viernes, 12 de junio de 2015

JOSEFINA BAILÓ LAMBADA



Josefina tenía dieciocho años, era morena y de ojos verdes.

A pesar de ser muy guapa no tenía novio, pero sí muchos pretendientes que la deseaban y que ella desdeñaba pues era orgullosa y altiva.

Aprovechando las vacaciones de Semana Santa, el Viernes Santo decidió ir a bailar con sus amigos a la discoteca Ciclón, donde acudían los jóvenes privilegiados de Durango.

A poco de llegar a la disco un joven vestido de etiqueta y de cara delgada y afilada la sacó a bailar.

Sus ojos brillaban como fuego en la semi oscuridad del recinto.

Josefina y el hombre bailaron una lambada de manera tan sexual, que los otros bailarines les hicieron rueda ante lo excitante del baile.

De pronto, los observadores quedaron paralizados al darse cuenta que el joven bailarín despedía un intenso olor a azufre, y que en una pierna tenía una pata de gallo y la otra una horrenda pezuña de cabra.

La pareja empezó a levitar hasta casi tocar el techo.

En ese momento se escuchó una voz que decía -¡Ave María Purísima!, la luz se apagó y todo quedó completamente a oscuras.

Cuando la energía eléctrica volvió, Josefina se encontraba tirada en el suelo con el vestido desgarrado y la huella de una mano le quemaba la carne de la espalda.

El hombre había desaparecido.

Sólo se escuchó en la lejanía una espeluznante carcajada y el arrancón de un carro.

Las patrullas persiguieron al carro negro que se alejaba a toda velocidad, pero no le alcanzaron, solamente le vieron entrar por la puerta central del Panteón de Oriente de la ciudad. Josefina fue conducida al Hospital San Jorge en un carro particular, pero a medio camino desapareció.

Nunca más se volvió a saber de ella. La familia de la desdichada joven ante tanta tragedia sobrenatural, se cambió de ciudad inmediatamente.

Las personas que presenciaron el terrible acontecimiento se llenaron de temor y cayeron enfermas.

Todas las familias de la ciudad de Durango, terriblemente asustadas, pusieron atrás de sus puertas más de una palma bendita que habían comprado el Domingo de Ramos, para evitar que el Chamuco, el Diablo, Satanás, Lucifer llegara a sus casas a querer llevarse un alma como se llevó la de la desafortunada Josefina.



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