lunes, 21 de julio de 2014

EL GRITO DE INDEPENDENCIA DADO POR EL EMPERADOR MAXIMILIANO



Bien sabemos que la historia oficial tiene sus héroes y sus anti héroes. En México, uno de estos últimos es Maximiliano de Habsburgo, a quien se le tacha de haber sido un usurpador, entre muchas cosas más, incluyendo el de ser extranjero con rango de Emperador, como si la historia anterior a México como país independiente no hubiera estado llena de virreyes y gobernantes peninsulares hispanos. La historia oficial mexicana tiende a pasar por alto que Maximiliano de Habsburgo no vino a usurpar, sino que fue invitado a gobernar por parte de un grupo político denominado “Conservadores”, mientras que el grupo antagónico era el de los “Liberales”, comandados entonces por el héroe oficial aunque también cuestionado presidente Benito Juárez.


Sin duda, uno de los grandes errores de Maximiliano de Habsburgo fue el haber aceptado venir a gobernar un país bravo, dividido por guerras –país que aún no tenía una identidad bien definida– y haber llegado desconociendo eso, aunque tampoco podemos decir que vino con engaños.


Otro de sus grandes errores fue no seguir las órdenes de los Conservadores que lo trajeron, pues resultó ser demasiado liberal, incluso más que los Liberales, ya que sus ideas vanguardistas rebasaban por mucho las de los Liberales, y por si fuera poco, las ideas de Maximiliano de Habsburgo eran mucho más liberales que las de uso común en Europa en aquellos años. Por liberal, en términos actuales se entendería que sus ideas apuntaban hacia la justicia social, el reparto de riqueza, etc.


Maximiliano de Habsburgo seguramente tuvo grandes aciertos durante su corto mandato, aunque la historia oficial prefiera jamás mencionarlos. Uno de tales aciertos fue haber tratado de incitar a los mexicanos a tener identidad propia, y esto se logra a través de los héroes de la historia y las fechas memorables. Tan fue así, que el primer Grito de Dolores (o Grito de Independencia) realizado de manera oficial lo dio precisamente él, en 1864. Maximiliano fue el primer gobernante en ir personalmente a Dolores, Gto. para dirigir la ceremonia del Grito y como recuerdo de ello, existe en Dolores Hidalgo una placa alusiva a ese hecho, de las pocas en México que recuerdan a Maximiliano. Para la ocasión, el emperador vistió de charro y Carlota, de china poblana. Asimismo. fue Maximiliano quien encargó a Joaquín Ramírez pintar la imagen de Miguel Hidalgo que más conocemos. Gracias a esa pintura se “dio vida” a uno de nuestros primeros héroes nacionales.

Un año después, el 16 de septiembre de 1865, se organizó la primera gran fiesta alusiva al inicio de la Independencia en el zócalo y el Palacio. Fue presidida nada menos que por el Emperador Maximiliano de Habsburgo y su esposa Carlota de Bélgica. Las crónicas de la época narran que fue un festejo de gran algarabía que mezcló toda la pompa del protocolo y la verbena popular tal como se sigue haciendo hasta hoy en día.

En una nota publicada el 19 de septiembre de 2010 por el periódico El Sol de Irapuato, Beatriz Padilla ofrece este resumen:


En Memorias de un Secretario Particular, tituladas en su edición mexicana Maximiliano Íntimo, de José Luis Blasio, narra de la siguiente forma aquella fecha del 16 de septiembre de 1865.


“Con el entusiasmo de todos los años, con la vehemencia de costumbre, el pueblo mexicano acudió esa noche a la Plaza de Armas para gritar vivas a la Independencia de México, cuando ¡oh ironía! México estaba gobernado por un monarca extranjero. A la madrugada del 16, las salvas de artillería, los repiques, las banderas militares y los cohetes que atronaban el aire, anunciaban al pueblo mexicano que éste celebraba su Independencia, bajo el régimen de un príncipe austriaco.


A las nueve de la mañana, se dirigieron Sus Majestades a la Catedral en la carroza de lujo en medio de una valla, que del palacio a la basílica formaba la guardia palatina. Después del Te Deum, los soberanos recibieron en el salón de Embajadores a todos los funcionarios de la Corte, al cuerpo diplomático, a los miembros del ayuntamiento de la ciudad y a los notables.


El emperador vestía aquella mañana uniforme de general mexicano luciendo al pecho las grandes cruces del Águila Mexicana, de Guadalupe y el Toisón de oro. La emperatriz vestía de blanco y llevaba riquísimas joyas.


Posteriormente, Maximiliano escoltado por su Estado Mayor y por un cortejo de generales y jefes de alta guarnición, pasó revista a sus tropas. Después de este acto, regresó a Palacio Imperial ‘trotando a todo galope por las calles de Plateros y San Francisco, donde una multitud entusiasmada lo aclamaba.


Al llegar a la Plaza de Armas, el Emperador y sus principales acompañantes se situaban enfrente a la puerta central del Palacio para presenciar el desfile de la columna. En los balcones, se encontraban la emperatriz, sus damas y altos dignatarios de la corte.


En la columna militar, las tropas mexicanas venían en primer lugar, seguidas de las francesas y austriacas, y por último las belgas.


Por la tarde, se sirvió una suntuosa y elegante comida.


Concluía el día patrio con la quema de vistosísimos fuegos artificiales y una gran serenata frente al Palacio Imperial”

No hay comentarios: