Cuentan
los narradores mazatecos que antes de que existiera este mundo hubo otro mucho
más viejo, que se destruyó por la ira de Dios.
En esos
lejanos tiempos, la gente del pueblo empezó a escuchar unos rumores horribles.
Mensajes terribles caían del Cielo en los que se anunciaba que muy pronto el
mundo sería destruido por un enorme diluvio, porque el dueño del universo
estaba enojadísimo ya que las personas cometían malas acciones constantemente.
Ante
estos amenazadores mensajes, todos los habitantes del pueblo estaban muy
asustados, lloraban, temblaban de miedo, algunos morían de temor ante la
catástrofe que se aproximaba, otros imploraban, y nadie sabía qué hacer. Uno de
los habitantes del poblado, más espabilado que los demás, pensó que la solución
sería crear un arca para subirse en ella y así salvarse.
Poco
tiempo después, el cielo se puso completamente oscuro, un horripilante aire
sopló por el este, y se escucharon fuertes tronidos
por los cuatro rumbos sagrados. Empezó a llover muy fuerte, todo se empezó a
inundar, el agua llegó hasta la punta del cerro y, en medio de esta espantosa
lluvia e inundación, se veía al arca que flotaba.
Llovió
durante cuarenta días sin parar; aquello fue horrible. De repente se apareció
el Señor de Siete Colores, para dar aviso de que el mundo comenzaría. El Buen
Dios envió a la Paloma Blanca y al Zopilote, sus mensajeros, para que vieran
cómo había amanecido la Tierra. Cuando regresaron cumplida su misión, Dios les
cuestionó acerca de lo que habían visto.
El
Zopilote le respondió: “Pues verá usted, mi Señor, lo que yo encontré fue mucha
carne, y como la oportunidad se presentaba buena, me puse a comer un poco” El Buen
Dios, un poco escamado, le replicó: “¡Por lo que has hecho, de hoy en adelante
te sentencio a comer carroña para siempre y a recoger todos los muertos que
encuentres!” Así fue cómo el Zopilote cumplió con su destino de depredador.
Dios se
dirigió a la Paloma y le preguntó qué era lo que ella había observado en la
Tierra. A lo cual la Paloma Blanca replicó: -“¡Querido y santo Señor, yo lloré
mucho cuando vi a los hombres, las mujeres y los niños muertos
por el diluvio, fue muy triste, y el dolor casi me mata!”- Entonces el Buen
Dios le dijo: -“Buena y hermosa Paloma Blanca, comprendo tu dolor! Ahora quiero
que los dos regresen a la Tierra y vean qué está provocando ese humo que se ve
por el horizonte”-
Los
mensajeros volvieron a bajar a la Tierra, donde vieron a un hombre que encendía
fuego y se movía de un lado para otro muy angustiado.
Al
regresar al Cielo le dijeron a Tata Dios que un hombre encendía fuegos, y que
creían que era el único sobreviviente, que les dijera lo que debían hacer.
Ceñudo, Dios afirmó que se encargaría de él, que le dejaran pensar.
Después
de mucho meditar, decidió convertir al hombre en mono y que perdiera todas sus
capacidades de hombre, tal como son ahora. Esta es la historia del Diluvio.
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