martes, 28 de noviembre de 2017

AMAR ES VIVIR



Existen los que creen que realmente no han vivido, porque el amor no han sentido; no saben lo que es sentirse amados, nadie se los ha enseñado; tal vez no han reído ni llorado; su interior está vacío, nada han recibido ni entregado, por eso causan daño, sin saber muchas veces lo que hacen, tan solo porque no han conocido el amor ni lo han experimentado.

Pero mientras sentimos que estamos amando, ya sea riendo o llorando, es cuando realmente concebimos que nuestro corazón está latiendo, que tenemos sentimientos, que intensamente estamos viviendo. Quienes no aman, no le encuentran sentido ni valor a la vida, porque es el amor quien le da al existir una razón.

Sino puedes hacer lo que amas, ama lo que haces; ama a todos los que encuentras en camino, más aún a los que no te aman, porque quizás no lo han aprendido; ama tu vida, ama la creación; en ello está una prueba enorme del inmenso amor que nos ha tenido Dios, y si lloras por amor y aún así sigues amando, es porque has comprendido lo que realmente significa amar como Aquel que amándonos al extremo, su vida por amor supo entregar. Eso es vivir por siempre, eso es amar por toda la eternidad.


lunes, 27 de noviembre de 2017

SILBIDOS MORTALES

Existe en Cerro Prieto, San Luis Potosí, una leyenda acerca de los llamados alicantes. Cerro Prieto es una localidad que se encuentra en el Municipio de Mexquitic de Carmona de no muchos habitantes, tan sólo un poco más de quinientos. Los alicantes, que también pueden conocerse como cencuates, son unas víboras que han dado lugar a muchas leyendas tanto en México como en España. Se dice que algunos alicates son muy grandes, y pueden producir una espacie de silbido muy parecido a los silbidos del hombre. Además, les encanta beberse la leche de las vacas a las cuales hipnotizan con sus silbidos para luego chuparles las ubres.

Por otra parte, los famosos alicantes son muy enamorados. Hecho que ha dado lugar a una leyenda que narra la historia de un matrimonio que vivía en un pequeño rancho situado en Obregón. El marido trabajaba en el campo por lo que acostumbraba dejar su casa desde muy temprano para acudir a su parcela, y siempre le decía a su esposa que no se olvidase de llevarle el almuerzo a la milpa.

Sin embargo, en cierta ocasión cuando el marido le recordó lo del almuerzo, la mujer se negó y no quiso llevarle la comida. El hombre, enojado por la negativa, le pegó a la pobre señora. Ya que la hubo castigado, le preguntó la razón por la cual no quería llevarle los alimentos a la milpa, Entonces, la mujer llorando de dolor y de rabia, le contestó que le daba miedo porque cuando pasaba por la nopalera escuchaba unos silbidos y pensaba que un mal hombre estaba escondido por los arbolitos y la espiaba para aprovecharse de ella.

El señor se escamó, y en seguida pensó que se trataba de un fulano que estaba tratando de conquistar a su esposa. Le dijo a ésta que le llevara el almuerzo y que él estaría vigilando. Y efectivamente, el hombre se escondió y se puso a vigilar el lugar de la nopalera a ver qué era lo que sucedía.

Al poco rato escuchó unos silbidos de hombre, se puso alerta y enojado ante tal atrevimiento, pues creyó que se trataba de algún merodeador que intentaba tener relaciones con su esposa, si es que no las tenían ya, pues era un tipo malicioso y mal pensado. Salió de su escondite y se dirigió a la nopalera para ver de quién se trataba y matarlo, y de paso a su esposa si es que era su amante. Pero, ¡oh, sorpresa! Lo que encontró fue el cadáver de su mujer a la que un alicante había ahorcado sin clemencia. En ese momento vio meterse a la víbora por la boca de su señora y luego salir por abajo, por su vagina.


El campesino quedó traumado y siempre se reprochó el haber dudado de su querida esposa y hasta de haberle pegado. ¡Los dos fueron víctimas del terrible alicante!

viernes, 24 de noviembre de 2017

VIDA EFÍMERA



Si pudiésemos tener conciencia de lo efímera de nuestra vida, tal vez pensaríamos dos veces antes de ignorar las oportunidades que tenemos de ser y de hacer a los otros felices.

Muchas flores son cortadas muy pronto; algunas apenas pimpollo. Hay semillas que nunca brotan y hay aquellas flores que viven la vida entera hasta que, pétalo por pétalo, tranquilas, vividas, se entregan al viento.

Pero no tenemos como adivinar. No sabemos por cuanto tiempo estaremos disfrutando este Edén, tampoco las flores que fueron plantadas a nuestro alrededor. Y nos descuidamos a nosotros mismos y a los otros.

Nos entristecemos por cosas pequeñas y perdemos un tiempo precioso.  Perdemos días, a veces años. Nos callamos cuando deberíamos hablar,  y hablamos demasiado cuando deberíamos quedar en silencio.

No damos el abrazo que tanto nos pide nuestro corazón porque algo en nosotros impide esa aproximación.

No damos un beso cariñoso "porque no estamos acostumbrados a eso"  y no decimos lo que nos gusta porque pensamos que el otro sabe automáticamente lo que sentimos.

Y pasa la noche y llega el día; el Sol nace y adormece, y continuamos siendo los mismos.

Reclamamos lo que no tenemos, o que no tenemos lo suficiente. Cobramos. A los otros. A la vida. A nosotros mismos. Y nos consumimos, comparando nuestra vida con la de aquellos que poseen más. Y si probáramos compararnos con aquellos que poseen menos?  Eso haría una gran diferencia.

Y el tiempo pasa. Pasamos por la vida y no vivimos. Sobrevivimos, porque no sabemos hacer otra cosa.

Hasta que, inesperadamente, nos acordamos y miramos para atrás. Y entonces nos preguntamos: Y ¿ahora? Ahora, hoy, todavía es tiempo de reconstruir alguna cosa; de dar un abrazo amigo; de decir una palabra cariñosa; de agradecer por lo que tenemos.

Nunca se es demasiado viejo, o demasiado joven, para amar, para decir una palabra gentil, para hacer un cariño. No mires para atrás. Lo que pasó, pasó.

Lo que perdimos, perdimos. Mira hacia delante.

Todavía hay tiempo de apreciar las flores que están enteras a nuestro alrededor.

Todavía hay tiempo de agradecer a Dios por la vida, que aunque efímera, aún está en nosotros.  Espero les agrade y hagan el pare en el camino...

Valoremos lo que tenemos, lo que se nos ha dado. Seamos agradecidos.


jueves, 23 de noviembre de 2017

OTILIA NO TUVO "CABALLITOS"

En el pueblo de Cuanajo, en el estado de Michoacán, vivía un matrimonio que contaba con una hija pequeña llamada Otilia. De repente la niña murió y los padres estaban desconsolados ante tan terrible tragedia. A los cuatro meses de haber muerto Catalina, Llegó el Día de Muertos. Doña anastasia, la madre de la difuntita, le dijo a su marido, Pedro, que era necesario que preparara los tamales para los que se  iban a llevar  los Caballitos de las ofrendas de las casas en que vivían,  -en este caso la pequeña difuntita- y que necesitaba leña para los fogones.

Un día antes del día de la celebración de los difuntos, Pedro se fue al cerro en busca de la madera que necesitaría su esposa para preparar los ricos tamales que Catalina colocaría en la ofrenda dedicada a su hijita. Pensaba llevar la leña a su mujer que regresar al cerro para quedarse varios días ahí, pues no le apetecía ver a tantas personas en su casa en ese día tan triste.

Pero cuando se encontraba en las proximidades del panteón, ya cerca del cerro, una gran rama le cayó encima y le dejó atrapado no permitiéndole hacer ningún movimiento para zafarse. Cansado de sus numerosos esfuerzos por salir del atolladero, se resignó a esperar que pasara alguien que le ayudase a salir del problema quitándola la rama de encima.

Pasaron el día y la tarde, ya empezaba a anochecer, cuando escuchó que un grupo de personas se acercaba hacia donde se encontraba. Escuchaba los sonidos que producían los cascos de los caballos y las voces de las personas que parecían muy felices. Se dio cuenta que la gente estaba de regreso s sus casas con los caballitos de madera plenos de flores y de frutas.

Muchas de las personas que vio llevaban hasta seis caballos, otras solamente uno dos, y algunas se conformaban con recoger la fruta que se las caía a los que iban a la delantera y lloraban tristemente. Los caballitos contienen las ofrendas que las ánimas recogen del altar el Día de Muertos. Si llevan muchos caballitos es porque sus familiares se encargaron de poner un altar llena de rica comida, flores y cirios, e implica que sus familiares los recuerdan con amor. Si llevan pocas, indica que la ofrenda no era tan rica. Y aquellos que van recogiendo lo que a las ánimas se les caen, están triste porque su familia no les puso ofrenda ni les recuerdan como debe ser, con amor.

Con tristeza y remordimiento, desde el suelo donde se encontraba atrapado Pedro vio a su hijita recogiendo frutas y llorando silenciosamente porque su madre no le había preparado ofrenda y creyendo que sus padres la habían olvidado.


martes, 21 de noviembre de 2017

EL BORDE DEL CAMINO

La vida es un camino que se va construyendo en la medida en que se recorre y se asume con todo lo que trae y los terrenos o estaciones que deparen.

En ese caminar, se encuentran impulsos, motivaciones, también obstáculos, instantes, situaciones que pueden hacer caer, tropezar, y quizás sea necesario darse un poco de tiempo para asumir el momento, sanar las heridas, reparar los daños, retomar fuerzas y continuar.

Quedarse al borde del camino, implica no asumir la propia historia, dejar el tiempo pasar, estancarse en lo que hasta ahora se había vivido; ver como otros avanzan y construyen, ser solo espectadores, algunas veces indiferentes, otras veces críticos o habladores, que aplauden o señalan según el caso; pero no se involucran, no toman riendas, porque es más fácil hablar y simplemente conformarse con lo que ha de venir o llegar. 

Acomodarse al borde del camino, es como sentirse muerto estando vivos; preferir optar por lo fácil y concluido, en vez de construirlo por sí mismo; porque hay miedo de sufrir, caer o perder otra vez, por eso se cree que es mejor renunciar, dejar ir, ver pasar. 

Permanecer al borde del camino, le niega al corazón la oportunidad de sentir amor, construir una amistad; porque aunque siga latiendo, realmente no está viviendo; no se permite experimentar los sentimientos que surgen en cada momento.

Muchos están a la vera del camino y no se han dado cuenta de su realidad; creen que porque siguen vivos avanzan, y sin saberlo dejan todo pasar, oportunidades, experiencias, personas, aventuras, retos, sueños, y tantas cosas que la rutina y el sedentarismo les han sabido robar. 

Es el momento de continuar, retomar el sendero que nos hará construir nuestra propia historia y dejar huella en el interior de los demás; porque bien lo dice la canción: "caminante no hay camino, se hace camino al andar"  

lunes, 20 de noviembre de 2017

EL HOMBRE QUE NO RESPETABA LAS TRADICIONES

En Rancho Nuevo, un antiguo pueblo de la Huasteca Veracruzana, vivía una señora llamada Dominga, muy respetuosa de su marido y de los deberes conyugales. Estaba casada con un señor que respondía al nombre de Abundio Saavedra, quien no era muy partidario de seguir las tradiciones y costumbres de su comunidad. Ambos eran padres de Irene, una muchacha muy bella a quien no le faltaban enamorados que admirasen sus bellos ojos verdes los cuales destacaban en su piel color miel.

El Día de Muertos el señor le ordenó a su esposa que no pusiese altar de muertos para sus parientes en la casa o en el panteón, porque consideraba que los difuntos no podían regresar a comer absolutamente nada. Al día siguiente cuando se dirigía su milpa a trabajar vio en el cementerio a muchos muertitos que disfrutaban la comida que sus familiares les habían colocado en la ofrenda. Y también observó a un hombre y a una mujer viejos que se retorcían de dolor porque llevaban una vela prendida en la espalda. Cuando se fijó bien se dio cuenta que esa pareja eran sus padres que lo miraban con enojo y reproche ya que no tenían nada que comer en ese día en que los muertos regresan a la Tierra para comerse la esencia de los alimentos que se les ofrendan.

En ese momento el hombre lleno de miedo y de arrepentimiento por su mala acción, dio la media vuelta y se dirigió corriendo a su casa. Cuando llegó llamó a gritos a su mujer y le ordenó que matase a un puerco para hacer unos buenos tamales. Compró cirios. Imágenes y cohetes; alquiló músicos jaraneros para que tocaran al día siguiente en la tumba de sus padres que se encontraban en el Panteón de San Juan. Ya que terminó con los preparativos destinados a sus padres le dijo a Dominga que estaba muy cansado y muy triste, que tenía muchas ganas de llorar y que se iba a dormir porque tenía mucho sueño. Se durmió en un catre que se encontraba en al patio.

Pasadas dos horas, Dominga le dijo a su hija que fuera a traer a su padre, para que cenará chicarrones y tamales que estaban deliciosos. Al llegar la chica al patio y acercarse al catre, vio que su padre estaba muerto, rígido, y en la cara presentaba una terrible mueca de terror, tal cual si hubiese visto al Diablo. La joven se puso a gritar como desesperada. Los habitantes del pueblo se conmovieron ante tal tragedia y se dieron cuenta de que Abundio había programado su muerte y su propia ofrenda sin saberlo él mismo.

Desde ese terrible día, la madre y la hija se dedicaron con mucho fervor a la religión, e iban por todos los pueblos de la región celebrando las fiestas religiosas de los santos patronos y honrando a los muertos en sus funerales, en el panteón y en las ofrendas de muertos.


viernes, 17 de noviembre de 2017

¿VIVIR O SOBREVIVIR?

¿Qué es lo que estamos haciendo? Me pregunto, cuál es el fin último del ser humano; ¿por qué estudia, trabaja, se prepara? ¿para aprender a vivir, para lograr vivir intensamente, o tan solo para sobre vivir?

Da la impresión que ante todo lo que se enfrenta cada día y frente a lo nuevo que surge y que se nos presenta a diario, los hombres y las mujeres, no sueñan; no se trazan metas, solo buscan soluciones, armas, tablas de salvación, fórmulas mágicas, trucos que les ayude a sobrevivir.

Con esa mentalidad se educa a nuestros niños, no para vivir feliz, sino para sobre vivir y enfrentar un mundo que cada día que pasa, presenta nuevos y grandes peligros, para vencer.

Por ello, hombres y mujeres, andan a la defensiva, buscando poder, no para ser amados, sino temidos y respetados.

Crecemos creyendo que estamos en un campo de guerra, rodeados de enemigos y peligros; por eso no creemos en nada, ni confiamos en nadie.

Ya no se vive la realización personal, porque los jóvenes no estudian ni se preparan para satisfacer sus ilusiones y sueños, sino para ganarse un lugar, poder tener, y saber responder a lo que el mundo en su transformación le va presentando.

Por ello el amor y los sentimientos, parecen desechables, porque no los vivimos intensamente, le tememos al dolor, a las caídas, renunciamos fácilmente a todo, abandonamos el camino en la primera caída, nos da miedo sentir, amar y ser amado.

Sé que por amor fui Creado, y para amar vivo. Y mientras experimento el don de vivir, sueño, creo, sonrío, lloro, o simplemente vivo.

No trabajo para sobrevivir, ni para sentir que puedo hacer algo, ni ganar algo; lo hago porque trabajando siento que vivo y soy feliz; en ello está mi realización y plenitud, por eso fui creado,

Estoy convencido que cada día que pasa, no se repite, es único, y nos trae mil cosas nuevas, para vivirlas, no para enfrentarlas como un enemigo en el campo de batalla, sino para disfrutarlas, asumirlas, y crecer mientras lo hago.

Quiero vivir intensamente cada día, y por ello vivo, sueño, disfruto, trabajo, río, lloro, me doy la oportunidad de sentir.

Y tu, vives o sobrevives?

Recuerda: Cada día es el mejor del año.

jueves, 16 de noviembre de 2017

EL GATO GRIS

Luisito tenía doce años y vivía con sus padres en la Ciudad de México. Por las noches escuchaba que en el alfeizar de su ventana un gato gris maullaba. Un día el niño abrió la ventana, vio lo bonito que era el animal y decidió meterlo a la casa. Lo tuvo escondido por varios días en su cuarto sin que sus padres se enterasen.
Al tomar confianza, el gato gris dio inicio a una serie de maldades dirigidas contra el padre de Luis. Rasguñaba las puertas, rompía sus pantuflas, y decidió romperle con sus garras todas sus ropas que colgaban del ropero. Por fin el padre se dio cuenta que las maldades provenían del gato que había metido el chico a la casa. Se puso furioso y agarró un fuerte palo con la intención de matarlo al felino, al tiempo que el niño le suplicaba que no lo hiciera.
Cuando estaba a punto de asestarle el golpe fatal, el gato, con los ojos brillantes como ascuas le dijo: – ¡Hey, Basilio, quieres matarme por segunda vez? Al escuchar estas palabras el hombre empezó a temblar y a llenarse de miedo, pues reconoció la voz de un hombre al que había matado en una pelea de cantina. El gato se hizo visible y se convirtió en el espectro del ex amigo asesinado. Le indicó al asustado padre que no era su intención matarlo, sino simplemente hacerle la vida imposible y vigilar sus movimientos. Lo torturaría con sus maldades hasta hacerle la vida imposible… hasta volverlo loco.
Y así lo hizo el gato. Siguió viviendo en la casa y cada día hacía una de los suyas. Se subía a los roperos y cuando Basilio pasaba se le echaba encima. Una vez le sacó un ojo. Se orinaba sobre el padre de Luis cuando estaba durmiendo. Mordisqueaba los planos que el hombre realizaba para su trabajo, pues era ingeniero. No podía recibir visitas porque a todas las arañaba. El gato estaba incontrolable y ni el mismo Luis tenía ascendiente sobre él.
Así pasaron muchos meses y el gato, a veces con apariencia de espectro y a veces con apariencia de gato, no dejaba de molestar a Basilio que ya estaba harto y sumamente nervioso. En cierta ocasión mientras el gato dormía, Basilio se le acercó sigilosamente llevando con una correa a un gran perro para que lo devorase. Pero el gato se dio cuenta y tomando su aspecto de fantasma, se echó sobre el perro y lo destripó. Nada podía matarlo.
Al cabo de dos años de esta situación. El hombre se suicidó colgándose de una viga de la casa. Al verlo balancearse, el gato gris alzó su hermosa cabeza para verlo y le dijo: – ¡Ahora estamos a mano, Basilio! Y desapareció para siempre.

miércoles, 15 de noviembre de 2017

AHÍ ESDONDE ACTUA DIOS

 Ahí, en ese querer avanzar para más pronto llegar intentamos correr y experimentamos lo que implica estrellarse muchas veces contra la propia realidad o esas barreras que otros nos intentan poner; y en ese afán que nos da, en vez de progresar, solo sabemos tropezar con esas piedras del camino que muchas veces no logramos ver.

Ahí en esa necesidad de amar y ser amados, entregamos por entero el corazón y en la experiencia del amor, se nos devuelve vacío y roto en mil pedazos; cuesta demasiado volver a creer o darnos la oportunidad de sentir o experimentar un nuevo sentimiento otra vez.

Ahí en esos momentos cuando los sueños fabricados se nos derrumban, porque las cosas no suelen salir como queremos, se nos cierran muchas puertas y surgen tantas voces que nos frustran, sin darnos cuenta nos dejamos robar la ilusión, dejando que nos invada el temor, prefiriendo dejar de soñar, viviendo solo del día a día sin atrevernos a pensar en más.

En cada herida que brota porque mientras se busca la rosa, se tropieza con las espinas; y en ese quebranto del ser, que le cuesta perder o tener que desviarse del camino que quería escoger; en esos escombros que suele convertirse el alma, cuando se rompen las ilusiones, se nos pisotean los sentimientos y se pierde la calma… en cada uno de esos momentos, surge la humanidad que se desborda, lanzándole a la vida y al mismo Dios reclamos por todo lo que nos pasó.

Ahí cuando se nos derrama nuestro barro, sintiéndolo endurecido en las manos del Amigazo, queriéndose revelar a ser modelado porque puede más la propia humanidad que la búsqueda de esa divinidad, porque sabemos que es difícil poder muchas cosas cambiar o controlar y nos domina el sentimiento que confunde al corazón y pelea con la razón.

Y experimentamos cansancio, queremos renunciar, sentimos no poder dar un paso más, imploramos paciencia y fortaleza, pero creemos que Dios no nos ha de escuchar, surge todo aquello que se revela ante lo que siente perdido, se deteriora nuestra fe cuando encuentra muchos obstáculos en el camino, renunciamos a creer después de haberlo entregado todo y contemplar roto el corazón y los sueños destruidos.

Ahí, justo ahí actúa Dios si se lo permitimos, nos modela con cada piedra, nos desvía con el golpe por un mejor camino; toma los pedazos de nuestro corazón lo sana, lo repara y le regala la oportunidad de experimentar un nuevo amor u otra amistad que le hará sentir que amar y ser amados es lo más hermoso que se nos ha concedido.

Dios sabe retomar cada uno de nuestros escombros, construir otros sueños más sólidos que aspiren a llegar más alto, y nos regala una silla para que al subirnos a ella podamos sentir que es posible alcanzarlos y realizarlos; solo El con su Divinidad, logra sanar cada herida si en sus manos amorosas nos sabemos abandonar y permitimos que nos dibuje para siempre una sonrisa, aunque en eso que el corazón siente se nos escape una lágrima y se refugie en una estrella o se transporte en la brisa.

Ahí cuando por todo lo vivido, vemos muchas veces todo demasiado oscuro; Dios nos enciende una luz en el camino, cuando nos regala la presencia fiel de un amigo que nos abraza y nos dice no temas yo siempre sostendré tu silla para que nunca caigas y estaré contigo.

Y todavía muchas veces pedimos milagros. Si cada día los experimentamos, en la fortaleza que sin ninguna explicación no nos permite renunciar y reanima nuestro paso; en la lágrima que se convierte en sonrisa, en la obra tan hermosa que surge al final, cuando el Alfarero logra modelar y regalarle su divinidad a la humanidad y fragilidad del tosco y rebelde barro.

Porque Dios no actúa en aquello que a simple vista se ve perfecto; El se goza y se recrea en todo lo se deja inundar de su inmenso amor, aunque sea en un frágil corazón, que se siente muy humano y demasiado pequeño.

En esa piedra que el hombre desechó, en el barro que alguna vez rechazó, ahí en el corazón que por su soledad y dolor se quebrantó y perdió toda ilusión; ahí en el sueño que se frustró porque no encontró un ideal que lo cultivó…en la oveja que se pierde del rebaño, en el hijo que se aleja de casa, en el que se equivocó, cae y fracasa, justo ahí es donde más actúa Dios.

Y de repente te admiras cómo se adorna el cielo con un hermoso arco iris después de la tempestad que arrasó con lo que había; y puedes contemplar como aquel corazón, volvió a darse una oportunidad en el amor, aún roto en pedazos por aquel sentimiento que tanto lo hirió… y nos hacemos testigo de la belleza de la vasija, que derrama entre sus grietas ilusiones, esperanzas y sonrisas, aunque antes fue barro que sentía como por su humanidad se revelaba a cambiar y se endurecía.

Y la piedra se convierte en una firme edificación, la oveja como el hijo perdido a su rebaño y casa regresó… el corazón arrepentido, pidió perdón… y el cielo hizo fiesta porque contempla con inmenso amor, la obra más perfecta de la creación, es la frágil humanidad que en su sencillez y humildad, permitió hacer realidad la inmensa Divinidad de Dios.

martes, 14 de noviembre de 2017

¿Y AHORA QUÉ?

Es lo que debemos preguntarnos, en medio de esas circunstancias de la vida que no esperábamos, tal como: la muerte de un ser querido, un adiós inesperado, una relación quebrantada, el nacimiento de un hijo discapacitado, una enfermedad repentina, cualquier momento que deba ser enfrentado y superado.

Por lo general, en los momentos más difíciles, solemos lanzar un grito desesperado de ¿Por qué? el mundo se nos viene encima, el dolor y la incertidumbre se apoderan de nosotros, quieren derrumbarnos. Sentimos que perdemos nuestras fuerzas, nos estancamos o permanecemos en el abismo, torturándonos, desgastándonos. Pero no podemos dejar pasar la vida sin enfrentarlo, por ello, es mejor decir: ¿Y ahora qué?

¡Es un reto! un cuestionamiento lleno de esperanza, de querer vivir intensamente, y asumir con paz nuestra realidad; no rendirnos en el intento, ni renunciar ante la dificultad. No quedarnos añorando lo que no poseemos, ni morir de dolor por lo que perdimos, mucho menos lamentarnos por lo ocurrido; porque el tiempo sigue corriendo, la vida no se detiene, hay que seguir, continuar.

¿Y ahora qué? levantarnos con la mirada al cielo y el corazón lleno de esperanza, por las cosas nuevas que nos vendrán; buscando nuevos caminos para recorrer, otros mundos que conquistar, luchar por hacer nuestros sueños realidad.

Tal vez creerán que es muy fácil decirlo, pero que es otra cosa vivirlo, es la excusa que decimos, cuando no queremos asumirlo; pero nada hay imposible, todo se puede lograr; simplemente hay que decirse, lanzarse, enfrentarlo y superarlo, porque no hay que mal que dure mil años, ni cuerpo que lo resista; se pueden alcanzar cosas grandes, desde las más pequeñas.

¿Y ahora qué? creer, amar, soñar, empezar, continuar, seguir, perdonar, levantarse, ganar, esperar, tener fe, sonreír, llorar en paz, confiar en que después de la tempestad más fuerte, la calma vendrá.

SOLEDAD Y LA GATA BLANCA

Una leyenda del Estado de México nos cuenta que hace ya bastante tiempo en un pueblo cercano a la Ciudad de Toluca, vivía un matrimonio en una casita blanca rodeada de un pequeño pero hermoso jardín. Ella se llamaba Soledad y él Jacinto Ramírez. Ambos contaban con treinta y cinco años y se habían casado hacía cinco muy enamorados. Pero ya para entonces el matrimonio no se llevaba muy bien, frecuentemente se peleaban y gritaban con odio. Todo el pueblo sabía de sus problemas maritales, pues escuchaban sus pleitos.

Cuando Soledad cayó enferma, los pleitos y los gritos aumentaron. La situación se puso imposible. Con tantos corajes que pegaba la mujer se puso muy grave, y el marido en lugar de apoyarla como debiera, se consiguió una amante una joven que vivía en el centro del poblado. Era más joven y más bonita que Chole.

Siempre que Jacinto acudía a la casa de su amante fogosos se abrazaban en la cama, y desde la ventana los observaba una gata blanca con curiosidad.

Un día Soledad empeoró, y sintiéndose muy enferma le pidió a su esposo que no saliera, que tuviera piedad y se quedara con ella, pues estaba cierta que su final se aproximaba. Pero Jacinto hizo oídos sordos a las súplicas de su mujer, y se marchó a gozar de la vida en los brazos de su amante.

Cuando llegó a la casa de su amiga, se dio cuenta de que en la ventana se encontraba la gata blanca que lo observaba con sus redondos ojos azules. Enojado contra el bello animal, Jacinto fue a la cocina y tomó un gran cuchillo cebollero, cogió a la gata por el cuello y le clavó el instrumento en la barriguita. La pareja de adúlteros escuchó horrorizada los lamentos y gritos desgarradores que lanzaba la pobre gata asesinada sin piedad. Eran muy fuertes y similares a los lamentos y gritos de una mujer en agonía.

Al día siguiente, Jacinto regresó muy campante a su casa. Abrió la puerta y se metió hasta la recámara donde vio a la pobre de Soledad muerta en la cama. Cuando habló con los vecinos, el malvado hombre se enteró que desde su casa se habían escuchado terribles maullidos de dolor, como si a una gata la estuviesen apuñalando…

jueves, 9 de noviembre de 2017

LOS CERROS ENAMORADOS

En la ciudad de Zamora, Michoacán, existen dos cerros muy famosos: La Beata y Patamban. La Beata se encuentra situada en el oriente de la ciudad y mide 2,520 metros de altura. De estos dos cerros se cuenta una hermosa leyenda. Hace ya muchos siglos el Cerro de Patamban, Keri Huata, se enamoró de La Beata. Pero era pobre y sin alcurnia, aunque muy bueno de corazón y trabajador. Todas las personas querían a Keri Huata y le respetaban mucho, y las mujeres, jóvenes o viejas, estaban enamoradas de él, y trataban de `provocar su interés de mil formas. Sin embargo, Keri Huata no les hacía caso a ninguna de las mujeres que le coqueteaban, pues su arrobamiento por la Beata era profundo y si amor inmovible.

Siempre estaba pensando en ella. Cuando se encontraba trabajando en el campo, miraba hacia la morada de su amada con el fin de verla, cuando lo lograba y sus miradas se encontraban era el hombre más feliz sobre la Tierra, pues comprendía que su amor era ampliamente correspondido.

Entonces, un día La Beata y Keri Huata se hicieron novios, porque la declaración del cerro de Patamban fue tan calurosa y sincera que la bella no pudo resistirle cuando él le dijo los hermosa que era y lo magnificente de la naturaleza que era su morada. Ella también lo amaba de todo corazón por su belleza natural. La Beata quedó embelesada al escuchar las palabras de su enamorado. Toda la naturaleza y los cerros aledaños estaban felices por esos amores entre dos cerros tan majestuosos y bellos, y veían con beneplácito tan rotundos quereres. Los habitantes de la zona estaban igualmente contentos ante tanto cariño de los dos cerros.

Para sellar su compromiso Keri Huata creó un hermoso manantial, y se lo obsequió a La Beata. Dicho manantial lleva el nombre de Lago de Camecuaro. Cuando el novio regresó a sus lares, sus amigos y los animales del bosque lo felicitaron por tener una novia tan bella y majestuosa.

El Cerro de la Marihuata, Las Tres Marías, sito frente al Cerro Keri Huata, le envió a La Beata un regalo consistente en cuatrocientos encinos, más cuatrocientos tukuses, y cuatrocientos cazahuates. Y el Cerro del Tuerto que se encuentra cerca del pueblo de Ocumicho, abrazó con efusión a su amigo Patamban, y hasta el Cerro de San Ignacio, siempre tan circunspecto y serio, le envió una sonrisa y un saludo.

Todo iba muy bien en el noviazgo, y todos comprendían que culminaría en un buen matrimonio que procreara muchos hijos.

Sin embargo, un cerro llamado Cerro Coco, chaparro, malvado y mujeriego, se puso muy celoso de tales amoríos, pues amaba a La Beata, pegó de saltos de la rabia y provocó temblores. Entonces decidió ir a ver a su tío el Popocatépetl para que lo aconsejara en lo que debía de hacer. El tío le aconsejó que la enamorara a base de darle regalos y decirle palabras amorosas. Y que incluso le escribiese poemas. Pero fracasó en su intento, pues La Beata lo rechazó rotundamente. Después de una gran pelea entre los cerros rivales, por fin los enamorados contrajeron matrimonio, y vivieron muy felices con sus hijos los cerritos. Cerro Coco ya no podía molestarlos más.

lunes, 6 de noviembre de 2017

CARLITOS EL NIÑO MILAGROSO

Una leyenda de Hermosillo, capital del estado mexicano de Sonora, nos relata la existencia de un pequeño llamado Carlos Angulo F. Carlitos, como se le conoce familiarmente, quien naciera el 3 de octubre de 1929, y tuviera una vida muy corta, pues solamente alcanzó la edad de 11 años. Murió a causa de un accidente cuando estaba patinando por el Mercado Municipal, en el cual laboraban sus progenitores. Patinando Carlitos se cayó y un golpe fatal en la cabeza terminó con su vida. Para algunas personas, su muerte se debió a que fue atropellado por un camión que surtía al mercado de frutas y verduras y que lo vio.

Carlitos fue enterrado en el conocido Panteón San Agustín y su tumba se hizo famosa porque el niño difunto empezó a realizar una serie de milagros a quienes se los solicitaban. En su tumba hay un sarcófago y una fotografía del difunto milagroso cuando contaba con 2 añitos de edad. Una lámina, regalo de una mujer beneficiada por el niño, la resguarda del sol. A la tumba los creyentes le llevan monedas, juguetes, flores, veladoras y dulces. Nunca carece de nada el pequeño Carlitos. Asimismo, en la tumba está grabada la siguiente frase; “Por Carlos ruegue usted y el espíritu de este niño lo ayudará”.

Para que Carlitos le conceda un milagro a quien se lo solicita, se debe de acudir personalmente a la tumba y hacer la petición oralmente o por escrito. Las cartas de petición se colocan sobre el sarcófago. Una vez que el milagro ha sido concedido es obligatorio dejar en la tumba del chico regalos como agradecimiento a su intervención y para tenerle contento. Por eso su tumba siempre está llena de juguetes, piñatas, dulces y mil cosas más que le agradan a todo niño.

Siempre hay personas en la tumba del pequeño, pero el trabajo se le carga más en el mes de diciembre, el Día de Muertos y el Día del Niño. Muchos han sido los milagros que Carlitos ha realizado. Por ejemplo, sanó a una niña que no podía caminar, y dio la libertad a un preso encarcelado injustamente.

jueves, 2 de noviembre de 2017

LA TORTUGA QUE QUISO SER FEA

Cuenta una leyenda juchiteca que, hace mucho tiempo en los primeros días de la conquista espiritual de los españoles en Oaxaca, vivía en el agua de un río una bella tortuga que tenía una concha muy bonita y muy brillante que todos los habitantes del pueblo de Juchitán admiraban. Era tan bonita que los nuevos creyentes se la llevaban como ofrenda a San Vicente en su iglesia del pueblo.
Con el fin de obtenerla, las personas esperaban, pacientemente, a que saliera del agua, o bien la apresaban directamente del agua, para llevársela al santito. Cada día que se celebraba una fiesta religiosa de importancia, todos iban a la caza se la tortuga.
Ya que atrapaban a la bonita, pobre, lenta y torpe tortuga, la ponían en la parte baja del altar del santo. Como entonces la tortuga tenía la cola larga, los fieles le acercaban una llama de vela a ésta para que al sentir la quemadura, la tortuga se apresurara a subir hasta la parte alta del altar junto a San Vicente. Cuando se asustaba por la quemadura, la infeliz tortuga escondía la cabeza, las patas, y la cola dentro de su carapacho para defenderse; pero era peor porque entonces los creyentes le acercaban más la llama.
En cierta ocasión, el santo se dio cuenta de lo que le hacían a la bella tortuga y tuvo mucha lástima de ella. Delante de los feligreses reunidos en misa, bajoó dos escalones de su altar y la tomó en sus manos. Rápidamente la tortuga escondió su cabeza apenada, y con voz suplicante le pidió a San Vicente que la hiciera fea, para que así ya nadie quisiera cazarla para ofrendarla al santito.
Entonces, el santo, sin mediar una palabra le hizo grandes ojos, su cabeza la termino en punta y le transformó la concha brillante en opaca.
Sintiéndose ya fea, la tortuga bajó del altar y volvió a las aguas del río. Desde entonces nadie más quiso llevarla como ofrenda, pues la encontraban fea. Y si alguien se la llega a encontrar, la nueva tortuga, pudorosa, esconde la cabeza en su caparazón, feliz de ya no sufrir más quemaduras.