martes, 22 de julio de 2014

LA BRUJA JUANA



Me han platicado a mí que allá rumbo a Sonora, pero todavía de este lado en Chihuahua, que había una bruja muy conocida que se llamaba Juana. La bruja Juana, le decían –explica Samuel Mireles, un guía de turistas en las Barrancas del Cobre. Ella era indígena, pero no tarahumara porque allá de ese lado viven otros que no son tarahumaras. No sé si era yaqui ella o warojío, pero cuentan que era una mujer muy conocida por sus brujerías, porque sabía mucho de la brujería y que aprendió de sus gentes de más antes.


Este, no, la verdad no sé yo si era bruja de las que hacen brujerías o si era curandera de las que curan, pero cuentan que mucha gente iba hasta su tierra a consultarla.  Se iban en el tren y allá en la estación de Témoris se bajaban para luego caminar como dos días seguidos hasta llegar a Chínipas, donde mero vivía la bruja Juana. Cuentan que mucha gente llegaba de muchas partes, de acá de Chihuahua, de Sonora, de Estados Unidos; de muchas partes llegaban a consultarla.


Pero usted ha de saber que eso de la brujería no trae nada bueno porque mucha gente, y las autoridades también, no entienden bien y creen que las brujas nomás andan haciendo brujerías malas.


Entonces parece que a ella la mataron a garrotazos unos policías porque dijeron que les había echado una brujería o algo así.


Luego se platicó que a los policías les fue de la fregada porque cuando estaban golpeando a la bruja Juana que el Diablo mismo se presentó para defenderla a ella; eso me contó a mí que se platicó luego.


Pero también dijeron que no era el Diablo eso lo inventaron los policías para justificar su crimen, entiendo yo, sino que fueron los espíritus que eran como los amigos de la bruja Juana y esos espíritus quisieron defenderla, pero ella comoquiera se murió de tanto garrotazo porque le abrieron la cabeza hasta que se le salió toda la sangre.


Pero a esos policías les fue peor porque me contaron a mí que los espíritus los atormentaron pero muy feo hasta que se murieron ellos de una muerte muy fea como a la quincena, después de tanto garrotazo. 

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