Gino Bartali
murió en el año 2000 sin que nadie supiese su verdadera historia, la del
corredor grandioso que dedicó dos años de su existencia a salvar la vida de
ochocientos judíos…
Para ello se
valió de su bicicleta donde escondía la documentación necesaria para sacarlos
de Italia. Y así, bajo la apariencia de simple entrenamiento, llevaba los
papeles de un lado a otro…
Nadie
sospechaba en aquel momento de uno de los grandes mitos del deporte italiano,
del hombre que había conseguido darle a Mussolini el Tour de Francia en 1938…
Gino Bartali
escondió su secreto durante casi sesenta años. En el año 2000 se fue a la tumba
con él y solo un descubrimiento casual permitió conocer la dimensión humana que
uno de los grandes ciclistas del siglo XX alcanzó durante la segunda guerra
mundial…
Nacido hace
cien años, el 18 de Julio de 1914 en la Toscana, en el seno de una familia
humilde, que se dedicaba a trabajar en el campo, Bartali comenzó a correr
gracias a que su padre le encontró trabajo en un taller de reparación de
bicicletas. Su dueño contento por el trabajo de Gino, le regaló una y le animó
a que se entrenase…
A partir de
ahí, las escarpadas carreteras de la región fueron su espacio natural, el lugar
en que maduraron sus piernas que rivalizarían con las de Coppi en el duelo que
dividió a Italia, años después…
Pero antes de
que Coppi: -El campionissimo- y él protagonizaran algunos de los duelos más
grandes de la historia del ciclismo, Bartali estaba considerado como el
ciclista del régimen de Mussolini. El Duce, en su delirio, soñaba con ver a un
italiano derrotando a los franceses en el Tour y todas las miradas se volvieron
hacia Bartali, que en 1936 ya se había adjudicado el triunfo y era una
celebridad en todo el país…
En 1937 una
caída frustró su misión. Había comenzado a brillar en la montaña, pero en el
descenso del Col de Laffrey se ganó el sobrenombre del monje, debido a sus
profundas convicciones religiosas…
En 1938
cumplió con el sueño de Mussolini aventajando al segundo clasificado en más de
veinte minutos. Cuando la carretera se empinaba, cuando el calor y el polvo
secaban la garganta, Bartali no encontraba rival…
Pero la
segunda guerra mundial le dejó sin los años en que se podría haber labrado un
porvenir espectacular, cuando Coppi era un joven meritorio que corría a su lado…
Lo que nadie
imaginaba, es que en aquellos oscuros años Bartali, uno de los símbolos del
partido nacional fascista, era en realidad uno de los personajes clave de una
organización dedicada a salvar la vida de los judíos italianos, a los que los
alemanes querían enviara a sus hornos crematorios…
Gino Bartali
seguía entrenándose y realizaba largas sesiones de entrenamiento por las
carreteras de la Toscana o Umbría…
Nadie podía
suponer que en el cuadro de su bicicleta o debajo del sillín transportaba documentos
y pasaportes destinados a los judíos que se escondían en algunos de los
monasterios italianos…
Bartali no
despertaba demasiadas sospechas pese a que la guerra impedía cualquier
competición y resultaba extraño ver a alguien entrenándose en aquel ambiente.
Corría con ropa en la que se leía su nombre, lo que le permitía recorrer
kilómetros recibiendo los saludos efusivos de los soldados italianos, para los
que era un auténtico ídolo…
Y cuando una
patrulla alemana lo detenía la respuesta era sencilla: -“Sigo trabajando para
las carreras que vendrán después”- y lo dejaban marchar…
Los ejércitos
se habían acostumbrado a ver pasar a Bartali de un lado a otro en su bicicleta,
subiendo y bajando montañas. Cambiando continuamente de ruta. Era el correo
perfecto…
En los
conventos y monasterios la red organizada por Giorgio Nissim, con el apoyo de
varios arzobispos, se dedicaban a elaborar los pasaportes destinados a salvar
la vida de cientos de judíos y que Bartali transportaba jugándose la vida en
aquellos viajes por las carretas que conocía como nadie, pero que le podían
deparar una sorpresa desagradable en cualquier momento…
Durante 1943 y
1944, el corredor Toscano, el beato Bartali se dedicó a esa misión sin que
nadie lo delatase…
Acabó la
guerra y aquellos entrenamientos con muchos kilómetros, aún le valieron su
carrera deportiva, porque con 32 años pudo ganar en 1946 el Tour de Francia y
en 1948 con 34 años se apuntó una demostración colosal de montaña, ya que se
impuso en siete etapas, de aquella edición…
Bartali se
retiró a su tierra, y durante cincuenta años no dijo nada de su trabajo para ayudar
a los judíos que habitaban Italia. Durante décadas quedó sobre él, la etiqueta
de haber sido el corredor de los fascistas. Peo no le importó…
Murió en el
año 2000. El mundo descubrió su magnitud en 2003 cuando los hijos de Giorgio
Nissim encontraron un viejo diario de su padre, en el que detallaba la forma en
que funcionó la red clandestina dedicada a conseguir documentos que salvasen la
vida de los judíos…
Allí en
aquellos papeles, se explicaba minuciosamente los viajes que hacía Bartali, los
kilómetros que recorría, los papeles que escondía en su bicicleta y sobre todo,
lo abnegado de su dedicación a la causa…
Los Nissim
contaron lo que su padre escribió y entonces comenzó a cobrar sentido tanto
entrenamiento en una época en la que costaba ver a un ciclista recorrer una carreta
italiana…
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