viernes, 13 de marzo de 2015

LA CABEZA



En un poblado cerca de Chichén Itzá, el centro ceremonial dedicado a honrar al dios Kukulcán, vivía una pareja, que no tenía muy buenas relaciones.

El hombre, llamado K’in, no confiaba en su mujer, y pensaba que lo engañaba. A fin de salir de dudas, decidió investigar.

Un día, le dijo a la mujer que tenía que salir de viaje, pero no era verdad, sólo fingió que se iba para poder espiarla y comprobar que sus presentimientos eran verdad.

Pasadas unas horas de su supuesta partida, K’in regresó, abrió la puerta de su casa y solamente se encontró con la cabeza de su mujer, no tenía cuerpo.

Sumamente asustado, K’in salió de su casa y fue corriendo a donde vivía un hechicero, al cual le platicó lo acontecido.

El hechicero le dijo: -“Mira K’in, lo que sucede es que tu mujer es una bruja, como su madre y como su abuela. Para quedar libre de ella, lo que tienes que hacer es frotarle el cuello con sal, y en ningún momento debes hablarle ni responderle, aunque ella te suplique y te lloré, tú debes quedarte callado”-

K’in regresó a su casa y se puso manos a la obra.

La bruja al sentir la sal en el pescuezo, indignada y vencida le dijo:-“¡¡¡Ay, K’in, me acabas de matar, ya nunca podré volver a recuperar mi cuerpo. Pero yo te maldigo, tú también morirás!!!”-

Y efectivamente, K’in murió poco después que su bruja-esposa, y ya nadie más volvió a saber de él, simplemente desapareció y se fue al mundo terrible de lo sobrenatural.

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