"LA PAZ ES UN TESORO... QUE SOLO NECESITA SER BUSCADO"
sábado, 29 de junio de 2019
jueves, 27 de junio de 2019
UNA ORACIÓN
Padre-Madre,
respiración del la vida, fuente del sonido, acción sin palabras, creador del
cosmos.
Haz brillar tu luz dentro de nosotros, entre nosotros y
fuera de nosotros, para que podamos hacerla útil.
Ayúdanos a seguir nuestro camino respirando tan solo el
sentimiento que emana de ti.
Nuestro yo, en el mismo paso, pueda estar con el tuyo,
para que caminemos como reyes y reinas, con todas las criaturas.
Que tu deseo y el nuestro, sean uno solo, en toda la luz,
así como en todas las formas, en toda existencia individual, así como en todas
las comunidades.
Haznos sentir el alma de la tierra dentro de nosotros,
pues de esta forma, sentiremos la sabiduría que existe en todo.
No permitas que la superficialidad y la apariencia de las
cosas del mundo nos engañen, y nos libere de todo aquello que impide nuestro
crecimiento.
No nos dejes caer en el olvido de que tu eres el poder y
la gloria del mundo, la canción que se renueva de tiempo en tiempo y que todo
lo embellece.
Que tu amor esté sólo donde crecen nuestras acciones. Así
sea.
sábado, 22 de junio de 2019
viernes, 21 de junio de 2019
HILARIA
La
leyenda que a continuación relataremos forma parte de la tradición oral del
estado mexicano de Aguascalientes. Nos dice la narración que en tiempos pasados
moraba en el Barrio de la Triana, barrio que forma parte de la capital del
estado mencionado, vivía una joven que sobresalía por su belleza y donaire, e
hija de un próspero comerciante, cuyo nombre era Hilaria. Como era tan
atractiva muchos hombres la cortejaban enamorados de ella. Y las mujeres, por
supuesto, le tenían una envidia verde.
La chica tenía el pelo
largo y muy rizado de color oscuro, y si bien era bonito naturalmente, ella lo
cuidaba con esmero para acrecentar su belleza. Su cara morena clara tenía unos
ojos oscuros de largas pestañas, boca grande y roja y fina nariz. Además, era
dulce, piadosa y casta. Acudía a misa todos los domingos muy elegantemente
vestida, y para la ocasión cubría su cabellera con un rebozo de seda.
A todos los pretendientes
la muchacha solía rechazarlos por considerar que no se encontraban a su altura,
pues no dejaba de ser un tanto pretensiosa. Cierto día uno de estos enamorados
que era muy feo y agresivo, fue a buscarla a su casa y, sentado en un sillón de
la sala, le declaró su amor. Por supuesto que la joven le rechazó. Despechado,
el hombre al que llamaban Chamuco, empezó a acosarla y a decirle que se la iba
a raptar.
Ni
que decir tiene que Hilaria estaba muy asustada ante el acoso y las amenazas,
por lo cual decidió acudir al cura de la iglesia que era su confesor, en busca
de apoyo y consejos. El sacerdote escuchó las quejas de Hilaria y le dijo que
no se preocupara que se arrancara uno de sus largos y rizados cabellos, y que
le dijera a Chamuco cuando lo viera que fuese a verlo.
En cuanto se volvió a
encontrar con el Chamuco, la muchacha le dijo que el cura deseaba verle. El
patanzuelo se dirigió a la iglesia para atender al llamado. Cuando estuvo
frente al religioso éste le dijo: – Mira, Chamuco, Hilaria te corresponderá el
día que logres alisar uno de sus cabellos tan rizados. Aquí tengo uno que ella
me dejó para que te lo diera, tómalo y cuando haya quedado completamente lacio,
ella corresponderá a tus requerimientos.
El Chamuco tomó el cabello
y aseguró que en quince días el cabello dejaría de ser rizado. Sin embargo, por
más intentos que hizo el hombre no podía alaciar el cabello que cada vez se
ponía más chino. Se encontraba tan desesperado que decidió invocar al Diablo
para que le ayudara en la difícil tarea a cambio de su alma. Cuando apareció el
Demonio tomó el cabello y quiso alaciarlo, pero tampoco pudo por más intentos
que hizo. Después de emplear muchos métodos infructuosos, el Diablo dejó el
cabello, que con cada intento se había rizado más, y desapareció frustrado y
sumamente enojado por su fracaso.
El Chamuco tomó el pelo y
muy triste se dio cuenta de que Hilaria nunca sería su mujer. Había fracasado
en su intento. Así fue como Hilaria se vio libre de ese horripilante hombre
acosador.
martes, 18 de junio de 2019
LA CARRETERA
Una
de las historias populares más macabras entre las creadas en el siglo XX es la
que hace referencia a un conductor que en el último momento decide no recoger a
un viajante.
Generalmente el narrador
comienza diciendo: "¿Te conté lo que le ocurrió a mi amigo? Bueno, de
hecho fue a su primo…". Y continúa así: Un automovilista va conduciendo
por una carretera, cuando ve a un hombre joven con el pulgar levantado. Al disminuir
la velocidad para recogerlo queda consternado al ver que detrás de los arbustos
o árboles de la carretera asoman dos o tres compañeros suyos.
Considerando quizá que
están abusando de su generosidad, o tal vez alarmado ante la posibilidad de que
se trate de una banda de ladrones, el conductor decide en el último momento no
recogerlos. Los viajantes se encuentran ya bastante cerca del coche, pero el
conductor pisa el acelerador a fondo y se aleja tan rápido como puede. Los
viajantes parecen enojados: gritan y chillan mientras el automovilista se
aleja.
Feliz de haber logrado
escapar a tiempo, el conductor sigue su camino unos kilómetros sin detenerse.
Después, al comprobar que el indicador de la gasolina se acerca al cero, se
para en una estación de servicio.
Acto seguido observa que el
operario de la estación de servicio, lívido como la cera, se aparta horrorizado
del coche. El conductor baja para ver qué es lo que pasa, y queda paralizado de
horror ante lo que ven sus ojos.
sábado, 8 de junio de 2019
VIVIR
Vivir es un proceso que implica estar
en constante evolución, ubicar piezas, ir construyendo, y así sentir que
realmente estamos creciendo. Parece ser un juego de arma todo, en el cual
elegimos la ficha que queremos colocar, con el peligro de no encontrar la
precisa, o no saber que armar y nos quedamos acomodados contemplando la obra
por donde vamos, pensando qué hacer, reflexionando si es necesario quitar,
reubicar, romper o volver a empezar; esas fichas pueden ser personas, decisiones,
pasos, todo aquello que le va dando forma y fondo a nuestro existir y hasta
más.
Ocurrirá también que en el afán de
vivir y ser feliz, ubiquemos piezas mal acomodadas, tengamos elecciones
equivocadas, nos saltemos etapas, queden baches o imperfecciones en nuestra
construcción y se venga abajo nuestra edificación; o suele suceder que antes de
que se derrumbe por sí sola, sea necesario romperla, aunque ese desprendimiento
y acomodamiento desgarre el alma y duela, porque mientras que se den pasos equivocados,
algo funcionará mal, no podremos experimentar paz; y aunque cueste
desacomodarse, dejar ir, romper o soltar, debemos hacerlo, ser fuertes, capaces
de arrancar y derrumbar aquello que quizás no nos ayudará a crecer ni
avanzar.
Este construir, ubicar, desacomodar,
romper y volver a empezar; es un proceso constante que debemos vivir para
crecer por dentro, no detenernos en el intento y luchar por lo que realmente
implica ser feliz.
Ahí aparecen diferentes tipos de
personas, están aquellas que nos orientan, nos dicen que fichas tomar primero,
nos dan luces para que aprendamos a ubicarlas en el lugar preciso y no queden
vacíos, piezas mal colocadas, ni mucho menos añadidas a la fuerza sin quedar
bien encajadas. Pero también están aquellos que pretenden que vivamos a su
manera, se apoderan de nuestros fragmentos, apartando, tomando para ponerlas a
su antojo, sin tener en cuenta lo que realmente soñamos, necesitamos y
queremos.
Son procesos que no se miden, ni se
encasillan en el tiempo; se dan sin programarse, simplemente cuando
experimentamos por dentro que debemos hacerlo; porque habrá instantes en que
sentimos que algo nos incomoda, nos duele o nos hace sentir vacíos, será
necesario revisar lo que hemos construido, detectar cualquier espacio que haya
quedado, o descubrir el pedazo que está mal acomodado o elegido de forma
equivocada; es ahí cuando hay que corregir, reparar, quitar, reubicar,
desprenderse, romperse, pero no permitir acomodarse y seguir construyendo sobre
lo que no tiene base o está mal.
Todo lo que exige de nosotros cambio,
transformación, cambiar la rutina, romper, arrancar y volver a empezar, suelen
ser pasos muy difíciles de dar, que requieren nuestra mayor fuerza, fe y
voluntad. Pero es necesario hacerlo, poner lo mejor de cada uno, confiar en
Aquel que se inspiró en nuestra vida y quiere desde nuestra pequeñez cosas
grandes lograr; no nos detengamos en el intento, procuremos cada día mover una
pieza, colocar otra, aportar así sea un granito de arena, romper lo que no esté
bien, pero siempre construir, crecer, renovar, avanzar y transformar.
jueves, 6 de junio de 2019
ESOS OJOS QUE NOS MIRAN
Hay miradas
que expresan aún más que mil palabras, pueden destruir o construir,
animar o deprimir; amar o quizás odiar; y aunque la persona
no quiera hablar, no puede ocultar lo que siente, pues hay ojos
que gritan lo que en el alma hay.
En un mundo
que vive de apariencias y que la forma se hace primordial
para la sociedad, los ojos suelen ser los que aprueban o rechazan,
exploran por fisgoneo o intentar mirar a fin de conocer, valorar
o burlarse y hasta hacer sentir mal; se detienen ante lo distinto,
pasan desapercibido aquello que no les inspira nada o les parece
igual, son curiosos ante lo nuevo, no se resisten ante la diversidad,
no se miden en su manera de observar al otro y muchas veces
no saben el efecto que pueden causar.
He ahí que
lo que más duele o puede incomodar es la forma como nos miran
a veces los demás, ante nuestra apariencia, nuestra forma de vestir
o actuar; siempre estamos a la expectativa de los ojos que nos
observan temiendo encontrar en ellos algo que nos pueda indisponer
y afectar. Y en ese afán de querer agradar, de considerarnos
pieza del mundo o ir acorde a las exigencias que ha trazado
la misma humanidad; nos esforzamos por hacer parte de ese modelo
de aceptación que entra dentro del concepto de normalidad, queremos
encajar en la moda, ir al ritmo que otros nos tocan, porque nos
da temor llegar a pensar que no podemos asumir las condiciones impuestas
y que podremos ser rechazados por no ser y hacer lo que son
y hacen los demás.
Nos vemos
una y mil veces ante el espejo, intentando descubrir en él los
ojos que en el mundo nos ven, para saber lo que pueden llegar a pensar
o decir, nos convertimos en nuestros propios jueces, olvidando
lo que realmente queremos o lo que más cómodo nos haga sentir;
nuestro mayor miedo está en la manera como puede reaccionar el
resto de la humanidad.
¿Y qué
pensarán o sentirán aquellos que por creatividad del Dios Creador,
rompen todos los esquemas y su apariencia externa es notoriamente
diferente a lo que el mundo llama normal? ¿Cómo harán para
enfrentar cada día los ojos que les miran de mil formas, por gnorancia,
sin prudencia y sin imaginar los sentimientos que pueden generar
miedo, tristeza, angustia, incomodidad y soledad?
Hay una
manera de protegernos, saber asumirlo y superarlo; es amarnos
plenamente, estar seguros de lo que somos, lo que podemos hacer
y dar, sentirnos inspiración de Dios, no son los otros quienes
miden el valor que tenemos, no es la forma y figura lo que ante
los ojos de Dios suele importar, El se goza con lo diverso, pone
el toque de su perfección en el alma y en la capacidad que cada uno
tiene de servir y amar; lo externo es frágil y envejece, al morir
se pudre y nada de lo externo prevalece; además es común que muchos
de los que gozan de admiración por su belleza física, muy poco
logran descubrir o experimentar si son sinceras las miradas o el
afecto que le han de profesar.
La actitud
que asumamos puede formar a los ojos de la sociedad, con una
sonrisa que se devuelva a cambio, con un gesto de paz y si no hacen
caso entonces ignorarlo, no permitir que nada nos derrumbe ni afecte,
porque no tienen derecho a debilitar la autoestima, los
sueños y la fuerza para hacerlos realidad. Todo está dentro de nosotros mismos, somos los que decidimos que nos puede hacer daño o qué nos sirve para crecer y avanzar.
sueños y la fuerza para hacerlos realidad. Todo está dentro de nosotros mismos, somos los que decidimos que nos puede hacer daño o qué nos sirve para crecer y avanzar.
Hace parte
de la cultura material, las miradas, el vivir de
apariencia,
el ver tan solo lo de afuera y no saber ir al fondo;
porque
sólo se puede ver bien con el corazón, lo esencial es nvisible
para los ojos que no han aprendido a ver más allá.
miércoles, 5 de junio de 2019
CONSTUIR Y REPARAR
Vamos por el mundo, quizás sin pensar, el efecto que
causa en el universo, la palabra dicha, la acción realizada, aquello que
omitimos, el pensamiento construido, el paso que dimos.
Nos dejamos llevar de los instintos o simplemente por lo
que sentimos; olvidamos que quienes nos rodean son los que reciben, lo que
expresamos, damos, hacemos o decimos.
No se puede devolver el tiempo, lo dicho y hecho, dicho y
hecho está... no vuelve a renacer la flor que se ha marchitado; ni logra ser el
mismo, un corazón que con palabras y acciones, ha sido destruido,
quebrantado...
Nos adueñamos de la razón, cuesta tanto reconocer el
error, y es mucho más difícil aún pedir y ofrecer perdón. Duramos mucho tiempo
construyendo, lo que en un segundo, con una sola palabra, se puede acabar...
El mundo sería diferente, si optáramos siempre por
construir o reparar, con una sonrisa, una mirada dulce, un abrazo; en vez de
decir ofensas, dar una bofetada o simplemente seguir de largo, ser testigo del
dolor y no hacer nada... hay que pensar bien antes de actuar o de hablar, así
tendríamos la oportunidad de elegir, si queremos edificar o derrumbar...
A nuestro paso vamos dejando huellas, que quizás no
logramos ver; de nosotros depende que alguien vuelva a creer o tenga miedo y
prefiera no volver a confiar jamás.
Quizás
hasta preguntarán: ¿Qué hacer ante la ofensa, la mala acción o el insulto
recibido? Es fácil hablar de construir o reparar; pero que difícil es vivirlo
sobre todo cuando el corazón ha sido herido.
No podemos hacer del dolor y la destrucción, una cadena
que vaya arrasando por su paso a quien encuentre en el camino; no gana el que
más haya herido o destruido, ni es más grande quien haga derramar más lágrimas
o logre llegar a ser temido. Gana el que evita la discusión, el que devuelve
amor a cambio de odio y rencor; el que sabe callar a tiempo, el que tiene el
valor de pedir y ofrecer perdón, el que hábilmente reconoce su error, el que no
deja de creer a pesar del dolor; el que no se rinde de buscar a la luz aunque
vea todo oscuro a su alrededor; porque tarde o temprano, el que busca
encuentra, el que da recibe, el que siembra cosecha, el que repara y construye,
logrará algún día vivir en el mundo ideal con el que sueña, y dejará a su paso,
huellas de amor y paz.
Construir y reparar, ¡se puede!... solo hay que atreverse
a amar, no dejar de creer, y lo mejor de sí mismo dar...
BARTOLO SARDANETTA
En
la Calle de don Bartolo de la Ciudad de Querétaro, se encuentra una casa
conocida como La Casa de los Espantos. Esta casa, que ahora lleva como
dirección en número 23 de la Calle de Pasteur Sur, cuenta con una terrible
leyenda.
En dicha casona vivía, a
finales del siglo XVII, un señor que se llamaba Bartolo Sardanetta, mejor
conocido por su apodo: El Segoviano. Don Bartolo era un español sumamente rico.
Su fortuna la debía al hecho de ser un prestamista que cobraba intereses muy
altos a las necesitadas personas que acudían a él con la esperanza de remediar
sus infortunios económicos. Cuando no le pagaban lo adeudado, el usurero se
quedaba con los terrenos y las casas que los incautos le habían dejado en
garantía.
Bartolo era un hombre
solitario. En su casa solamente estaban los sirvientes y una hermana suya que
fungía como ama de llaves. Corría el rumor por la ciudad de que El Segoviano
estaba muy enamorado de esa hermana.
Un
día en que era su cumpleaños, decidió hacer una fiesta como solía hacerlo en
tal fecha. Llegó la noche y cuando se encontraba reunido con sus conocidos de
la ciudad, hizo un extraño brindis y dijo: -¡Señores y señoras, brindo por mi
hermosa hermana, por mi alma y por el 20 de mayo de 1701! Todos los invitados
brindaron, aunque no entendieron muy bien el brindis en lo referente a la fecha
mencionada.
Pasó un año, y al llegar la
fecha del 20 de mayo de 1701, por la noche, en la bella casa de don Bartolo se
escuchó un terrible ruido que espantó sobremanera a los vecinos que lo
escucharon, quienes optaron por entrar a ver de qué se trataba tan espeluznante
alboroto. Junto a la cama de El Segoviano, encontraron el cuerpo sin vida de la
hermana quien había sido estrangulada. Y pegado al techo podía verse el cadáver
del hombre.
Nunca nadie supo qué había
sucedido con los hermanos. Fue un misterio hasta ahora no resuelto.
martes, 4 de junio de 2019
EL TEMPLO DE SAN JUAN CHAMULA
El
pueblo de San Juan Chamula se encuentra ubicado en los Altos de Chiapas, a diez
kilómetros de San Cristóbal de las Casas. En él habitan los indios tzotziles.
De ellos nos ha llegado una leyenda acerca de su iglesia, la cual nos relata
que hace ya mucho tiempo vivía en el pueblo un negro que era terriblemente
malo. Se trataba de un brujo con muchos poderes sobrenaturales que podía
enfermar y matar a quien quisiese sin emplear ningún tipo de arma, tan solo con
su terrible mirada. Nadie sabía quién era ni de dónde había venido, solamente
se sabía que con sus poderes era capaz de comunicarse con la naturaleza, con
plantas, piedras y animales. De sobra está decir que era temido por todos.
En aquel entonces San Juan
Chamula no tenía iglesia, lo que causaba preocupación a los habitantes.
Entonces, decidieron dirigirse al chamán negro para que los ayudara con su
magia a construir una iglesia donde poder llevar a cabo los rituales de sus
creencias religiosas. El hombre negro, a pesar de ser tan malo, decidió ayudarlos
y para ello empezó a recorrer el poblado acompañado de algunos tzotziles. En un
momento dado interrumpió su caminata y se detuvo hacia el norte y empezó a
girar y a girar al tiempo que silbaba fortísimo, cual si fuera una fuerte
ráfaga de viento. El sonido del silbido se fue propagando por las altas
montañas y se produjo como un eco en los cuatro puntos cardinales.
Al
escuchar el silbido las piedras de las montañas comenzaron a moverse y se
fueron convirtiendo en carneros de color blanco y negro. Los indígenas miraban
espantados lo que sucedía. Los otros animales de los cerros muy aterrorizados
por el fenómeno corrían desenfrenadamente, para alcanzar a llegar al sitio
donde se encontraba el chamán negro. El primer carnero negro que llegó al sitio
señalado por el chamán, el líder, dio un gran salto y cuando cayó a tierra se
volvió a transformar en piedra. Los demás carneros fueron llegando poco a poco
y, convirtiéndose en piedras, se fueron amontonando hasta formar las paredes de
la iglesia de San Juan Chamula.
El chamán negro dejó de
silbar cuando vio que la iglesia estaba ya construida. De todos los cerros
llegaron piedras, menos de uno que se encuentra ubicado hacia el sur, al que se
conoce con el nombre de Chajancanvitz, que significa en totzil Cerro de las
Piedras Haraganas.
El templo fue dedicado a
San Juan Bautista quien con sus increíbles poderes había secado Ciénegas para
que los chamulas pudiesen asentarse ahí y formar su poblado. Su fiesta se
celebra el 24 de junio.
lunes, 3 de junio de 2019
OTRA OPORTUNIDAD
En ese
reconocer nuestra propia humanidad, tenemos la certeza que mientras se nos de un día más de vida,
obtenemos otra oportunidad. De
levantarnos si hemos caído, de reparar si por nuestra fragilidad algo hemos destruido, de volver a empezar si
por cansancio o temor hemos hecho
un pare o abandonado el camino.
No podemos culparnos de todo lo que pasa a nuestro alrededor, ni sentir cada vez que fallamos que somos lo peor. Mucho menos que no merecíamos el bien que recibíamos, o que si algo valioso hemos perdido, es porque dignos de ello no nos sentimos.
Puesto que hay quienes al experimentar la derrota o el fracaso, se quedan contemplando cómo el auto concepto que tenían de su persona, se les desborona y se les viene abajo; ya que cuesta vislumbrar la propia humanidad y redescubrir en ella el toque heredado de Divinidad,
No podemos culparnos de todo lo que pasa a nuestro alrededor, ni sentir cada vez que fallamos que somos lo peor. Mucho menos que no merecíamos el bien que recibíamos, o que si algo valioso hemos perdido, es porque dignos de ello no nos sentimos.
Puesto que hay quienes al experimentar la derrota o el fracaso, se quedan contemplando cómo el auto concepto que tenían de su persona, se les desborona y se les viene abajo; ya que cuesta vislumbrar la propia humanidad y redescubrir en ella el toque heredado de Divinidad,
Y nos
quedamos estancados en el error, extasiados ante las heridas, lamentándonos por lo que hemos perdido,
esperando lástima o compasión;
creyendo merecidas las dificultades vividas, porque no confiamos en lo que somos capaces de lograr
ni hasta donde podemos realmente
llegar; es más fácil cavilar que hicimos lo que pudimos, que no había más nada que esperar, que dimos
lo poco que teníamos.
Qué difícil
es para muchos quererse a sí mismo, y entrar sin miedo en los rincones más profundos del alma;
confrontar los vacíos, reconocer su
fortaleza y debilidad, definir la propia personalidad, aceptarse tal como se es, sin pretender
imitar a otros o añorar lo que no se
posee ni renegar de lo mucho o poco que se tiene.
Y a pesar de haber caído, de sentir como nuestro vaso se ha roto en mil pedazos y parece imposible de reparar; aunque veamos como el amor que creíamos eterno se nos ha escapado de las manos, o que sintamos perdida esa amistad a la que habíamos entregado la vida; no podemos dejar de tener presente, que cada amanecer que contemplamos, es un don de Dios en el que nos regala otra oportunidad.
Y a pesar de haber caído, de sentir como nuestro vaso se ha roto en mil pedazos y parece imposible de reparar; aunque veamos como el amor que creíamos eterno se nos ha escapado de las manos, o que sintamos perdida esa amistad a la que habíamos entregado la vida; no podemos dejar de tener presente, que cada amanecer que contemplamos, es un don de Dios en el que nos regala otra oportunidad.
Porque no
hay que perder la esperanza de volverlo intentar,
aprender
a creer, desear reconstruir, llenar los vacíos, ser capaces de amarnos, permitirnos reír, llorar,
enojarnos, dejar salir libremente
nuestra fortaleza y fragilidad; sin nada que ocultar ni fingir, sintiéndonos libres de poder expresar
lo que somos, queremos,
añoramos, necesitamos soñamos; y ante todo concedernos nosotros mismos todas las veces que sea
necesario, otra oportunidad.
La vida no
se acaba en el intento, hay quienes aunque su corazón
siga
latiendo; por dentro están muriendo; y los días se les convierte en rutina, donde lo bueno que
reciben lo toman como limosnas que
les da el destino; y aunque suene fuerte esta realidad, son muchas las almas que por miedo a volver a
caer, perder o llorar, se han
negado a sí mismos otra oportunidad.
Sólo se vive
una vez, no olvidemos esa verdad; levantémonos, abramos el corazón, empecemos de nuevo amar, miremos
a nuestro alrededor, aún hay
mucho por hacer; el Amigazo Dios nos ama tanto que nos ha querido dar hoy como ayer otra oportunidad…
el futuro es incierto, no dejemos
de soñar, y que no se nos escape de la mano la vida que gratuitamente se nos da.
UN VERDADERO TRAIDOR
Este militar
y político mexicano, presidente de México entre 1913 y 1914. Era de ascendencia
india, lo cual no fue un obstáculo para que fuese admitido en el Colegio
Militar de Chapultepec, de donde salió, en 1876, con el grado de teniente.
Ascendió los primeros peldaños del escalafón militar en la Comisión de
Cartografía Mexicana, a cuyo servicio dedicó más de ocho años de su vida.
A
lo largo de los diez años siguientes, en los distintos puestos que ocupó en el
seno del Estado Mayor durante la última parte del mandato de Porfirio Díaz,
acumuló experiencia en las fidelidades, traiciones y entresijos de la vida
política. A las órdenes del general Ignacio A. Bravo, Victoriano Huerta (cuya
afición por la bebida era desmesurada, al decir de los historiadores) participó
en 1903 en la represión de las rebeliones de los indios mayas (descendientes
del pueblo prehispánico que forjó la cultura maya),
y posteriormente, durante varios años, en el sometimiento de los indios yaquis
del Estado de Sonora.
En
1910 asumió directamente el mando de la represión de los zapatistas en Morelos
y Guerrero. La mezcla de violencia, brutalidad y traiciones con que se empleó
en las campañas contra los indígenas dan la medida del talante autoritario y
mezquino del futuro usurpador de la presidencia de México, dado que por sus
venas corría sangre india. Como recompensa por los servicios prestados,
Victoriano Huerta fue ascendido al rango de brigadier general.
La crisis del
régimen dictatorial de Porfirio Díaz (1876-1911),
tocado de muerte con la campaña antirreeleccionista de Francisco I. Madero, lo
llevó a participar en una conspiración contra el régimen, no sin antes
solicitar la baja del ejército, aunque ésta le fue denegada. El estallido de la
Revolución mexicana (20 de noviembre de 1910) condujo a una rápida derrota del
ejército del dictador. Gracias a su pragmatismo, Huerta se convirtió en pieza
clave de la comisión que había de acompañar a Porfirio Díaz al destierro.
Durante
la interinidad de Francisco León de la Barra y hasta el nombramiento del
presidente Francisco I. Madero (1911-1913),
Victoriano Huerta se dedicó a combatir con saña y tenacidad a los seguidores
del revolucionario agrarista Emiliano Zapata. Tras ocupar Francisco Madero la
presidencia de la República en noviembre de 1911, el general Huerta decidió
abandonar la milicia, pero posteriormente fue convencido para continuar la
lucha contra los líderes agraristas: Pascual Orozco y Emiliano Zapata; este
último había lanzado el Plan de Ayala, programa político entre cuyas exigencias
se encontraba la inmediata devolución a los indígenas de las tierras que les
habían sido arrebatadas bajo el régimen de Porfirio Díaz.
Huerta
formó en Torreón la División del Norte, derrotó a los orozquistas en Conejos,
Rellano, La Cruz y Bachimba y estuvo a punto de fusilar a Pancho Villa. Poco
después de que el levantamiento de Pascual Orozco fuera
derrotado, el general Huerta y el ejército se convirtieron en la base principal
de la continuidad de la presidencia de Madero por sus conexiones reaccionarias
y gracias también al bloqueo en el suministro de armas con destino a los antimaderistas
impuesto por el gobierno norteamericano. En septiembre, Madero lo nombró
secretario de Guerra en la capital de la República y consiguió derrotar una
nueva rebelión.
Sin
embargo, los violentos sucesos acaecidos durante la llamada Decena Trágica del
9 al 19 de febrero de 1913 habían de cambiar definitivamente el destino de
México. El 9 de febrero de 1913 estalló una segunda sublevación
contrarrevolucionaria dirigida por los generales Reyes y Mondragón. Tras
asaltar la Penitenciaría y liberar al general Félix Díaz, Victoriano Huerta,
que había fingido estar a favor de la presidencia legal de Madero, fue nombrado
por éste Comandante Militar de Ciudad de México, en sustitución del general
Lauro Villar, muerto en los combates.
Pero
Huerta preparaba desde esa posición la traición que le ha hecho pasar a la
historia. Tras reunirse en secreto con los conspiradores y luego con el
embajador de Estados Unidos Henry Lane Wilson (siniestro artífice del llamado
Pacto de la Ciudadela o de la Embajada, como de las dos maneras se le conoce),
Victoriano Huerta diseñó un plan para impedir que llegaran los refuerzos de
Felipe Ángeles a la capital y dio un golpe de Estado.
Con pretexto de darles
protección, Huerta detuvo a Madero y a su vicepresidente, Pino Suárez, a los
que convenció para que renunciaran a sus cargos a cambio de garantizarles la
salida indemnes de la capital. Una vez que sus dimisiones fueron conocidas por
los componentes del Congreso, éstos nombraron presidente interino a Pedro Lascuráin,
cuyo mandato duró escasamente cuarenta y cinco minutos, los necesarios para
renunciar a fin de que el general Victoriano Huerta asumiera la presidencia
"constitucional".
A
partir de ese momento, los días de Madero y Pino Suárez estaban contados. El 22
de febrero los sicarios de Huerta se apoderaron de ambos políticos y, no lejos
del presidio del Distrito Federal, los cosieron a balazos. Para justificar su
muerte se dio como versión oficial la aplicación de la ley de fugas, asegurando
que ambos políticos habían muerto a consecuencia de los disparos cruzados entre
las fuerzas que les custodiaban y unos desconocidos que intentaban liberarles.
Huerta se
deshizo poco a poco de sus principales rivales, dividió a la oposición y se
enfrentó a la Cámara de Diputados, acabando por instaurar en la República un
régimen militarista sangriento que, si bien contó en sus inicios presidenciales
con el apoyo de gran parte de las clases medias, se encontró cada vez más aislado
a medida que el constitucionalismo (liderado por Venustiano Carranza,
que contó con la colaboración de los agraristas Pancho Villa y Emiliano Zapata)
fue obteniendo sucesivas victorias militares.
Su
política, basada en perpetuarse en el poder a cualquier precio, estuvo llena de
desaciertos y, tras prescindir de uno de los políticos en los que se apoyó, el
general Félix Díaz, y disolver el Congreso, se creó nuevos rivales con actos
como las "levas" de pacíficos ciudadanos (para nutrir de carne de
cañón su ejército) y los asesinatos de diputados (como Rendón, Domínguez y
Gurrón) y de profesionales, propietarios y empleados públicos.
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