El Míctlān o Mictlán en
la mitología mexica o nahua -que se puede
considerar representativa de Mesoamérica-,
era uno de los posibles recintos postmortem. Al Mictlán llegaban todos los
muertos, sin distinción de posición social, es decir, el grueso de la
población, siempre que fallecieran por causas consideradas como
"naturales".
En algunas fuentes se sostiene
que además del Mictlán existían otros tres destinos postmortem. Para las
personas que morían en guerra o en labor de parto estaba el Tonatiuhichan, Tonátiuh Ilhuícatl o Casa de
Tonatiuh. Los que fallecían por muerte relacionada con el agua,
el rayo y los padecimientos como la hidropesía, las tumefacciones o
enfermedades como la lepra, la gota y el herpes iban al Tlalocan o Casa de
Tláloc. Por último, los bebés que fallecían iban al Chichihualcuauhco, donde
eran amamantados por un gran árbol.
Al igual que con otros aspectos
de la religión mesoamericana, nuestros conocimientos sobre el Mictlán proceden
en su mayoría de fuentes coloniales y de la interpretación que diversos
religiosos del siglo XVI hicieron sobre éste. De tal suerte que se ha
equiparado con el Infierno judío cristiano. Sin embargo, la característica
principal del Infierno, el castigo por pecado, parece no estar presente en el
Mictlán.
Si bien la información que existe
sobre el Mictlán es muy diversa, algunos estudiosos del tema, entre ellos Alfredo López Austin, consideran que en el Códice
Vaticano A Latino Ríos 3738 se encuentra el listado más
completo de los "niveles o pisos del inframundo", y las
correspondientes pruebas, por los cuales los difuntos debían transitar durante
cuatro años para llegar al Mictlán:
1. Itzcuintlán (náhuatl: itzcuintlān, ‘el lugar de los
perros’‘itzcuin (tli), filoso (de mordida filosa) perro; -tlān, lugar donde abunda algo’ lugar
habitado por los perros Xoloitzcuintle. En este paraje los difuntos tendrían
que cruzar un río ancho llamado Apanohuáyan (náhuatl: apanoayān, ‘el lugar donde se
tiene que cruzar el agua’‘ā (tl), agua; panoa, cruzar; -hua, que tiene; -yān, lugar’. Para atravesarlo,
requerirían la fuerza de un perro de pelo bermejo. Al llegar al Apanohuáyansi el
perro lo reconocía como su verdadero amo, lo cruzaba a cuestas nadando.
2. Tépetl Monamicyan (náhuatl: tepētl monāmicyān, ‘el lugar de
los cerros que se juntan’‘tepētl, cerro; mo-nāmic 'estrecharse, apretarse,
juntarse'; -yān, lugar’)?. En este
nivel se dice que existían dos cerros que se abrían y se cerraban chocándose de
entre sí de manera continua. Por lo tanto los muertos debían buscar el momento
propicio para cruzarlos sin ser triturados.
3. Itztépetl, náhuatl: itztépētl, ‘el cerro de
obsidiana’‘itz (tli) 'cuchillo, navaja, obsidiana'; tepētl, cerro’. En este lugar
se encontraba un cerro cubierto de filosos pedernales que desgarraban a los
cadáveres de los muertos cuando éstos tenían que escalarlo para cumplir su
trayectoria.
4. Itzehecáyan náhuatl: itzehēcayān, ‘el lugar del
viento de obsidiana’‘itz-, cuchillo, navaja, obsidiana; ehēca- 'viento'; -yān, lugar’ lugar
desolado de hielo y piedra abrupta. SE trata de una sierra con aristas
cortantes compuesta de ocho collados en los que siempre caía nieve llamados Cehuecáyan náhuatl: cehuecayān, ‘.El lugar que tiene
nieve’‘cēc-, nieve; -hui,
que tiene; -ca; -yān, lugar’
5. Pancuecuetlacáyan, náhuatl: pancuecuetlacayan, ‘el lugar
donde la gente vuela y se voltea como banderas’‘pan- 'pendón,
bandera'; cue cuepa,
voltear; tlāca-, persona; yan, lugar’. Se dice que este
lugar se ubicaba al pie del último collado o colina del Itzehecáyan.
Ahí empezaba una zona desértica de ocho páramos donde existían vientos
congelantes que al recorrerlo cortaban a los cadáveres de los muertos con
múltiples puntas de pedernal.
6. Temiminalóyan náhuatl: temiminaloyan, ‘el lugar donde
la gente es flechada ‘te, persona; mitl, flecha; mi, tirar, echar; mina, tirar flechas; lo, a; yan, lugar’. En este lugar se considera que existía un
extenso sendero en cuyos lados manos invisibles enviaban puntiagudas saetas
para acribillar a los cadáveres de los muertos que lo atraviesan; saetas
perdidas durante batallas que el muerto debía evitar para no ser flechado y
desangrarse.
7. Teyollocualóyan, náhuatl: teyollocualoyan, ‘el lugar donde
se come el corazón de la gente’ ‘te, persona; yolotli, corazón; cua, el que come; yan, lugar’ lugar donde
habitaban fieras salvajes que abrían los pechos de los muertos para comerles el
corazón, ya que sin este órgano el difunto caía en el río Apanuiayo, náhuatl:
apanuiayo, ‘él que tiene
que venir desde el agua’‘alt, agua; pam, desde; hui, que tiene; yotl, el que viene’. Este nivel
era una fosa llena de aguas negras en el que estaría la lagartija verde Xochitónal,
paraje del que debatiéndose por largo rato en aguas negras, lograría al fin
salir.
8. Itzmictlán Apochcalocán, náhuatl: itzmictlan apochcalocan, ‘el
lugar de la muerte por obsidiana y del templo que humea con agua’‘itztli,
cuchillo, navaja, obsidiana; micqui,
muerto; titlan, lugar; alt, agua; poctli, humear, nevar; calpulli, templo; can, lugar’. Este era un lugar
lleno de niebla grisácea que enceguecía a los muertos, y así perdiéndose
durante su traslado a través de un valle lleno de nueve hondos ríos conocido
como Chicunahuápan, náhuatl: chihunahuapan, ‘desde las nueve
aguas’ ‘chicu, cinco; nahui,
cuatro; alt, agua, pam, desde’.
9. Mictlán, lugar donde habitaban Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl,
los señores de la muerte, que tras una larga trayectoria, los muertos se
liberaban finalmente de su "tonalli", una suerte de alma, logrando
así el descanso anhelado recibiendo una grata compensación, porque al caer la
tarde, el atardecer, desaparecía el astro Sol desde el horizonte, por lo que
cada noche, Tonatiuh bajaba a iluminar el Mictlán.
En ocasiones Chicunahuápan es
puesto como el noveno estrato subterráneo, y el Mictlán al final como el último
recinto sagrado de los señores de la muerte, Mictlantecuhtli y
Mictecacíhuatl, o bien también como el espacio
total del inframundo. Por otra parte, también existían otros sitios
donde los difuntos iban tras su forma de morir, Tonatiuhichan,
Tlalocan y Cincalco.
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