En el pueblo de Seiba Playa,
cerca de la Ciudad de Campeche, los habitantes se dieron cuenta que de cada
noche familias enteras desaparecían sin dejar rastro.
Ante este hecho decidieron
contratar a un brujo para que aclarase el misterio.
Una vez estudiado el
fenómeno, el hombre afirmó que el causante de las desapariciones era una
horrenda vieja llamada Isahawuu que se convertía en un monstruo muy poderoso y
que se comía a todas las familias.
Como tal demonio desaparecía
a las víctimas siguiendo un determinado orden, se sabía a cuál familia atacaría
la próxima vez. Así pues, el brujo se fue a la casa señalada y se hizo pasar
por un miembro más.
Pasó un cierto tiempo, y en
una ocasión una viejita de aspecto tranquilo y carita triste llamó a la casa
destinada como la siguiente que el monstruo atacaría, y pidió permiso para
quedarse en esa noche en cualquier rinconcito.
La familia aceptó al verla
tan inofensiva. Pero el brujo sospechó algo, y se mantuvo alerta y preparado.
La viejecita se había
acomodada cerca de la puerta trasera que conducía a los baños de la casa.
El brujo, que observaba
atentamente lo que sucedía, se dio cuenta de que los miembros de la familia
salían por turno hacía el baño del patio, con caras de tener un fuerte dolor de
estómago, teniendo que pasar, forzosamente junto a la viejilla.
Entonces, el chamán se
preparó con sus instrumentos de trabajo y, cautelosamente, se acercó al lugar
en donde sabía que se había acomodado la anciana.
Lo que vio le sorprendió,
pues es ese sitio se encontraba solamente un montón de pellejo.
Lo agarró y le echó sal,
junto muchos bejucos, les echó agua bendita, y cubrió con ellos el pellejo
mientras pronunciaban oraciones.
Enseguida corrió al baño y
se encontró con un enorme monstruo que con su boca abierta se tragaba a uno de
los componentes de la familia. Inmediatamente cubrió al espantoso monstruo con
las ramas de bejuco, las cuales se transformaron en cadenas que lo sujetaron
impidiéndolo moverse y huir.
Una vez atrapada la terrible
vieja Ishawuu, la encerraron en los morros, cuevas que se encuentran en Seiba
Playa, esperando que la marea subiese para que la horripilante y maligna vieja
se ahogase. Sin embargo, antes de morir ahogada, el monstruo devorador de
familias lanzó la terrible amenaza de que volvería para tomar venganza.
Los habitantes temen su
regreso, pues saben que el conjuro del brujo solamente tiene una duración de
trescientos años, y el plazo está por cumplirse…
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