¿Has probado el machacado con
huevo –también llamado «machaca»?– ¿Sabes cuál es su origen? Bueno, por si no y
para que lo sepas, una historia anecdótica cuenta lo siguiente:
Uno de los platillos más representativos del norte de México es
sin duda el «machacado con huevo»; platillo típico en los desayunos que ya no
solamente se acostumbra en esa región, sino que se sirve por doquier y también
ha cruzado nuestras fronteras. Pero, ¿quién sabe dónde y cómo surgió? Las
respuestas pueden ser muchas, ya que es posible que se trate de uno de los
tantos inventos anónimos que terminaron arraigándose en el gusto de la gente.
Sin embargo, existe un lugar en el estado de Nuevo León, al norte de Monterrey,
donde, según cuenta la historia, hubo una mujer que fue la inventora de esta
dádiva culinaria.
De acuerdo con esta versión, el origen del machacado con huevo se
remonta al año de 1928, cuando en la apacible población de Ciénega de Flores
doña Fidencia Quiroga, mejor conocida como «Tía Lencha», comenzó a prepararlo
para los trabajadores que estaban construyendo por ahí el tramo de la carretera
Monterrey-Laredo. La memoria de esta legendaria mujer, y de su legado, sigue
vigente no sólo en el restaurante que aún existe, sino gracias a la empresa
local que, llevando el mismo nombre, produce la carne seca a nivel industrial y
la comercializa a cualquier rincón del país e, incluso, del extranjero. Este
producto se vende en varias presentaciones: deshebrada, en rollo y tasajo tipo
cecina.
Como dato histórico más preciso leemos lo siguiente en un
recetario que regalan tanto en el restaurante original como en la pequeña
empresa local. “La tía Lencha y el machacado con huevo forman parte integral en
la historia costumbrista de la región norte del país, en particular del área
que rodea a Monterrey. Fidencia Quiroga Chavarría fue una mujer típica norteña,
sencilla y afable en su trato, acostumbrada a luchar contra la aridez de la
tierra donde le tocó vivir. En unión de su esposo Reynaldo Quiroga, llevó una
vida de intenso trabajo a principios del siglo XX. Cuando el paso hacia los
Estados Unidos era sólo una brecha, ella atendía en su merendero a los
ingenieros y demás trabajadores que construían la carretera Nacional. Desde
entonces se le conoció simplemente como «La Tía Lencha».”
Bien sabemos que en aquellos años aún no había refrigeradores, y
menos en esas cálidas tierras. Sin embargo, y valiéndose de una técnica ancestral,
para poder conservar la carne era necesario tenderla al sol y al viento para
que se secara, lo cual le daba una textura y hasta un sabor muy peculiar.
Puesto que la «Tía Lencha» se afanaba en ofrecerle a su clientela la mejor
atención, cuentan que experimentó con la carne seca hasta que luego de freírla
en trozos desmenuzados y agregarle huevo, además de chile piquín al gusto,
finalmente logró este platillo tan exquisito que tanta fama ha dado a Nuevo
León y a la cultura gastronómica del Noreste en general.
El ingrediente principal del machacado con huevo es la carne de
res seca deshebrada, la cual se fríe en aceite o manteca, con tomate, cebolla,
ajo y chile y, por supuesto los huevos, de ahí el nombre. Se come con tortillas
de maíz o de harina y, generalmente, va acompañado con frijoles refritos y
salsa de chile o chile del monte piquín fresco.
Cabe mencionar que en el lexicón norestense a dicho platillo se le
llama «machacado con huevo», como ya hemos explicado, sin embargo, la palabra
«machacado» designa exclusivamente a la carne seca de res que se destina para
estos propósitos. Aún más, existe otra palabra, «machaca», que es de uso común
en el noroeste del país Sinaloa y Sonora y significa lo mismo que «machacado».
Esto viene a referencia para comentar que, como ya se dijo, se cree que el
«machacado con huevo» fue un invento de la Tía Lencha, aunque aquí cabe
remontarnos a la antigüedad y hacer una reflexión histórica dado que los
pueblos cazadores-recolectores fueron los verdaderos inventores de la técnica
de poner a secar determinados alimentos para evitar su descomposición y, más
importante aún, poder así mantener las provisiones necesarias durante los
inviernos o las épocas de escasez. Este es un legado cultural y culinario de
tiempos arcaicos que ha sobrevivido hasta nuestros días, aunque con
significativas modificaciones gracias a las nuevas tecnologías. Es un hecho que
ya casi nadie se toma ni el tiempo ni la molestia de poner a secar la carne, el
pescado u otros alimentos como hasta hace pocos años se hacía de manera
artesanal y tradicional. En este caso la carne seca se lograba en los
“tendederos”, así llamados los lugares donde colgaban los tasajos de carne
hasta que se secaban. Eran una especie de jaulas cerradas con tela de alambre
(mosquitero) para prevenir que las moscas no se acercaran o se posaran sobre la
carne. Este proceso ya ha caído en desuso, pues en la actualidad es más fácil,
rápido y económico secarla en deshidratadoras industriales.
Pero volviendo al tema hay que hablar un poco de Ciénega de
Flores, donde nos tocó almorzar en el merendero original de la Tía Lencha ya modernizado. No obstante haber
quedado esta población un poco fuera de la ruta principal, es decir, la
supercarretera Monterrey-Laredo, todavía mucha gente viene ex-profeso al
restaurante para disfrutar de este platillo que si bien cualquiera lo puede
hacer en su casa, el sabor de aquí es muy especial. Asimismo, muchas de las personas
que pasan por aquí y debido a que el restaurante se halla sobre la carretera
libre Monterrey-Laredo, suele detenerse con el mismo propósito. Dentro de las
anécdotas se cuenta que grandes personajes del cine y la televisión, como Pedro
Infante, María Félix y Paco Malgesto, durante alguna estancia en Monterrey
hicieron viaje especial a este lugar para corroborar que la fama del machacado
con huevo era real, y se fueron con “la panza llena y el corazón contento”.
Según nos comenta la señora Lidia Treviño, cocinera del
restaurante, lo más tradicional es evidentemente el machacado con huevo, pero
hay otros platillos que vale la pena saborear. Por ejemplo, el «caldillo» es un
caldo que se guisa con machaca, especias, chile morrón y salsa de tomate. Esta
es, incluso, una receta regional para cortar las gripas, pero con la variante
de en vez de chile morrón se le agrega chile verde y cebolla. También la carne
seca frita es muy solicitada como entremés. “Todo tiene su secreto”, dice la
cocinera, “y el secreto está en el tiempo de cocción o freimiento y en la salsa
de tomate, la cual se debe dejar hervir hasta que ya no hace espuma”. La misma
cocinera, quien ha trabajado ahí interrumpidamente por unos diez años, añade que
la mayoría de los comensales suelen acompañar los platillos de machaca con
tortillas de harina en vez de las de maíz. Sin embargo, esto no es
necesariamente indicativo de las preferencias norestenses, pues a muchísima
gente le gusta más la de maíz. En otras palabras, aquí es cuestión de gustos y
paladares.
Ciénega de Flores, cabecera
del municipio del mismo nombre, es un pueblo que creció a un lado de la
carretera Nacional y nunca se desarrolló realmente, sino que se fue quedando
pequeño. No es muy pintoresco que digamos, aunque por ahí podemos observar
algunas fachadas de estilo muy norestense. La debacle, si así lo pudiésemos
llamar, sobrevino cuando se construyó la supercarretera Monterrey-Laredo a
principios de los años noventa, pues el tráfico vehicular bajó
considerablemente y con ello disminuyó el comercio.
Cuando yo viví en Monterrey, que fue por allá en 1958, pues en esa
ciudad hice el primer año de preparatoria, mi pariente Gilberto Rico me llevo
varias veces a desayunar con la “Tía Lencha”, y es por eso que recuerdo de esos
domingos, cuando Gil nos llevaba a Elvia mi prima y a mi, a Ciénega de Flores.
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