En el estado de Guanajuato
se cuenta una leyenda no muy antigua, que nos relata lo acontecido a un
galancete llamado Alberto del Río. Este joven un día conoció a una bonita
turista en el Parque de la Unión, y la invitó a ver el lugar donde se
encuentran las famosas momias en exhibición. De carácter narcisista Alberto se
propuso impresionar a la joven que procedía de Guadalajara y había ido con sus
padres a conocer la ciudad de Guanajuato y sus atracciones. La joven aceptó.
Cuando llegaron al museo
donde se exhiben las momias, Alberto fue relatándole las historias de cada una
de ellas, por supuesto todas inventadas.
Cuando llegó a una momia
especialmente horrible, le contó que esa momia se había transformado en lo que
era por haberle faltado al respeto a un sacerdote, en el momento se encontraba
en su lecho a punto de morir, y necesitaba de la confesión. Sin ninguna
consideración a la momia, Alberto lo toqueteó largo rato para impresionar a la
chica, e incluso llegó a tomarse fotografías con su celular con la momia, al
tiempo que hacía chistes nada graciosos.
Cuando terminó el tiempo de
visitas al museo, Alberto le dijo a la muchacha que si aceptaba ser su novia él
le ofrecía quedarse a pasar la noche en el largo recinto donde se encontraban
las momias. A pesar de que la mujer sabía que no podían ser novios ya que ella
vivía en Jalisco, aceptó el ofrecimiento para ver de lo que era capaz su
pretendiente.
La advirtió que para
comprobar de que efectivamente se había quedado en el museo, Alberto debía
tomarse fotos con su celular para que quedara testimonio de la veracidad de lo
ofrecido. La chica le dijo que se quedara en el sitio y que a la mañana
siguiente ella regresaría con sus padres para que le mostrara las fotografías.
Alberto, que conocía bien el lugar, se aprestó a esconderse en un rinconcito
para pasar la noche. Para darse valor, sacó de su chamarra una anforita llena
de tequila y dio unos tragos. Tomó su celular y le envió unos cuantos textos a
la chica para que viera que sabía cumplir su palabra, e incluso sacó varias
fotos. En una de las fotografías que el galán le envió por el celular, la
muchacha vio claramente que se encontraba atrás de Alberto una persona,
entonces le preguntó si algún amigo le estaba acompañando por si le daba miedo.
El joven se apresuró a contestarle que no, que se encontraba solo como lo
habían acordado.
Una vez terminada la
conversación, la señal se perdió y Alberto se sentó en el suelo a esperar el
día, En esas estaba cuando de pronto una persona se apareció a su lado. Al
sentirla, Alberto le preguntó si se trataba del velador, pero solamente escuchó
una grotesca y fúnebre carcajada. En seguida, escuchó una voz cavernosa que le
decía: – ¡Tú asqueroso y despreciable hombre, te has burlado de mí! ¡No
solamente me estuviste manoseando a tu antojo, sino que inventaste una sucia
historia acerca de mí! Al darse cuenta que el que estaba junto a él era la
momia que había ofendido, cayó muerto al momento debido a un infarto cardíaco.
Cuando le encontraron los
custodios encargados de abrir el recinto de las momias, se encontraron con un
joven muerto y con la cara deformada por el terror pánico que había pasado. ¡A
las momias se les debe respetar!
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