En
tiempos antiguos, la región yaqui se quedó sin agua. Los indios sufrían una
tremenda sed que los devastaba.
Los ojos
de agua estaban secos, se excavaron pozos sin resultado. Espantados, los
chamanes decidieron enviar un mensaje a Yuku, el dios de la lluvia, por
medio de Gorrión.
El ave
fue directo a ver a Yuku; después de saludarlo de parte de los ocho pueblos
indios le dijo: - Me ordenaron que te pidiera el favor de la
lluvia. Yuku respondió: -Con gusto. Vete sin preocupación y dile a
los chamanes que habrá lluvia.
Gorrión
descendió a la Tierra apresuradamente, pero antes de llegar vio que el mundo
estaba lleno de nubes y los rayos caían inclementes. La lluvia mató a Gorrión y
el agua nunca llegó a la Tierra.
Viendo
que Gorrión no regresaba, los yaquis ordenaron a Golondrina realizar la
misma misión. Golondrina voló hacia el dios de la lluvia, suplicándole de parte
de los chamanes que les enviara un poco de agua. Yuku le respondió de buen
humor: -Ve sin preocupación con tus jefes. Atrás de ti llegará la lluvia.
Golondrina
voló de regreso, pero al igual que Gorrión, fue destruida por el rayo y
la lluvia. Ni ella ni una sola gota de agua llegaron a la tierra yaqui.
Los
líderes de la tribu, desesperados, no sabían a quien enviar hasta que se
acordaron de Bobok, el Sapo, que se encontraba en la laguna llamada Bahkwam.
Le
dijeron que fuera a una junta a un lugar cercano a reunirse con los líderes
principales de los ocho pueblos. Bobok se presentó y le dijeron: -Debes
ir con el dios de la lluvia y rogar por que nos envíe el agua. -Muy
bien, dijo el sapo, mañana salgo de viaje para conseguir el agua.
Regresó a Bahkwam y visitó a un amigo mago que le proporcionó unas alas de
murciélago.
Al día
siguiente, Bobok voló hacia las nubes, encontró a Yuku y le dijo: -Señor,
no trate tan mal a los yaquis. Envíeles un poco de agua para beber porque
mueren de sed. El dios
aceptó: -No te preocupes, la lluvia te seguirá de aprisa.
Bobok
fingió partir, pero se metió bajo la puerta de la casa del dios. El cielo se
nubló, se vieron rayos, se oyeron truenos y comenzó a llover. Sapo, ahora con
alas, subió más arriba que la lluvia que lo quería matar. -¡Kowak, kowak,
kowak! Croó Bobok.
La lluvia, al escuchar a Sapo, volvió a
caer. Sapo dejó de cantar y la lluvia, pensando que Bobok estaba muerto,
cesó otra vez. Entonces, Bobok empezó a croar de nuevo, yendo desde la lluvia
hacia la Tierra.
Al fin,
la lluvia llegó hasta la región yaqui en su búsqueda por matar a Sapo. Bobok,
satisfecho de su obra, regresó a la laguna Bahkwam y devolvió las alas a su
dueño.
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