Vivir es un proceso que implica estar en constante
evolución, ubicar piezas, ir construyendo, y así sentir que realmente estamos
creciendo. Parece ser un juego de arma todo, en el cual elegimos la ficha que
queremos colocar, con el peligro de no encontrar la precisa, o no saber que
armar y nos quedamos acomodados contemplando la obra por donde vamos, pensando
qué hacer, reflexionando si es necesario quitar, reubicar, romper o volver a
empezar; esas fichas pueden ser personas, decisiones, pasos, todo aquello que
le va dando forma y fondo a nuestro existir y hasta más.
Ocurrirá también que en el afán de vivir y ser feliz,
ubiquemos piezas mal acomodadas, tengamos elecciones equivocadas, nos saltemos
etapas, queden baches o imperfecciones en nuestra construcción y se venga abajo
nuestra edificación; o suele suceder que antes de que se derrumbe por sí sola,
sea necesario romperla, aunque ese desprendimiento y acomodamiento desgarre el
alma y duela, porque mientras que se den pasos equivocados, algo funcionará
mal, no podremos experimentar paz; y aunque cueste desacomodarse, dejar ir,
romper o soltar, debemos hacerlo, ser fuertes, capaces de arrancar y derrumbar
aquello que quizás no nos ayudará a crecer ni avanzar.
Este construir, ubicar, desacomodar, romper y volver a
empezar; es un proceso constante que debemos vivir para crecer por dentro, no
detenernos en el intento y luchar por lo que realmente implica ser feliz.
Ahí aparecen diferentes tipos de personas, están aquellas
que nos orientan, nos dicen que fichas tomar primero, nos dan luces para que
aprendamos a ubicarlas en el lugar preciso y no queden vacíos, piezas mal
colocadas, ni mucho menos añadidas a la fuerza sin quedar bien encajadas. Pero
también están aquellos que pretenden que vivamos a su manera, se apoderan de
nuestros fragmentos, apartando, tomando para ponerlas a su antojo, sin tener en
cuenta lo que realmente soñamos, necesitamos y queremos.
Son procesos que no se miden, ni se encasillan en el
tiempo; se dan sin programarse, simplemente cuando experimentamos por dentro
que debemos hacerlo; porque habrá instantes en que sentimos que algo nos
incomoda, nos duele o nos hace sentir vacíos, será necesario revisar lo que
hemos construido, detectar cualquier espacio que haya quedado, o descubrir el
pedazo que está mal acomodado o elegido de forma equivocada; es ahí cuando hay
que corregir, reparar, quitar, reubicar, desprenderse, romperse, pero no
permitir acomodarse y seguir construyendo sobre lo que no tiene base o está mal.
Todo lo que exige de nosotros cambio, transformación,
cambiar la rutina, romper, arrancar y volver a empezar, suelen ser pasos muy
difíciles de dar, que requieren nuestra mayor fuerza, fe y voluntad. Pero es
necesario hacerlo, poner lo mejor de cada uno, confiar en Aquel que se inspiró
en nuestra vida y quiere desde nuestra pequeñez cosas grandes lograr; no nos
detengamos en el intento, procuremos cada día mover una pieza, colocar otra,
aportar así sea un granito de arena, romper lo que no esté bien, pero siempre
construir, crecer, renovar, avanzar y transformar.
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