lunes, 30 de noviembre de 2015

EL BULTO



Esta historia sucedió en la Ciudad de México, en la Colonia Santa María, en la casa donde vivíamos que estaba situada en la Calle de Álamos.

Sucedió cuando mi hermana estaba embarazada de mi sobrina Silvia.

La recámara que ocupamos mi esposo Benito y yo, estaba contigua a la de mi hermana.

Una noche, como a las doce, oímos a mi hermana Clara que empezó a dar de gritos, unos gritos espantosos que helaban la sangre.

Mi cuñado Rafael no se encontraba en México, sólo estábamos nosotros con ella.

Corrimos a su cuarto a ver que le pasaba, y la encontramos de pie, cerca de su cama, pálida como la muerte.

Cuando se calmó un poco, nos dijo que un bulto blanco se le había echado encima; ella estaba despierta cuando se le vino encima, así que no podía haber sido un sueño. Cuando el bulto se le echó encima, ella solamente atinaba a decir:

-¡Ay, ay, ay!

En esas estábamos cuando de pronto apareció por una esquina el famoso bulto blanco; era algo sin forma, un bulto, del que empezaron a salir unas como manos; mi hermana lloraba, yo rezaba para que se fuera la aparición, pero ahí seguía.

De pronto se expandió un olor espantoso que llenó toda la habitación, mi hermana cayó al suelo desmayada, y en seguida el bulto blanco se le echó encima; nosotros queríamos quitárselo, pero no podíamos asirlo, se escurría.

Por fin el bulto se fue, pero mi hermana quedó traumatizada para siempre; además, le quedó en la mejilla una mancha color blanco que nunca se le quitó.

¿Quién sabe que sería esa cosa diabólica? Nunca volvió a aparecer. Cuando el esposo de mi hermana volvió de su viaje, tuvo que llevarla al psiquiatra.

Lo más horrendo fue que cuando dio a luz, mi sobrina Silvia tenía la misma mancha en el cachete!

domingo, 29 de noviembre de 2015

MARGARITA LA FIESTERA



Esta historia sucedió en la Ciudad de México hace aproximadamente cien años. Margarita era una muchacha de veintiún años de edad emancipada que trabajaba como secretaria en una oficina de gobierno.

Vivía en el centro de la ciudad en la Calle de Donceles. Para compartir gastos, se había conseguido una compañera llamada Delia.

A Margarita le gustaban mucho las fiestas, y no había semana que no acudiera a dos o tres.

En una ocasión, después de haberse divertido en una fiesta bailando y bebiendo un poco de alcohol, la muchacha regresó a su casa cerca de las tres de la mañana.

Entró con sigilo a la habitación que compartía con Delia, que se encontraba muy oscura, la vio y no quiso prender la luz para no despertarla. Se puso el pijama y se metió a la cama.

Todavía en vela, Margarita escuchó que de la cama de su compañera venían ciertos sonidos que asemejaban jadeos y pequeños lamentos. No llegó a intrigarse demasiado, pues pensó que los jadeos se debían a que Delia estaba haciendo el amor con su novio.

Se tapó la cabeza con la colcha, cuestión de no oír los ruidos, y al poco tiempo se quedó profundamente dormida.

Al día siguiente, Margarita se despertó, miró hacia la cama de Delia y vio que aún dormía su compañera. Al tratar de despertarla se acercó a la cama, levantó las cobijas, y casi se cae de espalda cuando vio a su amiga muerta sobre un gran charco de sangre. La muchacha presentaba terribles heridas de garras en la espalda y en el cuello.

Al levantar la cara hacia la pared Margarita, aterrada, leyó el siguiente letrero escrito por su amiga en su agonía: -¡Qué suerte tuviste de no haber encendido la luz! ¡Fui violada por el Diablo!

Margarita del tremendo susto que llevó perdió parte de su hermoso pelo, y la cara se le arrugó como si tuviera sesenta años.

Tuvo que ver a un psiquiatra y estuvo a punto de ser encerrada en un manicomio.

sábado, 28 de noviembre de 2015

EL NIÑO QUE QUERÍA VOLAR



Sentado sobre una piedra, Pedrito se pasaba el rato contemplando el volar de las águilas, y eso le había costado más de una bronca, por parte de su madre. Este vivía a unos tres kilómetros del pueblo y solía ir al colegio andando. Su mayor ilusión de siempre era volar algún día como los pájaros. 

—Pero Pedro ¿como llegas tan tarde, si hace más de dos horas que terminó el colegio?

—He estado contemplando las águilas, me encantaría volar como ellas. 

—Pero hijo, tú eres un ser humano, no un águila ¿además no tienes plumas? 

—Ya lo se mamá, pero es superior a mi. 

—Anda y coge la merienda Pedro, que se te va juntar con la cena y déjate ya de volar, que tienes muchos pájaros en la cabeza.

Al día siguiente estando sentado en su piedra y como siempre contemplando a las águilas, se le acercó una joven muy guapa y le dijo — ¿te gustaría algún día, volar como ellas?

Pedro que estaba mirando el volar de las águilas, no se había dado cuentas y se sobre salto un poco. 

— No te asustes Pedro —le dijo la joven, con una voz muy dulce—. 

—Esa sería mi mayor ilusión señorita, pero nunca podré hacerlo— decía Pedrito, bastante desanimado—. 

—Por qué dices eso, de que nunca podrás hacerlo – le preguntaba la joven —. 

—Señorita, yo no tengo alas ni plumas y si no tengo esas dos cosas, nunca podré hacerlo aunque me guste mucho. 

—No tienes alas, pero tienes otros valores muy importantes. 

—De que valores me habla usted. 

—Desde ahora en adelante podrás volar y para hacerlo, solo tendrás que cerrar los ojos y pensar en volar. 

—Señorita, muchas veces los he cerrado y hasta el momento nunca he volado. 

—Ciérralos ahora y verás cómo podrás hacerlo. 

Pedro cerró los ojos y como un águila fue volando y por primera vez, desde las alturas pudo ver su casa, el río, los animales y sentir la fresca brisa refrescando sus mejillas.

Cuando Pedro abrió los ojos, la joven ya se había marchado. Esta le había dejado un mensaje escrito en el suelo, el cual decía “Sigue siempre así y cuando quieras volar, solo tendrás que cerrar los ojos”.

Desde entonces Pedro se sentía muy afortunado, había conseguido lo que tanto deseaba.

En uno de sus muchos vuelos, vio a un amigo caerse en un pozo ciego y su rápida actuación salvó su vida. 

Pedro estaba muy contento, por qué además de hacer lo que tanto deseaba que no todos lo consiguen, se dió cuentas que podía ayudar a la gente y eso le hacía la persona más feliz del mundo.



viernes, 27 de noviembre de 2015

EL NIÑO LLORÓN



La Laguna de Ojo de Agua se encuentra en Orizaba, Veracruz,  situada en la parte baja del Cerro de Escamela.

Por ser un sitio muy bello, numerosos orizabeños acuden al lugar a pasar un agradable día de campo. La tradición oral veracruzana cuenta una leyenda escalofriante que sucedió en tal lugar.

Hace algunos años, un trabajador regresaba de sus labores algo apurado, pues se le había hecho tarde. Con el fin de llegar pronto a su casa, tomó el camino de Ojo de Agua.

Al pasar cerca de un pozo de agua ya seco, escuchó el llanto lastimero  de un niño. Buscó de donde provenía y se encontró a un niñito sentado al pie del pozo. Se le acercó  y le preguntó la causa de su llanto.

El infante primero se mostró reticente, pero acabó por decirle al señor que estaba perdido, y le pidió que lo llevase a la iglesia de Potrerillo, donde sus padres seguramente irían a buscarle, pero que debería llevarlo cargando ya que no podía caminar.

El buen hombre se aprestó a cargar al niño para llevarlo a donde le pedía, pues consideró que era su deber de buen cristiano.

El pequeño añadió que por ningún motivo volteara a verlo hasta que no hubiesen llegado a la primera iglesia que encontraran en el camino. Al trabajador le pareció un poco extraña tal petición, pero como ya quería llegar pronto a su casa, asintió.

Al llegar a una iglesia, se escucharon unos ruidos muy raros, extraños, y el hombre reaccionó instintivamente y volteó a ver al pequeño.

El susto fue tremendo cuando en lugar del niño vio un horripilante monstruo que se reía de una manera escalofriante.

Al escuchar las carcajadas, el hombre aventó al “niño” y corrió a refugiarse en la iglesia. Al verlo entrar tan espantado, el sacristán lo acogió y le contó la terrible historia.

Le dijo que de todos era sabido que el día en que ese repugnante monstruo lograra entrar en una iglesia, el Ojo de Agua se desbordaría e inundaría completamente a la Ciudad de Orizaba y todos sus habitantes morirían ahogados, y que se trataba de una profecía que algún día se cumpliría inexorablemente, aunque aún no había llegado el momento.



jueves, 26 de noviembre de 2015

EL MONTE ENCANTADO



Había caminado casi toda la tarde, y cuando ya se había hecho noche me senté a un costado del camino a descansar.  No estaba solo, me acompañaba Rufo, mi perro.

Al sacarme la mochila sentí que estaba mucho más liviano, y fue un alivio. Rufo se acostó a mi lado después de dar vueltas y vueltas sobre el pasto. Estaba casi todo oscuro pero se distinguían algunas cosas.  A unos diez metros del solitario camino empezaba a elevarse un monte pequeño, poco más que una arboleda. No estaba muy lejos de una zona poblada, mas desde allí no se veía ni una casa, ni una luz, y por el camino hacía rato que no pasaba ningún vehículo. 

Cuando uno cree estar solo se sobresalta al advertir de golpe a otra persona, y esta figura dudosa se movía en la oscuridad.  Tenía una linterna en la mano pero no quise encenderla. Tal vez el otro no me había notado; a nadie le gusta que lo encandilen de pronto. Si era alguien que creía que no lo había notado, y traía alguna mala intención, se iba a llevar una sorpresa desagradable. Pero la sorpresa desagradable me la llevé yo, porque en un momento dado me pareció que no tenía cabeza.

Encendí la linterna y no había nadie. El foco de luz recorrió de un extremo al otro el montecillo pero no logré ver nada. Al encender la linterna Rufo se había parado, y un rato después permanecía así, atento hacia el monte. De repente salió disparado y se metió a toda prisa entre los árboles. Lo llamé pero no me hizo caso. Pronto dejé de escuchar el ruido que hacía al pasar entre ramas y todo volvió a estar en silencio. 

Entonces me acerqué al monte y lo llamé una y otra vez, silbé, más cuando hacía una pausa para escuchar, nada, ni un ruido. 

Supuse que el monte era más grande de lo que me parecía.  Ya estaba seguro de que había algo raro allí, pero no podía dejar a mi mejor amigo. Me interné entre los árboles y, linterna en mano empecé a buscarlo. En el mismo momento que gritaba o silbaba, una voz apenas audible repetía: “Por aquí, por aquí”, pero como apenas la escuchaba y sonaba junto a los sonidos que yo emitía, hasta que no la escuché varias veces no estuve seguro.

Aquel lugar estaba embrujado. Empecé a desesperarme por salir. Cuando intentaba volver al camino entre una maraña de ramas, algo me habló de muy cerca, casi me susurró al oído:  “No te vayas a perder”. En ese instante creí que iba a enloquecer de terror.

Por suerte enseguida pude salir de la arboleda.  Al volver al camino seguí esperando a Rufo, aunque empezaba a creer que no lo vería nunca más.  Un rato después apareció, dándome una alegría inmensa.

Y ahí si me marché de allí. Hasta no alcanzar las luces del pueblo no perdí de vista a Rufo, no porque temiera que se alejara nuevamente, sino porque desconfiaba que realmente fuera mi perro.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

EL INCRÉDULO DON JOSÉ



Una leyenda del estado de Guerrero nos cuenta que don José era un campesino que trabajaba cultivando su tierra.

Después de terminar con sus labores en la milpa, que le tomaban todo el día hasta el atardecer, gustaba de ir a la cantina del pueblo a tomarse una o dos copas de tequila, para apaciguar el cansancio y tranquilizarse.

En una de estas ocasiones, don José llegó a la cantina y se sentó a la mesa que ocupaban unos amigos, también campesinos. Degustando su tequila se puso a oír la plática que versaba acerca de lo que decían las mujeres del pueblo relativas a las apariciones del Chamuco que habían aterrado a varios vecinos, causando pánico entre todos los pobladores.

Don José intervino en la plática para decir, en medio de grandes carcajadas, que eso eran meras supersticiones y que él no creía en nada de eso de aparecidos y demonios.

Después de haberse burlado a su antojo de sus amigos y de llevar entre pecho y espalda dos caballitos de tequila, el campesino descreído decidió volver a su casa. Salió de la cantina y empezó a caminar.

Cuando estaba a medio camino ya en pleno campo, escuchó el lastimero llanto de un bebé; entonces se dio cuenta de que en el suelo se encontraba un niño chiquito envuelto en una manta.

Don José pensó en la mala madre que lo había abandonado a su suerte y decidió llevarlo a su casa. Tomó al bebé en brazos y comenzó a caminar. Conforme iba avanzando en su camino sintió que el nene pesaba cada vez más y más. Ya casi llegaba a su hogar, cuando sorprendido por el peso excesivo decidió hacer a un lado la manta para verle la cara al niñito.

Cuando lo hizo el susto que se llevó fue bárbaro, pues el niño presentaba una horrorosa cara de demonio, roja, con ojos amarillos, y con grandes cuernos negros. Al verlo, el Diablo le dijo: -¡Ahora sí crees en los demonios! Y soltó una grotesca y aterradora carcajada. Al punto, don José dejó caer al niño-demonio y corrió como ídem hasta llegar a su casa.

Ya nunca más volvió a dudar de los aparecidos.



LAS GEMELAS



Una feliz familia vivía en un rumbo muy cercano a una transitada carretera, debido a esto la joven madre las acompañaba diariamente al colegio y caminaban las tres tomadas de la mano, teniendo especial cuidado al toparse con la mencionada carretera, las pequeñas hasta el momento no tenían permiso de cruzar solas.

Uno de tantos días la madre recibió en su celular una llamada urgente del trabajo la cual tuvo que atender, le exigían su presencia de inmediato, por lo cual se vio en la necesidad de dejar que las gemelas continuaran el camino solas.

Con mucho pesar despidió a las niñas, dando indicaciones para no se soltarse de la mano y tener mucho cuidado al cruzar. Las dos pequeñas siguieron las instrucciones de su madre, miraron a ambos lados de la carretera, y al ver que estaba libre cruzaron.
Apenas se giraba la madre para cambiar de rumbo, cuando se escuchó un golpe muy fuerte a sus espaldas, volteó de inmediato para ver con terror que sus hijas estaban debajo de un camión, fueron atropelladas perdiendo la vida en al instante.

El pesar duró mucho tiempo, pero transcurridos cuatros años, la madre dio a luz de nuevo gemelas, estas era muy parecidas a sus fallecidas hermanas, lo cual le hacía tener presente aquel fatal accidente.

Esta vez tenía una terrible obsesión por su cuidado y no les permitía estar cerca de ningún peligro, en especial aquella temida carretera.

Pero no podía estar detrás de ellas las 24 horas, y un día, se vieron muy cercanas al peligroso lugar, decididas a cruzar vieron hacia los dos lados, no había ningún auto, con un paso en el asfalto, fueron tomadas del hombro bruscamente por su madre, quien lloraba desconsoladamente, diciendo –No crucen- a lo cual recibió una respuesta inesperada de las dos pequeñas: -No pensábamos cruzar, ya nos atropellaron una vez, no volverá a suceder…-

martes, 24 de noviembre de 2015

EL CAPORAL RESENDES Y EL DIABLO



El Marqués de Guadalupe vivió en Aguascalientes en el siglo XVII.

Era un hombre muy rico, de fuerte carácter pero bondadoso con los empleados de la hacienda en que vivía.

Uno de sus ranchos lo administraba un caporal llamado Resendes, al que apodaban el Caporal Ardilla por su agilidad en los caballos.

Resendes era cumplido, pero también muy pachanguero y mujeriego; y como era espléndido con el dinero las mujeres se lo disputaban.

Como gastaba tanto dinero en sus diversiones los habitantes de la Villa de Nuestra Señora de la Asunción de las Aguas Calientes afirmaban que tenía pacto con el Diablo, lo cual era verdad.

A cambio de los dineros que recibía, Resendes entregaría su alma a Satanás el día 24 de diciembre de 1870.

Mientras tanto el muchacho aprovechaba la vida. Pero todo llega, y el plazo se cumplió. Un día antes, Resendes lloraba de miedo y se arrepentía de haber realizado tal pacto satánico.

Cuando el caporal se enfrentó al Diablo le pidió un aplazamiento. Satanás aceptó, pero alegó que debía cumplir con el Marqués de Guadalupe y levantar una barda alrededor de todas sus tierras; le dijo que si para cuando cantaran los gallos no había terminado de construir la barda, quedaba libre del compromiso y no se lo llevaría al Infierno, pero que si terminaba antes el alma se iría con él al Infierno. Resendes aceptó, en seguida tomó un gallo que escondió bajo el brazo.

Pasadas unas horas, el caporal apretó al gallo que empezó a cantar, al oírlo, los otros gallos de la hacienda lo imitaron.

Por supuesto que el Diablo no había acabado de levantar la barda; muy enojado se vio derrotado y se alejó, refunfuñando, hacia los infiernos, lamentando el alma que había perdido, nunca se percató del engaño.

Arrepentido de su vida anterior de disipación y farra, Resendes le confesó al Marqués lo disoluto que había sido y su terrible pacto con el Diablo.

El Marqués muy espantado por la confesión, acudió a ver la barda para comprobar que lo que decía su caporal era verdad. Al verla se convenció, pero como era muy bueno, lo perdonó.

Resendes cambio de vida, se volvió serio, dejó las parrandas y vivió muy feliz por haberse librado de perder su alma con el poderoso Lucifer.

lunes, 23 de noviembre de 2015

LA TLANCHANA



A siete kilómetros de la Ciudad de Toluca, capital del Estado de México, se encuentra el poblado de Metepec, llamado en lengua matlatzinca  Nepintatiui, En la Tierra del Maíz.

En la cima del cerro de Metepec, también llamado Cerro de los Magueyes, se encuentra situada la Capilla de Metepec.

Esta capilla le gusta mucho a la Tlanchana Atltonan Chane, una hermosa diosa que es mitad mujer y mitad serpiente acuática, venerada por los indios matlatzincas por sus poderes para mantener el equilibrio entre la tierra y el agua.

Le gustaba a la Sirena, como también se la llama, porque la capilla contaba con una campana de oro, que cuando repicaba producía un fascinante sonido que se expandía a muchos kilómetros de distancia.

A la Tlanchana le encantaba escucharla todos los días y consideraba a la campana como de su propiedad.

Pero en una fatal ocasión, el malvado Diablo decidió robarse la campana. Cuando la tuvo en sus manos la escondió en una de las tantas cuevas que tiene el Cerro de Metepec.

Cuando supo del robo la Tlanchana, casi se volvió loca de la tristeza.

Desde un montículo de tierra rodeado por agua, situado en el Barrio de San Miguel, la Sirena veía hacia la Capilla donde estuviera su adorada campana, y lloraba a moco tendido, y le cantaba las canciones más tristes que se sabía. Su llanto y su canto hubiesen podido conmover al ser más maligno, pero no al Diablo que disfrutaba con el sufrimiento de la pobre diosa.

La campana nunca fue devuelta por Satanás. Desde entonces, por las noches iluminadas por la luna, se puede ver a la Tlanchana sobre el montículo, se escucha su llanto y sus tristes canciones, y hasta hay quien afirma que se escuchan las estridentes carcajadas de don Diablo.

EL NIÑO DEL BOTE



Se cuenta que en el domicilio que se ubica en Calle Galeana 1976, cerca de lo que es hoy el puente sobre la avenida ayuntamiento. Vivía un matrimonio con su pequeño hijo.

Hubo un tiempo en que el pequeño se mostraba sumamente nervioso y preguntaba a sus padres -¿Quién juega y llora en la azotea todas las noches?- los padres no le tomaban ni la más mínima importancia, y decían: -ha de ser un gato ¡duérmete!-

El pobre niño despertaba a media noche, asustado, porque sobre el techo de su cama se escuchaban gemidos, y el sonido de una lata rodando continuamente de un lugar a otro. Llamaba a sus padres, pero estos desde su habitación le ordenaban volver a dormir. Incluso intentaba dormir con ellos, pero también se lo impedían.

Una de tantas ocasiones, el matrimonio fue despertado a mitad de la noche por un grito de terror proveniente de la habitación del niño, y después de eso no pudieron encontrarlo por ningún lado. Dieron aviso a las autoridades y al siguiente día, al volver a casa después de un largo día buscando a su hijo, ven un bote atado con un lazo colgar de la azotea.

Con algo de enojo el hombre sube a la azotea, y ve otro bote tirado sobre el techo de la recámara de su hijo, al acercarse ve a su hijo en un rincón, sentado en cuclillas, abrazando sus piernas, tiene el cuerpo totalmente arañado y su rostro muestra un gesto de infinito terror¡Sin vida!

El matrimonio se mudó, pero en su nuevo hogar, a media a noche los despertó el sonido de un bote rodando en la azotea, y parado frente a su cama, vieron a su  hijo diciendo: -Me asusta el ruido de allá arriba-

Después de eso no lo volvieron a ver, pero cada año en el aniversario de su muerte, se escucha el ruido del bote y el llanto del niño.

domingo, 22 de noviembre de 2015

EL DUENDE



Se dice que es un niño que murió sin ser bautizado o un niño malo que golpeó a su madre.

Es muy pequeño, lleva un sombrero grande y llora como una criatura.

Tiene una mano de hierro y otra de lana, cuando se acerca a alguien le pregunta si con cuál mano desea ser golpeado.

Algunos dicen que, sin importar la elección, el duende golpeará siempre con la de hierro.

Otros, en cambio, aseguran que los desprevenidos eligen la de lana y que es ésta la que en realidad más duele. 

Posee unos ojos muy malignos y dientes muy agudos. Suele aparecer a la hora de la siesta o en la noche en los cañadones o quebradas.

Tiene predilección para con los niños de corta edad, aunque también golpea sin piedad a los mayores.

En la zona de los Valles Calchaquíes existen dos historias muy curiosas con respecto al duende:

Una cuenta que un arqueólogo, internándose en el cerro a horas de la siesta escuchó el llanto de un niño.

Al acercarse vio un párvulo en cuclillas y con la cabeza gacha.

Cuando le preguntó si qué le sucedía, el niño alzó su maligno rostro y mostrando sus agudisimos dientes al tiempo que sonreía, le dijo:

- Tatita, mírame los dientes...

El "gringo" salió corriendo tan veloz como las piernas le daban y nunca regresó.

La otra historia, narrada por Lucindo Mamaní, de Tafí del Valle, cuenta que se vio al duende conversando en un zanjón con un niño que estaba a su cuidado actualmente un prominente médico.

Al acercarse don Lucindo, el duende -llamado "enano del zanjón" por los lugareños- salió huyendo.

sábado, 21 de noviembre de 2015

LA SALLANA



La Sallana es una leyenda mexicana que proviene de la época colonial, y su origen está en la ciudad de Villavicencio.

Allí vivía una mujer de familia aristocrática, felizmente casada y con un hijo pequeño.

Si bien su vida era feliz, esta mujer siempre estaba al tanto de lo que la gente comentaba de ella, ya que le importaba mucho de “el qué dirán…”

Un día se enteró del rumor que su marido la estaba engañando con su propia madre, y presa de los celos, enloqueció de rabia e impotencia.

Antes de que alguien pudiera hacer algo, mató a su hijo, decapitó a su marido que estaba durmiendo y luego fue a la casa de su madre para acuchillarla y prender fuego la casa con su progenitora aún dentro.

En los últimos minutos de agonía, su madre le lanzó una maldición: “Tu nombre será Sallana, y vagarás por los llanos asustando borrachos y chismosas”

A partir de ese momento comienza esta leyenda de terror que afirma que a altas horas de las noches suelen aparecerle a los borrachos, asustandolos con su risa infernal y mostrándole su rostro cadavérico.

También suele presentarse ante las mujeres chismosas, a las que persigue, recordando que todos sus pesares provienen de las habladurías y de sus propios celos enfermizos.

viernes, 20 de noviembre de 2015

APARICIÓN DE UN ÁNIMA DEL PURGATORIO



En la villa de Toluca que es del marques del Valle, una mujer española, llamado Isabel Hernández, viéndose atribulado, fue á su confesor, que se decía Fr. Benito de Pedroche, cómo estando acostada en su cama, había visto al amanecer un hombre colgado en su aposento, con el hábito de la misericordia.

El confesor le dijo, que lo conjurase si tenía ánimo para ello, y le enseño el modo como lo había de hacer.

Aparecióle este hombre otras dos ó tres veces, hasta que un día, á la misma hora, estando ella acostada en su cama con otras mujeres, por el temor que tenía, vio la misma visión, y lo conjuró y preguntó qué era lo que quería.

El hombre le dijo quién era, y cómo había que estaba en purgatorio, porque había levantado un falso testimonio á una doncella que quería casar un sacerdote honrado, llamado Antonio Fraile, por lo cual la doncella no se casó.

Y que se había confesado de aquel pecado y tenido de él contrición; mas por cuanto no le había restituido la honra, penaba todavía en el purgatorio.

Y que para muestra de la verdad que decía, que le preguntasen al Antonio Fraile si esto era así.

Y que por morir fuera de México no le había vuelto la honra; que de su parte se la volviesen y le mandase decir algunas misas, porque luego saldría de purgatorio, y así se las dijeron, y nunca más pareció.

Hízose averiguación de esto en México, y hallase ser todo así, y á aquella mujer se le volvió la honra, aunque ya era casada cuando sucedió.

No se descubre el nombre del difunto por su honra.

LA MUELONA



Se cuenta que en la época de la colonia llegó una mujer con malos antecedentes buscando riqueza.

Era una mujer de clase baja dedicada a vender y traficar jóvenes, ladrona y mentirosa.

La mujer llevaba el mismo estilo de vida que en España, engañaba a muchachas y lucraba con su inocencia, leía las manos , las cartas, tenía embaucado a muchos hombres con las jovencitas cuando ellos ya no querían ir, los extorsionaba con dinero advirtiendoles que su familia se enteraría de sus amoríos con las jovencitas.

La mujer era mala además que poseía gran belleza y lujuria, destruye matrimonios carecía de remordimientos utilizaba sus encantos para tener lo que quería. Así pasó los años empezó a envejecer desapareció su belleza y en lugar arrugas, pero su maldad no desaparecía, tuvo un pacto con el demonio y recuperó la juventud, pero con unos dientes y colmillos muy grandes para destrozar a los hombres.

La leyenda de la muelona que es una bella muchacha que se aparece en las noches, buscando hombres infieles, borrachos, los que buscan aventuras amorosas, con su sonrisa los atrae caen en su trampa donde su inmensa dentadura los tritura y los devora.

Los campesinos dicen que siempre está junto a un árbol viejo, que en la noche se oye el macabro triturar de huesos.

Que para protegerse de la muelona tiene que tener una medalla de San Isidro.

Que la han visto bailar con esqueletos, cuando canta atrae a los hombres después de hacer el amor se los come, con la sangre y el esperma hace  pócimas para sus nuevas víctimas.

LA NOVIA



Esta leyenda a recorrido muchos años espantando y empieza en el pueblo de Tiltepec Chiapas donde una mujer de nombre desconocido iba a casarse con un hombre también de nombre desconocido.

Eran muy felices en su noviazgo pero justo antes de casarse la mujer descubrió a su querido y amado en la cama con su mejor amiga.

Entonces cogió un palo y los mató a los dos a puros golpes quien sabe como.

Cuando llegó el día de la boda, todos se burlaron de ella porque no tenía con quien casarse.

Ella se suicidó, pero una maldición cayó y los que se burlaron de ella murieron y serían atormentados para toda la eternidad.

Desde ese entonces en la iglesia del pueblo se oye desde las 9 de la noche hasta las 3 de la madrugada -¡vivan los novios!- y suenan las campanas aterrorizando a todos...

Si uno escucha el sonido de las campanas y sale a la calle es convertido en un espectro más...Esta leyenda a recorrido muchos años espantando y empieza en el pueblo de Tiltepec Chiapas donde una mujer de nombre desconocido iba a casarse con un hombre también de nombre desconocido.

Eran muy felices en su noviazgo pero justo antes de casarse la mujer descubrió a su querido y amado en la cama con su mejor amiga.

Entonces cogió un palo y los mató a los dos a puros golpes quien sabe como.

Cuando llegó el día de la boda, todos se burlaron de ella porque no tenía con quien casarse.
Ella se suicidó, pero una maldición cayó y los que se burlaron de ella murieron y serían atormentados para toda la eternidad.

Desde ese entonces en la iglesia del pueblo se oye desde las 9 de la noche hasta las 3 de la madrugada -¡vivan los novios!- y suenan las campanas aterrorizando a todos...

Si uno escucha el sonido de las campanas y sale a la calle es convertido en un espectro más...

jueves, 19 de noviembre de 2015

PERDÓNENME POR FAVOR



Esta triste leyenda sucedió en Guadalajara, en el estado de Jalisco. Se las voy a relatar.

Miriam era una bella y testaruda muchacha que quería ir a una fiesta que daban sus amigos de la preparatoria.

Pero sus padres no la dejaban ir pensando que era peligroso que la chica anduviera sola por la noche cuando saliera del huateque.

Ante tal negativa, la muchacha decidió salirse por la ventana de su recámara e irse a la fiesta a escondidas.

Cuando llegó a la tertulia, un joven muy guapo, pero mayor que ella, se le acercó a hacerle plática.

Se pusieron a tomar, a bailar, a reír… al poco rato, el muchacho le propuso a Miriam que se fueran a otra fiesta de unos amigos de él, que sin lugar a dudas estaría más divertida.

La joven aceptó. Salieron de la casa y se subieron al carro de él. Habían transitado unas quince calles, cuando Miriam se percató de que su compañero está bastante borracho porque manejaba haciendo eses.

Asustada, le pidió que la  llevara de regreso a la fiesta de sus amigos. Juan accedió y dio la vuelta para regresar.

En eso perdió el control del volante y chocó, brutalmente, contra otro automóvil.

Cuando Miriam despertó se encontraba en la cama de un hospital.

Al verla despierta, una enfermera le contó que en el choque había muerto su amigo y dos tripulantes que venían en el otro carro.

Sintiendo que ella también moría, le pidió a la enfermera que les dijera a sus padres que los quería mucho, que estaba arrepentida de haberlos desobedecido, y que toda la culpa de la tragedia era suya, ¡qué les pedía perdón! 

Al poco rato, Miriam moría.

Al hospital acudieron los amigos de la muchacha cuando se enteraron del accidente y del deceso.

Se toparon con la enfermera y le preguntaron si Miriam había dejado algún mensaje, a lo que dijo que no.

Otra enfermera, que había escuchado la conversación, le preguntó porque había ocultado la verdad, puesto que Miriam había dejado un mensaje para sus padres.

Entonces, la enfermera con lágrimas en los ojos le contestó que no había sabido qué hacer, y que había mentido porque la pareja muerta en el otro carro eran nada menos que… ¡los padres de Miriam!