El hermoso Arcoíris es un
fenómeno óptico de luces en el cielo, que se produce cuando los rayos del dios
Sol atraviesan las gotas de agua que se encuentran en la atmósfera terrestre.
Such’al-be, Chapopote, un
joven y apuesto indio tzotzil, sabía que se trataba de una maravilla de la
naturaleza creada por los dioses y relacionada con las deidades o patrones del
agua, el aire, el demonio y las mujeres que encontraron la muerte durante el
trabajo de parto. Sabía también, porque su syaya, su abuelita, se lo había
dicho, que el Arcoíris puede ser tanto masculino como femenino.
Pero también sabía que al
Arcoíris, a pesar de ser tan bello, le gusta causar enfermedades como la
hinchazón, el aborto y el parto ficticio.
Such’al-be estaba enterado
que el Arcoíris nace de las cuevas y de los arroyos, que los Arcoíris machos
durante la menstruación de las mujeres, les provoca embarazos falsos, y a las
que sí están embarazadas, les inducen el aborto; sabía que los Arcoíris hembras
van tras los hombres para que contraigan la famosa “cerrada de orines” como se
les llama a las enfermedades relacionadas con las vías urinarias.
Chapopote estaba enterado de
que cuando el Arcoíris toma la posición vertical en el Cielo, se le llama
Cutzamátuti, y las personas que se atreven a señalarlo con el dedo sufren de
hinchazón del mismo, y que el Arcoíris provoca en los desdichados a los que enferma
que lloren lágrimas que tienen el color de los siete que posee este malvado ser
fantástico: rojo, naranja, amarillo, verde, azul, añil, violeta; cada uno de
sus colores es una capacidad diabólica de maldad dañina. Todo esto lo sabía
Chapopote y, sin embargo, fue atrapado por un Arcoíris hembra que destruyó su
joven vida.
Cuando Such’al-be salió una
mañanita a recoger agua del río vio un maravilloso Arcoíris que se
le acercaba. Chapopote, incapaz de correr ante el asombro de tanta belleza, se
quedó de una pieza y fue atrapado. Al día siguiente, Chapopote tenía un
abultamiento en el abdomen y mucho dolor, orinaba con ardor un líquido color
café-negro con sangre, y la fiebre lo devoraba.
Una semana después el joven
moría víctima del maleficio del Arcoíris hembra, y de nada sirvieron los
remedios que se le aplicaron como infusiones de cabellos de elote, diente de
león, cola de caballo, saúco, o llantén.
Enterraron a Chapopote en el
cementerio de la iglesia, y María Catalina, su novia, aún sigue llorando su
pérdida.
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