sábado, 28 de febrero de 2015

LOS DIABLITOS DE OCUMICHO



Ocumicho está situada en el Municipio de Charapan en el Estado de Michoacán, el pueblo purépecha de Ocumicho se encuentra a unos 150 km al noroeste de Morelia. Gracias a su imaginación han materializado una expresión artesanal reconocida con el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2009 en la categoría de Artes y Tradiciones Populares. Es la simpática alfarería llena de representaciones cotidianas del Diablo, es una de las expresiones artesanales más famosas de los purépechas: los diablos, que en posturas traviesas e inquietantes, son modelados en barro, cada diablo es único, cada figura tiene un estilo propio dado por el artesano que los crea.

El origen del nombre es tan controvertido como el propio origen del pueblo y de las actividades productivas y artísticas: se dice que la palabra Ocumicho significa lugar de curtidores: que eso es lo que fue primero, al parecer, un pueblo de curtidores. Al parecer los hombres dejaron de curtir pieles en la revolución de 1910 y a fines de la década de 1920, empezó la alfarería a la que se dedican mayoritariamente las mujeres.


En lengua purépecha el nombre del pueblo es “Kumichucuaro”. Si se fragmenta la palabra se tienen dos significados: “kumu” que significa topo y “chukuaro”, región. A ello podría darse por nombre “la región de los topos” y de tal designación se pueden desprender muchas relaciones con la tierra, el inframundo y demás asociaciones.

Se cuentan varias historias acerca del origen de esta tradicional manifestación artística. Entre los mitos están aquellos donde se dice que el diablo “recorría Ocumicho y molestaba a todos, se metía en los árboles y los mataba, entraba en los animales y los enfurecía. Luego persiguió a la gente, que enfermaba y enloquecía, se les ocurrió que había que darle lugares donde pudiera vivir sin molestar a nadie”, de allí surge la motivación para crear distintas representaciones cotidianas del diablo.

Actualmente la producción, no se limita a un determinado objeto, por el contrario el repertorio y las formas es amplio siempre aludiendo a la imagen de ese mítico ser que forma parte de escenas cotidianas y refleja la vida misma de los pobladores. La representación de escenas de la vida imaginaria o religiosa: los diablitos van en bicicleta, cantan, bailan, tocan, se montan en autobuses, en aviones, comen, beben, manejan un camión de refrescos, atrapan al burro, hacen una cesárea en una sala de operaciones, hacen el amor, pero además se ríen. Es pura fantasía estos diablitos que se dedican a hacer travesuras por el mundo, muertos de risa, están inspirados, al parecer, en el sincretismo de nuestra memoria cultural, la presencia del diablo en fiestas y carnavales.

Los diablitos se crean modelando las piezas a mano, bajo la técnica de policromado y decorado con anilinas, cada una de ellas muestra el ingenio, destreza y habilidad propia de cada creador. Las piezas se cuecen en hornos circulares, el combustible es leña que compran de desperdicio en los aserraderos, con este procedimiento llegan a 700° C. Sin lugar a duda que en cada una de las  figuras que se elabora existe un alto grado de imaginación y creatividad que queda plasmado en cada pieza. La maravillosa creatividad de los artesanos para plasmar los más diversos temas populares, les ha dado fama mundial.


Actualmente la producción, no se limita a un determinado objeto, por el contrario el repertorio y las formas es amplio siempre aludiendo a la imagen de ese mítico ser que forma parte de escenas cotidianas y refleja la vida misma de los pobladores. La representación de escenas de la vida imaginaria o religiosa: los diablitos van en bicicleta, cantan, bailan, tocan, se montan en autobuses, en aviones, comen, beben, manejan un camión de refrescos, atrapan al burro, hacen una cesárea en una sala de operaciones, hacen el amor, pero además se ríen. Es pura fantasía estos diablitos que se dedican a hacer travesuras por el mundo, muertos de risa, están inspirados, al parecer, en el sincretismo de nuestra memoria cultural, la presencia del diablo en fiestas y carnavales.


Los diablitos se crean modelando las piezas a mano, bajo la técnica de policromado y decorado con anilinas, cada una de ellas muestra el ingenio, destreza y habilidad propia de cada creador. Las piezas se cuecen en hornos circulares, el combustible es leña que compran de desperdicio en los aserraderos, con este procedimiento llegan a 700° C. Sin lugar a duda que en cada una de las  figuras que se elabora existe un alto grado de imaginación y creatividad que queda plasmado en cada pieza. La maravillosa creatividad de los artesanos para plasmar los más diversos temas populares, les ha dado fama mundial.

RAYENARI Y METZAKKA



El dios principal Onorúame-Eyerúame, “el que es padre”, en su infinita bondad regaló a los Tarahumaras el divino maíz para su supervivencia, pueblo asentado en el estado de Chihuahua.

Onorúame-Eyerúame comprende en su esencia un elemento masculino: Onorúame; y un elemento femenino, Eyerúame. Esta divinidad el padre-madre de Rayenari, el Padre Sol, y de Metzakka, la Madre Luna; también tuvo como hijo a Chirisópori, el Lucero de la Mañana; además de ser sus hijos, son parte integral de su integridad divina. Onorúame-Eyerúame, deidad hermafrodita y dual,  carece de rostro; no es hombre ni mujer, no es bueno ni malo. Y no se le puede representar.

Onorúame-Eyerúame creó la música, la danza, y las almas para que los hombres pudieran conectarse  con los dioses. Él dio nacimiento a los torrentes de agua, a las montañas y a los abismos. Onorúame-Eyerúame creó los pinos, los encinos y los álamos; así como los osos, lobos, pumas, nutrias, y demás animales que forman el entorno de los Rarámuris. Les enseñó a venerar al árbol, pues de ahí obtenían el fuego y la madera para fabricar los instrumentos que emplearían en las ceremonias rituales. Cuando llevó a cabo su creación, Onorúame-Eyerúame lo hizo cantando y bailando al compás del latido de Nuestra Madre la Tierra, la cual lo acompañó haciendo de tambor.

Onorúame-Eyerúame, el Sol y la Luna, viven en el Cielo, junto con su hermano Chirisópori  el Lucero de la Mañana. El Sol cuida a los hombres durante el día y la Luna por la noche.

Los Tarahumaras les rinde pleitesía por medio de cantos y danzas –entre las que destaca el Yumari, danza de carácter sagrado y cosmogónico-, a través del sacrificio de animales, y ofreciéndoles y bebiendo tesgüino bebida de maíz fermentado al máximo para producir alcohol, para mantenerlos contentos. A los dioses se les suelen dirigir las siguientes palabras en las ceremonias rituales al Sol: Rayenari, tu eres el padre, te reverenciamos cuando apareces en el horizonte, con todo tu poder, luz y calor, llenas de brillo el mundo. Ya se ha ido a descansar, nuestra madre, la luma Metzakka. Que es blanca y pura. Por eso sacrificamos borregas blancas, gallos blancos y chivos blancos.

Cuando el Sol y la Luna, las dos fuerzas duales macho y hembra eran dos niñitos, se vestían con una ropita hecha de palma, y vivían en una cabaña que construyeron también de palma. Pero sucedía que el Sol y la Luna estaban muy solitos, pues no tenían ovejas ni vacas. La única luz que recibían era la luz que esparcía sobre la Tierra el Lucero de la Mañana, por eso estaban enfermos de oscuridad. Cuando los dioses crecieron un poquito más, crearon a los hombres que vivieron en las sierras formadas por el máximo dios dual. Los hombres creados fueron delgados, altos, de ojos y pelo oscuro, y de fuerte musculatura que les permitía correr grandes distancias. Vestían taparrabo y camisa; y para que recordaran siempre que venían de una dualidad genérica, llevaban en la cabeza la “Koyera”, cinta usada para mantener el pelo en su lugar, es la prenda más distintiva del pueblo tarahumara y la portan con orgullo hombres, mujeres y niños, con dos tiras colgando por detrás que simbolizaban al Sol y a la Luna.

En los tiempos primigenios hubo muchos mundos que fueron destruidos consecutivamente. Antes de la última destrucción, los ríos iban en su continua marcha hacia el lugar donde nace el Sol, pero después cambiaron su curso. Algunos tarahumaras creen que los osos se dieron a la tarea de formar el mundo que hasta entonces era solamente un lugar lleno de arena.

Llegaron donde había muchas lagunas alrededor de un lugar llamado Guachochi “lugar de garzas” sin embargo, cuando los indígenas llegaron al pueblo y bailaron la Danza del Yumari –que aún se baila durante las festividades para despedir al Sol y a la Luna- todo se puso en orden en la Tierra, y las rocas, que eran chicas y blandengues, se convirtieron en duras, grandes y con vida dentro de ellas. En estos tiempos, la Tierra era plana, las personas salían del suelo y su vida duraba un año, transcurrido el cual morían, como si fuesen hermosas flores de poca duración.

En ese lejano tiempo, había tarahumaras que no podían trabajar ni hacer nada, debido a la oscuridad que reinaba por doquier. Tropezaban siempre que caminaban y, para no caer y perderse, se tomaban de las manos. Estas primeras personas decidieron curar de su oscuridad al Sol y a la Luna. Para ello, mojaron unas cruces chiquitas con tesgüino, y con ellas les tocaron el pecho a los dioses. En seguida, los niños-dioses comenzaron a brillar y a expandir su maravillosa luz por toda la Tierra.

miércoles, 25 de febrero de 2015

LA SERPIENTE Y EL ORÁCULO



Un árbol, de bello color gris, que tenía la capacidad de predecir el futuro, en cierta ocasión predijo que un terrible monstruo llegaría a la comunidad.

Ante lo dicho, los habitantes se prepararon militarmente para su llegada, y los guerreros se apostaron en puntos estratégicos para defender a su pueblo.

Efectivamente, el día señalado por el Árbol Parlante, una enorme Serpiente apareció por el Norte.

Los valerosos guerreros se aprestaron para matarla, pero nada pudieron hacer ya que a la terrible Serpiente las flechas no le entraban, pues sus escamas eran tan fuertes que lo impedían.

Los guerreros emprendieron la retirada. Sin embargo, planearon un segundo ataque que se llevó a cabo en un aguaje. La derrota fue terrible, y costó la muerte de muchos hombres.

El jefe de los guerreros y sus capitanes, viendo la imposibilidad de hacer frente a la serpiente con su ejército mermado, solicitaron la ayuda del nigromante llamado Chapulín Guóchimea.  Le enviaron un mensaje con la Golondrina.

La Golondrina salió volando por los aires, pasó por muchos valles y por muchas montañas, infatigable en su tarea y sin tener en cuenta su cansancio. Cuando por fin llegó al sitio donde se encontraba el mago Guóchimea le dijo: -Honorable jefe Chapulín Guóchimea, el gran guerrero y capitán, junto con los capitanes de las ocho tribus yaquis, te manda sus saludos, y te pide le ayudes en la difícil tarea de matar a la gigantesca serpiente, cuya aparición fuera anunciada por al Árbol Parlante.

El nigromante aceptó de inmediato, y pidió a la Golondrina que transmitiera al jefe su aceptación.

En cuanto el ave partió de regreso, Guóchimea afiló los serruchos que llevaba en las patas y subió a la cima de un cerro, donde dijo unas misteriosas y secretas palabras, y saltó propulsado por sus espolones a una gran distancia que un hombre tardaría en recorrer doce días.

Con otros enormes saltos más, llegó al campamento del jefe, mucho antes de que llegase Golondrina. Ahí se encontraba el jefe rodeado de sus capitanes: El que Lleva la Vía Láctea por Penacho, Penacho de Nieve, y muchos otros más.

Todos se aprestaron a hacer una gran fiesta para celebrar la llegada de Chapulín y la aceptación de su ayuda.

Ya terminados los festejos, el mago pidió que le juntaran muchas hojas verdes y ramas, para que las molieran y extrajeran el jugo de las hojas. Los guerreros obedecieron inmediatamente.

Pusieron el líquido en un cántaro y Chapulín pidió que lo untaran en todo su cuerpo; después de bañarlo con el verdoso líquido, Guóchimea quedó completamente de color verde. En seguida, ordenó a los hombres que le subieran a la copa de un árbol, para poder ver la llegada de la Serpiente. El color de su cuerpo se confundía con las hojas del árbol, estaba camuflajeado perfectamente.

Al poco rato, apareció la terrible Serpiente, y aunque todo lo observaba con cautela y detenimiento, nunca vio al mago que se confundía con el follaje. Cuando la Serpiente estuvo cerca del árbol, Chapulín le dio terribles golpes con sus espolones. Fueron tan fuertes los golpes, que la cabeza de la enorme Serpiente se desprendió u fue a dar a cuatro leguas de donde se encontraban.

Todos los guerreros corrieron al lugar en donde había caído la cabeza. Cuando estaba a punto de morir, dijo con truculenta voz: - ¡Lo que yo quería era reinar en el territorio de las tribus de indios yaquis, pero me han derrotado gracias a la ayuda de Chapulín Guóchimea, pero debo decirles que deben de tener cuidado y deben preparase militarmente, porque dentro de poco llegarán por el Este y por el Sur unos hombres blancos con armas desconocidas que son muy poderosas y lanzan fuego.

Solamente podrán vencerlos si les quitan la armas y combaten con ellas a esos hombres blancos y barbados.

De no hacerlo así, todas las tribus perderán la libertad y la tierra, y se convertirán en esclavos!

Después de decir esas palabras, la Serpiente murió y se convirtió en piedra. Lo dicho por ella se cumplió, al poco tiempo llegaron los españoles y los indios combatieron con sus propias armas hasta que los vencieron.

martes, 24 de febrero de 2015

LAS TRADICIONES PUREPECHAS



Como cada año, esta etnia michoacana efectúa el 1 de febrero la magna celebración del Encendido del Fuego Nuevo, para dar inicio al Año Nuevo Purépecha

Aunque no se tienen registros históricos que puedan marcar con exactitud el inicio de este culto en la época prehispánica, fue a partir de 1983 cuando este pueblo comenzó a retomarlo.

Orgullosa de sus raíces, la comunidad purépecha se apresta a celebrar, como cada 1 de febrero, la milenaria ceremonia del Fuego Nuevo Kurhikuaeri K´uinchekua para agradecer a la Madre Tierra Nana Kuerajperi los favores recibidos a lo largo del año.
Dicha tradición, a saber, marca el inicio del año para esta cultura indígena de Michoacán, según sus propios ciclos productivos de la tierra, y da paso a la revitalización y dignificación de sus tradiciones.
Aunque hoy se rige por el calendario gregoriano, esta etnia recuerda dicha efeméride.  Anteriormente, el año de los purépecha estaba integrado por 18 meses de 20 días, de  manera que el comienzo de un nuevo ciclo para esta etnia se registraba por estas fechas.
La celebración, rememora que la comunidad purépecha proviene del fuego, porque es hija del Sol, su dios principal.
En el ambiente flota ya el olor a mole, corundas y aguacates; las dos últimas, son bolas hervidas de masa del tamaño de un puño, alimento tradicional de las cuatro regiones en las que esta comunidad indígena divide Michoacán: Sierra, Cañada, Lacustre y Ciénaga.
Esos aromas característicos se mezclan poco a poco con el olor a pólvora quemada de los cohetones, así como con las notas del son, el abajeño y la pirekua, géneros de la música purépecha que acompaña al fuego kurhi o ch´upiri) hacia la comunidad de Nahuatzen, ubicada en la meseta, a 105 kilómetros al noroeste de Morelia, capital del estado, y que este año es sede de la festividad.

Aun cuando la ceremonia del Fuego Nuevo es la más representativa de este pueblo indígena, ésta es de reflexión, más no religiosa ni  política. Algunos de los objetivos, describió, son rescatar la memoria colectiva y todos aquellos elementos culturales del pasado, como la antigua tradición purépecha de transmitir en forma oral los conocimientos de una generación a otra.

Terán Escobar señaló que no se tienen registros históricos que puedan marcar con exactitud el inicio de este culto en la época prehispánica, fue a partir de 1983 cuando esta etnia comenzó a retomarlo.
Abundó que durante el encuentro, además de las ceremonias de presentación del fuego y su resguardo, se realizarán actividades culturales, artísticas y rituales. En ésta, por ejemplo, se practica como antaño la costumbre del trueque y se escucha a los purépecha hablar su lengua materna.
Por ser una celebración para recuperar los valores, puntualizó Patricia Terán, están prohibidos los estimulantes, como el alcohol; se cierra el paso a cualquier tema de tipo político o partidista, e incluso no se permite el ambulantaje, salvo de productos artesanales.
Es, en suma, la celebración del orgullo purépecha.
Del inicio del Año Nuevo Purépecha
Como cada año, la noche del 1 de febrero y a lo largo de toda la madrugada del día 2, se realizará la magna celebración del Encendido del Fuego Nuevo para dar inicio al Año Nuevo Purépecha. Los pueblos se reunirán para intercambiar experiencias de cómo les fue el año que acaba de finalizar.
Las autoridades comunales son las encargadas de la organización, incluidas las medidas de seguridad a todos los visitantes. La semana de actividades inició el pasado 28 de enero, como se realizaba en la época prehispánica, con la Caminata por los Montes (Uanápekua), para transportar el Fuego Sagrado desde Conguripo a Nahuatzen.
En la actualidad, aseveró Patricia Terán, esta fiesta purépecha simboliza la unidad y el fortalecimiento de este pueblo indígena contemporáneo, al recuperar los ritos y demás elementos tradicionales que puedan ser útiles en los ámbitos cultural, social, espiritual y educativo.
A lo largo de la semana de actividades previas a la Ceremonia del Fuego Nuevo, resaltan los símbolos de estas comunidades, como son la bandera Purépecha (Anatsikukua-), el Bastón Ceremonial y la Piedra Calendario (Mindaskuarheta), además de los emblemas mencionados con anterioridad.
Una vez encendido el Fuego Nuevo, los dirigentes purépecha rememoran su historia y ofrecen un mensaje basado en el pensamiento de sus antepasados, dando paso al Tiempo Nuevo. Los representantes de las cuatro regiones, entonces, comparten el fuego en trozos de ocote, para recibir la energía que otorga el elemento renovado.

lunes, 23 de febrero de 2015

EL PÁJARO AZUL Y EL COYOTE



Cuentan los abuelitos que hace ya mucho tiempo, el hermoso Pájaro azul tenía las plumas descoloridas y muy feas.
Pájaro Azul vivía cerca de un lago cuyas aguas tenían un bellísimo color azul. Cada día Pájaro Azul se bañaba en el lago cuatro veces y cantaba feliz:
Hay un agua azul.
Se encuentra aquí. 
Yo entré al agua,
Y me puse todo azul.
El cuarto día que Pájaro Azul se bañó en el lago, todas sus plumas se le cayeron y salió del agua completamente desplumado. Pero el quinto día, al salir del agua vio que sus plumas volvieron a crecer y eran azules.
Durante todos estos días, el dios Coyote había estado observando a Pájaro Azul para cazarlo, pues estaba famélico, pero le daba miedo entrar al agua azul. Al quinto día, Coyote le preguntó al ave: -¿Podría usted decirme cómo fue que sus feas y descoloridas plumas se le convirtieron en esas plumas azules y hermosas?
Es usted la más bella ave que vuela por los cielos. ¡Yo también quiero ser azul! Pájaro Azul le respondió que se había bañado en el lago cuatro veces, mientras cantaba una canción.
Como el pájaro era muy bueno, le enseñó la canción a Coyote.
Esperanzado con ser azul, Coyote hizo su miedo a un lado y se arrojo al agua, acción que repitió durante cuatro días, sin olvidar la canción que le enseñara el ave.
Al quinto día, Coyote lucía un esplendoroso color azul.
Muy orgulloso de su nuevo color, se puso a pasear por todos lados, miraba a todas partes para ver si alguien se daba cuenta de lo fino y hermoso que se veía.
Entonces se puso a correr rápidamente mirando hacia el suelo para ver si su sombra era también azul, tan ocupado estaba que no se dio cuenta que chocaba contra un tocón de un árbol, el cual se cayó y levantó un montón de polvo de tierra por todos lados que la cayeron a Coyote en su pelaje. Desde entonces, todos los coyotes son del color del polvo de la Tierra.

EL NACIMIENTO DEL SOL Y LA LUNA



Hace ya muchos miles de años, María Tepezcuintle se encontró dos huevos cuando caminaba por el campo buscando quelites.

Recogió los huevos, los llevó a su casa y los guardó en un baúl; después  regresó a continuar con su tarea. Cuando retornó a la casa, vio dos juguetes tirados en el suelo y se molestó porque creyó que sus hijos habían dejado basura botada. Al otro día María regreso al campo a recoger más quelites. 

De los huevos que María guardó en el baúl, nació una pareja de niños. Los niños no querían que la  muchacha se enterase de su nacimiento, razón por la cual le pidieron al Chupamirto que les avisara cuando vieran que María regresaba la casa, para tener tiempo de esconderse en los cascarones de los huevos.

De esta manera pasaron varios días: María yendo a buscar quelites y los niños escondiéndose cuando volvía.

Pero un día el Chupamirto se distrajo, y la muchacha vio a los niños mientras jugaban. En un principio creyó que eran sus dos hijos, pues María estaba casada con Venado. Cuando volvió a irse al campo les encargó a los tres la tarea de vigilar la casa.

Pero los niños se comieron a Venado que dormía tranquilamente en el tapanco. Le sacaron los ojos: el derecho se lo quedó la niña, y el izquierdo el niño.

El corazón lo prepararon en caldo, y a la piel de Venado la echaron muchos insectos ponzoñosos. Cuando  María regresó, los niños le dijeron que Venado estaba durmiendo en el tapanco que oyera sus ronquidos, que no eran otra cosa que el zumbido de insectos. María se sentó a comer el sabroso caldo que los niños le habían preparado.

Como le dio sed, la madre fue a la fuente a tomar agua, y fue entonces cuando los sapos le dijeron que el caldo había sido cocinado con el corazón de Venado. María se dirigió al tapanco y vio a su esposo dormido.

Enojada, le arremetió a golpes con un palo diciéndole que era un perezoso; al momento de golpear los insectos ponzoñosos salieron y la picaron.

Cuando vio a los niños, les reclamó su nefasta acción, pero ellos le dijeron que Venado no era su papá, y que los tres debían ir al fin del mundo. Así lo hicieron y en el camino pasaron muchas dificultades: vencieron a la Mujer-Diablo en la tarea de sacudir el árbol de la fruta; con una cerbatana destruyeron a dos peñas que tenían la costumbre de comerse a las personas; cruzaron un río vigilado por un águila de dos cabezas que solía devorarse a los hombres, aun cuando el ave raptó a los infantes y los llevó a su nido, del cual escaparon haciendo una cuerda con el ceñidor y con la que ahorcaron al águila y bajaron del alto nido mientras ésta dormía.

Al poco rato a la niña le dio sed, su hermano le dijo que le diese el ojo de Venado, que brillaba como el oro, a cambio de que le dijera dónde podía obtener  agua para calmar su sed.

La niña le entregó; entonces el niño orinó y escupió siete veces sobre un zacate, lo arrancó y brotó agua.

Cuando su hermana se aprestaba a beber, el niño le advirtió que no se bebiese toda, ya que tendría que alcanzar para todo el mundo.

La niña no hizo caso y se la bebió toda. Ante el enojo de su hermano, la chica hizo lo mismo con otro zacate, pero el agua que salió estaba llena de lodo y le ensució la cara, es por eso que la Luna tiene manchas en su superficie. Con el ojo de oro de Venado, el niño se convirtió en el Sol, brillante y dorado.

domingo, 22 de febrero de 2015

HICK VICK, EL HOMBRE ÁGUILA



Un día, en cuanto el Sol salió, el jefe de un pueblo pima llamado Cactus se dirigió a sus habitantes y les dijo: -¡Querido pueblo, los dioses nos han bendecido, en nuestros graneros tenemos suficiente comida almacenada para pasar todo el invierno! Mañana por la madrugada todos los guerreros deben partir a la caza del conejo.

Cada hombre deberá ir provisto de cuatro flechas. ¡Ahora vayan a reparar sus armas! Todo el pueblo estaba contento dedicado a sus labores cotidianas con alegría.

Las mujeres tostaban trigo y lo molían en metates, para que los hombres lo bebiesen con agua durante la cacería.

Una hermosa muchacha de nombre Flores Altas, huérfana que vivía con su tío, se encargó de llevar a los niños del poblado a que lavasen las jícaras de calabaza y las llenaran con agua potable para los guerreros.

Antes de salir el Sol, los guerreros salieron hacia los terrenos de caza, hacia la Montaña de la Superstición. Al llegar Hick-Vick, Pájaro Carpintero, un joven cazador, exclamó: -¡Sólo tengo dos flechas! El jefe le indicó que regresase a la aldea por las otras dos, que lo esperarían a la sombra de un mezquite.

Cuando el joven llegó a la Montaña Inclinada, se detuvo para beber un poco de agua, y escuchó la voz de una mujer que le decía: -¿No quieres beber un poco de pinole del que tengo en este recipiente? El joven aceptó y a cada trago que daba sentía como que le salían espinas de pino por todo el cuerpo. Al poco rato, Hick-Vick se había convertido en una gran águila. La mujer, que en realidad era una mala bruja, se reía al tiempo que le anunciaba que de ahí en adelante sería el Hombre Águila.

Mientras tanto, el jefe y los cazadores se impacientaban por la tardanza del muchacho. Uno de ellos fue a ver qué sucedía.

Cuando llegó a la Montaña Inclinada vio a una enorme águila que tenía la cabeza y la cara de Hick-Vick. Regresó con sus compañeros corriendo y les comunicó el hallazgo: -¡He visto a Hick-Vick convertido en águila parado en un ojo de agua, y a una horrible vieja correr por la montaña con una jícara en las manos! Entonces, el jefe les dijo a los guerreros que en otro tiempo pasado hubo una hermosa muchacha, pero como era orgullosa y muy desobediente con sus padres, los dioses decidieron convertirla en una bruja fea, que desde entonces vivía en una cueva de la Montaña Inclinada, y que gustaba de salir, de vez en vez, a embrujar a los hombres, lo cual era indicio de que los dioses estaban enojados. Y ordenó regresar al poblado.

Cuando llegaron al ojo de agua, se toparon con el Hombre Águila, le lanzaron flechas, pero el ave las atrapaba con sus garras, voló hacia una rama y emprendió el vuelo. Los cazadores siguieron su camino al pueblo.

El Hombre Águila se fue a vivir a una cueva en la cima de un acantilado y cazaba para satisfacer su hambre. Cuando no encontró más caza, empezó a atacar a la gente de su pueblo. Un cierto día vio a Flores Altas y se la robó. Afligidos y asustados, los habitantes decidieron dar muerte al Hombre Águila.

El tío de Flores Altas se acordó del Hermano Mayor, un dios sabio y viejo. Al otro día se dirigió a la casa del Hermano Mayor, en lo alto de la Montaña del Sur para pedirle ayuda; pero el tío regresó decepcionado pues no lo encontró. Todos los días alguien iba hasta la casa del dios, sin resultado positivo.

Después de un año, cuando quedaban muy pocos habitantes en el pueblo de cactus, un cazador encontró por fin al Hermano Mayor y le pidió ayuda. El dios le dijo que les ayudaría una vez que hubiesen pasado cuatro días. Ante tal aviso el jefe del pueblo y los indígenas se pusieron muy tristes. Mientras tanto, el Hombre Águila seguía haciendo de las suyas.

Por fin llegó el Hermano Mayor y los guerreros lo llevaron al acantilado donde se encontraba la cruel águila. Cuando llegaron, el Hermano Mayor sacó cuatro estacas de madera muy dura. Con su hacha clavó la primera estaca a un lado del acantilado y les dijo a los cazadores que regresaran al pueblo y que si veían flotar nubes blancas sobre la Montaña, era señal de que había matado al Hombre Águila, pero si por el contrario las nubes eran negras, indicaba que había sido asesinado por el Águila.

El Hermano Mayor empezó a ascender por la montaña lentamente y ayudándose con las estacas. Cuando llegó a la cima, se asomó a la cueva donde vivía el Hombre Águila,  Flores Altas, al verlo, emitió un grito de alegría. Hermano Mayor le preguntó a la muchacha que cuando regresaba el Águila, a lo que ella respondió que hacia el mediodía.

Había que poner manos a la obra. Pero Flores Altas le advirtió que el niño que tenía daría aviso, ya que era malo como su padre. Entonces, Hermano Mayor tomó cenizas de la chimenea, las puso en la boca del niño y ya no pudo hablar bien. Rápidamente se convirtió en una mosca y se escondió debajo de un cadáver. Cuando llegó el Hombre Águila, su hijo corrió y le dijo palabras ininteligibles. -¡No entiendo nada de lo que dices, que me lo diga Flores Altas! Pero ella respondió que no era nada importante.

Así, el Hombre Águila se puso tranquilamente a comer su nueva cacería. Flores Altas se puso a cantar una dulce canción y chiflaba después de cada estrofa. El Hombre Águila le preguntó la razón por la que cantaba, a lo que ella arguyó: -¡Es que estoy feliz porque trajiste mucha carne a la casa!

Cuando el Hombre Águila se quedó dormido, el Hermano Mayor le dio un fuerte golpe en la cabeza con su hacha y lo mató; le arrancó la cabeza y la arrojó hacia el Este, y su cuerpo hacia el Oeste. Lo mismo hizo con el niño.

Cuando Hermano Mayor y Flores Altas empezaron a descender, la Montaña se tambaleó, ¡Tan fuerte era el poder del Hombre Águila! En el pueblo todos vieron flotar las nubes blancas en la cima, y así supieron que había muerto el Hombre Águila y que ya eran libres gracias al dios Hermano Mayor.

Flores Altas regresó a la casa con su tío y todos volvieron a ser felices.

jueves, 19 de febrero de 2015

ALFARERO, ROMPE MI BARRO



Ya de cara a la humanidad, redescubro que nuestra naturaleza es de barro, se deja a veces modelar, se endurece con el tiempo cuando no la trabajamos, necesita esa gota de amor que la sepa ablandar, y muchas veces estando aparentemente dura, se rompe fácilmente y cuando menos lo imaginábamos.

Alguna vez entendí, que el Dios alfarero nos modeló, permitiendo que existiera un vacío en nuestro interior, para que en el diario vivir, buscáramos llenarnos de su amor; pero nuestra humanidad muchas veces no lo asume así, le toca enfrentar o carecer de cosas que agrande y agudice ese vacío que siente; y en su afán por quererlo llenar, se equivoca muchas veces, se sumerge en la vanidad, se deja llenar de lo material y superficial; creyendo que en el poder y el tener, está aquello que nos dará la verdadera paz. Otras veces intentamos moldear nuestra vasija, a ejemplo de las que nos atribuye la sociedad; donde el concepto de belleza se distorsiona, las exigencias que nos imponen no nos transforman, sino que nos deforman, y por más que nos saturamos de todo lo que nos ofrece, no nos sentimos llenos, sino más vacíos, alejándonos de todo aquello que el Amigazo soñó cuando nos supo crear.

En el camino surgen las grietas y nos rasgamos poco a poco, por los golpes que recibimos o simplemente porque somos tan frágiles, que ante todo lo que vivimos y sentimos, nuestro barro se va quebrantando, se endurece y envejece por el tiempo que transcurre sin saber vivirlo; al no encontrar aquello que de verdad necesitamos, nos creemos a veces demasiado duros, pero qué fácil es rompernos en mil pedazos. Y dudamos del toque de Divinidad que Dios nos dio, sentimos que nos abandonó, llegamos a pensar que nada tiene sentido, que así agrietados y despedazados no servimos, nos avergüenza la fragilidad que experimentamos, tratamos de ocultarla; nos cuesta aceptar que fallamos, pintamos la vasija de los colores de moda, nos hacemos bufones o payasos, para que otros no nos rechacen y no noten la miseria de nuestro barro.

Y hacemos caso omiso de esta realidad, negamos nuestra propia naturaleza y humanidad, buscamos y señalamos la fragilidad de los demás, para disimular y justificar nuestra debilidad; nos cuesta demasiado ensuciarnos del barro de aquel que camina a nuestro lado, nos convertimos en sus jueces y verdugos, que señalan sus grietas y condenan su imperfección, nos burlamos de sus defectos, discriminamos muchas veces aquello mismo que escondemos en nuestro interior; somos ciegos ante el valor que de verdad tienen, por el solo hecho de ser vasija creada de las manos del mismo Dios que nos creo. No podemos rechazar nuestra humanidad, mucho menos la de los demás; el ser barro nos hace frágiles, pero a la vez dóciles en las manos de nuestro Alfarero; El sabe ablandarnos con gotas de amor, solo El puede llenar el vacío de nuestro corazón; El conoce nuestras grietas y sabe que hacer con ellas, permite que existan en nosotros, para que se derramen por el mundo, aquello que el pone en nuestro interior.

El hombre rechaza la miseria y Dios trabaja con ella para mostrar su perfección; por eso, cuando sintamos que nos quebrantamos y que nada en nosotros tiene sentido ni valor; pidámosle al Alfarero que rompa todo nuestro barro, aunque eso nos cause más dolor; dejemos que lo ablande con su Misericordia y lo modele con su amor, seamos dóciles en sus manos para haga de nosotros la obra más hermosa de su creación, aunque el mundo no lo reconozca, aunque se aleje de todo aquello que la sociedad se inventó, no importa el tamaño o el color de nuestra vasija, somos el sueño de Dios… así experimentaremos que el dolor que hemos sentido no nos deformó, sino que con su amor nos transformó y nos renovó.

miércoles, 18 de febrero de 2015

Y SE HIZO EL UNIVERSO



Cuentan los antiguos que Tujku Upa Achá fue el dios universal que creó a Kurhika K’eri, el Gran Fuego quien, en su enorme sabiduría, formó cuatro círculos concéntricos para que se prendieran en cada uno de los rumbos sagrados: el Norte, el Sur, el Este y el Oeste.

Asimismo, dio vida al dios Sol, -por lo tanto creó la luz- Juriata, quien fungió como padre y vigilante del universo; para que no estuviese solo le dio una esposa, la diosa Luna, llamada Kutsi, quien estaba encargada de que las plantas germinasen y que los animales y los humanos nacieran.

De la unión marital del Sol y la Luna, se generaron tres círculos concéntricos que dieron vida a la Madre Naturaleza, Kuerajperi, la cual tenía como símbolo un disco de oro, diosa sumamente sabia que dio vida a la Armonía y a Venus, representados por: Mano Napa, “el hijo movimiento”, también conocido por Mano Uajpa, “el hijo único”; Sirunda Arhani “pintarse de color negro”; Uaxanoti, el que se sentaba en el patio de los tlatoanis a esperar órdenes; y K’uanari, “cara de piedra preciosa”.

El dios Kurhika K’eri, el Gran Fuego, le arrojó rayos a Kuerajperi, la Naturaleza, en la frente, el corazón, el vientre, y las manos. Con estos rayos la diosa resultó embarazada, y así surgieron los árboles, los lagos, las montañas, las flores, y los mares; poco después nacieron los animales y, por último, vieron la luz los humanos, quienes recibieron el nombre de Purépecha. Todos los elementos de la Naturaleza la diosa los  alumbró encima de la Tierra.

Los Tirhipemencha fueron espíritus de los puntos cardinales y el agua, simbolizada por hermosas nubes. El grupo de los Tirhipemancha estaba formado por Chupi Tirhipeme, Tirhipemi Kaheri, Tirhipemi Xungápeti, Tirhipeme Kuarecha; y Tirhipeme Turupten.

El primero, el Señor de la Lluvia Azul, se encontraba al Centro del territorio purépecha, en la isla de la Pacanda.

El segundo, El Gran Señor de la Lluvia Negra, vivía en el Sur, en Pareo.

El tercero, El Señor Amarillo de la Lluvia, se encontraba en el Norte, en Pechátaro.

El cuarto, El Señor Rojo de la Lluvia, se asentaba en el Este, en Kuriangaro. El quinto, El Señor Blanco, habitaba el Oeste, en Urámuko. Otros dioses habían sido creados por los dioses principales: Kuiris Tukupacha, el dios Pato, Tsukur Aue, La que Brota en el Fondo del Agua, Patsim Auae, y la Tía de los Tules.

Nana Kuerajperi, venerada sobre todo en Zinapécuaro, fue la diosa fecunda y engendradora de la fuerza del universo de todos los tiempos, que fungía como una deidad psicopompe entre el dios Kurika K’eri y los mortales. En el Cielo se presentaba como la constelación Tam Hoskua, Cuatro Estrellas, (Cruz de Mayo) morada de los cuatro dioses principales, el lugar donde nace el equilibrio y la armonía del universo entero.

Kurhika K’eri, Juariata, y Kurhika K’eri El Nieto, fueron dioses celestes, estrellas conocidas en occidente como la constelación de Tauro.

Dicha constelación tenía la forma del utensilio que los sacerdotes empleaban para manejar el Fuego Sagrado, que recibía el nombre de Parahtakukua.

El Gran Sacerdote del Fuego, Kurhita Kaheri, fue el nombre que los purépecha dieron a Venus, el Lucero de la Mañana, también llamado Ureende Kuahuekara, El que Va Adelante.

He aquí la cosmovisión celestial de los purépecha.

martes, 17 de febrero de 2015

CHUHWUHT



Cuentan los indios pimas que en el inicio de los tiempos solamente existía la oscuridad y el agua, todo estaba lleno de agua.

En un momento dado la oscuridad se congeló y surgió el Creador.

Durante un cierto tiempo estuvo dando vueltas por encima del agua; después, se puso a meditar, a pensar. Sus reflexiones lo llevaron a tener la certeza de quién era y de lo que debía llevar a cabo.

Así pues, introdujo su mano en su corazón y sacó la vara mágica de la Creación. El Creador empleó la vara cual si fuera un bastón.

Cuando se formó resina en la parte de arriba del bastón, varias hormigas se pusieron en ese sitio.

El Creador tomó un poco de resina y con su pie la hizo rodar hasta que se formó una perfecta pelota, mientras entonaba el siguiente canto:

Chuhwuht tuh maka-i
Chuhwuht tuh otan
Chuhwuht tuh maka-i
Chuhwuht tuh otan
¡Himalo, Himalo!
¡Himalo, Himalo!

Hago el mundo, y veo,
Que el mundo está terminado.
¡Déjalo ir, déjalo ir!
¡Déjalo ir, que empiece afuera!

Mientras el dios Creador cantaba, la pelota de resina se iba haciendo más y más grande, hasta que llegó a tener el tamaño actual de nuestro mundo, la Tierra. El dios había creado la Tierra.

Entonces, el Creador tomó una piedra grande y la rompió, los trozos los lanzó al Cielo y se formaron las estrellas.

Luego, aventó al Cielo otra roca y se formó la Luna; sin embargo, ni las estrellas ni la Luna producía suficiente luz para alumbrar al mundo.

El Creador tomó dos jícaras de su carne y pensó pensamientos de luz, y el Sol apareció en el firmamento, pero el Sol estaba inmóvil, no se movía; así que el Creador lo puso a rebotar como pelota del Este hacia el Oeste, como hasta ahora lo hace, que nace en el Este y se mete en el Oeste.

viernes, 13 de febrero de 2015

MUTILACIÓN DENTARIA



En el territorio cultural denominado Mesoamérica, florecieron culturas tan importantes como la olmeca, la tolteca, la maya, la mixteca, la zapoteca y  la mexica. Todas ellas fueron afectas a las mutilaciones dentarias; iniciadas 1,400 años antes de Cristo,  la práctica se prolongó hasta los primeros años del siglo XVI, cuando llegaron los conquistadores españoles y la prohibieron. Veamos dos ejemplos de mutilaciones.

Los mexicas

Según un estudio realizado por el antropólogo físico Eusebio Dávalos Hurtado, los mexicas mutilaban los dientes superiores e inferiores, aun cuando en épocas anteriores de su historia solamente se mutilaron los dientes  superiores. Esta práctica se efectuaba tanto en hombres como en mujeres. Solía hacerse en los incisivos y en los caninos. Las técnicas empleadas fueron el limado; para la incrustación se uso el taladro. Se mutilaban los dientes una vez que se había llegado a la edad adulta, a fin de no lesionar el paquete vasculo-nervioso y provocar la muerte de la pieza dentaria. A los trabajos de los dientes, fuera por remediar patologías o por mutilación ornamental, los mexicas contaban con la palabra tlanatonauiztli para designarlos; a la enfermedad del neguijón que pudría los dientes la llamaban tlanqualoliztli. 
Los mexicas, así como todos los grupos mesoamericanos, utilizaron láminas de pedernal y obsidiana, y frotamiento con polvos abrasivos y agua. Para la incrustación debieron tener muchos conocimientos dentales, así como  de las piedras y de los metales preciosos que incrustarían, tales como el oro, la turquesa, la jadeíta, la pirita, e incluso el hueso, que pertenece a materiales orgánicos. Los trabajos en los dientes requirieron el conocimiento de dentistas, y la finura y cuidado de joyeros y orfebres.

Los mayas

En Yucatán, las mujeres limaban los dientes del solicitante con piedras específicas y agua, y según algunas opiniones de antropólogos, sólo entre individuos de alto nivel social, sin importar si eran hombres o mujeres. Se calcula que hasta un sesenta por ciento de la población maya recurrió a la mutilación dentaria, siendo más frecuente entre los hombres. Las mujeres gustaban más del limado que de la incrustación. 
La mutilación se hacía en el borde y las caras de los incisivos, en forma de escotaduras rectangulares o triangulares; algunas mutilaciones formaban una T que era el símbolo jeroglífico del Dios del Viento Ik, relacionado con el dios Chac; de tal manera,  por medio de magia simpática se tenía la connotación del dios Ik en la boca.
En las incrustaciones los mayas solían colocarse discos de jade u obsidiana en los incisivos superiores. Las perforaciones se efectuaban con el empleo de un taladro de madera tropical y un abrasivo. Las horadaciones penetraban la capa del esmalte y las capas externas de la dentina. Para la preparación de la cavidad se empleaba un taladro de hueso, lo que se infiere por los surcos circulares que se pueden ver en el fondo de las perforaciones. Los mayas de Guatemala utilizaban una broca cilíndrica con un barreno de arco o de presión para hacer la oquedad. Cuando el agujero estaba listo, se colocaba la incrustación de la piedra elegida, con estricta precisión, pues debía ajustarse perfectamente a la cavidad. La piedra se pegaba con pegamentos tan potentes, que aun hoy se encuentran piezas dentarias con las incrustaciones en su sitio.
En general, los mayas sólo emplearon el limado y la incrustación, que fueron las técnicas de su preferencia. Se usaban independientes una de la otra, o combinadas en un mismo diente. Sin embargo, a la llegada de los españoles los mayas solamente empleaban el limado, pues hacía ya quinientos años que la práctica de la incrustación se había perdido, dado el colapso de la civilización maya.
Ni los dioses se escapan de la mutilación dental, como lo prueba el dios solar maya que presenta uno de los dientes superiores limados en forma de T. Es más, según las interpretaciones del antropólogo Gutierre Tibón, en toda Mesoamérica las mutilaciones dentarias aparecen antes en las representaciones de los dioses que en los hombres, como se ve en múltiples figuras y esculturas de dioses tales como el mencionado Ik, en la divinidad Chac, y en Kinich Ahu, el Dios del Sol. El dios supremo de los mayas, Itzamna, Rocío del Cielo, representado como un anciano demacrado y sin dientes, presenta en la quijada inferior, dos únicas muelas a cada lado, símbolo del poder y la gran fuerza generadora. Así pues, para los mayas antiguos, el diente representaba la fuerza y la energía vital, el poder y el éxito en la lucha, capacidades que se perdían a la par que se iban perdiendo los dientes. Concepción que se refuerza en el Popol Vuh cuando nos cuenta: Estos jóvenes Hunaphu y Xbalanque deseaban abatir al soberano que se había hecho insoportable por su soberbia; concertaron un plan para llevar a cabo sus propósitos, vigilándolo continuamente, Hunaphu logró el momento propicio para lanzarle por medio de una cerbatana una de bola de barro endurecido que le dislocó la mandíbula y le aflojó los dientes, los cuales Vacub-Cakix Siete Guacamaya, tenía incrustados en piedras preciosas. Hunaphu e Xbalanque recurrieron entonces a Zaquiminac y Zaquimacis, para que fingiéndose médicos le sacaran los dientes a Vacub-Cakix, quien debía ignorar que le habrían de practicar tal operación. Haciéndole creer que ejercían el oficio de sacar gusanos de sus dientes, causantes de su mal.
El poder de Vacub-Cakix estaba en sus dientes -aparte de sus ojos- cuando se los sacaron le pusieron unos de maíz, pero no era igual y sus rasgos se afectaron y decayeron, ya no eran más los de un jefe de gran poder; entonces el rey Siete Guacamaya murió, falto de poder y prestancia.