellas; continúa la capa llamada Tekihuahtla, Donde se encuentran las Autoridades, los Tlamocuitlalhuianeh; sigue la capa denominada Teopanco, donde moran los santos católicos y las deidades prehispánicas como Ompacatotiotzih, Chicomaxóchitl, Macuilixóchitl, Tonatih, Meetztli, y Tlacotecólotl. Finalmente, se llega al límite del Cielo donde hay una valla: la Nepancailhuicac. Este último sitio es oscuro y sirve de tiradero a los dioses. En la parte superior de la Nepancailhuicac viven los colibríes que acompañan al Sol durante el mediodía.


Por su parte, el Mictlah, el Inframundo está formado por cinco capas. Da inicio la Tlaketzaltla, Lugar de Horcones, donde se encuentran los cargadores de la Tierra ya mencionados; en la siguiente capa viven el Monstruo de la Tierra y una tortuga donde están parados los cargadores; Tlalhuitzoctla, el siguiente escalón, alberga a losTlalhitzocmeh, los gusanos; en seguida, se sitúa la Tzitzimitla donde viven las tzitzimime y todos los fantasmas encargados de provocar sustos a los humanos. Sigua la capa llamada Mihcapantli, donde habitan Mikistli, el dios de los muertos, y Tlacatecólotl Tlahueliloc, el Hombre Búho Enojado. Así está conformado el universo de los nahuas.

jueves, 4 de diciembre de 2014

UN CAMIÓN INCENDIADO POR LOS CHANEQUES



Juan Aldama y su hermano Demetrio quedaron sorprendidos. A unos cuantos metros de donde se encontraban, sobre la carretera 180, vieron un camión de carga que, incendiándose y haciendo ruido con la bocina, transitaba dando tumbos sobre la costera del Golfo de México.

Los hermanos Aldama, campesinos y vecinos de Las Palmas, en el Estado de Veracruz, declararon que vieron al camión cuando venía ardiendo sobre la carretera. Eran aproximadamente las 16:00 horas del 25 de mayo de 1973. El “camión incendiado por los chaneques”.

De inmediato acudieron a prestar ayuda al conductor, una vez que éste logró detener el camión sobre la cuneta.

Lo bajaron y auxiliaron: no tenía ninguna quemadura de importancia pero gritaba, exaltado, que se había quedado sin frenos y que se quemaba. Entre todos intentaron apagar el fuego, pero nada pudieron hacer para sofocarlo.

Las llamas se propagaron rápidamente quemando las tarimas de madera y todo el material combustible sobre el vehículo. Los asientos, en la cabina del conductor, se convirtieron en cenizas y algunos de sus resortes se doblaron por el calor; las llantas continuaron quemándose por varias horas. El conductor del camión, una vez repuesto del susto, huyó con rumbo desconocido.

El siniestro fue reportado en varios periódicos de la República Mexicana, llegando a aparecer en el Novedades, uno de los principales diarios de la capital mexicana.

Las compañías e seguros y los Ministerios Públicos reciben al mes varios reportes de autos y camiones quemados por diversas causas, principalmente debido a accidentes automovilísticos. Sin embargo, estos accidentes no son tan importantes como para que su crónica aparezca en la mayor parte de los periódicos del país. ¿Qué tenía de especial este caso para que se le diera tanta importancia?

Siete días antes había ocurrido otro siniestro similar muy cerca de ahí. Un caso que ha entrado en la historia de la ufología mexicana como “el caso del camión quemado por los ovnis”. Este suceso ocurrió en el mismo estado de Veracruz y, supuestamente, estuvieron involucrados unos diminutos seres conocidos en la zona con el nombre de chaneques.

Como bien ha apuntado Héctor Escobar, el caso de Las Palmas no era más que una copia del suceso ocurrido el 18 de mayo en Cintalapa, aunque más simple. La diferencia entre ambos era que en Cintalapa, como veremos, los elementos que no se queman fácilmente fueron los que, supuestamente, ardieron, y en Las Palmas, se dijo, no se quemaron los productos combustibles.

Como elementos de extrañeza se apuntaron: que el parabrisas de cristal del camión no se había quemado; que en las cercanías del camión se hallaron fragmentos de cartón y de mica silicato aluminicopotàsico hidratado con cantidades variables de Magnesio, Manganeso, Fierro y Titanio sin quemar; y que también se encontró un costal de yute fibra de henequén sin dañar.

En cuanto al cristal y a la mica no era tan extraño que no hubieran sufrido daños, ya que el primero era un parabrisas del tipo de cristal templado y la segunda, como se sabe, en algún tiempo se utilizó como aislante térmico en algunos aparatos eléctricos.

El pedazo de cartón tal vez no pertenecía al camión o llegó al lugar con el viento, y el costal del yute era del mismo tipo del que utilizan los campesinos de la zona para guardar sus cosechas.

Los hermanos Aldama lo habían utilizado para tratar de apagar el fuego, probablemente lo dejaron olvido.

En realidad nada había de misterioso. Ni siquiera la huída del conductor, pues seguramente por algún error suyo en el mantenimiento o la conducción del camión, había sufrido este incendio o temía que le acusaran y le obligaran a pagar los destrozos.