Una de las familias verdaderamente adineradas que sobrevivieron a la época
bonancible de Guanajuato fue la de Don Ramón Alcázar, cuyas proezas de bolsillo
se prolongan hasta poco después da la Revolución, de modo que todavía hay
personas a quienes consta como vivió el minero, el comerciante y el banquero.
Éste último llegó a reunir fabulosas fortunas, cuando nuestra moneda estaba
casi a la par con el dólar.
Se dice que nuestro acaudalado banquero nació en la
hacienda de Cotija, Michoacán, pero su lapida asienta que era originario de
esta ciudad. Lo cierto es que aquí fue donde hizo el cuantioso capital que
comentamos en este relato.
Su esposa, Luisa de Ibargüengoitia, también pertenecía a familia acomodada. De ese matrimonio hubo tres hijos. Luisa que se casó con el rico español Don Benigno Elola, dueño de varias fincas, entre ellas la que fue estimable Lic. Don Pedro P. Arizmendi y ahora de su yerno el Lic. Jesús Cardona.
Su esposa, Luisa de Ibargüengoitia, también pertenecía a familia acomodada. De ese matrimonio hubo tres hijos. Luisa que se casó con el rico español Don Benigno Elola, dueño de varias fincas, entre ellas la que fue estimable Lic. Don Pedro P. Arizmendi y ahora de su yerno el Lic. Jesús Cardona.
También des varones, Carlos y Ramón, por cierto que
uno de ellos, parece el segundo, fue enviado a los mejores colegios de los
Estados Unidos, pero, lejos de aprovechar el estudio,
dilapido lo que entonces era una gran fortuna algo así como un cuarto de millón
de pesos.
En esta familia se cumplió la sentencia que sirvió tema a una obra
teatral del escritor Don Carlos Díaz Duffo: Padre mercader, hijo caballero y
nieto pordiosero
La casa que fue escenario de esta riqueza es la que se encuentra en la Plaza de la Paz, marcada con el número 20.
La casa que fue escenario de esta riqueza es la que se encuentra en la Plaza de la Paz, marcada con el número 20.
En esta casa Don Ramón tuvo un museo de arte
prehispánico y colonial, considerado por entonces como el más valioso de
Latinoamérica, por las ricas colecciones que poseía.
Se cuenta, que cuando había una ceremonia de tipo
religiosa en la familia, sale a relucir una alfombra importada, que tenía
entretejidos hilos de oro y de plata. Esa alfombra se extendía de la casa a la
Parroquia, llamando como es de suponer, la atención general.
Era este un acontecimiento del Marques de San Juan
de Rayas, de quien se dice que en lugar de tapetes, tendía a manera de pasillo
varias hileras de barras de plata.
Esta casa el dato es rigurosamente cierto fue construida por el Ingeniero francés Camila Saint Germain, igual que la casa Kloster, la del Truco No. 5 la que ocupa el Antioch College, en Sopeña 18, y la de la familia del Lic. Eduardo Trueba.
Esta casa el dato es rigurosamente cierto fue construida por el Ingeniero francés Camila Saint Germain, igual que la casa Kloster, la del Truco No. 5 la que ocupa el Antioch College, en Sopeña 18, y la de la familia del Lic. Eduardo Trueba.
Don Ramón como banquero tuvo su propia institución
de crédito en la misma casa donde vivió con la firma Stafford−Alcázar, letrero
que todavía se conserva sobre el marco de la primera puerta a la entrada, a la
derecha, y contribuyó a la construcción del ferrocarril de Veracruz a México
por lo cual una calle de la metrópoli lleva su nombre.
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