jueves, 27 de octubre de 2016

LA XTABAY



La Xtabay es el nombre maya de una mujer mitológica,  diosa de los ahorcados, según constata el Códice de Dresde, en cual se puede ver a una mujer ahorcada con dicho nombre. Tal vez esta diosa sea  el origen de la temida Xtabay de la leyenda, quien por las noches atrae con cantos y frases encantadoras a los hombres, los embruja y los destruye. Deja los cuerpos de sus víctimas llenos de mordidas y de rasguños, y con el pecho destrozado por sus garras. La tradición oral  relata que en un pueblo de Yucatán vivían dos mujeres: la una se conocía con el nombre de Xtabay, y llevaba por apodo Xkeban, “prostituta” o “mujer fácil”. Como la Xtabay era de cascos ligeros, aparte de ser poseedora de una belleza deslumbrante, gustaba de hacer el amor con cuanto hombre se lo propusiera, simplemente por el gusto de dar placer. En otra casa del pueblo vivía Utz-Colel, “mujer honesta”, virtuosa, dulce y honesta, jamás había tenido relaciones sexuales con un hombre. 
A pesar de ser disoluta, Xkeban se dedicaba a las obras piadosas y ayudaba a los pobres,  a los menesterosos, y a los animales enfermos o abandonados. Para llevar a cabo sus obras pías no reparaba en vender sus alhajas y la lujosa vestimenta que le obsequiaban los numerosos pretendientes con que contaba. Era humilde, y soportaba con estoicismo las humillaciones y los insultos de la gente del pueblo. En cambio Utz Colel, era egoísta, soberbia, nunca ayudaba a nadie y se burlaba de los pobres; era fría como una serpiente.
En una ocasión, los habitantes del pueblo se dieron cuenta de que la Xtabay no salía más de su casa, nadie la había visto hacía ya un buen tiempo, especularon pero no hicieron nada. Un cierto día, por el poblado se empezó a expandir un fuerte, delicioso y subyugante perfume de flores. Los pueblerinos, intrigados y siguiendo el rastro de tal perfume, llegaron hasta la casa de Xtabay, entraron, y encontraron a la mujer muerta.
Ante tan terrible hecho, fueron a hablar con Utz-Colel, quien al enterarse de la muerte de Xtabay afirmaba que de su cuerpo pecador no podía salir tan magnífico perfume, sino solamente debían emanar olores pestilentes y desagradables, que aquello no era natural y que, seguramente, ese desaguisado era obra de los espíritus malignos, para que la mujer disoluta pudiera seguir atrayendo a los hombres, como acostumbraba hacer en vida la Xtabay. Y decía: -¡Sí muerta Xkeban produce tal aroma, cuando yo muera el perfume que esparciré será maravilloso y divino y muy superior!.
Por piedad, más que por cariño, las personas del pueblo sepultaron a la Xtabay, ya que eran cristianos de buena índole. Al día siguiente de su entierro todos quedaron patidifusos cuando se dieron cuenta que la tumba de la mala mujer estaba llena de magníficas flores que esparcían un extraordinario perfume.
Pasó un cierto tiempo, y le llegó la hora de morir a Utz-Colel. La enterraron, le rezaron y le lloraron, pues como es de suponer, era muy querida de todos por su virtud. Al otro día, la tumba de la mujer piadora exhalaba un terrible olor a carroña y a podredumbre que a todos extrañó y horrorizó.
En la tumba de Xtabay creció una hermosa flor que se nombró Xtabentún, una enredadera grande, lechosa y muy bella que suele crecer en forma silvestre en los caminos y en las tapias. Su néctar era embriagador, como debió de serlo el amor de la Xtabay tan libremente otorgado a los hombres. Por su parte, Utz-Colel se convirtió en Tzacam, una flor que nace de un cactus lleno de espinas y con un olor repugnante, todo el que  quiere tocarla se pica y asquea con su atroz pestilencia.
Ante tal hecho y convertida en esa flor asquerosa, Utz-Colel pensó que no era justo lo que le pasaba, y se puso a envidiar la suerte de Xtabay. Después de mucho pensar, concluyó que tal vez porque los pecados de Xkeban habían sido pecados de amor, se había convertido en una bella y fragante flor. Entonces, decidió imitarla e iniciar una carrera amorosa. Lo que ignoraba era que Xtabay siempre se había dedicado a dar amor generosamente, sin cobrar un centavo, simplemente porque su corazón era muy grande y estaba repleto de amor por los hombres.
Utz-Colel decidió invocar a los malos espíritus para que la ayudasen a volver a la Tierra otra vez en forma de mujer para seducir a cuanto hombre pasara, pero no por amor a ellos ni por tener un gran corazón, sino de manera nefasta y calculada para volverse una bella y fragante flor que oliese tan bien como la Xtabentún.
Así pues, no es la Xtabay quien seduce a los hombres para amarlos y después matarlos, sino la envidiosa Utz-Colel que regresó a la Tierra para hacer el mal, haciéndose pasar por la mujer que ofrecía su cuerpo a los hombres tan generosamente.

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