En
la década de los años sesenta, en la Pérgola de los Mochis cada año se llevaba
a cabo baile popular en el mes de diciembre, que animaba las bandas con su
música de viento. En una ocasión unos jóvenes acudieron al baile y llevaron con
ellos a otro que venía de México. Todos llevaban pareja menos el fuereño.
Cuando la fiesta se
encontraba en su apogeo, el joven se fijó en una bellísima muchacha vestida de
blanco. Se acercó a ella y la invitó a bailar. La joven accedió. Al estar
bailando el muchacho se dio cuenta de que las manos y las mejillas de la chica
estaban sumamente frías, lo cual le intrigó. En un momento dado la mujer de
blanco le preguntó a su compañero de la baile la hora que era. Él le respondió
que las doce, a lo que ella replicó que tenía que irse. Galante, la quiso
acompañar a su casa, pero la bella le indicó que solamente hasta el pie de la
escalinata que conducía a La Pérgola. Al ir bajando, el muchacho notó que la
damita estaba temblando y le ofreció su saco para que se tapase, indicándole
que al día siguiente lo recogería en su domicilio.
Y efectivamente, al otro
día acudió a la casa de la joven quien le había proporcionado su dirección. Al
llegar, tocó a la puerta y le abrió una señora de aspecto triste. El galán le
preguntó por la muchacha y le explicó la causa de su presencia en su casa. Le
dijo el nombre de la belleza, Silvia, y la describió como la portadora de un
hermoso vestido blanco y de un largo y sedoso pelo negro. Al escucharlo, la
señora pensó que se trataba de una mala broma, pues como explicó al intruso, la
chica había muerto hacía solamente tres días, justo cuando cumplía diez y ocho
años, en un terrible accidente. Como el visitante se mostraba incrédulo, la
madre le mostró el blanco vestido y una fotografía de la muerta. Pero como el
joven seguía dudando, la mujer lo llevó hasta el cementerio donde se encontraba
la tumba con una lápida en la que aparecía escrito el nombre de la muchacha.
¡El joven casi muere del susto cuando se dio cuenta que sobre la tumba se
encontraba el saco con el que la había tapado para resguardarla del frío… que
no era otro más que el frío de la muerte!
Muchas
noches acudió el enamorado a La Pérgola con la esperanza de volver a ver a la
joven mujer, pero nunca la volvió a encontrar, Al cabo de un año, justo el día
en que tendría lugar el baile anual, desistió de su búsqueda. Sin embargo,
muchas son las personas que afirman que en esa fría noche se vio bajar por la
escalinata de La Pérgola de los Mochis a una bellísima mujer vestida de blanco
y con el hermoso pelo negro que la caía por la espalda. Su actitud indicaba que
busca a alguien a quien no puede encontrar, porque el enamorado esa noche había
desistido de buscarla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario