miércoles, 23 de abril de 2014

EL GAUCHO RIVERO



Antonio el GAUCHO RIVERO nació en Concepción del Uruguay, el 27 de noviembre de 1808, murió en  Vuelta de Obligado, el 20 de noviembre de1845 fue un peón de campo argentino que lideró un alzamiento en las islas Malvinas en 1833.

Alrededor de 1827 acompañó a la expedición de Luis Vernet a las Malvinas, con el objetivo de ejercer allí el oficio de peón para la empresa del mismo Vernet. Contaba entonces alrededor de 20 años de edad. El 3 de enero de 1833 el Reino Unido ocupó por la fuerza las islas con la corbeta HMS Clío. Su capitán John Onslow, dejó como administrador del archipiélago al colono irlandés William Dickson, quien además era el encargado de izar y arriar el pabellón británico cada vez que pasara un barco y todos los días domingos.

Con la autorización británica y desde Buenos Aires, Vernet prosiguió con su empresa privada en la colonia de Puerto Luis, controlándola a través de sus encargados.

El descontento cundía entre los gauchos empleados de Vernet, pues el capataz, el francés Jean Simon ―o Juan Simón―, apoyado por el ex mayordomo de Vernet, el británico Mathew Brisbane, con la excusa de la ocupación británica, intentaba extenderles las ya pesadas tareas campestres, entre otros excesos de autoridad. Sumado a eso, se les abonaba no con dinero, sino con vales firmados por el propio ex gobernador, los cuales no eran aceptados por Dickson, el administrador de las islas que a la vez también era el responsable de los almacenes. Además, les prohibían alimentarse con el ganado doméstico, obligándolos a cazar animales asilvestrados. Los explotadores actuaban en perfecta armonía con Dickson, único representante de la corona británica presente en las islas.

De los 14 gauchos y aborígenes acriollados que todavía vivían en las islas, un grupo de ocho de ellos se sublevó en desacuerdo con la nueva situación, el 26 de agosto de1833, seis meses después de la invasión británica de las islas.

Su líder era el gaucho Antonio Rivero apodado Antook por los británicos. Lo secundaban otros dos gauchos: Juan Brasido, y José María Luna; más cinco indios charrúas acriollados: Luciano Flores, Manuel Godoy, Felipe Salazar, Manuel González y Pascual Latorre Todos ellos, tanto Rivero como los otros siete, eran analfabetos.

Estos rebeldes estaban armados con facones, boleadoras, espadas, pistolas y mosquetes, en contraste con las pistolas y fusiles con los que contaban sus oponentes. Decidieron actuar por sorpresa, aprovechando la ausencia del teniente Lowe y sus hombres, que se habían alejado por mar en una expedición de caza de lobos marinos. Fueron muertos el administrador del archipiélago William Dickson, Mathew Brisbane, Juan Simón, y otros dos colonos: Ventura Pasos y el alemán Antonio Vehingar. Ninguno de ellos logró alcanzar sus armas antes de ser matado. Los ataques fueron llevados a cabo cuando las víctimas estaban a solas, para aprovecharse de la superioridad numérica. Posteriormente se instalaron los gauchos en la casa de la comandancia. Según la historiografía argentina, impidieron el izado de la bandera británica durante los siguientes cinco meses, izando en su lugar una azul y blanca. Sin embargo, en los fuentes contemporáneos no se mencionan las banderas, sino para explicar que, antes de su asesinato, Dickson era el encargado de izar la británica.

Las vidas del resto de los colonos, de los cuales 6 eran criollos y 17 de otras nacionalidades, fueron respetadas y en espera de que las autoridades argentinas enviaran una fuerza naval para recuperar las islas los confinaron en la isla Celebroña Kidney Island, en inglés. Durante dos meses entre el 26 de agosto y el 23 de octubre de 1833 ambos grupos vivieron separados.

El 23 de octubre de 1833 atracó en Puerto Luis la goleta británica HMS Hopeful seguida por dos balleneras también británicas. La Hopeful rescató a las mujeres y niños de la colonia de la isla Celebroña, poniendo así fin a la colonia de las islas. Rehusaron a enfrentarse a los facciosos y decidieron en cambio reportar la situación a sus superiores del sector sudamericano, por lo que se retiraron.

El 9 de enero de 1834, la HMS Hopeful regresó a la isla Soledad junto con la también británica HMS Challenger. El capitán Seymour despachó al teniente Henry Smith junto a 4 suboficiales y 30 soldados, que inmediatamente izaron la bandera británica. Rivero y sus compañeros estaban en ese momento preparando una rudimentaria embarcación para dirigirse al continente. El 11 de enero de 1834 se entregó ante el capitán Seymour el primer insurgente: el gaucho José María Luna; a cambio de conservar su vida, sería el baqueano de los británicos en la captura de sus compañeros. Recién el 21 de enero de 1834 los británicos lograron recuperar el control de Puerto Soledad. Los siete restantes, muy superados en número y armamento, optaron por retirarse al interior de la isla. Smith, el oficial a cargo, ordenó la persecución de los sublevados, aunque no les resultó fácil capturarlos, necesitando enviar varias expediciones para obtenerlo. También los insurgentes debieron pedir pequeñas treguas por la falta de alimentos. Finalmente, la rebelión pudo ser controlada, lográndose apresar a todos los gauchos rebeldes. El último en permanecer insubordinado fue el mismo Rivero, quien solo se entregó el martes 18 de marzo de 1834 al saber que todos sus compañeros ya estaban presos y viéndose rodeado por dos grupos de fusileros británicos.

Hay varias versiones sobre su juzgamiento. En la primera, los insurrectos fueron trasladados engrillados a la estación naval británica de América del Sur a bordo del HMS Beagle, que al mando de Robert Fitz Roy realizaba su segunda visita a las islas, viaje que sería inmortalizado en la historia de la ciencia. Allí se les inició un proceso penal en la fragata de tercera HMS Spartiate. Por motivos no bien documentados el almirante británico no se atrevió a convalidar el fallo y ordenó que Rivero y los suyos fueran liberados en Montevideo.

La otra crónica indica que fueron llevados a Reino Unido, permaneciendo durante varios meses encerrados en la prisión de Sherness sobre el río Támesis. Según esta versión, el juicio terminó en condena para los acusados; sin embargo, el hecho de que en vez de efectuar el cumplimiento de la pena hayan sido inmediatamente trasladados a Montevideo para ser liberados tiende a desacreditar esta última aseveración. Según otra visión de los hechos, si bien en el juicio en Inglaterra se exigió para ellos la pena de muerte, el tribunal británico que los juzgó se declaró incompetente debido a que sus acciones habían sucedido fuera de la jurisdicción del tribunal, la cuál excluía Escocia y las colonias británicas.12 Por esta razón, el ministerio fiscal aconsejó al almirantazgo embarcarlos de vuelta al Río de la Plata, y dejarlos en libertad. Finalmente, Rivero y los suyos fueron liberados en Montevideo.

Han llegado a nuestros días actas y documentos escritos efectuados solo por la parte británica, quienes consideran la rebelión de Rivero como el «amotinamiento de unos delincuentes» tratados peyorativamente de «gauchos» e «indios salvajes». En esas documentaciones no se menciona si los gauchos y charrúas argentinos intentaban mantener la soberanía argentina; apenas se refiere que a los «gauchos» e «indios» que habían podido quedarse en Malvinas se los usaba como peones en duras tareas y se les pagaba solo con «vales», que perdían su valor, en el nombre de Vernet. También se hace mención de que Rivero y sus compañeros arriaron la bandera británica y enarbolaron una improvisada bandera argentina. Las palabras «gauchos» e «indios» durante el siglo XIX no poseían los mismos rasgos que en la actualidad, pues en el pasado eran innegablemente sinónimos de salvajismo y barbarie, incluso en la misma Argentina.

En cuanto a la muerte de Antonio Rivero existen dos versiones. En la primera, Rivero, incorporado en las filas del ejército argentino por Rosas, muere el 20 de noviembre de 1845 combatiendo a los británicos en la Vuelta de Obligado. En la segunda versión, se sugiere que falleció de muerte natural.

Según los argentinos: No hay unanimidad de opinión respecto a la figura de Rivero y sus acciones en Malvinas por parte de los historiadores argentinos. Ricardo Caillet Bois y Humberto Burzio, miembros de la Academia Nacional de la Historia de la República Argentina, mediante un dictamen emitido en el año 1967, opinaron que las acciones de Rivero carecieron de todo motivo patriótico, aunque llegaron a esta conclusión luego de analizar los documentos contemporáneos al alzamiento, que son exclusivamente de origen británico.
Juan Lucio de Almeida mantiene una posición intermedia: no logra probar que Rivero actuó «movido por patriotismo», aunque no cree que «su acto fue el de un criminal común».

Por su parte, el revisionismo histórico argentino tradicional, rescata la figura de Rivero poniendo el acento en los móviles patrióticos de la rebelión gaucha contra la autoridad británica.

Finalmente, una nueva corriente revisionista de la historia argentina, sostenida por Felipe Pigna, José María Rosa, Fermín Chávez, Pablo Hernández, y Horacio Chitarroni, encuentra en este alzamiento una conjunción entre las luchas y reivindicaciones sociales y populares por un lado, con las nacionales y patrióticas por el otro. Se debe diferenciar lo que es "novela histórica" como escribe Pigna y la historia discutida a partir de documentos.

Según los británicos: Rivero es considerado solamente como un delincuente, denominando al incidente que protagonizó «Los asesinatos de Port Louis». Se hace hincapié en que, como resultado de su alzamiento, terminaron por extinguirse los últimos restos de la colonia de Vernet en las Malvinas.

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