viernes, 31 de agosto de 2018

LA DANZA DEL TECUÁN




En Axochiapan, localidad que se encuentra hacia el sureste del estado mexicano de Morelos, y cuyo nombre significa “flor de agua”, se acostumbra bailar la Danza del Tecuán -o de los Tecuanes, como se conoce en algunas otras regiones- durante las celebraciones comunitarias, como por ejemplo cuando se celebra la feria anual o la fiesta del santo patrono. Se trata de una danza que tiene varias características prehispánicas, bailada sobre todo por grupos nahuas. En dicha danza se escenifica la caza por un grupo de personas que intentan atrapara a un tecuani, tigre u ocelote, que se come a la gente y a los animales.
La Danza del Tecuán ha dado lugar a una leyenda que cuenta que hace mucho tiempo en la región de Axochiapan existían muchas fieras que se comían a los animales de los campesinos, pero aunque este hecho resultaba molesto para los habitantes de los poblados y las ranchería, siempre era posible cazarlos y matarlos para terminar con el problema.
Sin embargo, en cierta ocasión apareció un animal de uña que era muy grande y muy astuto y empezó a devorar animales. Por más que trataban de matarlo, los campesinos no lo lograban encontrar para liquidarlo y detener sus tropelías que afectaban mucho los intereses económicos de los implicados. No solamente se comía a los animales pequeños, sino también llegó a devorarse a los humanos.
Los indígenas cansados de tratar de atrapar al tecuán sin ningún resultado positivo, decidieron ir a ver al Señor del Monte para pedirle su ayuda. El Señor del Monte aceptó ayudarlos, pero a cambio de la ayuda les pidió mucho dinero, ya que se trataba de una empresa que no se presentaba nada fácil.
El Señor del Monte se abocó a la tarea de dar muerte al tigre, pero fracasó rotundamente. Entonces se puso a pensar que él solo no podría realizar dicha tarea, y que le era necesaria la ayuda de más personas. Se dirigió al pueblo a hablar con los campesinos y les explicó que necesitaba ayuda comunitaria si querían atrapar al animal de uña.
Les ordenó que cada persona debería disfrazarse de alguna cosa. Ya todos de acuerdo, algunos se disfrazaron de árboles, otros de piedra, de animales o de alguna planta. Por la noche colocaron animales de verdad al centro de un terreno y los disfrazados se pusieron alrededor de ellos. Así estuvieron haciéndolo durante varias noches, hasta que por fin en una de ellas el animal de uña se acercó y entró hasta donde se encontraban los animales reales. En cuanto estuvo dentro, los campesinos cerraron el círculo para impedir que el tecuán huyese. Cansado de intentar defenderse el tigre quedó sin fuerzas y lo pudieron atrapar.
Los campesinos estaban tan contentos de haber atrapado al devorador que decidieron hacer una gran fiesta que duró ocho días. En la fiesta representaron la hazaña que habían logrado y la escenificaron disfrazados para que todo el pueblo se enterara de lo difícil que había sido atrapar al depredador. Bailaron al son de una flauta fabricada con carrizo y de un tambor.
Desde aquellos remotos tiempos la Danza del Tecuán se sigue bailando y escenificando, para que los descendientes de aquellos valientes nunca olviden la gran victoria de sus ancestros.


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