En la ciudad de Zamora,
Michoacán, existen dos cerros muy famosos: La Beata y Patamban. La Beata se
encuentra situada en el oriente de la ciudad y mide 2,520 metros de altura. De
estos dos cerros se cuenta una hermosa leyenda. Hace ya muchos siglos el Cerro
de Patamban, Keri Huata, se enamoró de La Beata. Pero era pobre y sin alcurnia,
aunque muy bueno de corazón y trabajador. Todas las personas querían a Keri
Huata y le respetaban mucho, y las mujeres, jóvenes o viejas, estaban
enamoradas de él, y trataban de `provocar su interés de mil formas. Sin
embargo, Keri Huata no les hacía caso a ninguna de las mujeres que le
coqueteaban, pues su arrobamiento por la Beata era profundo y si amor
inmovible.
Siempre estaba pensando en
ella. Cuando se encontraba trabajando en el campo, miraba hacia la morada de su
amada con el fin de verla, cuando lo lograba y sus miradas se encontraban era
el hombre más feliz sobre la Tierra, pues comprendía que su amor era ampliamente
correspondido.
Entonces, un día La Beata y
Keri Huata se hicieron novios, porque la declaración del cerro de Patamban fue
tan calurosa y sincera que la bella no pudo resistirle cuando él le dijo los
hermosa que era y lo magnificente de la naturaleza que era su morada. Ella
también lo amaba de todo corazón por su belleza natural. La Beata quedó
embelesada al escuchar las palabras de su enamorado. Toda la naturaleza y los
cerros aledaños estaban felices por esos amores entre dos cerros tan majestuosos
y bellos, y veían con beneplácito tan rotundos quereres. Los habitantes de la
zona estaban igualmente contentos ante tanto cariño de los dos cerros.
Para sellar su compromiso
Keri Huata creó un hermoso manantial, y se lo obsequió a La Beata. Dicho manantial
lleva el nombre de Lago de Camecuaro. Cuando el novio regresó a sus lares, sus
amigos y los animales del bosque lo felicitaron por tener una novia tan bella y
majestuosa.
El Cerro de la Marihuata,
Las Tres Marías, sito frente al Cerro Keri Huata, le envió a La Beata un regalo
consistente en cuatrocientos encinos, más cuatrocientos tukuses, y
cuatrocientos cazahuates. Y el Cerro del Tuerto que se encuentra cerca del
pueblo de Ocumicho, abrazó con efusión a su amigo Patamban, y hasta el Cerro de
San Ignacio, siempre tan circunspecto y serio, le envió una sonrisa y un
saludo.
Todo iba muy bien en el
noviazgo, y todos comprendían que culminaría en un buen matrimonio que
procreara muchos hijos.
Sin embargo, un cerro
llamado Cerro Coco, chaparro, malvado y mujeriego, se puso muy celoso de tales
amoríos, pues amaba a La Beata, pegó de saltos de la rabia y provocó temblores.
Entonces decidió ir a ver a su tío el Popocatépetl para que lo aconsejara en lo
que debía de hacer. El tío le aconsejó que la enamorara a base de darle regalos
y decirle palabras amorosas. Y que incluso le escribiese poemas. Pero fracasó
en su intento, pues La Beata lo rechazó rotundamente. Después de una gran pelea
entre los cerros rivales, por fin los enamorados contrajeron matrimonio, y vivieron
muy felices con sus hijos los cerritos. Cerro Coco ya no podía molestarlos más.
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