miércoles, 9 de julio de 2014

CASTIGO YAQUI



Esto sucedió cuando los Yaquis sostenían comunicación directa con los animales de uña y ala.

El indio Teroki tenía una hija muy bonita de largas trenzas y ojos muy grandes.

Una vez que salió a cazar venados, le robaron a su hija, nadie supo decirle el rumbo hacia donde partieron ella y su raptor.

El “Venadero” así le decían, apeló a los jefes de los ocho pueblos, quienes ante la carencia de informes, acordaron hacer un llamamiento a los animales de uña y ala.

El León, cabeza indiscutible de los cuadrúpedos, por medio del Tigre, convocó a todo el ejército; pero nadie supo dar razón de los fugitivos.

El Aura, gobernador de las aves, dio las órdenes del caso al zopilote, este lo trasmitió al kelele, quien se elevó muy alto y allá tocó el tambor.

Fueron descendiendo a la tierra los animales del ala, entre un rumor de tormenta.

Pero ninguno proporcionaba datos que hicieran posible la localización de la yoremita. Volvió el kelele a levarse y a sonar el tambor.

Al rato se percibió un zumbido, era el gavilán que llegaba, había encontrado a los fugitivos cuando huían de los Jewléebes, otra tribu de la región. Entonces se nombraron comisiones competentes.

Delante de ellas, iba un emisario con instrucciones de pedir al jefe de la tribu, que la yoremita y su raptor fueran aprehendidos y se les enviara amarrados. Los Jewléebes dieron satisfacción a la solicitud.

Después de mucho buscar, hallaron a los fugitivos en la cumbre de la sierra Mahababi.

Los detuvieron los Jewléebes y los pasaron a los Ópata y estos a los Pimas, quienes hicieron entrega formal a los Yaquis.

Debajo de un mezquite, reunidos los jefes yaquis, y en entorno suyo toda la tribu esperaba a los presos.

Ante un mezquite se les desnudó y luego se aplicó el castigo. Los verdugos fueron aplicando azotes a las espaldas de la yoremita y su raptor, allí quedaron muertos.
       

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