miércoles, 31 de julio de 2019

JUAN DEL JARRO




Era un pordiosero del que se decía odiaba el baño, el mes de julio y las riquezas. Juan tenía dos características que lo diferenciaban de cualquier pordiosero. La primera es que era un hombre piadoso que repartía sus ganancias diarias con otros menesterosos.

La otra característica que hacía especial a Juan era su afección por los dichos y las frases llenas de sentido común, La fama de Juan del Jarro se solidificó con los años: era un loco iluminado, era un listo muy loco, lo cierto es que era amigo de todos y aceptaba convites a mesas suntuosas igual que a cocinas humildes. Juan se daba a querer. Se cuenta que una señorita de casa decente quiso hacer mofa de Juan cuando lo vio pasar por la plaza centralLa dama en cuestión estaba convencida de que Juan del Jarro no era más que un charlatán que embaucaba incrédulos para enriquecerse. Al verlo pasar le dijo: "Dime, adivinador, ¿cómo se llamará el que ha de ser mi esposo?" "Te casarás, pero no con el padre del niño que llevas en el vientre" –contestó el pordiosero. Poco después la señorita decente abandonó la ciudad porque la familia descubrió que Juan tenía razón.


La leyenda creció, se decía que Juan podía saber el futuro porque lo escuchaba en su jarro de terracota. El día que Juan murió, San Luis Potosí rindió un homenaje fastuoso al más pobre de sus ilustres. Por un día se olvidaron las clases. Se cantó, se deseó descanso eterno a don Juan, sobre todo se reconoció que la generosidad no tiene clase.


martes, 30 de julio de 2019

PANTERA





La pantera es un felino que habita en los bosques de Asia y África. Pesa entre 50 y 100 kg. Buen cazador, permanece al acecho o persigue a sus victimas silenciosamente, sobre todo al caer la noche. Su pelaje varia de un individuo a otro, pero por lo común es amarillento con manchas oscuras. La variedad negra es frecuente en la India. Los jóvenes de una misma camada pueden presentar colores y moteados diferentes.
Habitualmente se suele confundir con el guepardo, con el cual comparte un aspecto muy similar (pelaje amarillo con motas oscuras), pero del cual difiere enormemente tanto en características físicas como en comportamiento, siendo el guepardo llamativamente menos agresivo que el leopardo; además el leopardo no tiene los característicos lacrimales negros que encuadran el morro del guepardo.
El leopardo tiene una silueta bastante maciza, con la cabeza redonda y la cola larga y fina. Sus patas son potentes, con 4 dedos en las posteriores y 5 en las anteriores, siendo todas sus garras retráctiles. Alcanzan de 91 cm a 1,91 m.de longitud, más de 58 a 110 cm de la cola, y una altura en la cruz de 45 a 78 cm.3 Los machos adultos llegan a pesar entre 37 y 90 kg, y las hembras de 28 a 60 kg.


NO ES LO MISMO

PEROTE. JALAPA,VERACRUZ que...


PERO TE JALA PA VERCRUZ

jueves, 11 de julio de 2019

LOS AÑOS



"HAY AÑOS QUE PARCEN DÍAS... Y DÍAS QUE PARECEN AÑOS"

miércoles, 10 de julio de 2019

EL COYOTE




Tradicionalmente, el Coyote aparece como un dios, o un animal sagrado, en muchas  religiones y  mitos de las culturas indígenas de casi toda América. Se trata de un personaje generalmente de sexo masculino, aunque también lo encontramos como hembra, como hermafrodita, o como poseedor de la capacidad de cambiar de género a su arbitrio. A veces la mitología lo antropomorfiza, pero sin perder su condición fundamental de animal: su piel, sus orejas en punta, sus garras y sus ojos color amarillo. Es un ser mítico escurridizo, astuto, hábil, embaucador;  además de mentiroso, chistoso y, a veces, malvado al que le gusta sembrar la discordia entre los hombres. Sin descartar que pueda llegar a ser avaro, envidioso, irreflexivo, imprudente y lúbrico, como puede comprobarse en la narración referente a Huehuecóyotl, el Coyote Viejo, dios de la música, cuando sedujo a la diosa del amor Xochiquetzal y la hizo su amante.
En un mito pima Coyote aparece como ladronzuelo. La historia nos cuenta que hace mucho tiempo cuando el mundo acaba de crearse, Ban, el Coyote, le robó a una anciana mujer su chu’i, o sea, su pinole. Inmediatamente, el jefe del poblado, enterado del hurto, salió a buscarlo con el propósito de atraparlo y castigarlo. Pero Coyote, ante el peligro, voló hacia el Cielo donde escupió el pinole robado. El jefe le persiguió volando también hacia arriba. Cuando lo consiguió atrapar, lo alzó y lo aventó hacia la Luna. Es por ello que en las noches de luna llena todos los coyotes miran a la Luna, y todos podemos ver el pinole que quedó grabado en la faz del hermoso satélite y que semeja manchas.


PÁJARO CARPINTERO




La familia pícidos incluye 218 especies de aves a las que se conoce mayormente como pájaro carpintero, carpinterito, pito, pico, picamadera, picatronco, picapino, torcecuello, entre otros.

En el plumaje de la mayoría de los pájaros carpinteros predominan colores brillantes y fuertes que dependen en parte de la zona que habiten. Muchos ejemplares tienen algo de amarillo y rosado mientras que otros tienen partes rojas y beige en la cabeza y en la zona abdominal.

Su tamaño varía entre los 20 y los 59 cm, localizándose al sur de Europa las especies de mayor tamaño.
Tienen fuertes picos, que les sirven para taladrar y tamborilear los árboles y hacen el característico ruido por el cual se les reconoce de inmediato. Por ejemplo, el pito negro puede taladrar hasta 15 cm en la madera o árbol buscando comida.

Su lengua es fina y puntiaguda y tiene una superficie rasposa para así poder sacar la comida que van a consumir o guardar.

Los pájaros carpinteros poseen pies zigodáctilos, con cuatro dedos, dos de los cuales apuntan hacia adelante y dos hacia atrás. Esta distribución le es muy útil a ellos pues los ayuda a asirse de las ramas y troncos de los árboles en los que viven y se desplazan.

Son capaces de picar los árboles más de 20 veces en cada segundo. Se cree que en total estos curiosos animales son capaces de picar en un árbol hasta 12000 veces.

Los carpinteros tienen un hueso ubicado en la parte de detrás de su pico y también delante de su cerebro, se puede decir que, tienen un cinturón de seguridad que les permite conseguir un retorno muy rápido, así como otros huesos que les protegen de hacerse daño al picar de esta forma tan rápida.


LOS BESOS



"LOS BESOS NO SE ROBAN... SE HURTAN PORQUE SE DEJO LA PUERTA ABIERTA"

martes, 9 de julio de 2019

MOFETA




La mofeta, mamífero americano, cuya característica más conocida es el olor fétido que procede de sus glándulas anales que produce cuando se siente amenazado; la mofeta manchada o zorrillo moteado avisa elevando la parte trasera del cuerpo por lo que lo apoya sobre las patas anteriores; a veces, emite su olor desde esta posición, pero lo normal es que lo haga después de haber puesto sus extremidades posteriores en el suelo. Otras especies giran su espalda, elevan sus colas y disparan la sustancia olorosa a distancias de 2 y 3 m. Además, algunas mofetas producen un sonido agudo y estridente cuando son molestadas..

El rasgo característico principal de la mofeta es el fuerte y fétido olor que segregan sus glándulas anales. Este olor es emitido cuando el zorrillo se siente amenazado. Antes de la emanación, la mofeta adopta una posición corporal distinta según la especie; algunos levantan su cola, mientras que otras especies, levantan las patas traseras, quedando apoyados solamente sobre las delanteras. De todos modos, ante situaciones amenazantes, todas las especies emiten un sonido agudo, que producen también cuando se pegan a alguna superficie. Esto les permite protegerse de los animales.


El pelaje de la mofeta es básicamente de color blanco y negro. Son omnívoros, pueden alimentarse tanto de insectos, huevos, frutas, mamíferos pequeños, pájaros y miel.


Las hembras mofeta tienen un período de gestación de 55 días y llegan a parir entre 1 y 10 crías. Estas se alimentan de leche materna por aproximadamente 10 semanas.


lunes, 8 de julio de 2019

LOS TRASTES

NO ES LO MISMO...

HUELE A TRASTE...


QUE...

A TRASTE HUELE




jueves, 4 de julio de 2019

EL REBOZO




El rebozo, prenda imprescindible de la indumentaria popular campesina e indígena, cuenta con una larga historia que nos remite al lienzo largo que las indígenas mesoamericanas solían utilizar para cubrirse el cuerpo y la cabeza de las inclemencias del sol y del frío. Numerosos cronistas que han dejado testimonio acerca de la cultura de estos pueblos, nos informan acerca de dicha prenda.
Por ejemplo, don Antonio de Ciudad Real, cronista castellano que arribó a México en las postrimerías del siglo XVI, nos dice: El vestido de las indias es una toca larga, blanca, con que cubren la cabeza, la cual les sirve de manto, unas las traen más largas que otras, pero ninguna llega hasta el suelo. Acerca de las mujeres purépecha nos informa: las indias visten como las mexicanas, aunque difieren en algo porque traen una toca pequeña de red sobre la cabeza, y sobre esta toca desde el cuello y hombros hasta abajo, una manta blanca o pintada, que le sirve lo que los mantos a las españolas.
Este tipo de manto tal cual lo describe el cronista, aún se sigue utilizando en algunas comunidades indígenas de Puebla, Chiapas y Oaxaca, lugares en el que se le conoce con el nombre de sabanitas, tapaderas, mamales y paños de sol. Sin embargo, todas estas prendas carecen de rapacejo; es decir, de los flecos finales entretejidos, que es una de las características fundamentales que definen al rebozo como tal, y que, indudablemente, proviene de los flecos de la toca española y de los famosos mantones de Manila.
Para algunos investigadores del arte textil, el rebozo es una derivación de una o dos tiras de las seis que usualmente conforman el tradicional huipil, y que en algún momento dado las indígenas utilizaron como tapado. Esta teoría no se contrapone con la anterior, sino que tan solo nos explica el origen de aquel lienzo citado por los cronistas. Sea cual fuere el origen, lo cierto es que el rebozo de un solo lienzo y rapacejo bellamente trabajado, muy pronto se convirtió en una prenda netamente criolla, en la cual se amalgamaron tradiciones indígenas, españolas y, a no dudarlo, orientales.
Así pues, el rebozo fue el resultado de un sincretismo entre las tocas de algodón indígena elaboradas en telar de cintura, las fibras introducidas por los españoles, como la lana y la seda, y los rapacejos de tradición oriental. La creación del rebozo por parte de las mujeres mestizas e indígenas se debió, en gran medida, a la parca condición económica de estas mujeres que les impedía adquirir mantos de anacoste (lana), tocas de camino con rapacejo o mantos de raso y tafetán, dado el alto costo que sólo podían solventar las mujeres españolas.
Las influencias culturas que recibió el rebozo con el tiempo se fueron ampliando, ya que la comunicación española con Oriente dio lugar a un fuerte comercio del que no fue ajeno México, pues a través de la Nao de China que llegaba cargada de mercancías orientales a Acapulco, para luego distribuirse en las principales ciudades de la Nueva España, llegaron hasta territorio mexicano prendas tales como el sari hindú y el xal persa, que contribuyeron a que el rebozo llegara a ser los que es actualmente. Hacia la segunda mitad del siglo XVI, el rebozo adquirió mayor realce y se convirtió en la prenda por excelencia de mestizas, mulatas y negras, mujeres que pusieron todo su empeño de usarlo y, algunas en elaborar hermosos rebozos. 
En el siglo XVII, ya se producían rebozos en Sultepec, en el actual Estado de México, pueblo otomí famoso por sus rebozos azules con listas blancas. De esta época podemos hablar de los rebozos de seda y oro, azules y coaplaxtles (teñidos con Usnea Florida o Subflorida), de tela anteada con flecos de oro, y de rebozos de tela verde con flecos de plata, para no citar sino algunos cuyos precios oscilaban entre 9 y 47 pesos; es decir, no asequibles a todos los bolsillos. 
Un siglo después, se hablaba de rebozos finos y superfinos, y de los labrados. Famosos también eran los chapanecos, los petatillos, los salomónicos, los rebozos de la sierra de sandía, de tela de oro, los poblanos, los columbinos, los cuatreados y los de nácar, especialmente bellos. Desgraciadamente, no podemos determinar con exactitud cómo eran cada unos de ellos, aunque sí podemos afirmar que eran empleados por casi todas las mujeres novo hispanas: monjas, mujeres humildes y señoras de alcurnia y de posibilidades económicas, quienes usaban el rebozo para cualquier ocasión y en diversas formas: en el cabeza, terciado, atado alrededor del cuerpo y embozado; o sea, la forma de ponerse el rebozo iba, como ahora, de acuerdo a la imaginación de la dueña. En este siglo XVII se producían rebozos chicos y grandes. Los primeros medían dos varas (una vara equivale a 85.3 centímetros) y media por una de ancho; mientras que los grandes tenían tres varas de largo por una de ancho. La producción de rebozos no era arbitraria, pues estaba regulada por las Ordenanzas del virrey marqués de Branciforte, en cuanto a la mezcla de materiales, la hechura y las medidas. A más, cada rebozo debía llevar un sello que a un lado ostentara las armas de la Ciudad de México, y en su reverso la constancia de su calidad, ya fuese fino a corriente.
El siglo XVIII se destacó porque los rebozos comenzaron a bordarse. Los bordados representaban verdaderas escenas de la vida cotidiana, como es el caso de un rebozo en el cual se bordó una escena del Paseo de la Alameda de la ciudad de México, acompañado de cornucopias llenas de flores y pájaros. Algunos de los bordados de esta época se realizaron en seda de China, o con aquélla que llegaba de la Mixteca teñida con caracol púrpura, grana obtenida de la cochinilla, y otros colorantes naturales.
En el siglo XIX adquirieron fama los rebozos de Sultepec y de Temascaltepec, tejidos en telar de otate y profusamente bordados, que hacían el deleite de las mujeres para quienes el rebozo había llegado a constituir una imprescindible vestimenta en su cotidiano arreglo. Pero el gusto no duró mucho, pues a raíz de la revolución de principios del siglo XX, la producción fue poco a poco disminuyendo a tal grado que tuvieron que importarse del país vecino; es decir, de los Estados Unidos. También se importaron de otros países como fue el caso de los rebozos de seda de rancia o los del Japón, España y Guatemala. Afortunadamente, esta situación cambió gracias al fomento de la manufactura del rebozo que llevó al cabo don Daniel Rubín de la Borbolla, quien impulsó nuevamente, la producción en Santa María del Río, San Luís Potosí y Tenancingo.


CABO CATOCHE




El cabo Catoche, en el estado mexicano de Quintana Roo, es una "punta" en el litoral del golfo de México, la más septentrional de la península de Yucatán. Se encuentra a aproximadamente 53 km al norte de Cancún. Su ubicación pertenece al territorio continental de isla Holbox y está dentro del municipio de Isla Mujeres. Cabo Catoche determina la división continental entre el golfo de México y el mar de las Antillas y señala el límite suroeste del canal de Yucatán.

En la península de Yucatán el término punta se utiliza para designar las formaciones relacionadas con la configuración de la costa. Por su morfología es posible distinguir dos tipos de Puntas: los extremos del cordón litoral que señalan las entradas de mar hacia los esteros y, por otro lado, las salientes de tierra hacia el mar, sean arenosas o pétreas, y que marcan un cambio de dirección en el trazo de la línea del litoral.
Cabo Catoche fue el sitio del primer desembarque intencional de los conquistadores europeos en la masa continental del actual territorio mexicano, durante la expedición de Francisco Hernández de Córdoba en los primeros días de marzo de 1517y que marcó oficialmente la fecha del descubrimiento de Yucatán por los españoles.
No existe consenso respecto de que punto tocaron primero en la península de Yucatán. Unos autores afirman que fue Isla Mujeres, mientras que otros, entre los cuales Bernal Díaz del Castillo, quien formó parte de la expedición, indican a Cabo Catoche como el punto del primer contacto. Más tarde los historiadores españoles concuerdan que la primera población que avistaron fue Ekab o Ecab, la cual llamó mucho su atención, pues era mucho más grande a las que conocían de La Española y de Cuba. Ahí, detuvieron sus naves al percatarse de que los nativos, se acercaban en canoas y los invitaban a desembarcar.
El propio Bernal Díaz del Castillo, narró en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España que observaron cómo se acercaban los pobladores del lugar, con cara alegre y muestras de paz, invitaron a los españoles a la costa, diciendo "cones cotoch""cones cotoch"; que significa: "andad acá a mis casas".
Por esta causa le pusieron a esa tierra Punta de Catoche, hoy Cabo Catoche. El cacique ó "Halach Uinik" de Ekab ofreció regresar al día siguiente con más canoas para ayudar al desembarco de los españoles.
A la mañana siguiente, nuevamente se acercaron los mayas a las embarcaciones, pero Hernández de Córdoba prefirió desembarcar con sus propios bateles.
La población a la que habían sido invitados a visitar muy cerca de Cabo Catoche, era Ekab a la que Díaz del Castillo bautizó como "El Gran Cairo" por las construcciones importantes hechas con piedras labradas que pudieron ver. Al acercarse a esa población fueron emboscados por los mayas.
La expedición continuó rodeando la península yucateca hasta llegar a Campeche, primero y luego a Champotón donde tuvieron un fuerte enfrentamiento y sufrieron numerosas bajas.
Más tarde, en Cabo Catoche se construyó un templo católico, al cual se le conoce como Boca Iglesia. Tanto a Cabo Catoche como a las ruinas de Ekab y a las de Boca Iglesia se puede acceder por vía marítima.