Cuenta la tradición oral de los
indígenas huastecos de San Luis Potosí, quienes se autodenominan teenek, que
existe un insecto llamado hamnek que tiene los pies, la cabeza y las manos de
hombre.
Es tan fatal este bicho que cuando
pasa cerca de una persona emite un zumbido e, inmediatamente, ésta muera, ya
que se enferma de “mal aire”, pues el vaho nocivo del insecto penetra en los
humanos, y aún en los animales, y les ocasiona serias enfermedades estomacales,
nerviosas y respiratorias que causan la muerte.
Otro tipo de hamnek lo ejemplificamos
con la siguiente leyenda. Gabriel era un joven huasteco de dieciocho años que
trabajaba en la milpa junto con su padre y sus hermanos.
Trabajaba mucho, casi de sol a sol,
pero como era fuerte resistía las jornadas de labor. Por la tarde, al terminar
con sus quehaceres campesinos, solía juntarse con sus amigos a platicar de todo
lo que se les ocurría.
Se acostaba contento, pero al otro día
se levantaba con muchos dolores de cuerpo, que no sabía a qué atribuir, pues a
pesar de las duras jornadas siempre se había levantado bien dispuesto y
saludable. Hacía tres meses que soportaba tales dolores matinales. No sabía a
qué atribuir la causa.
En cierta ocasión, cuando todos se
encontraban dormidos dentro de la casita en que vivía, Carlos, uno de sus
hermanos, se despertó y por poco y se muere de susto por lo que vio.
En su cama Gabriel empezó a
desmembrarse: sus manos, su cabeza, sus pies, los codos, las rodillas y las
piernas volaban por todas partes del cuarto, solamente su estómago se
encontraba solito respirando sobre la cama. En seguida, Carlos despertó a sus
padres para que vieran lo que le acontecía a Gabriel.
Al verlo, los padres quedaron
consternados y se dieron cuenta que lo que padecía el hijo descoyuntado era el
temido hamnek que solamente ataca a los jóvenes solteros y solteras huastecos,
las partes del cuerpo voladoras son las que reciben el nombre de hamnek.
Todas las partes desmembradas del
chico afectado salieron por la ventana, y no regresaron sino hasta las cuatro
de la mañana. Cuando Gabriel se despertó, se habían unido nuevamente.
Al otro día, los padres le dijeron a
Gabriel lo que habían visto por la noche, y le informaron que debía casarse,
pues era la única solución posible para terminar con tal fenómeno; de no
hacerlo así el hamnek seguirá produciéndose y provocaría la misma enfermedad.
Una semana después, Gabriel contrajo
matrimonio con Clotilde, la hija de su padrino Juan Antonio. ¡Santo remedio¡ el
chico nunca más volvió a desmembrarse ni sus partes corporales se convirtieron
en el temido hamnek.
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