lunes, 27 de octubre de 2014

ASÍ SE FESTEJA EL DÍA DE MUERTOS EN CHICAGO



Es lugar común decir que cuando alguien abandona su país de origen para irse a radicar a otro, con el tiempo pierde sus costumbres. Más trillado es el tema de los chicanos, pochos, tex-mex o México-americanos quienes con el paso de las generaciones han adoptado una identidad propia que poco tiene que ver con lo americano o lo mexicano. Sin embargo, también sabemos que las tradiciones y costumbres no se pierden por completo, sino que se transforman de acuerdo con la idiosincrasia de los tiempos.

Durante una visita a Chicago entre octubre y noviembre tuve la curiosidad de saber si algunas familias mexicanas celebran el Día de Muertos y, de ser así, cómo lo hacen. De antemano estaba enterado de que en un museo exhiben altares de muertos, pero ¿qué pasa en los panteones? ¿Dónde entierran a sus difuntos los millares de mexicanos que radican aquí? ¿Cómo los recuerdan en estas fechas? El 1º de noviembre vi un anuncio en un periódico local que invitaba a disfrutar de los altares de muertos. Así se me ocurrió que tal vez podría escribir un artículo sobre el Día de Muertos lejos de nuestras fronteras.

El anuncio en cuestión era de los funerales Zefrán, ubicados en un sector latino en el centro de Chicago 1941 W. Cermark Road. Jennifer y yo fuimos a visitarlo y con orgullo nos recibió la Sra. Concha Rodríguez, quien explicó que hace pocos años se dieron a la tarea de mantener viva la tradición de Día de Muertos, haciendo exhibiciones de altares en sus instalaciones. Dijo que el principio fue difícil, pues no obtenían la respuesta esperada, sin embargo, dos años antes unos parientes de su marido, que tienen una funeraria en Iguala, Guerrero, hicieron un viaje ex profeso para colocar unos altares de muertos y el éxito rebasó las expectativas. Fue así como cientos de personas revivieron o se dieron cuenta de la existencia de una festividad muy arraigada entre nosotros. Desde entonces, el interés por esta tradición ha ido creciendo al grado de que en algunas escuelas organizan visitas a la funeraria y piden a los niños que, si lo desean, lleven fotografías u ofrendas para colocarlas junto a un altar común.

Al preguntarle si hay en Chicago algún panteón donde podamos observar la Fiesta de Muertos, la Sra. Concha nos explica que muchas familias mexicanas todavía mantienen la costumbre de enviar a los difuntos a México, para lo cual esta y otras funerarias les ofrecen el apoyo legal, así como los trámites de traslado. Por otra parte, agrega que los México-americanos de segunda o tercera generación, quienes por razones obvias ya se han desligado de sus raíces, normalmente sepultan a sus muertos en los cementerios locales, pero no sabe si esas familias hagan algo especial este día. De todos modos, nos dio las direcciones de dos panteones para que fuéramos a investigar.

Como andamos en un barrio latino, al ir caminando por las calles inesperadamente por ahí nos topamos con un par de altares afuera de unos departamentos. No hay persona que los vigile ni encontramos a alguien para que nos diga quién los puso. Sin embargo, el simple hecho de estar ahí resulta significativo. Rato más tarde nos percatamos también de que en algunas iglesias católicas tienen pequeñas ofrendas y un desplegado informativo sobre el significado del Día de Muertos y las misas que se ofrecen para la ocasión.

En toda la zona metropolitana de Chicago existen varios tipos de cementerios divididos por razas e, incluso, por religiones. Así podemos encontrar panteones ocupados por italianos, griegos, polacos o mexicanos, siempre entremezclándose con los americanos. Pero también hay camposantos católicos o protestantes donde se pueden mezclar las razas pero casi nunca las religiones. Como nosotros deseábamos observar qué ocurría en los panteones con influencia mexicana de preferencia católicos, fuimos a los sugeridos por la Sra. Concha. Allí fue donde descubrimos que muchas personas sí celebran este día, aunque sin el colorido y ambiente festivo que se vive en nuestro país. De esos dos, en el Saint Mary en las calles Pulaski y 87 Street encontramos a varias familias mexicanas de primera o segunda generación haciendo día de campo. La costumbre, si el clima lo permite, es llevar comida y pasarse la tarde junto a la tumba de sus seres queridos para estar un buen rato con ellos.

Algo que resulta interesante observar son las tumbas de mexicanos en estos lugares de reposo eterno. Siguiendo la tradición norteamericana, no existen criptas ni tumbas per se, sino que todo el cementerio es un campo verde y arbolado con infinidad de lápidas verticales. Lo más relevante, en el caso de los mexicanos, es que la mayoría de tales lápidas tienen a la Virgen de Guadalupe como motivo principal, algo poco habitual en los panteones en México.

Para redondear el artículo, al día siguiente fuimos al museo donde en esta época dan una importancia muy marcada a la Fiesta de Muertos. Se trata del Centro-Museo de Bellas Artes Mexicanas cuya función principal es la de exhibir la cultura mexicana en Chicago. Este centro-museo, que cuenta con varias salas permanentes, tiene una sala de exposiciones temporales donde, desde finales de octubre hasta mediados de noviembre, año con año se instala una muestra alusiva a esta tradición, con altares, ofrendas, pinturas, fotografías, calaveras y paneles informativos en inglés y en español sobre el tema en distintos rincones de México.

Para darle realce, hacerlo atractivo y con ello picarle la curiosidad al transeúnte, en el jardín exterior suelen colocar un altar monumental con varias figuras de cartón, como “la mojiganga” de la tehuana, “el charro”, “la china poblana” y “el tamaulipeco”, que fueron las esculturas seleccionadas el año pasado y realizadas por el artista invitado, Alejandro García Melo.

Ya en el interior del museo, dentro de la sala temporal, comenzamos a disfrutar de la interesante muestra con ofrendas traídas ex profeso de diversas partes de México, como por ejemplo, una prestada por el Centro Cultural de la Huasteca Hidalguense, otra del Distrito Federal, otra de Janitzio, Mich. etc. Asimismo, algunos altares y ofrendas fueron realizados por artistas locales, es decir, por mexicanos de primera, segunda o tercera generación radicados en Chicago.

Vale la pena mencionar que en algunos de los altares se puede observar un sincretismo muy singular entre lo mexicano y lo ya chicano, con elementos tradicionales nuestros y otros modernos americanos. Por ejemplo, vemos por ahí un altar dedicado a un héroe caído en la Guerra del Golfo Pérsico, en el cual aparecen elementos como papel maché, papel picado, una calavera de azúcar, un avión a escala de madera, el uniforme del difunto y la bandera norteamericana.

Los guías del centro-museo, todos bilingües, nos explican que la mayoría de los visitantes a esta muestra es gente de origen latino, dígase jóvenes o viejos, así como escuelas cuya población es predominantemente latina. Uno de ellos nos cuenta que los elementos tradicionales, como el pan de muerto, las calaveras de azúcar y el papel picado son adquiridos en ciertas tiendas mexicanas, pero siempre resulta difícil conseguir la flor de cempasúchil que, en ocasiones, alguien importa bajo trámites legales muy estrictos. “Sin embargo”, añade, “vale la pena tenerla porque le da un colorido muy especial a los altares”. Otra alternativa es mandar pedir semillas a México, o conservarlas para sembrarlas con anticipación y que la flor esté en su punto para esos días.

El centro-museo cuenta, además, con una pequeña tienda donde venden artesanías, libros y revistas tanto mexicanas como México-americanas. Durante la exhibición de Muertos ofrecen también fotografías, postales, dulces, calaveras de azúcar, chocolate o amaranto y artesanías alusivas al tema.

Fue así como al estar lejos de mi tierra en estas fechas, pude comoquiera disfrutar de la Fiesta de Muertos entre un ambiente mexicano muy sui generis, y reafirmar que, en efecto, algunas tradiciones y costumbres pueden modificarse con el tiempo, pero jamás perderse por completo.

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