jueves, 3 de marzo de 2016

SUCH´AL-BE



El hermoso Arcoíris es un fenómeno óptico de luces en el cielo, que se produce cuando los rayos del dios Sol atraviesan las gotas de agua que se encuentran en la atmósfera terrestre.

Such’al-be, Chapopote, un joven y apuesto indio tzotzil, sabía que se trataba de una maravilla de la naturaleza creada por los dioses y relacionada con las deidades o patrones del agua, el aire, el demonio y las mujeres que encontraron la muerte durante el trabajo de parto. Sabía también, porque su syaya, su abuelita, se lo había dicho, que el Arcoíris puede ser tanto masculino como femenino.

Pero también sabía que al Arcoíris, a pesar de ser tan bello, le gusta causar enfermedades como la hinchazón, el aborto y el parto ficticio.

Such’al-be estaba enterado que el Arcoíris nace de las cuevas y de los arroyos, que los Arcoíris machos durante la menstruación de las mujeres, les provoca embarazos falsos, y a las que sí están embarazadas, les inducen el aborto; sabía que los Arcoíris hembras van tras los hombres para que contraigan la famosa “cerrada de orines” como se les llama a las enfermedades relacionadas con las vías urinarias.

Chapopote estaba enterado de que cuando el Arcoíris toma la posición vertical en el Cielo, se le llama Cutzamátuti, y las personas que se atreven a señalarlo con el dedo sufren de hinchazón del mismo, y que el Arcoíris provoca en los desdichados a los que enferma que lloren lágrimas que tienen el color de los siete que posee este malvado ser fantástico: rojo, naranja, amarillo, verde, azul, añil, violeta; cada uno de sus colores es una capacidad diabólica de maldad dañina. Todo esto lo sabía Chapopote y, sin embargo, fue atrapado por un Arcoíris hembra que destruyó su joven vida.

Cuando Such’al-be salió una mañanita a recoger agua del  río vio un maravilloso Arcoíris que se le acercaba. Chapopote, incapaz de correr ante el asombro de tanta belleza, se quedó de una pieza y fue atrapado. Al día siguiente, Chapopote tenía un abultamiento en el abdomen y mucho dolor, orinaba con ardor un líquido color café-negro con sangre, y la fiebre lo devoraba.

Una semana después el joven moría víctima del maleficio del Arcoíris hembra, y de nada sirvieron los remedios que se le aplicaron como infusiones de cabellos de elote, diente de león, cola de caballo, saúco, o llantén.

Enterraron a Chapopote en el cementerio de la iglesia, y María Catalina, su novia, aún sigue llorando su pérdida.

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