En
la Ciudad de México en los inicios de la época colonial, vivía un matrimonio
joven de alcurnia y buenos recursos, en una casona que se encontraba muy cerca
de la Plaza Mayor. Dicho matrimonio estaba ansioso de tener un hijo, pero no lo
lograban. Por fin la mujer se embarazó, después de muchas dificultades y tuvo
una hermosa niña a la que pusieron por nombre Clara.
Era tan hermosa la pequeña
que en el momento de nacer la partera sentenció que tanta hermosura solamente
sería causa de problemas y se la disputarían Dios y el Diablo. Como es de
suponer, los padres quedaron muy impactados con las palabras de la mujer y trataron
de olvidarlas.
Quince años después, Clara
la niña de tanta hermosura, se había convertido en una señorita, que a su
belleza agregaba la altanería y la mala educación, pues sus padres la habían
consentido sobremanera convirtiéndola en una majadera. Ante el mal
comportamiento de la chica, las monjas de un convento cercanos ofrecieron a los
padres llevársela con ellas, a fin de educarla y hacerla una buena creyente de
Dios Padre. Pero la chica se rehusó totalmente a enclaustrarse.
Entonces
los padres pensaron en casarla. Clara aceptó con la condición de que cada
pretendiente debía batirse en duelo con los demás que tenía. El resultado fue
que muchos de ellos murieron en el empeño y Clara no se casó.
En una ocasión, un guapo
caballero se colocó abajo del balcón de Clara y, montado en un blanco caballo,
comenzó a tocar una melodía extraña y muy bonita, al término de la cual le
entregó a la caprichosa mujer una aromática rosa roja. Cada noche sucedió lo
mismo, y al cabo de diez días la chica se enamoró profundamente de su galán.
Una noche acordaron fugarse
y Clara montó en el corcel de su amado sin parar en mientes por el dolor que
tal comportamiento acarrearía a sus padres. Mientras se dirigían hacia uno de
los límites de la ciudad, ella le acariciaba la mano a su amante. De pronto,
sintió algo raro: la mano estaba peluda y los dedos mostraban unas largas uñas
horrorosas. Asustada, Clara se fijó en la cara del joven que se había
convertido en la espeluznante y horrible cara del Diablo.
Ante tal descubrimiento, la
joven mujer pegó un escalofriante y terrible grito que nadie escuchó. Los
padres de Clara al darse cuenta de su desaparición empezaron a buscarla
acompañados de las autoridades correspondientes. No la encontraban. Pasados
quince días por fin fue encontrada la jovencita. Su cuerpo fue hallado en pleno
campo y estaba completamente destrozado por las uñas del Diablo que la había
arañado hasta darle muerte. ¡Ese fue el terrible destino de la desafortunada
joven malcriada!
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