Cuando
ocurren cosas, normalmente, es a una persona o un grupo de personas
compartiendo la misma experiencia, pero esto que voy a contar sucede en un
pueblo, y ocurre a todos sus habitantes, los cuales ya están acostumbrados...
Pero yo,
como visitante, y mis primas, hemos vivido unas experiencias que a la gente de
allí les parece "normales".
Fuimos a
ese pueblo donde mis tíos tenían en las afueras una casa cerca del pantano.
Para ir al pueblo tenías que seguir un camino de tierra durante cuatro
kilómetros hasta llegar.
Como en
la casa de noche nos aburríamos, mis tíos nos acercaban al pueblo en coche para
que pasáramos allí unas horas con los chicos del pueblo. Era verano y las
noches invitaban a pasarlas hablando y disfrutando de compañía.
Los chicos del pueblo al principio nos parecían muy fantasiosos o que nos querían meter miedo. Decían que algunas noches se oía el gemido de un niño pidiendo ayuda... pero no venía de ninguna parte, sino de todo el pueblo.
Los chicos del pueblo al principio nos parecían muy fantasiosos o que nos querían meter miedo. Decían que algunas noches se oía el gemido de un niño pidiendo ayuda... pero no venía de ninguna parte, sino de todo el pueblo.
Cada uno
de los habitantes lo oía en su propia casa, en la calle, en la tienda, en el
bar... partía de las paredes, del suelo... a veces incluso sentían un empujón
violento que los lanzaba al suelo...
Contaban
que incluso una mujer embarazada perdió a su hijo en la plaza una tarde en la
que se encontraba hablando con unas amigas al sentir que unas manos
aprisionaban su vientre con tanta fuerza que la hizo abortar allí mismo. Ella
estuvo a punto de morir y cuando se recuperó, se fueron del pueblo y no
volvieron a él.
Les
preguntamos que quién podría provocar esas cosas... y que después de lo de la
mujer ¿cómo es que la gente no se va del pueblo también?
Entonces
nos contaron una leyenda de terror y del por qué creen que "eso" atacó
tan ferozmente a la mujer.
Hacía
unos diez años, unos niños del pueblo decidieron irse una noche de verano a
otro pueblo vecino.
Para ello
tenían que atravesar un campo donde en uno de los laterales estaba el
cementerio que compartían los dos pueblos y que se hallaba justo a la mitad del
camino.
Cuando ya
estaban bien avanzados oyeron un crujido a sus espaldas. Era el hermano menor
de uno de ellos. Le instaron a que se volviese a casa pues no querían cargar
con críos y éste se negó en rotundo, más que nada es que le daba miedo volverse
solo.
Entonces
decidieron despistarle. Al llegar a la altura del cementerio dijeron que iban a
jugar para esconderse en él.
Como
había luna llena se veía bastante bien, este chico aceptó sin sospechar nada...
Ya en el cementerio, uno contaba y los demás se escondieron todos juntos,
mientras este chico se escondía en otro lado pensando que todos estaban
haciendo lo mismo.
Cuando ya
le perdieron de vista, los chicos se reunieron y salieron por una de las tapias
dejando a este chico escondido. No podían evitar reírse de lo fácil que había
resultado engañarlo hasta que oyeron un grito desgarrador... Al principio
pensaron que se trataba de una broma, hasta que el segundo grito reaccionaron y
volvieron a entrar en el cementerio...
Estuvieron
buscando por todas partes pero no le encontraron, gritaron su nombre, dieron
vueltas y más vueltas y nada.
Al cabo
de muchas horas, cuando ya despuntaba el alba decidieron buscar ayuda en el
pueblo con la esperanza de que el chico les hubiese gastado una broma y se
hubiese ido a casa.
Al llegar
al pueblo, el hermano fue a su habitación, no había dormido allí, la madre le
preguntó por su hermano pequeño y éste le tuvo que contar la verdad. La madre
avisó al padre y éste a todo el pueblo... Salieron todos en busca del muchacho
al cementerio.
Cuando llegaron allí, uno de los vecinos descubrió con terror que el cuerpo del chico se encontraba en una de las fosas que acababan de abrir días antes para un nuevo difunto...
Cuando llegaron allí, uno de los vecinos descubrió con terror que el cuerpo del chico se encontraba en una de las fosas que acababan de abrir días antes para un nuevo difunto...
El chico
tenía la cabeza reventada, los huesos de las piernas y de los brazos retorcidos
en una figura grotesca, los ojos cristalizados por el pánico y la boca en una
mueca de absoluto terror...
Fue un
día negro en todo el pueblo, nadie se explicaba lo que había ocurrido allí.
El
hermano, con los años, fue internado en un psiquiátrico pues decía que su
hermano se estaba vengando de él, le veía en todas partes, le pegaba... Los
médicos le diagnosticaron neurosis obsesiva post-traumática, pero no podían
explicar los continuos moratones que aparecían por todo su cuerpo, incluso en
la cara...
Al cabo
de unos años, la madre de estos hermanos se quedó embarazada... y a los siete
meses le ocurrió lo que ya contaron antes: Algo había provocado la muerte de su
bebé y quizás su propia muerte de la que escapó por poco.
Los chicos decían que
los gritos que oían por las noches eran iguales que los que oyeron en el cementerio.
Oyendo
esta historia la verdad es que les creímos... habíamos pasado un buen rato de
miedo y nuestro tio nos vendría pronto a recoger para llevarnos a casa...
Cuando íbamos hacia el coche, sentí un golpe fuerte en mi espalda que me obligó a apoyarme en mi prima de una forma violenta. Casi nos vamos las dos al suelo... Miré hacia atrás, pero los chicos estaban hablando entre ellos a unos tres metros de nosotros.
Cuando íbamos hacia el coche, sentí un golpe fuerte en mi espalda que me obligó a apoyarme en mi prima de una forma violenta. Casi nos vamos las dos al suelo... Miré hacia atrás, pero los chicos estaban hablando entre ellos a unos tres metros de nosotros.
Mi tío
dijo que me había tropezado. Mi prima, sin convencerse del todo, fue hacia los
chicos, cuando de repente volvió la cabeza hacia el otro lado de forma
violenta... Dijo que alguien la había abofeteado... y tenía una mano marcada en
la cara... una mano pequeña...
Nos
asustamos muchísimo... y empezamos a gritar presas de la histeria... Los chicos
vinieron a auxiliarnos mientras mi tío abría el coche rápidamente para meternos
dentro.
Los
chicos hicieron una barrera con sus brazos protegiéndonos de lo que fuese y
pudimos meternos en el coche. Por el cristal pude ver cómo golpeaban a algo
invisible que les estaba atacando. Mi tío condujo a gran velocidad tocando el
claxon como un loco.
Al llegar
a la casa llamó a mis otros tíos y todos fueron al pueblo a ayudar a los chicos,
pero ya todo había pasado. Éstos se encontraban agotados por la lucha, con
arañazos, golpes... pero dijeron que estaban acostumbrados, que no pasaba nada.
Las
agresiones en ese pueblo son esporádicas y no siempre a las mismas personas...
pero ellos sienten que tienen que estar ahí para que ese niño que murió de
forma tan violenta no esté solo...
Llegará
el momento en que pueda descansar en paz.
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