sábado, 29 de noviembre de 2014

CHALCHIUHTLICUE



La que tiene la Falda de Jade, diosa de los lagos y las corrientes de agua, patrona de los nacimientos y reina de los bautizos, presidía el día Cinco Serpiente del calendario mexica y regía la trecena Uno Caña.

Asociada con el agua, se constituyó en la patrona de la navegación costera. De su unión con Tláloc, el dios del agua, nació Tecciztécatl, Morador del Caracol, el dios que se volvió Luna, allá por Teotihuacán, cuando hubo superado su cobardía frente a los dioses. Según nos informan los chismitos, que en el Cielo también se dan, antes de ella Tláloc tuvo otra esposa, Xochiquétzal, pero como le gustó a Tezcatlipoca, se la robó, sin medir las consecuencias de sus actos.

El dios de la lluvia, ante esta dolorosa pérdida, se puso muy triste y se negó a propiciar la lluvia, tanta era  su depresión.

A causa de su negativa, las personas se estaban muriendo de hambre y sed, pues no había cosechas ni agua para beber.

Los dioses, preocupados por tal situación, decidieron que lo que le hacía falta a Tláloc era otra esposa tan bella como la anterior pero más constante.

Entonces, reunidos en asamblea, eligieron a Chalchiuhtlicue como la nueva consorte, después de todo era hermana de los tlaloques, diosecillos del agua, muy cercanos a Tláloc. El remedio fue efectivo y el dios de la lluvia, sumamente satisfecho, envió el agua que tanto necesitaban los hombres para regar las milpas y asegurar su subsistencia.

Durante la creación de los Cinco Soles, Chalchiuhtlicue alumbró al mundo durante el Primer Sol, en la era Cuatro Agua, cuando el Cielo era de agua y cayó sobre la Tierra dando origen a un terrible y catastrófico diluvio; fue entonces cuando los pobres humanos se convirtieron en peces, gracias a la deidad.

Debido a tantas características acuáticas, Chalchiuhtlicue devino Acuecucyoticihuati, la hermosa diosa de los océanos.

Como Chalchiuhtlicue era coqueta, además de engalanarse con su bonita falda verde, le gustaba pintarse la parte inferior de su cara con líneas verticales también verdes, y colocarse en la cabeza una tiara de oro y cubrirse con un manto con borlas de Quetzalli. De su acuática falda surgía un torrente azul de aguas cristalinas en el que se situaban dos seres del agua, un niño y una niña. Nunca olvidaba su báculo de rayos del Cielo y su bolsa en la que guardaba las nubes que podían producir lluvia. Fray Bernardino de Sahagún nos la describe de la siguiente manera:

Su cara pintada. Su collar de piedras finas verdes. Su gorro de papel con penacho de plumas de quetzal. Su camisa, su faldellín, su pintura de olas de agua. Sus sonajas, sus sandalias. Su escudo con un nenúfar, y en su mano, enhiesto un palo de sonajas.

Como era tanta su importancia entre los humanos y aun entre las divinidades celestiales, nuestra diosa contaba con una fiesta que efectuaban los mexicas en el sexto mes del año llamado Etzalcualiztli, para cuya celebración los sacerdotes iban a acarrear juncias, una planta herbácea de la familia ciperáceas, al pueblo de Citlaltépetl, el Cerro de la Estrella, donde había un lago llamado Temilco, donde se daban muy bellas, para adornar su adoratorio. El día de la celebración se elaboraban unas tortas llamadas etzalli hechas de maíz y de frijol, que las personas acostumbraban comer en sus hogares y ofrecer a quien se acercara a sus casas.

En el templo a los dioses del agua se llevaban a cabo sacrificios humanos de esclavos y cautivos, cuyos corazones se arrojaban  al remolino que se formaba en la laguna de Tenochtitlán, y se entonaban cantos e himnos en honor a Chalchiuhtlicue y a los dioses del agua, incluyendo a Tláloc.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

EL MUNDO DE LOS TEPEHUAS



Cuentan los abuelos tepehuas de los estados de Hidalgo y Puebla, que cada elemento de la naturaleza, incluido el hombre, está representado por un ser sobrenatural que, según su humor y circunstancia, puede beneficiar o dañar a las personas.

Para que estos seres se mantengan contentos y satisfechos se les deben brindar ofrendas y realizar rituales en su honor.

Así pues, todos los elementos de la naturaleza tienen un dueño: la tierra, las plantas, el agua, el aire, a los cuales se les representa en papel amate recortado, mismo que se emplea en muchos otros rituales, por ejemplo en los de la brujería, la fertilidad y con fines terapéuticos.

Los dueños habitan en los tres planos verticales del cosmos: el celeste, el terrenal y el infra terrenal. Una de las deidades más poderosas y fundamental en la cosmovisión de los tepehuas es el dios Wilcháan, el Sol, dueño de todo lo que existe y de los hombres, quien representa a Cristo. San José y la Virgen María, llamada Hachiuxtinin,  cuidan a Wilcháan.

La Luna, Maljuyú, tiene la misma importancia que el Sol del cual es su opuesto. Simboliza el nacimiento y la muerte, dueña y protectora de las mujeres, a quien rige en su regla. La Luna decide sobre el crecimiento de las flores, las enfermedades y la muerte. Se cree que es la imagen del Diablo.

El arcoíris se encuentra estrechamente relacionado con la brujería, en él los brujos acuden para reposar y descansar sus atribuladas mentes. Nadie en su sano juicio debe señalar al arcoíris con un dedo, pues inmediatamente se les pudriría, o alguien puede morir asesinado.

El hermoso arcoíris es el dueño de los manantiales y de los pozos, muchos creen que es una advocación de la Sirena.

A los Truenos, Papanin, los tepehuas se los representan como hombres viejos, vestidos con mangas de hule y bastones, al servicio de Jesucristo.

Cuando colocan los bastones en la punta de sus pies, se producen los truenos y los relámpagos. Los Truenos habitan las nubes, desde ahí producen el granizo, buscan trozos de hielo que trituran y arrojan a la Tierra.

Las Estrellas, las Staku, protegen a los hombres de las piedras, pues cuando se mueven es señal de que se convertirán en tigres y atacaran a las personas; es por ello que las Staku siempre están destruyendo a las piedras.

El dueño del agua, Xalapának, es hijo de Sireno y Sirena. Xalapanák-Laka’un, el dueño de la Tierra, tiene sus servidores, sus peones, son los muertos que viven en el Laknin, el famoso Lugar de los Muertos donde reina Akmosnó, a quien se le rinde homenaje durante el Carnaval y se le ponen ofrendas porque hay que tenerlo contento.

El lugar al que van los difuntos está determinado por la manera de morir y no por su conducta. Aquellos que murieron asesinados o a causa de un accidente, van al mencionado Laknin; los esposos casados por la iglesia acuden al Cielo, a Laktian, regido por Dios el encargado de darles alimento a las almas de los muertos; las mujeres muertas en trabajo de parto se van al Cielo a servir a los viejos de los truenos; las personas que mueren ahogadas se mantienen en las corrientes de los ríos y jalan a los incautos que pasan cerca; los brujos se van al Inframundo y los curanderos premiados por sus buenas acciones llegan al Cielo; los niños que no alcanzaron a ser bautizados se transforman en víboras, pero los muy pequeños son acogidos en el seno de la Virgen María. Las almas que acceden tanto al Cielo como al Inframundo siguen viviendo tal y como lo hacían en la Tierra; es decir, ejercen las misma funciones que en vida.

La Tierra, mujer muy fecunda, está formada, en su mayor parte por agua. En su parte interna existen túneles en donde vive el Viento, casi nunca aparece por la Tierra, pero cuando llega a hacerlo los remolinos que forma se llevan sin piedad a las personas.

En la Tierra residen los muertos quienes tienen la capacidad de volverse malos aires para ocasionar las enfermedades de los pobres mortales, a más de producir muy malas cosechas.

A la Tierra es necesario purificarla constantemente, pues los seres humanos la contaminan cuando la pisan y cuando hacen sus necesidades físicas sobre ella. La purificación consiste en dedicarle ofrendas.

Los cerros, la milpa y el cementerio son lugares sagrados de la Tierra, se les debe rendir homenaje y ofrendas. Por eso, a la milpa se le brindan muchos ritos y ceremonias.

En el cementerio, el lugar de los ancestros,  habitan los malos espíritus que toman las formas de aires y dañan sin piedad.

La Sirena es una bella mujer asociada con el agua, es la dueña de ella, de los peces, las lagunas y los manantiales.

Le gusta atraer a los hombres para matarlos. Sirena Malinche es su hijo.

A los dos, madre e hijo, se les festeja el 30 de abril de cada año.

UN ZACAPOAXTLA DESCONOCIDO



Cuenta una vieja leyenda de Puebla que en la época de las invasiones francesas había en las cercanías de los fuertes un niño zacapoaxtla.

Los soldados le pidieron a aquel niño que subiera a un árbol para observar que tan lejos se encontraba el enemigo puesto que ellos no podían subir a los finos y frágiles arboles de la región.

El niño aceptó ayudar gustoso, subió a un árbol y pudo ver avanzar a los franceses.

Entonces el pequeño contó cuantos eran, también contó que tipo de armamento traían y a qué velocidad avanzaban.

Los soldados agradecieron al niño y le pidieron que bajase pero el niño seguía aferrado al árbol dando aun más información, entonces comenzó la batalla y la balacera no se hizo esperar.

Una de las balas perdidas dio en el corazón del niño, el cual cayó y murió.

Los soldados ganaron la batalla ese día gracias a la información del pequeño, así que procedieron a darle cristiana sepultura y lo nombraron el héroe del día.

martes, 25 de noviembre de 2014

LOS PAI PAI DESCUBREN EL FUEGO



Hace mucho tiempo, durante la prehistoria; cuando el hombre todavía no aprendía a hablar, cuando el hombre aun no había descubierto el fuego y andaba de un lado para el otro de la tierra.


El clan de los Pai Pai se detuvo sobre la planicie de Xakitubxool, que significa agua ruidosa. Xakitubxool era una planicie rodeada de grandes pinos y de las más variadas plantas para alimentarse por cientos de años. A cinco leguas de camino había un lago con una pequeña cascada donde los animales del lugar y los primeros hombres iban a beber. 


Todo parecía pintado por la mano de dios para que esos antiguos hombres conocieran el paraíso, a no ser por Xalkutaat el monstruo con dientes de fuego. Quien devoraba a todo ser viviente que se atreviera a invadir su territorio, primeramente avanzaba rapidísimo sobre su presa escupiendo fuego, enseguida lo llevaba a su cueva para despedazarlo y finalmente devorarlo sin compasión. Los hombres más adiestrados para la caza de animales se habían animado para matarlo sin tener suerte, todos terminaban siendo devorados por el monstruo.


También los hombres guerreros lo habían intentado, pero el miedo al fuego de la bestia los hacia paralizarse de miedo. Al pasar unos cuantos días, la población disminuía cada vez más hasta que apareció un niño de doce años de edad, hijo de un gran cazador que había perdido a sus padres y abuelos en la expedición por acabar con Xalkutaat. 


Se trataba de Pies Ligeros, niño escurridizo y valiente que había decidido ir a enfrentar al monstruo, originalmente haciéndose acompañar por su amigos, quienes habían terminado regresando a sus casas en cuanto vieron las huellas de Xalkutaat en las orillas del lago. 


Pies Ligeros continúo la travesía cargando sobre su espalda arco y flechas, caminando sin hacer ruido confundiéndose con las ramas del bosque, cómo su nombre lo indica con pies ligeros a cada paso. Confiaba en su gran velocidad para correr y en su tino con la flecha.


Después de caminar unas horas por el prado se encontró con el lago y la cascada, bebió del agua del lago y se baño en la cascada para demostrar que no tenía miedo. Enseguida, caminó sigilosamente hasta la entrada de la cueva donde dormía Xalkutaat. El viento soplaba con gran fuerza, así que el mounstro no lo podía oler. Desde ahí pudo observar todos sus rasgos que lo llenaban de misterio, sus alas negras y enormes, sus ojos rojos y su gran lengua de fuego. 


En cuanto estuvo a la distancia indicada para disparar preparó la flecha, la afilo con una roca, tenso su arco y apunto al pecho de Xalkutaat. Disparó su flecha clavándosela en las costillas, Xalkutaat pegaba unos enormes sonidos de dolor: ¡Grrrr….¡ Mientras se convertía en una auténtica bola de fuego y avanzaba rápidamente para devorar a quien lo había herido.

El muchacho comenzó a correr a toda prisa, y cómo era muy veloz; avanzó una gran distancia. Cuando se sintió a salvo volteó para atrás y la bola de fuego seguía corriendo en dirección hacia donde estaba él. 


Pies Ligeros volvió a correr aún más rápido para escapar de Xalkutaat en dirección hacia dónde se oculta el sol, más adelante volvió a mirar atrás y se dio cuenta que la nube de llamas seguía tras de él. Su huida duró todo el día, había corrido durante 24 horas corriendo hasta que llegó el siguiente día.


Se detuvo de nuevo y se dio cuenta que Xalkutaat estaba a unos metros de distancia, sacando a todo lo largo su lengua de fuego hasta tocar su flecha, que la dejo encendida, pies ligeros tomó otra de sus flechas y a punto al centro de su boca. Estiro su arco y disparó con todas sus fuerzas llevando en la memoria a todos aquellos que Xalkutaat había devorado. Esta vez, la flecha había cruzado el cuello del monstruo dejando un enorme hoyo por donde salía fuego. 


Xalkutaat comenzó a volar desesperado dando vueltas por todos lados hasta que las llamas fueron haciéndose cada vez más pequeña hasta perderse en el horizonte. En ese momento, Pies Ligeros tomó cómo un trofeo la flecha aun encendida que Xalkutaat había tocado con su lengua de fuego para ir a anunciar su triunfo. -¡Lo mate¡ ¡Lo mate¡ He matado al monstruo. 


Pies Ligeros corrió sin parar hasta llegar con su tribu y les contó a los demás niños lo ocurrido. -Mate al monstruo, he matado al monstruo. Sino me creen vamos a la cueva-.


Todos lo pobladores notaron tan convencido a pies ligeros que lo acompañaron hasta la cueva donde alguna vez habitó Xalkutaat, había en el interior de la cueva restos de huesos humanos, pies, manos, dedos; cabezas, y los cadáveres de las victimas. Esa misma noche hicieron una ceremonia en honor a ese niño valiente que los había librado para siempre de Xalkutaat y le había entregado el fuego a los hombres.

EL FLECHADOR DEL SOL



En la nación Mixteca, existe la leyenda de un héroe mixteco llamado Tzauindanda, también conocido como Yacoñooy o Mixtecatl, quien demostró que la fuerza de la voluntad y el amor a su patria hizo posible que pudiera librar la batalla más difícil y con ello vencer al enemigo más fuerte que cualquiera pudiera tener. Este héroe es mejor conocido como “EL Flechador del Sol”.

Eran dos árboles gigantes que existían en el fondo de una misteriosa cueva en tierras de Apoala, que llegaron a amarse tanto, que entrelazaron, sus ramas y unieron sus raíces, de este fantástico amor, nació el primer hombre y la primera mujer Mixtecos. Con el tiempo, aquellos seres tuvieron hijos y os hijos de los hijos fundaron la ciudad de Achiutla, lugar donde nació Tzauindanda. La población de Achiutla creció tanto que ya no cabían, entonces Tzauindanda decidió salir a conquistar las tierras que necesitaba su pueblo para asentarse, así que tomó su arco y flechas y partió una mañana, dispuesto a disputárselas a quien fuera.


Por días, no descansó un solo instante hasta que llegó a una vasta y deshabitada extensión en donde no halló nada que estorbara su paso, sólo el sol brillaba esplendoroso como dueño y señor de aquellas tierras; tierras que Tzauindanda codició para él por frescas y hermosas.


Tzauindanda alzó la vista, no había una sola nube que le quitara el sol; después de un rato sediento y cansado, sentía los rayos del sol como cuchillos, como flechas que se clavaban en cada parte descubierta de su piel. Entonces comprendió: ¡El Sol era el señor de aquellas tierras!, por lo que levantó su arco y lanzó muchas de sus flechas contra el sol.


Por fin al atardecer se dio cuenta de que el sol se había debilitado, ya no herían sus rayos con la misma fuerza y el cielo tenía un ligero tinte rojo. Poco a poco el sol empezó a caer y el cielo se puso más y más rojo, hasta que por fin cayó tras los montañas , el cielo estaba teñido con la sangre del sol, indicaba donde había caído vencido el poderoso señor; ¡Tzauindanda, lo había derrotado!; de ahí, nuestro eslogan que dice: “lo Imposible, es Posible”.


La figura del Flechador del Sol, es el símbolo del IDM, Significa que nada es imposible cuando se tiene la determinación de cambiar. El héroe de Tilantongo, como dice la leyenda, se enfrentó al sol en desigual combate, hasta que una de sus flechas dio en el blanco y el sol, herido, cayó rendido hacia el abismo de la noche.

lunes, 24 de noviembre de 2014

EL ALEGRE OMÁCATL



Hubo una vez un dios al que le gustaban los festejos, las celebraciones y los convites, que las personas celebraban para agasajar a sus familiares y amigos con comidas, danzas y bailes.

Omácatl, Dos Cañas, como se llamaba, también conocido como Huitznáhuac, aparecía en todas estas celebraciones, ya que era obligado que aquél que diese una fiesta debiera tener en la casa la imagen del dios; los encargados de llevarla desde el templo eran los sacerdotes, de no hacerlo así, el festejante tendría terribles pesadillas en las que vería a Omácatl reconviniéndole de esta manera: - Tú, mal hombre, ¿por qué no me has honrado como convenía? Yo te dejaré, yo me apartaré de ti y tú me pagarás muy bien la injuria que me has hecho.  

Era tal el enojo de Omácatl que, vengativo, ponía en la comida y la bebida de la fiesta cabellos para que el anfitrión quedase mal parado, lo cual era terrible, pues el convite entre los señores mexicas era una manera de obtener prestigio y estatus social; por lo tanto cada convite era una orgía de bebida y comida en la que los señores daban regalos a los invitados consistentes en mantas, tabaco, pañuelos, y flores. 

Cuando amanecía, el anfitrión sacaba una figura de un hueso grande, representativo del dios, que los principales y los teopixques habían elaborado con tzoalli, la masa de amaranto sagrada.

El hueso se comía entre los invitados al festejo, acompañándose con jícaras de pulque. Previamente,  le picaban la panza al dios-hueso y lo dividían para distribuir los trozos. Se trataba de una especie de sagrada comunión con Omácatl, el alegre.

Aquellos que comían de la imagen estaban obligados a contribuir para la fiesta comunal de Omácatl.

Aquellos que deseaban obtener buena suerte, se llevaban la imagen del dios a su casa por doscientos días, así sus riquezas aumentaban porque Omácatl, que simbolizaba una de las tantas advocaciones de Tezcatlipoca, compartía un signo fausto Ome Ácatl.

Nuestro dios se representaba acuclillado sobre un haz de juncias, una planta de varas triangulares de bordes ásperos, gustaba pintarse la cara de negro y blanco, y se colocaba en la cabeza una banda de papel que anudaba por detrás, adornada de muchas borlas y piedras chalchihuites.

Omácatl se cubría el cuerpo con una manta de fina tela, adornada con una franja en la que estaban tejidas bellas flores; llevaba un escudo con borlas en la parte baja y en la mano derecha portaba un magnífico cetro semejante a una herradura con mango, cuyo nombre tlachialoni significaba “miradero” y por el cual veía las acciones humanas.

domingo, 23 de noviembre de 2014

LA CRUZ DE ORO



Se dice que en Mextepec había una cruz, en un manantial, donde había agua muy caliente, a un lado estaba formada una cueva, donde estaba la cruz, arriba de la cueva se construyo una iglesia, pero la cruz permaneció en la cueva y nadie la tocaba.

Como iba mucha gente a bañarse allí, por el agua caliente, dicen que sanaba a muchos enfermos, con solo bañarse, al terminar ya se sentían sanos, y le daban gracias a la cruz.

Pero que unas personas al verla se dieron cuenta que era de oro.

Y dicen que la robaron, que trataron de hacerla pedazos para venderla ya que no podrían venderla toda completa, por que no querían que la gente supiera quien la había robado pues los buscarían para colgarlos o quemarlos.

Para sorpresa de estas personas, no pudieron destrozarla y que sus herramientas se quebraban todas, si una noche rompían un brazo.

Al día siguiente estaba nuevamente completo, sin ningún defecto, las personas se sentían muy cansadas y decidieron llevarla a un lugar donde nadie los viera y tirarla, eligiendo un pajar.

Se dice que fue encontrada por  el dueño  del pajar, al que en la noche le habla, diciéndole que le construyera una casita allí este señor por miedo le tuvo que comunicar al delegado el hallazgo.

Por lo que inmediatamente le comunicaron a la gente y la llevaron de regreso a su lugar, pero se dice que ya no duró mucho, se desapareció junto con el agua caliente, porque no le construyeron su capilla.

LA LEYENDA DE LOS DOS SOLES



La Leyenda náhuatl de los Cinco Soles es fundamental para entender la evolución humana de manera simbólica. Con todas las variantes que existen refiere que en el principio de los tiempos no existía nada y fue entonces que el Señor de la Dualidad Divina, Ometecuhtli, creó a Tonacacihuatl, la Señora de Nuestra Carne y a Tonacatecuhtli el Señor de Nuestra Carne para que poblaran la tierra. Ellos se reprodujeron y tuvieron a cuatro hijos llamados: Tezcatlipoca Rojo, Tezcatlipoca Negro, Tezcatlipoca Blanco y Tezcatlipoca Azul.

Luego los Tezcatlipocas pensaron que deberían crear una obra para que los veneraran como dioses. Tezcatlipoca Azul hizo una gran hoguera y los hermanos se centraron a su alrededor para crear a los seres humanos. Así nació el hombre y lo llamaron Huehuecoyotl y le crearon a su mujer. Les ordenaron tener hijos y les crearon a los animales, las montañas, los mares, los lagos y les dejaron como misión adorar a los cuatro dioses. Sin embargo, la obra no era perfecta porque Tlaltipac estaba en tinieblas, dado que no existía el Sol.

Fue entonces, que Tezcatlipoca, Blanco-Quetzalcóatl convirtió la hoguera en un débil Sol, lo que hizo que Tezcatlipoca Negro molesto se convirtiera en un potente Sol, que destruye la vida y marchita las plantas. Los gigantes que habitaban el mundo en aquella época llamados Tzoculiceque se alimentaban de los piñones. Fue Tezcatlipoca Blanco-Quetzalcóatl el que derribó de un bastonazo a ese inclemente sol y Tezcatlipoca Negro cayó en el fondo de un lago y emergió transformado en un inmenso jaguar, al que lo seguían muchos jaguares que devoraron a los gigantes. Este fue el Sol de Tierra o Tlaltipactonantiuh.

El siguiente Sol se creó porque Quetzalcóatl se transformó en Sol, pero fue un Sol menos intenso, lo que provocó que la agricultura prosperara y que los seres humanos se alimentaran de una fruta silvestre llamada acotzintli. Pero un día Tezcatlipoca Negro convertido en jaguar trepó a los cielos y de un zarpazo derribó a su hermano Tezcatlipoca Blanco-Quetzalcóatl, lo que provocó un vendaval que desgarraba los cerros, sembrando destrucción. Por la fuerza del viento los seres humanos tenían que caminar encorvados, por lo que se convirtieron en monos. Este Sol se le llamó Sol de Viento o Ehecatonatiuh.

El tercer Sol se creó cuando Tláloc toma el lugar de Quetzalcóatl y se convierte en Sol. Tlaltipac se vuelve a poblar y los seres humanos ahora se alimentan de maíz de agua. Al tiempo los seres humanos empezaron a corromperse con prácticas inmorales y a desatender sus obligaciones con los dioses. La tierra se convirtió en un páramo, de modo que Quetzalcóatl le ordena a Xiuhtecuhtli, Señor del Fuego, que destruya a la humanidad. Del cielo empezó a llover fuego y los seres humanos se convirtieron en aves. Este Sol se llamó Xiuhtonatiuh.

El siguiente Sol se creó por órdenes de Tezcatlipoca Azul-Huitzilopochtli para los mexicas, quién ordenó a Chalchuiuhcueye, La Señora de las Faldas de Esmeraldas convertirse en Sol. El alimento de los seres humanos fue Nahui-xochitl. Pero en la lucha cósmica de los contrarios, Tezcatlipoca obliga a Chalchuiuhcueye a destruir a la humanidad, por lo cual empieza a llover de manera permanente hasta que los seres humanos se convierten en peces y los cielos perdieron el equilibrio y cayeron sobre la tierra. Este Sol se llamó Atonatiuh.

Entonces, los dioses apenados por sus errores se reunieron de nuevo en Teotihuacán y rectificar, decidieron crear a cuatro hombres llamados: Atemoc, Itzacoatl, Itzamaliza y Tenoch. Los cuatro emergieron por los cuatro puntos cardinales convertidos en frondosos árboles. Levantaron los 13 cielos y reconstruyeron los 9 estratos del Mictlán. Los dioses ordenaron a Tezcatlipoca Blanco-Quetzalcóatl que viajara al Mictlán y le pidiera al Mictlantecuhtli, el Señor de la Muerte, que le diera los huesos de los seres humanos de que habían muerto en el Sol anterior. El Señor de la Muerte le puso unas pruebas que Quetzalcóatl pudo superar con ayuda de los insectos y su nagual Xólotl para rescatar a las “reliquias divinas” a las que dio vida al sangrarse su miembro sobre los huesos. Faltaba el alimento de los seres humanos del nuevo Sol. De modo que los dioses decidieron que nuevamente Tezcatlipoca Blanco-Quetzalcóatl, ahora convertido en una hormiga localizara el Monte del Sustento llamado en náhuatl Tonacaltepetl y que trajera el maíz y las semillas para la nueva alimentación de los seres humanos.

Los dioses se volvieron reunir en Teotihuacán y decidieron crear el Quinto Sol, pues Tlaltipac estaba a obscuras. Acordaron que uno de ellos se convertiría en Sol, para lo cual hicieron una gran hoguera y escogieron a Tecucciztecatl y a Nanahuatzin para que ayunaran por 13 días y purificaran su cuerpo y su espíritu. Mientras el primero evitó el sacrificio ofrendado joyas y piedras preciosas, el segundo se entregó con devoción a sacrificarse para lograr la purificación.

Cuando los dioses ordenaron a Tecucciztecatl saltar a la gran hoguera, no encontró el valor y la fuerza interna para hacerlo. Después de varios intentos fallidos, los dioses ordenaron a Nanahuatzin que saltara, lo cual hizo de inmediato. Poco tiempo después, en el horizonte apreció Nanahuatzin convertido en el Quinto Sol, pero enseguida, apareció por el Oriente Tecucciztecatl también convertido en Sol. Los dioses dialogaron y concluyeron que no podía haber dos Soles, de modo que tomaron a un conejo que pasaba y lo arrojaron sobre la cara de Tecucciztecatl, para opacar su luz y éste se convirtió en la Luna.

A pesar de todo lo hecho por los dioses el Sol no tenía movimiento. Nuevamente los dioses dialogaron y concluyeron que todos ellos debían sacrificarse, arrojándose también a la hoguera, para darle vida y movimiento al Quinto Sol. El único que no quiso saltar fue Xólotl, pero fue perseguido por Quetzalcóatl y aún cuando pretendía evadir su destino convirtiéndose en maíz, maguey y ajolote. El sacrificio de los dioses dio como resultado la creación y la vida del Quinto Sol. Las divinidades se tuvieron que sacrificarse para que los seres humanos pudieran vivir. Por eso el nombre que le dieron al pueblo fue de macehualli o macehual, que significa en náhuatl “Merecido del sacrificio de los dioses”. Esto explica, filosóficamente, el profundo sentido de sacrificio que tenía la vida para los anahuacas y en los mexicanos contemporáneos. Los dioses se sacrificaron para darles la vida y los seres humanos “alimentaban” a los dioses a través de sacrificarles “espiritualmente”. Este concepto es del período Clásico, pues Tlacaelel el Ciuhacóatl mexica cambió el sacrificio espiritual por el sacrificio material, al final del período Postclásico. Pero eso lo trataremos más adelante.

“Confirmando los mitos, éstas imágenes subrayan el papel esencial que juega el hombre en el mantenimiento de la armonía cósmica asegurada únicamente por la constante regeneración espiritual.”

Podemos encontrar en la Leyenda de los Cinco Soles, cómo los antiguos mexicanos de una manera metafórica, nos hablan de una evolución y una serie de procesos en la búsqueda de mejores estadios de desarrollo humano. Esta conciencia no lineal de la evolución, en la que intervienen las fuerzas opuestas y complementarias del universo y los seres humanos, nos indica una visión más científica que los mitos de origen de la cultura judeocristiana. El aspecto filosófico esta presente en la historia y explica las actitudes que han tenido y tienen los mexicanos de ayer y de hoy, con respecto a lo divino y lo sagrado, con la vida y con la muerte.

jueves, 20 de noviembre de 2014

IXQUIC DEMUESTRA SER BUENA NUERA



Hunbatz y Hunchouén, los Gemelos Mono,  eran sabios, flautistas, escribanos, escultores, orfebres, escultores, y cerbataneros muy destacados. Aun cuando eran sobresalientes estaban llenos de envidia.

Un día se encontraban junto a su madre, cuando llegó Ixquic, Sangre, la hija de Kuchuma Kik’ uno de los Señores de Xibalbá.

La mujer, ya embarazada de Hunahpú e Ixbalanqué, se dirigió a la abuela y le dijo que era su nuera y, por tanto, su hija.

La abuela se extrañó y le contestó airada que dónde se encontraban sus hijos Hunahpú e Ixbalanqué, pues les creía muertos a manos de los señores de Xibalbá, el Inframundo, pues colgaron su cabeza en un árbol, y que solo quedaban sus hermanos Humbatz y Hunchouén como parte del linaje.

La nuera le contestó que llevaba en el vientre a los descendientes de Hun-Hunahpú y de Vucub Hunahpú. Los Gemelos Mono se enojaron al oír tales palabras. La abuela corrió a la joven acusándola de deshonesta y mentirosa.

Pero enseguida la detuvo y le ordenó que fuese a traer un costal de maíz, ya que era su nuera. La joven obedeció y se dirigió a la milpa de los Gemelos Mono, pero como no sabía dónde se encontraba, le imploró al Chahal de la comida y a otros diosecillos, para que la guiaran.

Dijo: -¡Ixtoh, Ixcanil, Ixcacau, ustedes las que cuecen el maíz; y tú Chahal, guardián de las comidas de Hunbatz y Hunchouén, ayúdenme! Tomó los cabellos del elote y los metió en el costal hasta llenarlo por completo.

Los animales del campo la ayudaron a llevar el costal hasta la casa de la abuela, como si hubiera sido ella la que lo cargó.

Al ver el costal, la abuela le preguntó que dónde había conseguido tanto maíz, que si había dejada a la milpa pelona. La vieja se fue corriendo a ver la milpa, y vio que la única planta que tenía estaba intacta y sin embargo se veían las huellas que había dejado el costal.

Al regresar a la casa, le dijo a la nuera: -¡No me cabe la menor duda, eres mi verdadera nuera, de otra manera no habrías podido llenar todo un costal de maíz, donde no hay sino una sola planta! 

Ixquic conocía la historia de Hun-Hunahpú, el dios que había sido transformado en Árbol de Jícara, y aunque su padre le tenía prohibido acercarse a él, ella fue hasta Pucbal-Chah y habló con la calavera de Hun-Hunahpú que colgaba del árbol.

La calavera le escupió en la palma de la mano y quedó embarazada de los Gemelos Sagrados: Hunahpú e Ixbalanqué.

Furioso, su padre ordenó que la mataran y le llevasen su corazón. Pero la joven clamó por su vida alegando que el fruto de su vientre era sagrado, los sacerdotes encargados de matarla se conmovieron y, después de mucho pensarlo, hirieron al árbol del que salió una savia roja que pusieron en una jícara.

El árbol que se llamaba Árbol Rojo de Grana, desde entonces tomó el nombre de Árbol de la Sangre. Los sacerdotes le dijeron a Ixquic que se fuese, que presentarían a su padre la jícara con sangre como si fuese su corazón.

Los Señores de Xibalbá se dieron por satisfechos al ver el recipiente sin sospechar que habían sido engañados por Ixquic.

Mientras tanto, la joven huyó hasta llegar a la casa de la abuela, como hemos dicho.

martes, 18 de noviembre de 2014

XÚMFO DEHE



Xúmfo Dehe, la Sirena, diosa femenina otomí de la Huasteca también posee una contraparte masculina, el Sireno, Buéhe Dehe. Xúmfo se adorna el cuerpo con joyas elaboradas con gotas de agua.

Es de color verde, como la humedad. Personifica la diosa de la vegetación y del amor, su deseo fecunda o deseca los lugares por donde transita, según lo quiera.

Mujer bellísima, cuya mitad de su cuerpo está formada por una serpiente o por un pescado, suele aparecerse por los manantiales, por lo cual no se deben matar a las sierpes que se encuentran cerca de ellos, porque se corre el riesgo de secarlos.

A veces, gusta de adoptar la forma mitad pájaro mitad mujer. Si se tiene la suerte de verla en el agua, veremos un remolino o un gran pez; en ciertas ocasiones se presenta como un enorme reptil de grandes dientes.

Nuestra diosa Xúmfo Dehe gustaba de atraer a los hombres hacia el agua, seducirlos, ahogarlos en los remolinos, y convertirlos en sus esclavos.

La casa preferida de la Sirena es el mar, sin embargo, cuando decide habitar la Tierra, lo hace en los pozos, los manantiales y los estanques, lugares que son sagrados.

Para agasajarla, los otomíes colocan en  ellos ofrendas consistentes  canastas con comida que se deja sobre el agua para que se sumerjan y les lleguen a la Sirena.

Como se trata de una bella mujer muy veleta, se la debe tratar con sumo respeto a fin de no molestarla, y como es coqueta, en sus ofrendas se colocan objetos que satisfagan su vanidad tales como espejos, zapatillas, lápiz labial, collares, anillos, aretes, vestidos, y todo aquello que suele agradarles a las mujeres.

Para tener contenta a Xúmfo Dehe, se le sacrifican aves, pollos o guajolotes, siempre una hembra y un macho, en los altares dedicados a ella.

Cuando el animal es sacrificado,  la sangre que le brota de la herida del cuello se recoge en un recipiente y con una pluma de la misma ave se pinta a cada una de las potencias que cuidan al mundo.

A la ofrenda del altar se agregan bebidas cerveza, refrescos, aguardiente y piezas de pollo cocidas en pipián, pan desmoronado y galletas.

Tales sacrificios y ofrendas se llevan a cabo a lo largo del año, ya que la Sirena no tiene una fecha en especial en que se la venere.

Solamente en casos de urgencias como son los desastres ocasionados por el agua, se hace necesario proceder en seguida a los rituales con el fin de calmar la ira de la Sirena.

Asimismo, el Día de la Santa Cruz, en la que también se lleva a cabo el cambio de mayordomía, se la celebra con ofrendas a la Señora del Agua. Todas las celebraciones dedicadas a la Diosa del Agua se acompañan con rezos y música. Los músicos siempre tocan el Son del Agua, y los participantes bailan y cantan un poco drogados con la hierba Santa Rosa que proporciona el medio para comunicarse con la Señora diosa.

La canción El Canto de la Laguna, Bei Tebes’i, empieza con estas palabras dichas por la divinidad: Yo soy la madre de todos los seres viviente. Soy la poderosa, sobre todos los mares, sobre todas las aguas.

La música se interpreta con un violín que es de índole femenina y dirige la danza; y una guitarra, principio masculino, que es el acompañamiento, instrumentos que al unirse en la música llevan a cabo el acto sexual.

lunes, 17 de noviembre de 2014

EL MAÍZ DE LOS HUICHOLES



Los huicholes estaban saturados de comer siempre lo mismo y querían algo que se pudiera tomar cada día pero de muy distintas maneras.

Un muchacho oyó hablar del maíz y de los ricos gui­sos, de las tortillas y de la sopa que con este cereal se preparaba.

Pero el maíz se hallaba muy lejos, al otro lado de la montaña. Eso no lo desanimó y comenzó a andar encontrándose una fila de hormigas.

Sabía que eran las guardianas del maíz por lo que las siguió.

Después de caminar, el joven se quedó dormido y las hormigas se comieron toda su ropa, dejándole tan sólo con su arco y flechas.

Sin ropa y con mucha hambre, el joven se lamentó.

Un pájaro se posó en un árbol cercano y el joven le apuntó con su arco pero éste le increpó diciéndole que él era el padre del maíz.

Lo invitó a su casa donde recibiría todo lo que andaba buscando. Cuando llegó se encontró con sus hijas, cinco doncellas muy bellas, llamadas Mazorca Blanca, Mazorca Azul, Mazorca Amarilla, Mazorca Roja y Mazorca Negra.

Mazorca Azul lo cautivó con su belleza y dulzura, pronto se casaron y regresaron al pueblo.

Como no tenían casa, durmieron un tiempo en el lugar dedicado a los dioses.

Como cosa de encanta­miento, la casa de los recién casados se llenaba todos los días con mazorcas que la adornaban como flores.

La gente venía de todas partes pues Mazorca Azul les regalaba mazorcas a manos llenas. La esposa enseñaba a su marido cómo sembrar el maíz y cómo cuidarlo. Al enterarse de las delicias de la comida nueva muchos animales intentaron robarla.

Mazorca Azul enseñó a la gente que debía prender fogatas cerca de las milpas para asustar a las criaturas que anda­ban en busca de los elotes tiernos.

Los ancianos cuentan que Mazorca Azul, una vez que enseñó a las personas todo cuanto sabía sobre el maíz, se molió a sí misma y de esta manera entregó a la humanidad el riquísimo atole bebida caliente de harina de maíz.

sábado, 15 de noviembre de 2014

LA CREACIÓN SEGÚN LOS PÁPAGO



Hace miles de años en el universo solamente había una persona: Dios. Carecía de materia y forma, era sólo espíritu.

Un día, decidió formar el cielo, Damkatchin, para que en él descansara su alma. En el cielo creó a una persona que era la luz y a Chamán de la tierra que descendió y creó al mundo. Entonces el Dios cantó: 

-¡Chamán de la tierra, chamán de la tierra, Tú creas la tierra ahora,  la pones en movimiento!-

Chamán de la tierra creó a  Siuuhu, hermano Mayor, al tiempo que cantaba: 

-¡Hermano mayor chamán! Has creado las montañas a nuestro alrededor. 
¡Has puesto todo en movimiento!-

Así, cuando la tierra y el cielo se tocaron  nació el hermano mayor, su hijo.
Chamán de la tierra y hermano mayor decidieron crear un hombre utilizando barro.

Dejaron a la figura en el suelo y se sentaron junto a ella. Le soplaron su aliento y la figura cobró vida. Enseguida, procedieron a crear una mujer. De esta pareja nacieron los indios pápagos. Como todo estaba oscuro, la pareja se puso a dormir.

Los tres espíritus sagrados decidieron crear el amanecer, el cual surgió por el este. Fue entonces cuando la pareja despertó, y los dioses cantaron: 

-¡He creado la mañana, la he colocado en el este. Ha comenzado a iluminar la tierra!-

Siguiendo al amanecer crearon al sol que iluminó a la tierra. Y cantaron: 

-¡He creado al sol. Lo he colocado en el este. Está surgiendo y alumbrando al mundo!-

Al ver a la pareja despierta, los tres espíritus decidieron darle alimento para vivir.

Entonces crearon al venado. Y cantaron: 

-Este venado gris lo hice para ustedes.

En las montañas se ve. Se ve una nube de polvo. Parece una montaña de arena.
Tras ella el venado aparecerá. Poco después hicieron una liebre que también les serviría de alimento. Y cantaron: 

-La liebre gris es para ustedes-

La tierra parece un espejismo: agua por todas partes.

Al poco tiempo crearon el viento, las nubes y la lluvia. Surgió la malva que sirvió de alimento a las personas, y les dio fuerza para ir a cazar el venado con el arco y la flecha. Cayó la noche, volvió a oscurecer: había transcurrido el primer día de la humanidad. Cuando oscureció, los dioses hicieron a la luna que alumbró la tierra un poquito, y luego se escondió por el oeste. Como el sol y la luna estaban muy cercanos, se rozaron, y de ese roce nació coyote, su hijo. Para alumbrar un poquito más la oscuridad de la noche, los dioses creadores hicieron las estrellas.

Y cantaron: 

-¡Vamos a hacer las estrellas! Las vamos a colocar en los cielos. Vamos a crearlo todo, colocarlo en los cielos para iluminar la tierra-

Como las estrellas no daban suficiente luz, y para que los hombres se pudiesen guiar en sus viajes, pensaron en crear la vía láctea. Y cantaron: 

-¡Vamos a hacer la vía láctea! ¡Está hecha! Se está extendiendo en el cielo, de un extremo a otro. El coyote gris, nuestro primo, le sopla a la vía láctea- 

Terminada la vía láctea, aventaron a la oscuridad hacia el este, por donde comienza la noche. Y cantaron: 

-Estoy trabajando como un gran chamán de la tierra. He arrojado la noche hacia el Este. Abarca y recorre desde arriba, a toda la tierra. Abarca y recorre desde abajo, hacia el sol poniente, en el oeste.

Hermano Mayor se dio cuenta que la tierra temblaba. Se quito la cinta dorada de su sombrero y la rompió. El oro que se desprendió lo colocó sobre las montañas para afianzar a la tierra. Empujó a la tierra con su mano hacia abajo, hacia el este; su pie derecho, extendido hacia el oeste, lo apoyó sobre la tierra y la empujó para abajo. Y cantó: 

-Él  ha alcanzado lejos en el oeste Él ha sentido que la tierra estaba temblando, por allá. Lejos, abajo en el oeste, posé mi pie. Descubrí que las montañas estaban temblando. Yo lo he descubierto- 

La Tierra se aquietó. Como la tierra era plana Chamán de la tierra tomó un poco de la luz que salía de sus ojos e hizo al zopilote que con su vuelo creó las montañas y los valles. Y cantó junto con el Hermano: 

Ave zopilote, has hecho la tierra perfectamente bien. Ave zopilote, haz hecho las montañas perfectamente bien. Ahora la tierra está quieta. Sobre ella todo aparenta estar bien. Todo ha sido creado de una manera perfecta.

Las montañas estaban temblando, ahora están quietas. Sobre ellas todo es perfecto.

Enseguida, Chamán de la tierra tomó a la mujer con la mano izquierda y al hombre con la derecha, y vivieron muy felices siguiendo las enseñanzas recibidas de Chamán. De repente, un espíritu maligno atacó a la mujer, la sedujo, y Chamán de la tierra la castigó por portarse mal: le dijo que a partir de los doce años cada mes menstruaría, y tendría a sus hijos con mucho dolor. Y así fue. A pesar de todo, los seres humanos se multiplicaron. Poco después, los dioses hicieron el fuego frotando dos maderas, a fin de que los indios pudieran cocer sus alimentos. La creación había concluido.

jueves, 13 de noviembre de 2014

LA DANZA SAGRADA DEL YUMARI



La creación del mundo rarámuri fue lograda en tres etapas. Para que el mundo llegara a ser caliente, luminoso y firme, y dejara de ser frío, húmedo e inestable, fue necesaria la intervención de Onorúame, el máximo dios, “el que es padre”, quien dio forma a los hombres, les insufló vida, y luego los mató por medio del calor y de las terribles aguas, por desobedientes y transgresores.

Pero aunque el dios los castigaba cuando se pasaba de una etapa a otra de la creación, siempre les daba un regalo a fin de que se superaran. Así, les fue dando semillas, animales, música y danza, a más de enseñarles cómo era la forma correcta de venerarlo por medio de ceremonias y ritos.

Onorúame también creó los niveles del universo: tres arriba el Cielo regido por el poder de Onorúame, tres abajo relacionado con el Cielo nocturno regido por el Diablo y uno central, la Tierra, redonda como un tambor y rodeada de agua. En los cuatro extremos de la Tierra colocó los rumbos sagrados: el Oriente, relacionado con el Cielo y el movimiento ascendente; el Poniente, ligado al mundo inferior y al movimiento descendente; y el Sur y el Norte.

El Cielo y la Tierra se comunican por medio de cuatro pilares que sostienen los tres pisos de arriba. Para comunicar a la Tierra con el mundo de abajo se entra por los manantiales y los arroyos.

En el plano central los hombres de la cuarta etapa, la actual, tienen como deber hacia el dios el venerarlo con ofrendas y danzas. Si los hombres dejan de practicar los ritos y las danzas dedicadas a Onorúame, el Sol, enojado, se ocultaría y todo desaparecería retornando a los antiguos tiempos anteriores a la creación, cuando vivían los Anayáhuari, es decir, los ancestros.

En la primera etapa, los hombres se comían entre ellos; razón por la cual Onorúame les dio los animales, para que se los comieran  y pudieran danzar libremente la danza del Yumari que fue la primera danza que conocieron para ofrecérsela al dios, junto con ofrendas de animales. La primera ofrenda consistió en la carne de una res, colocada en lo alto de un cerro, ofrecida hacia los cuatro rumbos sagrados.

De no haber realizado dicha ofrenda  se hubiese producido un terrible eclipse; por eso se debe ofrendar y danzar Yumari, porque así el mundo adquiere fuerza y solidez que le impiden desaparecer. Así pues, la danza Yumari o awírachi, deviene indispensable en toda celebración y no puede dejar de bailarse en un espacio en donde se combina lo cuadrado y lo circular, orientado hacia el este-oeste, como los altares; es decir, la representación del cosmos.

El dios Onorúame aparece simbolizado por una o varias cruces, vestidas con túnicas blancas y adornadas con collares, no olvidemos que para los tarahumaras la cruz representa el cuerpo humano.

Bajo la cruz se coloca una cobija, sobre la cual se ponen los alimentos, los cuernos de la res sacrificada, hierbas medicinales, y las efigies católicas del la iglesia del pueblo.

La danza del Yumari comienza en la noche y termina hasta el amanecer. El personaje principal es el wikaráame, el cantor, iluminado por el dios Onorúame para poder realizar el rito; canta tocando una sonaja para acompañar a los danzantes.

Los danzantes inician su baile agradeciendo al dios hacia los rumbos cósmicos y empiezan a ejecutar los pasos de la danza en recorrido lineal y circular.

Por su parte, el wikaráame, camina hacia el altar para saludar al dios, mira hacia la cruz y toca la sonaja por tres veces, gira sobre sí mismo y a cada giro suena la sonaja dirigido hacia los rumbos sagrados: principia por el Este, por donde nace el Sol, el dios.

Después de que los danzantes han bailado siguiendo la estricta trayectoria del Sol en un día, la danza termina con la despedida de Onorúame por medio de un sacudón de sonaja del cantor quien grita la palabra matéteraba, que significa gracias. La finalidad de la ejecución de la danza es pedir perdón al dios creador y propiciar su buena voluntad, para no perder su ayuda y amparo.