martes, 22 de marzo de 2016

LA INDIA CURIOSA



Había una vez una india maya que era muy curiosa, vivía cerca de la pirámide de Uxmal, donde se veneraba a Chaac, el dios del agua, motivo de su curiosidad. Un día ya no pudo más y entró en el templo.

Al entrar se encontró con una señora muy bien ataviada quien, indignada, la amonestó por haber profanado un lugar al cual sólo podían entrar los muertos. La muchacha se llevó tal susto al verla, que se quedó muda.

En eso, se oyeron unos terribles ruidos y gruñidos que repercutieron en todo el templo. La señora le dijo a la muchacha que eran sus hijos, los Vientos, que regresaban del viaje que habían emprendido, y le indicó que se escondiese en una tinaja para que no la vieran.

En seguida, los Vientos llegaron a la cámara en que se encontraba su madre. Venían de muy mal humor porque tenían un hambre voraz.

Se pararon en seco y, dirigiéndose a su progenitora, le dijeron: -¿Qué es ese olor a carne humana que percibimos? La madre les respondió que estaban equivocados, que el olor era el que se desprendía de la tierra.

Pero los Vientos insistieron diciendo que se trataba de olor a carne humana y, prestos, se pusieron a registrar el lugar.

La mujer, sumamente enojada, cogió un látigo y empezó a pegarles para que se fueran.

Los Vientos formaron un remolino y se fueron. La india curiosa aprovechó ese momento para salir de su escondite, pero en seguida se topó con siete espeluznantes serpientes que la amenazaban.

Entonces, la señora le dijo: -Niña, tu inocencia te ha salvado de morir.

Te voy a convertir en una tortolita para que puedas salir, y considérate con mucha suerte porque de este templo ningún ser humano ha salido vivo.

Cuando llegues a las escalinatas, te  volverás a convertir en mujer; encontrarás una jícara de atole, bébelo, y nunca más vuelvas a aparecerte por aquí.

Así fue como se salvó la india curiosa de ser devorada por los terribles Vientos.

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