Reuniéronse en consejo todos:
Ancianos, guerreros, los demás hombres, mujeres y niños y encamináronse al lago
donde vivía la BÁA YÓOI.
Era el medio día y a la luz
rutilante de un sol esplendoroso, contempló asombrado, aquel lago de
inimaginada belleza, mientras la superficie de plata del agua nimbraba por extraños
y suaves reflejos, diferenciaban sus colores al cubrir a la BÁA YÓOI que se extendía, se agrandaba
y vestía con verdes tapices de húmedo musgo.
Todo estaba en calma, pero… los
alucinados, corrieron despavoridos, fuéronse al pueblo con lo que después de
todo, decía la gente que sobre el lago se ejercía un extraño encantamiento,
proveniente del hechizo de BÁA YÓOI.
Sucedieron en el lugar muchos
extraños acontecimientos:
Una tarde un cazador, de otro
pueblo se perdió. Ya el cielo palidecía y del lago suave, paradisiaco, emanaba
paz y silencio.
¡Extraño teatro, para un más
extraño drama!
Asombrado, extasiado en la belleza increíble
de unos ojos de carbunclo, altivos, serenos, indiferentes que lo miraban, el
cazador veía a la mujer incomparable que se le puso delante.
¡Oh, prodigio nunca visto! Apenas alcanzó
a balbucear: -¿Eres sombra, o vives?-
Un rayo de luna se reflejó en la
superficie quieta del lago; rasgó una solitaria nube y tímidamente penetró en
la oscuridad.
El silencio y la noche eran
hermanos.
De pronto, el rostro del cazador
cambió de expresión y con pasos lentos, fue hacia donde estaba aquella visión;
haciendo ademán de tomarla entre sus brazos, junto a la aparición reventaron
burbujas cristalinas, envolviendo los pies de la bella mujer; descendieron en
silencio y sus cuerpos se fundieron en un solo ser.
La noche subió del fondo de las
aguas antes refulgentes y áureas… las tinieblas envolvieron las verdes faldas
de las montañas, toso, en el ropaje de los inmensos bosques, que cerraban el
valle… y flores de luz, de pétalos parapadeantes en el alto cristal negro y
combo de cielo entenebrecido; las estrellas se miraron frías y temblorosas en
la quieta sombra murmuradora del lago. La luna ocultó su cara de misterio entre
las hojas.
En plena sombra de la noche, antes
de que el sol inundara los bosques con sus magníficas claridades, con realidad
de ausencia, con tristeza en el alma, el cazador despertó sin lograr sosiego,
ni la quietud serena de la noche, ni la paz del ambiente calmaban los suspiros.
Veía en la laguna sacudida por el
viento, la tenue figura agitándose cual mano hacia él, en muda despedida.
Se había engañado con la BÁA YÓOI. Otra víctima más vestirá el
traje del engaño hasta su muerte. Diose a vagar internándose por los bosques.
Los días pasaron y uno de tantos,
alguien trajo la nueva, el cazador Pima se había engañado con la BÁA YÓOI, porque vestía la piel de ese
extraño “encanto de las aguas” con poder para transformarse en diferentes
formas, para engañar a sus víctimas.
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