miércoles, 1 de agosto de 2018

EL SACERDOTE SIN CABEZA




Durante la inquisición había muchas personas que vivían bajo el miedo de salir a las calles tras las terribles manifestaciones fantasmales. La iluminación de los faroles creaba siluetas que atemorizaban a los habitantes. Desde las 7 de la noche las personas se mantenían en sus casas y solamente salían si era necesario.
Una de estas noches, llegó a un poblado de Jalisco un sacerdote desde España, que se haría cargo de la iglesia. Hizo su mudanza justo cuando ya no había nadie por las calles, pero cargar tantas cajas lo agotó de inmediato y decidió tomar un respiro. Ingresó al claustro, camino en el patio mientras disfrutaba de la naturaleza y se sentó en una jardinera. Justo cuando estaba a punto de quedarse dormido, escuchó un extraño ruido dentro de la iglesia.
La falta de luz evitaba que el sacerdote pudiera ver de dónde venía este extraño ruido que se transformó en un quejido. Caminó hacia los arbustos y detrás de ellos pudo tocar lo que parecía un talaje viejo y tieso que lo hizo mirar hacia arriba para ver una extraña silueta. El sacerdote vio que era el cuerpo de una persona vestido con un hábito negro, pero al mirar bien se dio cuenta de que no tenía cabeza. De inmediato, el sacerdote dio un grito aterrador al ver enfrente esa escalofriante criatura.
Ese espectral ser le dijo con gemidos que lo ayudara a encontrar su cabeza y comenzó a perseguirlo por todo el claustro. El sacerdote salió corriendo sin rumbo fijo, lo único que quería era alejarse de esa iglesia. Esa noche, las personas escucharon a un hombre gritar de dolor en las calles, pero por temor no se asomaron a la ventana.
El sacerdote contó lo que había vivido y jamás regresó a esa iglesia en donde dijo que había una maldición. Desde entonces, todos los nuevos sacerdotes que llegan dicen que este fantasma es un padre sin cabeza que los asecha pidiendo ayuda y los quiere asesinar para quitarles la cabeza


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